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Escucha este mensaje bíblico si eres Auditor. Puede Salvar tu Alma.
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Escucha este mensaje bíblico si eres Auditor. Puede Salvar tu Alma.
The transcription is about the importance of reading and understanding the Bible, particularly for auditors. It emphasizes that just as auditors must know and follow laws in their work, it is essential to know and follow God's laws as well. The message encourages reflection on the significance of Jesus' sacrifice and the need to seek God through reading and understanding the Bible. It also highlights that God's laws are eternal and should be obeyed. El Evangelio para Auditores Soy Carlos. Si hoy estás escuchando esto, es porque eres auditor de obra pública o de cuenta pública, o bien porque te relacionas con esta área. Escucharás varios pasajes bíblicos, con los cuales pretendo acercarte un poco más a entenderlos, a conocer a Dios. La razón de esto es porque he observado que es común que invirtamos poco tiempo en la reflexión de cosas importantes. Un esquema general de cómo administramos una gran mayoría de nosotros nuestros días cuando no conocemos a Dios, pues sabemos que se va mucho tiempo en el trabajo, después quizá queremos aprovechar algo de nuestro día para estar con la familia, otro poco se va a ir en una que otra actividad de ocio, después ya viene el descanso y se acabó el día. Y cuando quizá llegue el fin de semana y que tenemos algo más de tiempo, ¿para qué lo utilizamos? Lo utilizamos para ver redes sociales, para ver plataformas de series y películas, o alguna otra cosa. Pero realmente, respecto a la palabra de Dios, respecto a su lectura, a su reflexión, a su comprensión, siempre es algo que queda relegado u olvidado. Vuelve a iniciar otro día, vuelve a iniciar otra semana, y termina del mismo modo. En este contexto, quise traerte este mensaje, del cual ya te dije el título, el Evangelio para Auditores, porque es precisamente un llamado para ti que eres auditor, para saber algo que el mismo Hijo de Dios vio necesario comunicar, aunque para ello tuviera que despojarse de su condición divina, sufrir como sufre un simple humano, pero además soportar una terrible muerte en una cruz. Un mensaje, aunque tú no sepas ni yo de qué trata, sabemos que es de suma importancia si alguien tuvo que dar su vida para que lo conozcamos. Así que, date la oportunidad, reflexionemos en todas estas palabras que siguen, y comenzamos. ¿Para qué apareció el Hijo de Dios? En la Biblia, en 1 Juan 3, 4, dice que todo aquel que comete pecado infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Sabéis que Cristo apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él. Así que, como te decía, quise traer para ti que eres auditor, igual que yo, un poco de lo que yo todos los días persigo. Pienso que Dios está en todas partes, en nuestro diario vivir, en todo lo que hacemos, solo que muchas veces nosotros no nos damos la oportunidad de saber que está ahí, y una de las mejores formas de comprobarlo es al buscarlo. ¿Quieres saber cómo se le busca? Leyendo la Biblia. Reflexionando en aquello que leemos para comprobar de manera personal la veracidad y la aplicación que tiene lo que leemos en nuestra vida. Es decir, de qué manera es útil para mí lo que yo leo en la Biblia. Siendo esto así, y dado que todos los cuales yo he preparado este mensaje, invertimos al menos un 50% de nuestro día en este trabajo de auditoría, mínimo 5 días a la semana, algunos tal vez trabajen fin de semana, pero mínimo 5 días, quise traer entonces este pasaje bíblico con el que quiero hacer ver cómo se relaciona de una manera muy veraz con la vida de cada uno en este quehacer de auditoría. Todo esto, como decía antes, para introducirnos a leer más la Biblia, si es que todavía no lo hacemos, y a comprender no solamente dichos frases, pocos consejos o una virtud, sino entre todos los mensajes que encontramos en la Biblia, uno que es el más importante, y se refiere a la razón de por qué apareció el Hijo de Dios. Para lo cual, quiero repetir otra vez la cita con la que iniciamos. Dice, todo aquel que comete pecado infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley. ¿A qué te suena esto? Miremos la similitud con nuestro trabajo. ¿A quién haces? Llamamos una observación a todo aquello que no cumple con lo que en la ley esté enunciado, de tal forma que es por eso que nuestro trabajo existe, si lo piensas bien. ¿Por qué? Porque hay muchas cosas en las que los sujetos fiscalizados no se apegan a la ley cuando sabemos que deberían hacerlo. Considerando claro que la ley marca la pauta para regular los procesos y los quehaceres de la administración pública, como sabemos que ocurre tanto en la obra pública como en la contabilidad gubernamental, que es nuestro quehacer de todos los días. Dicho lo anterior, hay frases a las que nosotros solemos recurrir, como por ejemplo, decimos, el desconocimiento de la ley no nos exime de su cumplimiento. Usamos esta frase para prevenir que alguna vez alguien quiera demostrar su inocencia ante la ignorancia que tiene por no saber algo que la ley dice. Así pues, imagina este ejemplo, que un contratista o un ente que contrate obra pública, o que tenga alguna relación con la contabilidad gubernamental, el tesorero, por ejemplo, deben de conocer las leyes, y si no las conocen, ¿les valdremos esto por justificación? Es decir, que nos digan, es que yo no lo sé, no lo sabía, no sabía lo que la ley decía, ¿se lo vamos a valer? Claro que no, porque el desconocimiento de la ley no los exime de su cumplimiento. Así que, ¿qué pasaría entonces? Si una persona que no conoce la ley de obra pública o la de contabilidad gubernamental, ocupa un importante puesto en la administración pública, es decir, es el tesorero, o es el director de obras públicas. Si no conoce la ley, seguramente va a ser objeto de muchas irregularidades, de muchas observaciones, en el momento en el que sea fiscalizado. Así pues, cada una de estas observaciones, nosotros sabemos que van a derivar en otros procesos subsecuentes. ¿Por qué? Porque podrían acarrear una consecuencia incluso económica, o quizá van a dañar su reputación, va a quedar ya tachado esa persona. Y esto lo sabemos, porque evidentemente es el fruto de nuestro trabajo. Lo vemos cada vez que entregamos resultados mediante un informe, por ejemplo. Pero la verdad es que este escrito no lo hice solamente para hablarte de cosas que pasan en la auditoría. En realidad quiero transmitirte un mensaje más profundo, uno que tiene que ver con la salvación del alma. Así que, no se te olvide el pasaje con el que inicié. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Así que, si tú o yo no conocemos la ley de Dios, ¿crees que esto nos hará inocentes ante Él el día que tengamos que ser juzgados por Él? Sin conocer la ley de Dios, es decir, Su Palabra, ¿puedes afirmar que no estás bajo pecado? ¿Qué es lo que te quiero decir? Pues bien, imagina que antes de avisar a un sujeto fiscalizado que será auditado, imagina que nosotros le decimos, voy a revisarte conforme a la legislación. Si ejecutaste obra pública, será sujeto de revisión tomando como parámetro la ley de obra pública. Obviamente, si es el tesorero, le vamos a decir, será sujeto de revisión conforme a la ley de contabilidad gubernamental. Y al decirle esto, vamos a suponer que su respuesta es, sí, está bien, solo que a mí no me interesa lo que las leyes digan. Es más, creo que conduzco mi administración de una forma tan eficiente y buena que puedo prescindir de conocer las leyes. Soy tan capaz de hacer todo bien, aún sin saber lo que dichas leyes digan. Imagina que nos dice esto, y tras escuchar esta declaración, ¿qué es lo que pensarías? Seguramente, te darías cuenta de que una mentalidad así, en un sujeto fiscalizado, en un puesto como ese de tesorero o de director de obras públicas, seguramente lo ha llevado a cometer multitud de infracciones a las leyes, puesto que en su declaración admite que las desconoce y que ni siquiera ha tenido interés en estudiarlas. Por si fuera poco, este sujeto se siente tan bueno y tan capaz que cree que nada nuevo puede aprender, lo cual, lejos, pero muy lejos de demostrar inteligencia, más bien está demostrando soberbia, puesto que, si realmente fuera tan bueno como dice ser, basaría sus comentarios en los opuestos de las leyes, enunciándolas y refiriéndose a ellas, pero nunca restándoles importancia o mérito. Así pues, acercarse a conocer las leyes, en este ejemplo, nos debería ayudar a darnos cuenta cómo están reguladas las cosas. No obstante, las leyes que tenemos para diversas cosas en la vida cotidiana son hechas por humanos, como bien sabes, y su interpretación, a veces, es susceptible de dudas. Hay ocasiones en que las leyes tienen que sufrir diversas modificaciones y adecuaciones, por una razón, porque la mente humana que las ha promulgado no es perfecta, y no ha podido predecir un montón de cosas. A veces, hay que adicionar algo a algún artículo, a veces hay que derogarlo, otras veces hay que hacer una ley totalmente nueva, porque una circunstancia nueva ha surgido, y con ello, fue necesario implementar también una nueva base de reglas y normas, y así sucesivamente. No obstante, Dios, cuya sabiduría trasciende por mucho a la humana, sabes que jamás se ha equivocado, pues Él dijo que Su Palabra permanece para siempre, y esto significa que es eterna, por lo cual sabemos que entonces nunca está desactualizada, siempre está vigente, no hay necesidad de que tenga que sufrir una reformación, no hay necesidad de que se le adicionen cosas, o de que se le quiten cosas, la ley de Dios está contenida en la Palabra de Dios, y de la cual quiero leerte algo que Cristo, Su Hijo, dijo sobre ella. Él dijo, no malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos. Cristo estaba hablando a un grupo de judíos, y les decía, les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla. Entonces, si no hacen caso al más insignificante mandamiento, y les enseñan a los demás a hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en el reino del cielo. Pero, el que obedece las leyes de Dios y las enseña, será llamado grande en el reino del cielo. Quiero llevarte a la reflexión. En estas declaraciones que fueron dichas por el mismo Hijo de Dios, por Cristo, Él está diciendo que la ley de Dios, la cual fue enseñada desde tiempos tan antiguos, será vigente hasta el fin del mundo. Será vigente hasta que su propósito se cumpla. Y, ¿sabes?, llama a todos, no solamente a conocer esas leyes, sino a obedecerlas, e incluso, a seguirlas enseñando. La pregunta es, ¿qué contienen estas leyes que pueden ser tan importantes, o por qué razón debo conocerlas? Ya lo dijimos antes, todo aquel que infringe la ley, peca, porque el pecado es infracción de la ley. ¿Por qué es tan malo el pecado? Porque el pecado destruye el alma. En muchos casos, también destruye el cuerpo. Por ejemplo, he sabido que algunas personas llegan a enfermar por causa de un gran coraje o por rencor. He sabido que por una tristeza sin alguna salida, algunos llegan al suicidio. También sabemos que el vino o el cigarro llegan a dañar órganos como el hígado y los pulmones. Así pues, confirmamos una cosa, que el pecado es destructivo, destruye vidas. Aunque, claro, algunos van a decir, comamos y bebamos que de todas formas mañana moriremos. En efecto, una persona que ignora que algún día dará cuentas a Dios, suele pensar de esta manera. Por eso es por lo que también cuando la Biblia menciona las consecuencias del pecado, hay una que por sobre todas nos tiene que llamar mucho la atención, y es que la paga del pecado es la muerte. Esta muerte de la que te hablo no es únicamente el término de la vida física, que sabemos que puede ocurrir hasta por un accidente o por una enfermedad. No me refiero sólo a esa muerte, sino a donde pasarás la eternidad, a la muerte eterna, la cual es una condenación eterna en el infierno. Y con esto cabe hacer una pregunta, ¿entonces la ley de Dios sirve para un mal propósito? ¿Sirve para que yo termine siendo condenado? Si bien la ley de Dios al desobedecerla nos va a hacer siempre sentir el juicio de Dios sobre nosotros, al hacernos saber que hemos pecado al infringirla, ¿sabes?, para el que obedece la ley de Dios hay algo mucho mejor, pues la Biblia dice, la ley de Dios es perfecta, que convierte el alma, el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo, los mandamientos de Dios son rectos, que alegran el corazón, el precepto del Señor es puro, que alumbra los ojos. Así que, conocer las leyes de Dios conduce la vida humana hacia la rectitud, hacia la justicia, hacia el amor y hacia la compasión, hacia el buen juicio, y sobre todo brinda al ser humano elementos para comprender y para amar la verdad. A veces, en cosas tan simples como no codiciarás, no mentirás, no matarás, no robarás, pensamos que ya no pecamos, y quiero que pongas mucha atención aquí, y pensamos ante estas cosas que ya nos libramos de ello. Pero, ¿quién no ha salido alguna vez de comisión y ha pensado, me quedaré más tiempo para ser válido el viático? ¿Sabes que esto es un robo y una mentira? Porque la ley dice, no robarás y no mentirás, y al actuar así, hemos sido movidos por razonamientos de injusticia y por codicia, y eso quiere decir que hemos infringido al menos tres de los mandamientos de la ley de Dios, los cuales son, no robarás, no codiciarás, no mentirás, y por lo tanto, si los hemos infringido, hemos pecado. Ahora, si preguntara alguno entre nosotros, entre aquellos principalmente que están casados o casadas, si acaso han visto con deseo a alguna otra persona que obviamente no es su cónyuge, sepamos entonces, en los estándares de Dios, que han pecado, pues Cristo dijo que cualquiera que mira con deseo o codicia, ha adulterado y ha sido infiel y desleal en su corazón para con su cónyuge, pues la ley dice, no cometerás adulterio. Alguien dirá, pero si no he hecho nada más que mirar, ¿qué hay de malo con esto? La respuesta a esto es que estamos permitiendo que pensamientos pecaminosos gobiernen nuestra vida. Esto eventualmente hace que perdamos la posibilidad de conocer a Dios, pues la Biblia dice que el pecado es lo único que separa al hombre de Dios, ya que Dios es santo. Así que el adulterio, aunque se quede a un nivel de pensamiento, es un pecado porque demuestra nuestra falta de amor y de respeto hacia quien algún día prometimos amar y cuidar toda la vida. Así también, si nos hemos permitido mantener vivo un rencor y una falta de perdón a alguien, la Biblia dice que todo aquel que aborrece a otro se vuelve un homicida, ese es el estándar de Dios, por lo tanto, ha quebrantado el mandamiento de no matarás. ¿Qué opinas de todo esto? Quizá ahora, al vernos confrontados con lo que la Biblia dice, tal vez nos preguntemos, ¿pero qué fin persigue Dios al hacernos saber que hemos pecado infringiendo Sus leyes? Bueno, cada vez que tú o yo hemos pasado por alto las leyes de Dios, debemos de saber que no se nos va a hacer notificada una observación en un documento membretado y listo, sino que más bien, se nos va a hacer notificado que hemos pecado. Y no será válido decir, ¡no lo sabía!, porque recordemos que la ignorancia no nos puede eximir del cumplimiento de la ley de Dios, puesto que Dios nos ha dado una conciencia que todo el tiempo nos permite discernir entre el bien y el mal. Ante Dios, todos, absolutamente todos, incluyéndome por supuesto, porque ahora que estoy diciendo estas cosas, he sido encontrado como un pecador en muchas de las cosas que recién les mencioné. Y si tú crees que es capaz de haber pecado, debo decirte que la Biblia dice que todo aquel que niega que ha pecado hace a Dios mentiroso, porque Él dice que todos están bajo pecado por una simple y sencilla razón, que no han buscado conocerlo con sinceridad, por nunca permitirnos tener un tiempo para Él. Por lo que mejor, nos convendría aceptar que entre tanto no nos demos el tiempo de estudiar la Biblia, vamos a seguir siempre pecando de cosas que ni sabemos, y eventualmente, todos esos pecados van a traer consecuencias a nuestra vida, recuerda que la mayor de ellas es estar separado de Dios, a través de una muerte espiritual que ni siquiera nos permite entender quién es Dios, dónde está Él. Tampoco vamos a saber cómo poner las cosas que nos preocupan o que nos angustian en Sus manos. Tampoco podremos ver cómo es que Dios cuida de nosotros. Y además de toda esta muerte espiritual, como te había dicho, Dios dice que la paga del pecado es la muerte, y eso significa que cada pecado cometido nos va a hacer recibir la muerte. Imagina entonces que por nunca dejar nuestros pecados y cambiar, nuestra paga sea la muerte eterna. Tal vez esto es duro de aceptar, pero así es. Lo es porque Dios es justo, y como es justo, tiene que castigar la maldad donde sea. Tiene que haber un pago por cada persona que ha cometido pecado, así sea el peor de los pecados, como un asesinato, como una violación, hasta una mentira, hasta un robo, Cualquier pecador que se salga con la suya debe de saber que Dios lo ha visto, y Dios no va a dar por inocente al que es culpable, esto dice la Biblia. Y el pecado será castigado porque Dios es un juez justo. Lo ha visto todo y sabe todo de nosotros. No hay nada oculto ante Sus ojos. Por lo tanto, ha visto sin duda todas las muchas veces que hemos pecado. Y ahora nos advierte diciéndonos, si sigues así, tu paga será la muerte, no sólo quizá la muerte física o biológica, sino la condenación en el lago de fuego, cuya llama jamás se apaga en el infierno. Pero esto no es todo lo que te quiero decir. Si te dejara de hecho con la historia hasta aquí, estoy seguro de que te vas a ir triste, fastidiado, tal vez estés enojado, pues vas a sentir que acabo de usar la Biblia para juzgarte y para acusarte de pecar. Y la verdad, has pecado, pero yo también lo he hecho. Y eso no es el fin. Como todos hemos pecado y merecíamos la muerte, Dios, en Su gran amor, dio a Su Hijo para que con Su vida, Él llevara la sentencia que era para nosotros. Dios mismo estableció que la paga del pecado sería la muerte, y eso se cumplió en la cruz y en el momento en que Cristo murió. ¿Qué es lo que trato de decirte? Alguien dio un ejemplo y quiero traértelo. Dijo, imagina que mientras venías hacia acá, venías a más de cien kilómetros por hora en una zona de hospitales. Entonces, pasaste señales que decían que tenías que ir máximo a sesenta kilómetros por hora. Y un oficial te vio excediendo esa velocidad. Entonces, te detiene, llega ante ti, te hace ver que has infringido la ley, y entonces, de repente, te dice, tu multa es tanto. Es una fuerte cantidad, pero luego te dice, sin embargo, alguien ha venido y ha pagado por ti esa multa. Así es Cristo. Primero, Dios nos hace ver nuestro pecado, nos hace entender en qué maneras hemos fallado, en qué maneras hemos hecho lo que está mal delante de Sus ojos, pero luego nos presenta a Su Hijo, quien vino y pagó por nosotros esa multa, esa deuda que era la muerte. Cristo murió por nosotros. ¿Qué nos toca a ti y a mí, entonces? Creerlo y vivir con ese conocimiento como si una nueva oportunidad nos fuera concedida. Vivir en gratitud hacia Dios. Desarrollar una buena conciencia para Dios. Reconocer solamente que hemos pecado o que nos hemos equivocado. Eso no va a ser suficiente. Tenemos que cambiar y aprender de ahora en adelante a hacer el bien. Imagínate esto, que tuvieras tu vida por una causa noble, como, por ejemplo, juntar suficiente alimento para acabar con el hambre en un cierto lugar, y tiempo después de tu muerte, la gente despreciará todo tu trabajo y todo ese alimento, toda esa despensa que tú juntaste, simplemente se vaya a la basura. ¿No sería esto como olvidar y pisotear esa razón por la que tuviste tu vida? ¿No sería esto un acto de ingratitud? Pues así también es como Dios espera que entendamos la muerte de Su Hijo y que no hagamos van a la cruz en la que Cristo murió, ya que Él pagó la sentencia y llevó la culpa de nuestros pecados, a nosotros nos debería entonces tocar corresponder y vivir apartándonos del pecado, no únicamente porque si no lo hacemos terminaremos en el infierno, sino mucho más, por amor a Cristo, quien dio Su vida por nosotros. Si tan sólo podemos creer esto y vivirlo, llegaremos a una grande y hermosa relación con Dios. Esta gran noticia que ahora estás escuchando, tiene por nombre el Evangelio, y se traduce como buenas noticias, buenas noticias de salvación. Y si no comprendemos que hemos pecado, nunca entenderemos cómo Dios nos ha salvado de la muerte eterna y de la separación que tenemos con Él por causa de nuestros pecados, y no entenderemos cómo ha hecho esto por medio de Cristo, quien pagó nuestra deuda de pecado en la cruz. El Evangelio entonces, es creer en el Hijo de Dios. Cree que has pecado, y que por eso necesitas arrepentimiento. Busca ver cómo la palabra de Dios encierra mucha sabiduría que no sólo es útil, sino fundamental para la vida, para tu vida y para la mía también. Reconocer los pecados que cada uno tenemos, a través de leer la palabra de Dios, nos condena solamente si queremos seguir pecando y haciendo las cosas que su ley desaprueba. Pero si confiamos y creemos que Cristo pagó el precio en Su propia carne por nuestros pecados, entonces la oportunidad de una vida diferente y totalmente nueva es para nosotros. Así que, baste ya el tiempo pasado para hacer lo que a nuestra carne le ha agradado. Tengamos hoy una nueva oportunidad. Un propósito para hacer lo correcto nos acaba de ser mostrado, y la palabra de Dios y Cristo mismo, entonces, se van a convertir en una luz para nuestra vida. Pues como te dije al principio, en el versículo que cité, el Hijo de Dios apareció para quitar nuestros pecados. Y no hay pecado en Él. Todo aquel que permanece en Él no peca. Todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. Y dice la palabra de Dios, que nadie nos engañe. El que hace justicia, ese es el justo. Como Cristo fue justo, el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Pero para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Con esto termino, y solamente, si acaso, dices, y has reflexionado en esto, ¿qué hago ahora? Bueno, con esta información debes de saber que es sólo el primer paso. Ten en cuenta que toda la palabra de Dios se escribió para nuestra enseñanza. Fue inspirada por el Espíritu Santo de Dios, y eso significa que es muy vasta, que sirve para toda la vida y para cualquier contexto. Sin embargo, este mensaje que te di ahora es el primero, y te lo presenté de una forma, o al menos eso intenté, muy básica. Yo aproveché la oportunidad de ser tu compañero de trabajo, de desempeñarme como auditor, al igual que tú, para tratar de despertar en ti curiosidad, y tratártelo de explicar, pero realmente la mejor explicación la vas a encontrar de una manera muy personal cuando te relaciones con Dios leyendo la Biblia. Por lo tanto, lo que te conviene hacer ahora es buscar más a Dios, intenta conocerlo, sé valiente, esfuérzate para dedicar un tiempo prudente para leer. Si en ese proceso llegas a requerir apoyo para comprender lo que la Biblia dice, no desistas, sigue leyendo, la Biblia se responde a sí misma, es como un libro compuesto de muchos libros, y sigue adelante. Sin embargo, si llegas a atorarte en algo que por algún motivo sientas que no lo comprendes, que es muy difícil para ti de asimilar, sabes que con todo gusto puedes contactarme, yo soy tu compañero, mi número te lo dicto 473-121-1563 puedes buscarme allá en ASEJ si todavía me ves por ahí, y la verdad es que a mí nada me agradaría más que tener la oportunidad de presentarte la paz que podemos encontrar en Dios una vez que hemos entendido cuánto necesitamos de Él. Con esto me despido, deseándote que este mensaje haya sido bueno para ti, y ojalá, si escuchaste hasta esta última palabra, ojalá algún día te animes a platicar de esto, o quieras preguntarme algo, con todo gusto podemos reflexionar sobre la Biblia, sobre lo que Dios quiere para nosotros, sobre cómo es Él. Te dejo hasta aquí. Muy buen día.