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El mundo que ves no puede ser el mundo que Dios ama y, sin embargo, Su Palabra nos asegura que Él ama al mundo. La Palabra de Dios ha prometido que la paz es posible aquí, y Lo que Él promete no puede ser imposible de ninguna manera. Pero también es verdad que primero hay que mirar al mundo de otra forma, para poder aceptar Sus promesas. Lo que el mundo es, es un hecho. Tú no puedes decidir lo que el mundo debería ser. Pero sí puedes decidir cómo lo quieres ver.