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Contemplación - Jose Luis Diaz

Contemplación - Jose Luis Diaz

Jose DiazJose Diaz

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The speaker discusses the concept of contemplation of God and its relevance in the life of a believer. They explain that contemplation involves observing and admiring the details and greatness of God. They give examples of how we can contemplate other things in life, such as a beautiful sunset or a restored classic car. They emphasize that as believers, we have been learning about the attributes of God and how they show His greatness and uniqueness. However, they acknowledge that our busy lives and preoccupations can limit our ability to fully contemplate God. They encourage believers to take the time to truly admire and contemplate the greatness of God and not take His attributes for granted. Mis amados, esta tarde vamos a meditar un poco. Va a estar un poco redundante el asunto, porque vamos a estar meditando en la contemplación de Dios. Contemplación, contemplación. Y ahorita vamos a ver un poquito más qué es esto. La contemplación de Dios. Qué fuerte. La contemplación de Dios, qué significa contemplar a Dios. Podemos llamarlo también admirar a Dios, meditar en Dios. Bueno, la contemplación no necesariamente es a Dios, pero en este caso vamos a hablar respecto de la contemplación de Dios. Entonces, sinónimos de contemplación, admiración, meditación. Ya si queremos una definición un poco más amplia, es estar, pasar tiempo observando los detalles y las amplitudes del objeto que se contempla, en este caso Dios. Y qué relevancia tiene para la vida de un creyente la contemplación. Yo había escuchado esta palabra en el catolicismo, de las hermanas o de las madres, no recuerdo que eran, de la contemplación. No sé si usted viene de algún trasfondo católico y ha escuchado eso. La contemplación tiene que ver con el hecho de estar continuamente admirado por el ser al cual nosotros estamos, vaya, contemplándonos. Y yo creo que eso es parte de lo que hemos estado haciendo durante los miércoles. Hemos estado contemplando la grandeza de Dios a través de sus atributos. Entonces, no sé si usted ha ido o le ha tocado ver un atardecer hermoso, un atardecer que es digno de detenerse y de fijar tu mirada en el horizonte durante un tiempo. Yo recuerdo un atardecer específico que acababa de llover y me salí, tomé una foto allá afuera, todavía tengo la foto guardada, pero ese atardecer se me quedó guardado, a mí se me quedó, porque era muy bonito, tenía unos colores naranjitas, que iban desde naranja fuerte hasta… y valió la pena, yo recuerdo que estaba aquí adentro y volteé hacia afuera y se veía todo naranja, y salí, cuando vi, me quedé un rato, unos segundos mirando el atardecer. Es cuando le pones atención a algo cotidiano de una manera extraordinaria. Ya si te ha tocado contemplar otra clase de situaciones, no sé cuál sea tu clase de pasión, qué te apasiona. Si te apasionan los carros, cuando ves un auto restaurado de aquel que te gusta, un clásico, pero es que no cualquier clásico puede ser que te guste. Puedes ver muchos clásicos restaurados, pero cuando ves uno que te llama la atención, lo contemplas, lo admiras, ves los detalles, la pasión que se le invirtió. Si te gustan los jardines y las matas, vas en el carro y te fijas y dices, órale, qué bien tienen cuidadito ese jardín, se ve que lo riegan, que lo abonan, y empiezas a sacar conclusiones. Si eres amante de la tecnología, pues puedes contemplarlo a través de una página de internet. Incluso muchas veces contemplamos a nuestro cónyuge, cuando andamos de novios, le quedas viendo así, con cara de mensa, y lo contemplas. Ese es el acto de contemplarlo. Y en la vida de un creyente, ¿qué relación tiene esta contemplación? ¿Qué es lo que hemos hecho los miércoles? Hemos aprendido respecto de los atributos de Dios. ¿Quién es Dios? ¿Cómo es Dios? ¿Cómo se desarrolla su poder? ¿Cómo aplica su poder? Y yo creo que eso nos ha puesto delante de un panorama enorme, y nos ha mostrado que Dios no es un simple ser natural, que puede encontrarse de manera cotidiana uno en cualquier otro objeto. No es como que te encuentras una botella de Coca-Cola y ves, y en el mundo hay no sé cuántos millones de botellas de Coca-Cola y todas las ves iguales. No, este es un ser único y especial, que es digno de ser exaltado, y lo hemos visto. Hemos visto su poder, hemos visto su paciencia, hemos visto su amor, hemos visto, ¿qué más hemos visto? Su misericordia, su gracia, la ira de Dios. Hemos visto que Él estaba solo y que no nos necesitaba. Entonces, muy probablemente el concepto que teníamos de Dios ha cambiado desde estar expuesto ante esas verdades. Sin embargo, muchas veces cuando nos encontramos ante tales verdades, el paisaje se vuelve demasiado amplio. No sé si tú te ha tocado ver el cielo. Bueno, aquí tenemos la dicha de estar en la orilla de la ciudad, ¿no? Y puedes ver el horizonte. Pero cuando tú estás dentro de la ciudad, ahí en la 5 de febrero y Galeana, por ahí, que estás parado en la Parisina, enseguida el que vende relojes y enseguida el que vende aguas de Jamaica. Entre los tacos dorados y el de los relojes, ¿no? Ahí, enfrente del CIMI. Ahí, cuando estás parado ahí a un lado del charco perpetuo, ahí, ahí. No puedes ver el horizonte, ves, volteas a la izquierda y lo más que vas a ver es la ley. Y volteas a la derecha y lo más que vas a ver van a ser las puntas de la Capilla de Guadalupe, ¿no? Entonces, ¿qué panorama ves ahí? Es un panorama muy artificial, lleno de ruido, lleno de gente caminando, de olores sabrosos de los tacos, del repollo de los tacos dorados, ¿no? Y del charco perpetuo que siempre está ahí de aguas negras. Sin embargo, cuando vienes a los dichosos barrios de la Beltrones, hermosos paisajes, puedes ver, si volteas tú hacia allá, puedes ver un amanecer hermoso. ¿Quién le ha tocado ver el amanecer aquí? Amaneceres muy hermosos hay aquí en la Beltrones. Y también hay unos atardeceres privilegiados. Entonces, ¿qué les quiero decir con esto? Que el panorama en unos lugares es muy cerrado. Tú no puedes ver la inmensidad de la creación de Dios porque está rodeado de edificios, de cosas cotidianas. A lo mejor se te está yendo la ruta 7 que tienes que agarrar afuera de la de la parisina, ¿verdad? Y tienes que estar concentrado en que ya viene el camión o que el Uber se va a parar y no me encuentran, ¿no? Y en la vida de un creyente pasa algo muy similar, ¿no? Estás en una vida ajetreada en la cual los problemas de esta vida, lo normal, lo que tiene usted y lo que tengo yo que hacer, educar a hijos, ir al trabajo, hacer comida, pagar deudas, limpiar la casa, mantener en orden, tener en cuenta nuestro estado de salud, la cita del IMSS, que no se nos pase y cuanta cosa, ¿no? Muchas veces toda esa vida ajetreada no cierra el panorama. Si eres joven, pues los exámenes, la tarea. Si eres anciano, pues que ya la pensión y esto, ¿no? Las cuentas. Muchas cosas cierran el panorama y no tienes la posibilidad de tú ver los paisajes que nos brindan naturalmente Dios, ¿no? Entonces, muchas veces vivimos en una vida tan ajetreada que no digo que no esté Dios ahí. No digo que no meditemos en Dios. No digo que no estemos involucrados en su palabra. No digo que no estemos orando, que no estemos sirviendo. No, no, para nada. No estoy diciendo que eso esté mal. Sin embargo, que muchas veces nuestro panorama respecto a la contemplación de Dios se ve tan cerrado como si estuvieras en ese lugar tan ajetreado, en el cual el panorama del cielo hermoso que nosotros tenemos, cuando mucho es un simple pedazo de cielo azul. Pero cuando tú sales a las afueras, aquí a los límites de la ciudad, te da chance de poder observar un panorama más amplio del cielo. Puedes ver desde el mismo punto en el que te has parado tanto el amanecer como el atardecer y te da chance de poder contemplar que las nubes se mueven. No sé si tú en algún momento has contemplado que las nubes se mueven. O sea, ¿cuántas veces al año te has dado cuenta del movimiento de las nubes? ¿O te has detenido contemplar el movimiento de las nubes? Que es algo que está al acceso de todos, no cuesta, pero es necesario contemplarlo porque necesitas pararte, necesitas ver tú una nube y ver que se mueva. Eso es contemplación. Si no, para ti las nubes pasan por encima y se están moviendo y no te causa nada, ¿no? Cuando mucho que no te agarre la señal del sky o del... Pero a lo que me refiero y a lo que voy, es que muchas veces esa vida ajetreada que nosotros tenemos y que ahí está Dios y que tenemos esa relación con Dios, muchas veces se ve opacada por los ajetreos de la vida y no le damos la atención adecuada a la contemplación de Dios. Entonces sabemos ciertas realidades de Dios. ¿Cómo que Dios es bueno, Dios es paciente, Dios es misericordioso? Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana. Sabemos muchas cosas respecto a Dios. Tú obviamente si estás parado afuera de la parisina, sabes que el sol, espero que lo sepas, el sol sale por acá y se va a ocultar por allá, ¿no? Ya no preguntemos si es oriente, poniente, si es este o este, ¿no? Pero al menos todos sabemos que el sol en Obregón sale para allá, ¿verdad? Depende, o yo para allá, o para acá, ¿no? Entonces tienes una idea de si dónde sale el sol, sin embargo no te va y ni te viene si está hermoso, si está cerrado, si ya salió la luna, porque ahí no importa, ¿no? Y muchas veces en nuestra vida cristiana estamos viviendo una vida en la cual ciertas verdades de Dios no les tomamos en cuenta, porque ya suponemos que así son, suponemos que Dios va a ser bueno, suponemos que la misericordia de Dios va a ser este día la misma que ayer, suponemos que la gracia de Dios derramada a nuestra vida es suficiente y es majestuosa, es sublime, porque lo hemos cantado muchas veces, sabemos que sale su misericordia cada mañana, sabemos que Él es bueno todos los días, sabemos que es el mismo de ayer, hoy y siempre, y estamos ante un Dios que no cambia, y como estamos ante un Dios que no cambia, así como siempre sale el sol por allá y se oculta por allá, muchas veces damos por alto muchas de las cosas que Dios es, muchas veces nos damos, le tomamos tan poca importancia a ese Dios tan magnífico, porque le hemos experimentado tan cotidianamente como el salir del sol, entonces la contemplación lleva al creyente a admirar las grandezas de Dios con detenimiento, a admirar las grandezas de Dios de una manera más profunda, y conforme nosotros nos acercamos a admirar las grandezas de Dios, incluso aunque ya las sepamos, no porque un amante de los autos sepa que el auto tiene cuatro llantas, que es de ocho cilindros, que tiene, cuántas válvulas puede tener un ocho cilindros, 16 válvulas, y que no sé qué más puede saber un amante de los autos, pero ese auto en específico es digno de contemplación, aunque sepas que es para transportarte de un lado a otro, ese es digno de contemplación, requiere que voltees y lo admires, que te detengas, que vayas, no se puede comparar en nada el Dios Todopoderoso de los cielos con auto, porque se haría un abuso, sin embargo tenemos el ser más maravilloso, digno de cualquier, de toda la atención del mundo, de toda la adoración, de toda la reverencia, de toda la exaltación, de toda la contemplación, si nosotros entendiéramos quién es Dios y qué tan digno es, nuestra vida fuera una vida contemplativa, en el cual incluso el acto de recordar o pensar en el acto de nuestra salvación, nos llevaría a quebrantarnos inmediatamente, pero como vemos tan cotidianas las cosas, nuestro corazón se ve endurecido hasta cierto punto, entonces, siempre la norma del creyente debe ser contemplar a Dios, buscar conocerle más, simplemente con lo que ya le conocemos, no sé qué tanto tú le conozcas o consideres conocerle, porque unas cosas es que tanto le conozcamos en realidad, y otra cosa es que tanto consideremos conocerle, ¿por qué? porque una cosa es la realidad de lo que le conoces, y otra cosa es que tanto tú crees que le conoces, entonces, una realidad es que no le conocemos lo suficiente, sea quien sea que haya estado en esa tierra, no le ha conocido lo suficiente, porque sería, imagínate, es un ser infinito, infinito es que no tiene una capacidad que tú digas de aquí hasta acá, nosotros si somos finitos, nosotros si tenemos una cantidad, ¿sabes qué? pues Dios no tiene capacidad de medirlo, pero pues tú eres como una botellita ¿no? y nomás te caben 500 mililitros ¿no? la tabla del 5 ya se llenó, no, así soy yo, poquito me cabe nomás, pero si nosotros creemos que conocemos a Dios, porque ya se nos llenó nuestra botella de agua, estaríamos cayendo en un error, porque el creer o el entender o el asumir que le conocemos en su totalidad, o en una gran manera, hace que esas cosas se vuelvan cotidianas, y no le permites que las cosas en Dios puedan asombrar, y la contemplación se vuelve aburrida o rutinaria, porque para nosotros cosas asombrosas son cotidianas, porque ya las dominamos, vivimos con ellas diariamente, entonces, una de la oración, oraba, Pablo oraba por el pueblo de Éfeso, dice en Efesios 3, 14, se los voy a leer, dice, por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien recibe nombre toda la familia en el cielo y la tierra, ¿por qué oran? Que les conceda conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su espíritu en el hombre interior, de manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones, y que arraigados y cimentados en amor, seas capaces de comprender con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo, que sobrepasa el conocimiento, para que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. ¿Cómo? Pablo, en palabras más sencillas, estaba orando para que el pueblo de Éfeso pudiera ser fortalecido por medio del entendimiento de la magnitud de la grandeza de Dios, al entenderlo por medio del poder de Dios. Entonces, muchas veces nosotros estamos diciéndole, no señores, que pues yo nomás medio litro, yo no entiendo más allá, es que esto es demasiado grande para mí, y ciertamente para la mente finita, las grandezas de Dios son demasiado para nuestra mente. Algo que tenemos que reconocer con humildad, es que no vamos a entender todas las verdades de Dios en esa tierra. ¿Por qué? Porque Dios es un ser infinito, y nosotros somos finitos, nosotros tenemos una capacidad. Sin embargo, el poder sobrenatural de Dios, actuó en la vida de los creyentes, permitiéndoles entender esos grandes misterios. No por la capacidad que nosotros podamos tener, sino por la gracia de Dios derramada a nosotros. Entonces, ¿qué relación tiene con la contemplación? Que nosotros debemos de acercarnos a contemplar a Dios humildemente. Si nosotros nos acercamos a la contemplación, o pretendemos contemplar a Dios desde una perspectiva, se me fue la palabra, altiva, orgullosa, una perspectiva en la cual no, lo contrario a la humildad, pues no nos acercamos de una manera humilde. Vamos a estar diciendo que con nuestro conocimiento es suficiente, o con nuestro conocimiento, lo que hemos experimentado de Dios, es ya un todo, una verdad. La vida de todo creyente necesita vivir de forma, la manera con la que se relaciona en el conocer a Dios, tiene que ser de una forma humilde. No puedes vivir de una forma altiva queriendo conocer a Dios. ¿Por qué? Porque tú mismo estarías poniendo el límite de lo que puedes entender a Dios, incluso para nosotros mismos. No sé si usted ha llegado a pensar en que algún conocimiento de parte de Dios es demasiado profundo, o amplio, o grande, para su propio entendimiento. Muchas veces nosotros mismos nos juzgamos y decimos, no, es que esa doctrina es muy difícil de entender y yo no puedo comprenderla. Y verdaderamente, probablemente, sí, mi botella de medio litro no pueda entenderlo, ¿no? Pero muchas veces limitamos el poder de Dios en nuestra vida. No sé si me explico. Yo muchas veces he pensado, o pensaba, porque Dios me ha permitido experimentar esto, que los misterios y las grandes verdades de Dios eran para algunos cuantos, que mientras yo fuera una oveja, mientras yo fuera, estuviera en la posición... ahorita, pues, soy el pastor, pero yo estoy pensando cuando yo estaba ahí, pues, que simplemente el hecho de ser una oveja era estar recibiendo y yo no era digno de poder entender aquellos misterios, como si fuera solamente dado a algunos la capacidad de entenderlos, porque yo estaba bien consciente de mi medio litro, pues. ¿Sí me explico? Yo sabía y estaba consciente que mi capacidad no era mucha para entender cosas, y menos para leer, porque a mí no leer, no, no, no, no. No me gustaba leer, entender. Sí me gustaba investigar y lo que usted quiera, pero leer, no. Y dije, pan, la palabra de Dios se tiene que leer. Entonces, hubo un punto de inflexión en el cual yo dije, bueno, pues, señor, o sea, yo nomás medio litro me entra y ya lo llené. Necesito que tú hagas la obra de aquí en adelante. Y empecé a contemplar humildemente las grandezas de Dios. Yo ya sabía que Dios era bueno, sabía que era misericordioso, ya sabía que era paciente, pero cuando me detuve a meditar y a contemplar esas grandezas, ese medio litro fue teniendo más capacidad por la gracia de Dios. A través de yo poder contemplar y ver los detalles, unir las piezas, no por mi propia capacidad, sino porque en ese punto ya era Dios. Estaba humildemente observando las grandezas de Dios y no nada más hacia afuera, muchas veces siendo objetivo al mirar cómo Dios había hecho cambios en mí. Aceptando con humildad que yo ya no era el mismo de antes y viendo la gracia y la misericordia que había transformado mi vida, yo pude contemplar la obra de Dios en mí. Y no les digo esto para gloria mía ni nada, sino que yo le estoy invitando a que usted pueda humildemente también contemplar la obra que Dios hizo en usted. Porque la obra a la cual no va a poder decirle a alguien mentiras, es lo que usted ya vivió, es lo que usted ya experimentó. Usted podrá ver un carro, ¿no? Y no, pues está lleno de, pues sí, muy bonito, restaurado, pero todo lleno de pasta, todo carroseado. Pero cuando uno se vuelve a ver adentro, se ve las abolladuras que tiene, se ve las carencias que tiene, se ve los defectos que uno tiene, y transparentemente puedes ver la obra de Dios tal cual se ha sido hecha. Pero para eso se requiere humildad, porque muchas veces pensamos que Dios no ha hecho grandes cosas con nosotros. Y el hecho de contemplar, ese es un ejemplo, contemplar la obra de salvación en nuestra vida, trae gran bendición. Y yo creo que eso debe ser un principio en la vida del creyente, el contemplar a Dios. Y tú lo puedes contemplar desde ver un árbol. Yo recuerdo una canción que escuchábamos cuando estábamos jóvenes, solteros y sin hijos, una de Marcela Gándara, ¿te acuerdas? ¿Cómo se llamaba? No, no, no, una... que era algo de los árboles, me acuerdo que decía. Que decía que lo veía en todas las cosas, ¿sabes? Que lo veía en las hojas de los árboles, que lo veía en las nubes, que veía a Dios en todas esas cosas. Yo creo, no me acuerdo. No me acuerdo cuál era. Pero pasa el tiempo y te envuelves en teología, que pierdes el sentido de las cosas sencillitas. Y la contemplación de la obra de Dios se vuelve algo como que insignificante, porque tú ya estás buscando los misterios acá, estás buscando las grandes doctrinas de la soteriología y de la neumatología, de la teología del pecado. Y el contemplar a Dios en cosas pequeñas va siendo relegado. ¿Y qué trae eso? ¿Qué consecuencia trae eso? Un enfriamento. Es peligroso no contemplar a Dios, porque el no contemplar a Dios te hace que te vuelvas o que pienses que Dios es cotidiano, que Dios es ordinario, que Dios es lo de siempre y mañana va a ser igual. Pero cuando vives una vida que contempla a Dios, tú vives expectante, vives esperando qué es lo que va a ser nuevo Dios ese día contigo. Vives con los ojos abiertos esperando qué va a ser diferente ese día. Cómo Dios va a transformar tu vida y lo vas a ver rápido. No vas a esperar cambios radicales, tú no vas a esperar que pase del 20% al 50%, no vas a ver cuando pase del 21.5% al 21.6%. Vas a estar tan cautivo en la obra de Dios, y cautivo me refiero tu atención puesta ahí, que vas a ver la gracia y la mano de Dios de una manera distinta. Muchas veces nos enfriamos porque decimos, es que no vemos el mover de Dios, el poder de Dios manifestado en mi vida. Si nosotros viviéramos contemplando a Dios, pudiéramos ver que el poder de Dios se muestra con el hecho de que despertemos esta mañana, de que tengamos una oportunidad para estar en su obra. Entonces, el mensaje es sencillo, necesitamos contemplar a Dios. Quieres un avivamiento en tu vida, no busques que el poder de Dios sea manifiesto, quieres que fluya, quieres ir al fuego por las manos. No, no busques eso. Dios puede, sí puede. Puedes resucitar a un muerto, sí puedes. Puedes sanar, sí puedes. Puedes hablar en lengua, sí puedes. Pero el poder de Dios está cada día, todos los días. Y nosotros simplemente necesitamos contemplar la magnitud del poder de Dios. Necesitas detenerte y hacerte para atrás y observar los detalles. Qué bendición que estés aquí. Contempla la obra de Dios en tu vida. Medita en la obra que Dios ha hecho en ti. Medita en la obra que ha hecho en tu familia. A lo mejor todavía no está completa la obra, pero obsérvala. Si la observas con detalle, vas a poder ver que la palabra de Romanos 8.28 se cumple y es verdadera. ¿Qué dice Romanos 8.28? Si no la contemplas, si no contemplas las grandezas de Dios, no vas a ver que esa palabra se haga realidad. Yo recuerdo cuando claramente esa palabra tuve que verla realidad, hecha realidad. Cuando... Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que tiene para ellos. Sí, el 28 nomás. ¿Cómo vamos a nosotros poder ver que las tragedias que están sucediendo en nuestra vida operan para bien? Si no contemplamos de una manera más amplia la obra de Dios. Si nosotros contemplamos la obra de Dios de una manera más grande, vamos a ver las pequeñas imperfecciones o las pequeñas trabas en nuestra vida diaria como una bendición para moldear nuestro carácter. Vas a ver esos golpes que nosotros sufrimos muchas veces en nuestra vida de una manera distinta porque vas a estar contemplando el panorama de Dios. No vas a estar cegado como el güey que va caminando sobre un arado, que trae un arado atrás que tiene que caminar simplemente en línea recta. Vas a poder contemplar y vas a poder darle gloria a Dios por esos golpes pequeños que van moldeando nuestro carácter. Entonces, contemplar a Dios en su grandeza debe ser un anhelo en nuestra vida. Yo le invito de verdad a que no se asuste ante la grandeza de Dios porque ciertamente como lo decía el pastor Sugel, entre más conozco a Dios, más me doy cuenta que no le conozco. Entre más conozco sus virtudes, me doy cuenta de lo minúsculo que le he conocido hasta este día de hoy. Y no hay nada más peligroso que un ignorante seguro de sí mismo, porque va a ser atrocidades en la vida. Entonces, más nos convendría ser esos siervos inútiles que se acerquen con humildad a conocer a su Señor. Y yo creo que ese debe ser nuestro clamor, conocer a Dios. Y Juan 17, 3 dice, y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único verdadero, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado. Conforme nosotros vayamos contemplando a Dios, vamos a cumplir lo que Pedro nos exhorta en segunda de Pedro uno diez. Dice, por lo cual, hermanos, tanto más procurar hacer firme vuestra vocación y elección, porque haciendo estas cosas, no caerás jamás. La pones en la NTB, porfa. Así que, amados hermanos, esfuércense por comprobar si realmente forman parte de los que Dios ha llamado y elegido. Hagan estas cosas y nunca caerán. En el contemplan, en la contemplación de Dios, vamos a poder darnos cuenta en la obra de Dios en nuestra vida, y eso va a traer seguridad a tu vida. Te vas a dar cuenta que no eres el mismo. Cualquiera que ha sido expuesto a Cristo y a Cristo crucificado, no vuelve a ser el mismo. Entonces, si en tu vida hay falta de gratitud, uno muchas veces está consciente de eso, que no ha sido agradecido con Dios. Muchas veces uno está consciente de que es un malagradecido. Muchas veces uno está, se siente deprimido por el hecho de que no ha habido un crecimiento. Muchas veces nos sentimos que somos, que estamos dando vueltas en el pecado. Muchas veces nos sentimos que estamos sin avanzar, que estamos donde mismo. Muchas veces nos sentimos que debiéramos de estar en otro nivel, o a lo mejor hemos estado ya en otro nivel y ahorita pues no estamos en ese nivel. Yo creo que es el tiempo en el cual nosotros podemos acercarnos a Dios confiadamente y pedirle que nos permita contemplar su majestad, que nos permita observarle las grandezas que Él hace en nuestra vida. Porque la vida por muy más cotidiana y normal y miserable que puedas decir tener, no se compara con lo que mereces. Digo, no mereces el infierno y la muerte eterna, pero por gracia de Dios nos ha dado una vida, mi vida, eterna. Y no nada más eso, sino que de verdad, en esta vida, al menos yo puedo dar testimonio de que mi vida ha sido muchísimas, mil veces más mejor que antes de Cristo. En esta vida, ¿no? Hablando. Pero no se trata de esta vida, se trata de la vida eterna. Yo puedo decir que mi vida ha sido mil veces, mil millones de veces mejor de lo que yo hubiera podido pensar o imaginar. En esta vida, y no se trata de esta vida. Entonces, puedes decir que tu vida no está bien, no está como tú quisieras, pero tampoco está como te lo mereces, ni tampoco está como estaba antes. Así que yo creo que es Dios digno de gloria por eso, es digno de gratitud. Y de eso se trata esta tarde, que podamos, una, pedirle que nos permita contemplar las cosas que ya hemos hecho cotidianas, que Él hace por nosotros cada día, en cada momento y en cada instante. Hay cosas bien simples. Si nosotros contempláramos la grandeza de Dios, cada bocado que nosotros nos llevamos a la boca, nos quebrantaría. Un derramamiento de lágrimas al entender la obra de Jesucristo. Entonces, un corazón frío se derrite al contemplar la hermosura de su Dios. No se puede resistir. No puedes quedar de pie delante de Dios. Entonces, yo le invito a que si usted anhela vivir una vida en la que contempla a Dios, podamos pasar y orar. Creo que es el tiempo de acercarnos a Dios de esa manera y poderle pedir que podamos observarlo. Primero, primero, primero, primero en nuestra vida, porque lo más normal del ser humano es menospreciarse, menospreciar la obra que Dios hizo en nuestra vida. Y en tu vida nadie te va a echar mentiras, nadie te va a decir que lo que Dios ha hecho ha sido diferente. Entonces, vamos a ver qué le parece. Señor, esta noche Dios te damos gracias porque tu gracia ha sobrepasado nuestro entendimiento, Dios. Tu gracia ha estado de continuo en nuestra vida, Dios. Señor, tú has sido fiel, tú has sido bueno, Dios. Tú has estado con nosotros, Padre, todos los días. Y lo estarás porque así lo prometiste, que estarías todos los días hasta el fin del mundo, Señor. Señor, te doy gracias y te pido que me permitas contemplar tu santo nombre, que me permitas contemplar la hermosura de tu gracia, Dios. Señor, tal vez no he sido atento a tu majestad, tal vez no he estado pendiente de tus maravillas, Dios, pero esta noche, Dios, quiero pedirte que tú puedas tener paciencia para conmigo, Dios, y mostrarte clemente y permitirme ver los pequeños detalles de tus gracias, de tus misericordias, Dios, porque eres bueno. Señor, permíteme ver tu tierna misericordia derramada a Jesucristo. Permíteme experimentar tu tierno amor por las mañanas, Dios. Señor, te lo pido, Dios, y sé que tú vas a escuchar mi oración. Yo sé que tú vas a escuchar la oración de mis hermanos, Señor. Yo sé que tú vas a levantar, Señor, al que está ahí frío, Dios. Yo sé que tú vas a encender los corazones, Dios, al ser expuestos ante tu presencia, Dios. Yo sé que tú vas a quebrantar corazones endurecidos, Dios. Señor, gloríficate en el nombre de tu Hijo Jesús. Señor, gloríficate y que tu nombre sea exaltado, Padre. Amén, Señor Jesús.

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