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Al Estilo de Dios 110224

Al Estilo de Dios 110224

Cristian Jean

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Programa radial sobre temas cristianos. Producido y conducido por Juana Carty y Cristian Jean y transmitido por la emisora Radio Estilo de Dios. Puede sintonizar en https://alestilodedios.com

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Transcription

The transcription is a radio program discussing the wisdom, power, grace, and sovereignty of God. It encourages listeners to seek God's presence, find peace, and celebrate victories even in difficult times. The program also references a biblical story about the Israelites crossing the Red Sea and highlights the importance of recognizing God's work in our lives, even when we may feel ashamed or embarrassed. Para dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios, su poder, gracia y soberanía, presentamos al Espíritu de Dios, soberanía y poder de Dios para bendecir su vida. Cuando el mundo te inunda de fatalidad, y te agobia la vida con su mucho afán, y se llena tu alma de preocupación, y se seca la fuente de tu corazón. Cuando quieres huir porque no puedes más, porque solo te sientes entre los demás, y no hay más en tus ojos brillo y emoción, y se cierra tu boca porque no hay canción. Puedes sentarte a sus pies y de sus manos beber la plenitud que tu alma necesita. Puedes sentarte a sus pies y cada día tener una nueva canción y nueva vida. A sus pies hay paz, gracia y bendición. A sus pies sembran luz y dirección. La plenitud en él nunca se agotará. Puedes descansar en su presencia. Dios les bendiga, Dios les guarde. Alabado sea el nombre del Señor, damos muchas gracias a Dios por esta nueva oportunidad de poder estar aquí y sentir que ustedes están junto a nosotros. Este es su programa de Estilo de Dios en su emisora favorita, Radio Estilo de Dios, bendición sonora para su alma. Y de este lado, su hermana Juana Cárdenas de Llanos, de verdad, de verdad, de verdad, que emocionada, contenta, agradecida de Dios, definitivamente, por saber que ustedes están ahí, y que esperan, de verdad, este momentito para compartir con ellos la palabra del Señor. Así que, no hablo más, y permito que mi esposo les salude. Así es, Dios les bendiga, hermanos y amigos, gracias por estar con nosotros en su programa de Estilo de Dios. Así que, qué bueno saber que ustedes están ahí, porque no podemos tener programa sin oriente, o sea, este programa no tendría sentido sin ustedes. Así que damos las gracias al Señor por este nuevo encuentro, y tenemos, como siempre, propuestas interesantes para los amigos. Amén, amén. Pero antes, usted sabe, tenemos que presentar este tiempo a Dios, y vamos a hacerlo juntos. Acompáñenos, está allá en casa, ore con nosotros, no importa si está haciendo algún que hacer, si está en el trabajo, póngase en comunión ahora, y junto a nosotros, leemos este clamor al Señor. Amado Padre que habitas en los cielos, te damos las gracias, gracias por ser nuestro Dios, gracias por ser nuestro Padre, gracias Espíritu de Dios por habitar en nuestras vidas, por permitirnos ser bendecidos y ser de bendición. Gracias, porque para este tiempo, para esta hora, para estas vidas, Señor, que tú has convidado en esta oportunidad, has traído esta palabra. Gracias por los que salvas, gracias por los que sanas, gracias por los que levantas, gracias por los que restaures, gracias por los que llenas de tu presencia, Espíritu de Dios, aleluya. Gracias, gracias por los que son atraídos, aquellos que están un poquito dormidos, Señor, y hoy tú les despiertas a través de tu palabra. Gracias, porque sabemos que ella ha de hacer el fin para el cual Señor ha de salir. Muchas gracias, muchas gracias. Te adoramos, Dios, te bendecimos, te exaltamos. Gracias, Señor, en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Compártalo con los grupos de redes sociales que usted tiene, tanto en WhatsApp como en Facebook, para que se enteren de esta propuesta del día de hoy y de la emisora en sentido general. Así que le pedimos, por favor, que se quede con nosotros. Después de la pausa, venimos con la propuesta para el día de hoy. Gracias por estar ahí, hermanos y amigos, en su programa Al Estilo de Dios. Como ya ustedes saben, la semana anterior estuvimos hablando sobre una serie muy interesante. Tuvimos muchos reportes de hermanos que fueron bien edificados con ese tema. Es Caminando en el Desierto. Y en esta ocasión, seguimos Caminando en el Desierto con un subtema muy particular, Juana. ¿Cuál es? Celebrando las victorias. O sea, estamos Caminando en el Desierto. Vamos a celebrar las victorias. ¿Pero cómo es posible celebrar victorias en un lugar donde no hay lujo, donde no hay comodidad, donde todo es problema? Eso es lo maravilloso del día de hoy. Porque la verdad es, Cristian, que muchas personas se quedan solamente en el dolor del desierto. Y ese dolor del desierto, ese pesar, esa escasez, ese soltaniente, que no les permite ver las victorias que Dios me da en medio del desierto. Y por eso, en este momento, yo quiero que me acompañes. Recuerda, mi hermano, que siempre te decimos, busca la Biblia. Queremos que vayas con nosotros. Quizás hay algunos que están laborando, están haciendo algo que hacer, y se les complica sentarse a oír el programa. Pero tú que lo puedes hacer, que estás tranquilito, sentado en tu galería, acostado en tu habitación, qué sé yo, sentado en la sala, pues toma la Biblia. Recuerden que nosotros comenzamos hablando de cómo el pueblo de Israel sale con manos fuertes de Egipto, cómo el Señor los saca de allí, y ellos comienzan su peregrinación rumbo al desierto. Y en este proceso, vimos cómo ellos se encuentran en un momento, en una encrucijada bien difícil, frente a barrojos, y allí Dios tuvo que darles unas directrices al pueblo. Pues, acompáñame en el Libro de Éxodo II, Libro de la Biblia, Libro de Éxodo II, Libro de la Biblia, y vamos a considerar en el día de hoy, a partir de, en el capítulo 14, 14 de Éxodo, donde nos quedamos la semana pasada, pero vamos a avanzar algunos versículos a partir del versículo 21, Libro de Éxodo 14, 21, y vamos a novedad, rapidito, tú que no pudiste conectarte la semana pasada, que te ponen en contexto, y vamos a ver todo lo que sucedió, cómo el pueblo sale. Dice que, y extendió muy fe su mano sobre el mar, que hizo llorar que el mar se retirase por ese viento oriental toda aquella noche, y volvió al mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces, los judíos de Israel entraron por el medio del mar en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda, maravilloso esto, y siguiendo los hechos, que déjenme decirles, que a veces, ¿ustedes saben lo que es una persona trascendida? Bueno, un buen dominicano, para los que nos escuchan allá en Europa, nos escuchan en otros lugares del mismo continente americano, las personas trascendidas son aquellas como que van más allá de lo que debe ser, o sea, la gente no le invita a hacer algo, pero ellos deciden hacerlo porque ellos entienden que tienen la libertad de poder hacerlo, aunque nadie los ha invitado. Parece ser que los egipcios entendieron que Dios estaba haciendo milagros para ellos, porque a veces parece gente así alrededor de nosotros, que Dios abrió una brecha para sus hijos, y ellos entienden que la brecha también es para ellos, pues lo mismo pasó con el pueblo de Egipto. Dice que siguiendo los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, y algo que yo encontré en esta lectura, que vamos a ver si usted me ayuda a analizarlo en esta noche, dice que entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Fraun, sus carros y su gente de caballo, y aconteció a la vigilia de la mañana que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de Pau y de Nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente, entonces los egipcios dijeron, huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios. Yo siempre le digo a la gente, Dios no necesita ayuda, Dios no necesita defensores, Dios no necesita nuestra intercesión, Dios sabe cómo manejar sus asuntos, bendito sea el nombre de Dios, y fue Dios quien abrió ese espacio para sus hijos, y los egipcios quisieron venir a aprovecharse de la bendición de Dios. Y es bueno que sepas, hermano, que nadie que quiera beneficiarse con la bendición que Dios determinó sólo para ti, le va a ir bien. Yo no sé si me estás entendiendo, gente que cree que va a comer con su dama, Dios te bendijo a ti, Dios abrió esa puerta para ti, Dios creó ese espacio para ti, y ellos ahora maliciosamente quieren aprovechar la bendición que Dios creó para ti con tu nombre y apellido. Así que tranquilo que Jehová pelea, Jehová defiende sus recursos. Sí, mira, y siguiendo en ese mismo tenor, recordamos lo que dice el versículo 14. Dios le dijo, quédense tranquilos, que yo voy a pelear por ustedes. Y resulta que aquí observamos que son los mismos egipcios que dicen que Jehová pelea por Israel. Es decir, la evidencia misma del acompañamiento de Dios a su pueblo la mostró el mismo enemigo. El testimonio vino de afuera. El testimonio vino de afuera, o sea, son los de afuera los que testifican y dicen realmente, verdaderamente Dios está con fulano o con sultán, porque esto que está pasando no puede ser hecho a menos que Dios esté con una persona. Y algo, Cristian, que me llega ahora es que muchas veces, mi hermano, estamos atravesando situaciones y la gente está viendo a Dios obrar, pero tú que estás en medio de ellas no detectas, no ves todo lo que Dios está haciendo. Sin embargo, todo el que está afuera dice, guau, pero de verdad Dios está con él, Dios está con ella. Y tú estás quizás pensando, porque déjeme decirle, ustedes saben que yo soy a veces como un poquito dramática y como así, como que me voy. Y yo me imagino al pueblo de Israel, algunos diciendo, guau, vamos a pasar vergüenza. Salimos de Egipto y ahora ellos nos van a atrapar y nos van a volver a llevar para allá. Vamos a pasar vergüenza. Y es quizás lo que el enemigo te ha puesto en la mente. Esa situación que tú estás viviendo, te tienen vergüenza. Es vergüenza lo que tú vas a pasar. Sin embargo, los de afuera diciendo, guau, Dios está glorificando con este muchacho. Dios está glorificando con esta dama. Dios está glorificando con este caballero. Mientras tú ves vergüenza, gloria sea en nombre de Dios. Y por eso esta canción se hizo, no hay vergüenza. No serán avergonzados ninguno de cuantos en él esperan, dice la palabra. O sea, tú estás viendo vergüenza, pero el enemigo está viendo a Dios, va peleando a tu favor. Y dice la palabra de Dios. Esta lectura es gloriosa, Cristianos. Uno como que se va, se va llenando de Dios cada vez que logra como leer esta parte. Algo que dice aquí, y quitó las ruedas de sus caros y los trastornó. O sea, Dios no les permitió tener estrategias de salida. Usted no va a tener con qué salir de aquí. Lo llevó justo al centro, es decir, a la mitad del mar, le quitó las ruedas, no podían salir de manera apresurada. Ahora, yo quiero que me permitas, por favor, una acotación respecto al tema de la confesión de los egipcios de la protección de Eva para Israel. En el libro de jueces, recuerden que los jueces fueron líderes que dirigieron la nación de Israel. Ya mucho tiempo después de este evento, se dio la situación de que los Marianitas azotaban a Israel. Y Dios levantó a un hombre llamado Edeon, el cual enfrentó a los Marianitas. Y en jueces, capítulo 7, verso 9, dice que Dios hablando con Edeon dijo, Aconteció que aquella noche Jehová le dijo, Levántate y desciende al campamento porque yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de descender, va tú con fura tu criado al campamento y oirás lo que hablan, y entonces tus manos se esforzarán y descenderás al campamento. Y él descendió con fura su criado hasta los puertos avanzados, la gente armada que estaba en el campamento, y los Marianitas, los Amarecitas, los hijos del oriente, estaban tendidos en el valle como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud. Cuando llegó Edeon, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo, he aquí, yo soñé un sueño, veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Marianas, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó. Y su compañero respondió y dijo, Esto no es otra cosa sino la espada de Edeon, hijo de Boaz, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los Marianitas con todo el campamento. Cuando Edeon oyó el relato del sueño, y su interpretación, adoró, y vuelto al campamento de Israel, dijo, levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Marianas en vuestras manos. ¿Quién es el que va a declarar su propia derrota? Es el enemigo. ¿Quién es que va a confesar que Jehová está contigo en el desierto? Es el enemigo. Fíjense que Dios llevó a Edeon, lo veo que está un poquito usilado y amedrentado. Yo te voy a llevar para que tú veas, y cuando usted sabe que su enemigo ya le tiene miedo, esa victoria es suya. Amén. Gloria sea el nombre de Dios. Esto es maravilloso. Y dice la palabra del Señor, ahí continuando, que entonces Jehová dijo a Moisés, extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los ericios, sobre sus carros, y sobre su caballería. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los ericios al huir se encontraban con el mar, y Jehová derribó a los ericios, en medio del mar y volvió las aguas, y cubrieron los carros y la caballería y todo el ejército de Pharaoh, que había entrado tras ellos en el mar. No pidió de ellos ninguno. Quisiera decir algo de eso. Dios habló al mar. Dios trastornó a los ericios. Dios hizo todo eso. Pero a Moisés le tocó una parte. En medio de nuestro peregrinar hay cosas que son exclusivas de la mano de Dios, y que eso sólo lo va a hacer Dios. Tienes que entender esto, si hay una parte que sólo la va a hacer Dios, que tú no la puedes hacer. Pero hay que identificar el tiempo de la obediencia. Cuando llega a esa parte en que Dios espera que tú hagas algo, no sabemos por qué la bendición no lo dice, pero ¿qué hubiese pasado si Moisés decide desobedecer? Si Moisés dice, total, como quiera Dios va a acabar con ellos. Porque a veces vemos ya que Dios está haciendo cosas, y creemos que ya nosotros no tenemos que hacer nada. Y tú le preguntas al hermano y te dice así, no, eso está en la mano de Dios, sí, está en la mano de Dios, en la obediencia tuya también. Nadie se lo ha quitado a Dios de la mano. Y tú que me estás escuchando, mi amado hermano, tú, sí, tú mismo, con el que Dios dijo en medio de lo que estás haciendo, ahora te toca a ti hacer tal cosa. Obedece, actúa, toma la acción necesaria, procede, porque volvemos entonces cristianos a lo que leía sobre Gedeón. Dios va de obedeciente, oye el sueño. Pero después de Dios, ahora tú me vas a armar grupos, tres grupos, y vas a poner uno por acá, uno por allá, otro por el otro lado, y van a tener trompetas, y cuando se dé la orden todos van a tocar al mismo tiempo. O sea, Dios hizo lo que tenían que hacer, pero Gedeón tuvo que hacer otra parte. Cada uno de nosotros tenemos una participación, sí, y es única de cada quien. O sea, Dios como Dios hace su parte. Ahora el hombre está obligado a cumplir con lo que se le ha asignado. Es como una película en la cual cada quien tiene un rol, y hay que jugar ese rol de manera que la película se pueda correr de manera completa, sin ningún contratiempo. Y a veces resulta que nosotros detenemos las victorias porque no obedecemos en el momento que se requiere la obediencia. Cristian, repite eso, yo no sé si hay alguien que esté entendiendo eso, detener las victorias. Detenemos las victorias por nuestra desobediencia. Ayúdenos Dios, ayúdenos Dios, a que podamos entender lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia hoy. Cuántas victorias han sido detenidas, han sido pausadas, porque Dios tiene tiempo diciéndote, párate, toma la vara. Toma la vara. Y fue textual. Jovane dice a Moisés, extiende tu mano sobre el mar. Y aquí ni siquiera es la vara, es la mano. Extiende tu mano sobre el mar. Extiende tu mano. Es que Dios no necesita que yo haga eso para lograr. Porque por ese significado, ahora por eso es que vamos a ser ninas. No, no es por eso, es por tu obediencia. No es por la mano de Moisés, es por la obediencia de Moisés. Dios tiene que ver tu obediencia, mi obediencia. Hay un caso, Joana, de eso, que ejemplifica precisamente lo que tú estás diciendo. Fue el caso de este general sirio que llega a Israel pidiendo un milagro. Él estaba enfermo, era un leproso. Estaba, digamos que, separado de la sociedad, porque no podía estar junto con todo el mundo. Este hombre llega a Israel, a la casa del profeta. Él fue con su concepción de cómo debía ser. Entonces, cuando el profeta lo mandaba a bañarse en el río Jordán, él se queja, se molesta. Y yo pensé que él iba a salir, iba a levantar la mano, iba a poner la mano aquí y allá, y haría esto y lo otro, y entonces yo sería sano de mi lepra. Y el profeta ni siquiera le hizo caso. O sea, tú eres quien tiene el problema. Eres tú quien tiene que, como dicen ahora, la palabra que se lleva ahora, tiene que accionar en fe para que se haga posible lo que se te ha ordenado. Entonces, este hombre se iba molesto, pero se iba a regresar con su lepra. Óigame, hermano y amigo que nos escucha. La ira suya lo que hará es que su problema continúe. Su desobediencia prolongará el estado en el cual usted está, que no es buen. Por lo tanto, hace usted bien en escuchar la voz de Dios, aunque se lo diga a un criado suyo, aunque se lo diga a alguien que está por debajo de su nivel, porque alguien le dijo, jefe, pero si el profeta le pidiera que hiciera algo grande, ¿no lo haría? Exacto. Hay gente que quiere hacer cosas muy grandes, porque si Dios me dice que suba a la montaña, allá al último, al Éveres, entonces yo creeré que es la voz de Dios. Pero si Dios me dice que veo un simple silbido, no. Eso no es de Dios, eso es la mente mía. Sí, sí. Entonces, ahí vienen los problemas de nosotros. Con las victorias en el desierto, Dios quiere que usted haga algo. Usted, Dios, ¿qué sabe lo que le ha dicho? Nosotros no lo sabemos aquí. Por lo tanto, queda de usted obedecer y no prolongar más su dolor, no prolongar más su enfermedad, no prolongar más su sufrimiento y acercar la victoria en el tiempo de Dios que es ahora. Mire, Dios nos ayude, Dios nos ayude, Dios nos ilumine en este transitar. Y vamos a tener una pequeña pausa en lo que usted me evita y reflexiona, en lo que el Espíritu Santo viene hablando a esta hora, porque de verdad que vamos a celebrar victoria. Y todas aquellas cosas que están impidiendo que llegue la victoria en el nombre de Jesús, hoy le vamos a hacer el frente. Regresamos en unos instantes. ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! 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