Details
Nothing to say, yet
Big christmas sale
Premium Access 35% OFF
Details
Nothing to say, yet
Comment
Nothing to say, yet
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Y se hizo la luz y ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Me fijara en el conducto neural y pasé una larga temporada en la UCI ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ La verdad es que entonces no me sentía tan diferente. Dani tenía incrocefalia, que es una patología que a veces va asociada con la espina bífida. Tenía la cabeza grande, grande, y de vez en cuando lo tenían que operar para sacarle líquido con unas válvulas. No lo pasaba muy bien con las operaciones, pero siempre estaba de buen humor. En gran parte, claro, por Nuria, el amor de su vida. Ella también tenía miedo, pero le había parecido más abajo de la columna que a mí. No tenía graves problemas de movimiento, no paraba de chinchar a Dani. Cuando tengo que hablarle a mi mujer no me voy a quitar los juguetes. ¡Ja! Yo voy a ser una mujer independiente, no me voy a quitar nunca jamás. Ay, ya dicen que los que se pelean... Pero podríamos estar mejor. Mis padres aprendieron rápidamente todos los truquillos necesarios para hacer las cosas más llevaderas para todos. Y ayudaban a los demás padres enseñándoles todo lo que sabían. Estos pañales son mucho más cómodos, se abastan mejor, no producen rosadura. ¡Buf! Los pañales, vaya rabia. Eso sí iba a ser un problema. Y para tortura, la sonda. Pero tuve que aprender rápidamente. Menos mal que hoy en día está casi todo inventado. Y si no, pues mi padre siempre se desapañaba para encontrar algo que me hiciese más independiente. Mira Paco, aquí te he puesto estas barras para que puedas sentarte sin tener miedo a caerte. ¿Y por igual ya me iré solo? Claro, ya eres un hombre y necesitas tu intimidad. Eso sí, la puerta no se cierra con festín. Cuando necesites algo, ya sabes, me llamas. ¡Guau! ¡No sé si no me faltaría un periódico! Por aquellos tiempos viví uno de los momentos más difíciles. Tuve que ir dejando las monetas poco a poco hasta que finalmente acabé en una silla de suelos. No te preocupes Paco, ya verás que rápido aprendes a mover. Blani, ¿puedo enseñarte algún truco? Claro hombre, míralo por el lado bueno. Por lo menos tiene la mano libre, si no te cansas tanto. Ya, pero no puedo subir ni bordillos ni escaleras. Y casi todos los edificios tienen ascensor, y las aceras tienen acceso para nosotros. ¿No te piensas que eres el primer niño que va a enseñar las ruedas? Venga, vamos, te voy a enseñar a derrapar. La verdad es que mis amigos, junto con mis padres, fueron los que más me ayudaron. Y amigos he tenido muchos. Aunque al principio, digamos que me costó un poquito. ¿De acuerdo? Venga Andrea, siéntate. ¡Menuda pieza rara! Era el típico niño que siempre tiene que hacer la gracia. No sé si me tenía manía porque era diferente a él, o simplemente porque no le caía bien. El caso es que lo tenía atravesado. Pero bueno, en realidad, todo mal dicho tiene su corazoncito. ¡Andrea! ¿Sabes que tienes cara de capullo? Pues si no eres guapo ni tú. ¿Pero qué haces aquí? ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea! ¡Andrea!