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T18.5 LA PEQUEÑA DOSIS DE BUENA VOLUNTAD Yo, que soy el anfitrión de Dios, soy digno de Él. Aquel Que estableció Su morada en mí, la creó como Él quiso que fuese. Por eso ,no es necesario que yo la prepare para Él, sino que tan sólo no interfiera en su plan de restaurar en mí la concienciación de estar preparado, estado éste que realmente es eterno. No tengo nada que añadir a Su plan. Pero para poder recibirlo, tengo que estar dispuesto a no substituirlo por el mío.