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In recent decades, there has been a lot of research on uncovering overlooked characters and situations in history, particularly in the art world. The podcast "Fragmentos de la Historia" explores history and culture, and the Spanish language has evolved over time. Professor Karina Galperin discusses her interest in literature and the Golden Age, which began in her childhood. She highlights the importance of early readings and the impact they have on shaping interests. She later pursued a career in literature and history, finding the interdisciplinary approach enriching. The Golden Age refers to a period of Spanish history from 1492 to the mid-17th century, characterized by both censorship and creative expression. It has produced significant literary works in the Spanish language. Por supuesto, en las últimas décadas hay muchísima investigación, no sólo en España, y han salido a la luz un montón de, no sólo de personajes, sino de situaciones en donde la historia sólo había recogido el protagonismo masculino, sobre todo, por ejemplo, en los talleres de pintura. Ahora están saliendo a la luz, están siendo editadas, están siendo estudiadas. De todas maneras, por supuesto, el protagonismo masculino es indiscutible en esa época, pero creo que hay que matizar y que está muy bien eso de descubrir nuevos personajes y nuevos diálogos. Inconcluso, el pasado se muestra por un instante y se pierde para siempre. Como huella, sólo deja fragmentos. Esto es Fragmentos de la Historia, un podcast sobre Historia y Cultura del Departamento de Estudios Históricos y Sociales de la Universidad Torcuato de Itena. Las lenguas, como artefactos culturales creados por los seres humanos, se modifican a lo largo del tiempo. El castellano ha sufrido innumerables cambios desde su homogeneización a fines del siglo XV. ¿Cómo se producen esas modificaciones? ¿Por qué? ¿Cuáles son los cambios que se están gestando en la actualidad? Para conversar sobre estas preguntas, invitamos a la profesora Karina Galperin. ¿Cómo piensas tu interés por la literatura, por el Siglo de Oro? La verdad que mis intereses, o mi interés por la literatura y mi interés por el Siglo de Oro, son distintos. Y el Siglo de Oro aparece mucho después. Podría retrotraerme, como casi siempre, a la infancia. Y a mi papá, que no era un lector empedernido, viste que tantas de esas historias de la biblioteca de mi casa, mi padre lector... En mi casa no, mi papá es un médico, pero tenía como... supongo que lo habrá adquirido en la escuela, tenía una reverencia hacia los libros y hacia la lectura. Entonces, debe haber percibido que a mí me interesaba o que se iba por ahí, y él me compraba desde muy chica, debía tener 10 años, iba a una librería y me traía un libro cada semana. Pero como él no sabía de literatura, se dejaba guiar por las recomendaciones, que se ve que eran... yo soy de Valentina Alcina, Lanús, entonces debía ser una librería pequeña, no demasiado informado en quién vendía, etc. Entonces, fue por los clásicos, iba por los clásicos argentinos, de modo que yo leí a los 10 años Amalia. Y me traía ese tipo de libros, Amalia, El Matadero, Juvenilia... Y después yo me fui haciendo lugar y empecé a leer libros que no sé cómo me llegaban, un poco por la biblioteca de la escuela, que era una biblioteca muy, muy modesta, también en Valentina Alcina, pero que tenía los clásicos. De modo que, esto creo que es la primera vez que hago este vínculo, pero mi vínculo con los clásicos del Siglo de Oro quizás empezó con esa reverencia o esa relación especial con los clásicos en esas bibliotecas en donde yo iba un poco sola. Y también empecé a leer libros que hoy diría muy malos. Yo leía mucho los libros de una autora que estaba muy de moda en esa época, que se llamaba Paul Divert, y eran unos libros lacrimógenos, monumentales. Pero yo los leía y leía cuentos para leer sin rímel, y tiempo después recuerdo algo que dijo Piglia, y que a mí ahora me resuena muchísimo y lo repito mucho, que de nuestras primeras lecturas importa mucho menos el contenido de la lectura que el impacto y la emoción que nos causó. Y es cierto, porque yo no recuerdo nada de esos libros, pero recuerdo que yo leía esos libros y quería leer más. Y viste esas lecturas caóticas y desordenadas, y eso iba un libro, otro libro, otro libro, y después entré al secundario, y en el secundario sí, ya era una cosa un poco más ordenada. Tampoco demasiado interesante, te diría, pero yo empecé ahí a vincularme con la literatura de una manera más estrecha. Empecé allá a los 15 años a leer Cortázar, de Cortázar Ciaborges, y creo que cuando llegué al quinto año dije, yo quiero seguir por acá, y entré a Letras, y bueno, ahí sí fue la entrada a un mundo distinto, era un momento de Letras. Yo entré en el 89, creo, a Letras, y bueno, estaba Piglia, estaba Viña, estaba Sarlo, estaba Luzmer, y ahí sí fue para mí la gran entrada de la literatura, y mi vínculo fue ahí con literatura argentina y latinoamericana, que es lo que hacía casi todo el mundo. De hecho, cursé Siglo de Oro, que se llamaba Literatura Española II en ese momento, y me interesó porque me interesaba, porque me interesaban casi todas las materias, pero no decidí en ese momento ir por ahí en absoluto. Hice una especialización en literatura latinoamericana, y cuando decidí irme a Estados Unidos a hacer un doctorado, fui con un proyecto sobre literatura latinoamericana, me acuerdo que era algo sobre un étipo que te piden que digas que quieres estudiar, en un momento que uno no tiene ni idea, y es una cosa que a mí me encanta de los estudios, que fui aprendiendo en mi vida de estudios, que es que uno entra por una cosa y sale por otra, que te interesan unos textos, unos libros, unos temas, y después a lo largo de los estudios vas conociendo un montón de otras áreas que no habrías adivinado nunca que te iban a interpelar o atraer mucho. Y bueno, me fui a Estados Unidos para estudiar literatura latinoamericana, y era un momento, yo fui a Estados Unidos en el 93, en donde había gente como Stephen Greenblatt, estaba Roger Chartier, y había un montón de cuestiones teóricas y lectores muy muy interesantes sobre el siglo XVI y XVII, Shakespeare, en otros campos, y me fui metiendo a esos siglos, y me fui moviendo, porque yo estaba en un departamento de español, y me pareció un mundo alucinante, y no salí nunca más de ahí. Porque aparte, en tu formación de base está la ciencia política, y terminás siendo la directora de Maestría en Periodismo en el Departamento de Historia. ¿Cómo es todo ese cruce entre esas disciplinas, o cómo lo entendés, cómo lo vivís? Sí, son un poco causas y azares todas, porque siempre pienso que uno tiene muchos intereses, y que las elecciones vocacionales y profesionales te van metiendo en un camino cada vez más estrecho. Y a mí me fue pasando eso, y siempre traté de conservar la amplitud profesional. Por eso, cuando tuve que elegir carrera, no me podía decidir, elegí dos, hice Letras y Ciencia Política, y si bien nunca hice nada con ciencia política, ahí había un montón de cosas que me interesaban, y me siguen interesando. Y con literatura me interesó siempre mucho el vínculo con la historia, el vínculo con cuestiones sociales, con conflictos históricos. Entonces, cuando volví a Argentina y vine a La Ditela, bueno, me pareció una bendición a mí lo de que no hubiera un Departamento de Letras, y sí uno de Historia, porque en este contexto que te digo de las estrechezas profesionales, a mí nunca me gustaron las charlas o las conversaciones entre gente que trabaja lo mismo y piensa lo mismo y viene de las mismas lecturas teóricas. Siempre me gustó estar en diálogo con gente o de otra disciplina, o que hace otro periodo, porque hay como muchos supuestos y muchos sobreentendidos, que a mí siempre me hacen después de un tiempo sentir incómodo. Entonces, cuando vine a un Departamento de Historia me pareció extraordinario, me pareció muy enriquecedor para mí, y también porque me permitía escaparme un poco de la especialización o de la superespecialización. Yo en Estados Unidos hice efectivamente El Siglo de Oro, y si yo me hubiera quedado en Estados Unidos probablemente habría seguido enseñando El Siglo de Oro siempre, que tiene su costado maravilloso, y tiene su costado no tan maravilloso, que es que yo no había dejado del todo atrás a la que había estudiado literatura latinoamericana, a la que leía literatura argentina. Entonces, venir acá y tener que enseñar un poco de literatura del Renacimiento, pero también literatura argentina, me gustaba, me parecía que me mantenía fresca, y eso es algo que hasta hoy yo valoro muchísimo, estar acá. Y después lo del periodismo se dio por esos azares de la gestión universitaria, que bueno, que hacía falta alguien que se ocupara de eso. Yo enseñaba literatura de no ficción en la maestría, y una vez más algo que empezó como una, digamos, una carga de gestión, me gustó muchísimo, porque me puse en contacto con periodistas, y empecé a trabajar con periodistas, que es otra vez ese movimiento interdisciplinario, o sea, gente que trabaja distinto, que piensa los objetos con los que trabaja distinto, que se acerca con otra bibliografía, y a mí todo eso me parece que me vivifica. Estabas recién, que has ido con Onetti bajo el brazo y volviste con Górez y Quevedo, y hablas del siglo de oro con mucha naturalidad, pero a mí me surge preguntarte qué es efectivamente el siglo de oro. Es un momento literario, es un momento socioeconómico, es un momento político, ¿qué es el siglo de oro? Bueno, hay todo un tema con el nombre, ya no decimos más en general siglo de oro, decimos temprana modernidad o modernidad temprana, yo me refiero a lo que va desde 1492 hasta mediados del siglo XVII, ese periodo tremendamente convulsivo en términos históricos del Imperio Español, de España y de las colonias, y un momento muy oscuro desde el punto de vista de la censura o desde el punto de vista del control a la cultura, al pensamiento, etc., y al mismo tiempo un momento de una efervescencia de creación, no solo literaria, artística en general, pero a mí me interesa en especial la literatura, bueno, que ha dado algunas de las más grandes obras en lengua española, a mí particularmente además, que después me di cuenta que tenía algunos puntos en común mi interés con lo que le había pasado a algunos investigadores argentinos bastantes décadas antes en Argentina, como Raimundo Lida, María Rosalida, Ángel Rosenblatt, que era un grupo de filólogos, que encontraron también en el siglo de oro y sobre todo en todo el conflicto religioso un atractivo muy especial, en general muchos de ellos eran judíos, además yo también soy judía, de modo que todo el conflicto con los conversos, con el exilio de los conversos en el resto de Europa, todas las polémicas en torno a esas cuestiones me atrajeron muchísimo, tanto es así que mi tesis la hice sobre literatura en español y portugués escrita, no sabemos bien dónde, pero publicada en Italia con conversos en el exilio, entonces ahí descubrí todo un mundo de vínculos con la sociedad y con la cultura y con el resto de Europa, que me atrajo mucho y que además a mí hay algo que me atrae mucho, que es, bueno vos estudias el siglo XIX así que me podés entender, hay algo que me gusta de la distancia con el presente, de estudiar eso como si no fuera un objeto cercano y de conversación informal, me gustaba el siglo de oro y me sigue gustando que te pide algunos saberes muy concretos, yo soy concreta en ese sentido, entonces hay cosas que tenés que saber en el sentido de necesitas tu latín, necesitas tu historia del arte, necesitas conocer de mitología, necesitas conocer de la Biblia, entonces me gustaba que fuera un periodo que para acercarme a sus producciones literarias yo tuviera que tener una caja de herramientas que a mí me parecían sólidas, a mí me cuesta mucho leer lo contemporáneo fuera de la lectura hedónica, lo contemporáneo lo leo como lectora, que ese vínculo lo sigo teniendo, pero me cuesta convertir eso en un objeto de estudio. Hay algo interesante que te escuché decir en un lado, tiene que ver con que los escritores están escribiendo a la par que el idioma se está creando, que están creando las convenciones del idioma, ¿cómo es ese proceso en el cual están escribiendo a la par que se está institucionalizando la forma de escribir el idioma? Sí, eso es fascinante, ese periodo, porque es un periodo en el que, como vos bien decís, se le está dando una forma o una institucionalidad a la lengua que se hace a través de trabajo académico de esa época, los gramáticos, etc., pero también a través de los poetas, de los escritores, en un momento en donde el nacimiento del prestigio de las lenguas vernáculas, es decir, no de las lenguas clásicas, del latín y el griego, que eran, sin embargo, las lenguas de conocimiento, el surgimiento de este nuevo prestigio y la conversión de las lenguas vernáculas en objeto de estudio, y sobre todo, que me parece que es una de las cosas más importantes, las lenguas vernáculas como objeto de orgullo nacional o como la base del orgullo nacional. Todas ahí tenés una cantidad de reinos que están compitiendo por un montón de cosas, por los descubrimientos, por el comercio, por un montón de cosas, y también están haciendo que esa competencia sea muy visible en el ámbito cultural a través de la lengua. El descubrimiento de que las lenguas vernáculas tienen tanta dignidad y tanto potencial expresivo como las lenguas clásicas, es algo que en este momento empieza a convertirse en algo muy asentado en todas las naciones, y que las lenguas empiezan a competir entre sí mismas, cuál es la mejor. Y todos estos escritores participan de eso, a veces voluntariamente y a veces no tan voluntariamente, pero cuando uno lee todos los prólogos uno ve que están muy, muy compenetrados y muy al tanto de qué pasa con estas otras lenguas. Deberíamos decirle castellano y no español, según entiendo. Mira, la verdad es que se usan como sinónimos hoy, si vos vas a la RAE te dicen, son sinónimos, por supuesto que en el origen de que se use castellano es que no era español, tampoco existía España, todavía había varios reinos en la península ibérica y cada uno tenía además de sus instituciones, etcétera, tenía su lengua. Y hay un momento en donde el castellano, de la mano de los reyes católicos sobre todo, el castellano empieza a tomar preeminencia sobre las otras lenguas peninsulares y se convierte en la lengua de la península o no. Fuera de Portugal ahí hay, es interesante porque además para Portugal la lengua de cultura durante toda esta época es el castellano. Pero bueno, el castellano, porque de ahí proviene, pero la verdad es que se usan como sinónimos hoy, español o castellano se refiere a lo mismo. Cuando bien conmigo pienso, muy esclarecida reina, y pongo delante los ojos en la antigüedad de todas las cosas que para nuestra recordación y memoria quedaron escriptas, una cosa hallo y saco por conclusión muy cierta, que siempre la lengua fue compañera del imperio y de tal manera lo siguió que juntamente comenzaron, crecieron y florecieron y después junta fue la caída. El fragmento de Nebrija que trajiste hoy para compartir, está Karina con sus libros, me interesaba preguntarte cuáles son los 2, 3, 4 hitos que vos encontrás durante este periodo o posteriormente para pensar la institucionalización del idioma castellano. Bueno, la gramática de Nebrija de 1492, que acá la traje en una edición facsímil, eso también me gusta, parte de lo que me gusta de la extrañeza, como decían los formalistas rusos, hablaban del extrañamiento que es lo propio de la literatura. Ostranenie, creo, no sé, no me animo a, sí, le decimos Ostranenie, anda a saber cómo lo pronuncian los rusos, pero a mí que me gusta esa idea del extrañamiento, verás que todos los libros que puedo los traigo en ediciones facsimilares porque nos recuerda, me parece que es la misma lengua pero distinta, que las convenciones que tenemos hoy de ortografía no eran las mismas que utilizaban en esos libros y que los lectores de ese libro leían, así que la gramática de Nebrija ciertamente es un punto, te diría que no es solo un punto importante para el español, sino para las lenguas vernáculas europeas, es la primera gramática de una lengua vernácula, es el primer libro que le escribe a una lengua vernácula una gramática como solo existían para las lenguas clásicas o para las lenguas que se aprendían de manera artificial, digamos, no para los lenguajes naturales. Bueno y después diría que para lenguas, hay muchas en realidad, me estás haciendo una pregunta porque yo te lo voy a contestar con textos literarios que a mí me parecen importantísimos, no sé, La Celestina y el Lazarillo de Tormes que para mí son el mismo grupo de textos que van hacia una literatura muy en diálogo con el entorno social, que se nutren de una lengua que huye, que rehúye lo artificioso, quizás con Garcilaso, digamos que son los tres, la poesía es como el lugar en donde la lengua saca su máximo esplendor, ahora también pero en esa época sobre todo, la lírica es como el lugar en donde la lengua se pavonea y experimenta y ensancha sus posibilidades, y después hay dos tipos de libros que a mí me encantan y en eso soy muy particular también, que son, bueno uno que me encanta a mí es, se llama El Tesoro de la Lengua Castellana de Sebastián de Cobarrubias que es un diccionario de 1611 que para mí es extraordinario porque es un diccionario antes de que exista el género diccionario, entonces es un género, no sé, tiene un autor, cosa que es un poco rara para nuestros hábitos de hoy, entonces vos lees ahí y el tipo te da la definición y después te dice bueno yo una vez escuché que decían que, o unos refranes, y es como un repositorio de saber sobre la lengua puesta en un diccionario, es un diccionario que yo lo visito muchísimo, me encanta porque las palabras tenían muchas veces otro significado, porque hay miles de palabras que no escuché nunca en mi vida, porque hay etimologías falsas, porque me gusta, y el otro, bueno hay muchos de estos, pero el otro tipo de libro que me encanta y que para mí es muy importante en la historia de la lengua también, son los refraneros, bueno no hablo de Cervantes por supuesto, si hablo de refranero, de Sancho Panza, Cervantes es un, por supuesto que es un hito en toda esta historia de la lengua, porque creo que más allá de lo que fue Don Quijote, sobre todo durante la vida de Cervantes, está clarísimo que para el futuro de Cervantes, es decir para todo nuestro pasado, Don Quijote es como la prueba misma de que la lengua española estaba tan en su plenitud en ese momento que era capaz de una obra de esa envergadura. Hay algo también interesante que te escuché decir en términos de entorno a la idea de las lenguas vivas, estos artefactos culturales que naturalmente como todo lo cultural van mutando y van cambiando, y tiene que ver con los cambios en la lengua y en particular los cambios que se están dando hoy en el castellano. Entiendo que esta es una preocupación tuya, intervenciones y escritos en torno a esto, y me gustaría alguna reflexión sobre cómo pensás que las lenguas cambian y por qué lo hacen. Sí, eso es algo que me gusta mucho de haberme dedicado al Siglo de Oro, porque forzosamente soy como una hablante bilingüe del español de nuestra época y del español del siglo XVI y XVII, que es un poco distinto. Cuando enseño estos textos, porque en Ditela yo enseño el lazarillo de Tormes, enseño Don Quijote, y siempre les digo a mis estudiantes, miren, primero van a tener que tirarse al agua fría de una lengua que al principio les va a parecer extraña, aunque es español. Sobre todo porque hay algo muy curioso, que es que nosotros leemos libros de la misma época en inglés o en italiano con traducciones actualizadas, de modo que leemos a Shakespeare, y para nosotros es mucho más fácil que para un estudiante inglés que tiene que leer el inglés del siglo XVII. Entonces, a mí naturalmente se me da, por mi estudio, por mi familiaridad con estos textos, de primera mano ver cómo ha ido cambiando la lengua, cómo ciertas convenciones van mutando con el tiempo, no sólo lo léxico, no sólo las palabras, no sólo un poco la gramática, sino también la ortografía, que es uno de los temas que a mí me obsesiona. Que también tiene que ver con este hábito que te digo mío de leer siempre que puedo en facsímil o de ir al archivo, yo soy muy de ir a la Biblioteca Nacional de España y leer los textos como se escribían y se publicaban en esos siglos. Eso a mí me resulta muy interesante porque muchas veces hay como cierto resquemor de los lingüistas, que son como los que suelen hablar de estos temas, sobre todo en la esfera pública y sobre todo cuando surgen temas en la actualidad vinculados a esto, y mi vínculo con la historia de la lengua viene de otro lado. No de la lingüística, sino del estudio de la literatura a través de los siglos. Además, como yo les decía antes, como yo acá enseño también literatura argentina del siglo XIX, como he enseñado y he estudiado la literatura americana colonial, tengo como una familiaridad para mí muy viva de lo que ha pasado en la lengua y ha pasado mucho entre el siglo XVI y hoy. En los últimos años, la cuestión del lenguaje inclusivo ha tomado, no solamente a los ámbitos educativos, sino a la sociedad toda, entiendo que tenés una postura, una posición, y me gustaría conocerla. Lo primero que quiero decir sobre eso es que una de las cosas que a mí me gusta también de lo que hago como trabajo académico es que muchas veces me permite pensar desde otro lugar discusiones que están teniendo en la esfera pública. Entonces, esto que yo te decía hace un rato, esta naturalidad con la cual yo me enfrento a la plasticidad de la lengua, al modo en que la lengua como la tenemos hoy puede no ser igual mañana o puede cambiar, o que los cambios responden a cambios en la sociedad, a cambios en las necesidades expresivas de las distintas épocas, etc. De modo que cuando surgió lo del lenguaje inclusivo me pareció natural, digamos, para decirlo de una manera que no es tan precisa, pero me pareció totalmente comprensible que una época nueva, que está pensando una época nueva, es decir, una época que está pensando de una manera nueva la identidad de género, los vínculos entre los humanos a través de la lengua, las autopercepciones y los modos en los que la gente quiere ser llamada, me pareció natural que la estructura que la lengua tiene sobre el género desde hace siglos, y si ríe o no sirva o no diga de una manera tan precisa o no responda de una manera precisa a lo que nosotros queremos hoy o necesitamos hoy con la lengua, me pareció que era obvio que no es ningún escándalo, sobre todo que no es algo que uno siempre escucha frente a estas cosas, no es ninguna destrucción de la lengua, la lengua no es nada inamovible, inmutable, que esté de la misma manera hace muchos años y que cualquier cambio signifique una destrucción. ¿No será un poco que lo que despierta pavor es que el lenguaje inclusivo lo que pone en primer plano es la politicidad del lenguaje? Yo tengo problemas con eso en el sentido de que a mí me parece que pasa con todo en la lengua, pero pasa sobre todo en el lenguaje inclusivo, que es que las distintas personas, me parece a mí, usan o rechazan el lenguaje inclusivo por distintas razones. Quiero decir, es cierto que hay una minoría muy intensa y la más vocal en la discusión pública que pone el énfasis en los aspectos más políticos de la discusión, y a mí me parece que eso es importante pero menor, sobre todo menor en términos del uso. La gente usa, me parece a mí, en la lengua lo que le permite decir mejor lo que quiere decir, más allá de las discusiones, digamos, que yo llamo de nicho, y me parece que esto está perfectamente activo en el lenguaje inclusivo y me parece muy sano fragmentar el apoyo y también fragmentar la resistencia al lenguaje inclusivo, porque me parece que ciertamente algunos hacen una defensa del lenguaje inclusivo por razones políticas y muchos rechazan el lenguaje inclusivo por razones políticas, pero me parece que la gran mayoría no, que la gran mayoría decide usarlo o no por distintas razones, o porque él es más práctico. A mí me gusta mucho, le doy mucho peso al uso de la lengua, no me gusta a mí, lo tendría que pensar mejor, pero te diría que mi inclinación es huir de la lengua es política o todo uso es político, la lengua una parte sí, pero en mayor grado me parece a mí, para la gente, para los usuarios de la lengua, la lengua es el instrumento de comunicación. La lengua es el instrumento de comunicación más poderoso y más constante que tienen, de modo que al momento de elegir qué usan y qué no usan, sobre todo en los momentos en donde nadie te vigila, ninguna institución te corrige, etc., elegir lo que te permite hacer con la lengua lo que vos querés que haga. Para algunos, a algunos les dará precisión el lenguaje inclusivo, que yo creo que eso está muy en juego, creo que hoy no sólo ha cambiado nuestra concepción de la identidad de género, sino que esto que digo es evidente, ha cambiado la composición de género de casi todas las profesiones, de casi todas las instituciones, de modo que el masculino genérico, que antes funcionaba muy bien, masculino genérico es cuando somos el masculino para referirnos a la totalidad, funcionaba muy bien porque cuando vos decías quiero ver a un médico otorino-laringólogo, el 99% de los otorino-laringólogos eran varones, hoy no. Cuando vos decías los diputados y la Cámara de Diputados eran el 99%, ahora estamos hablando de 50 años, no te estoy diciendo hacer 300. De modo que funcionaba el masculino genérico, no era solamente una cuestión ideológica, funcionaba en términos de cubrir la mayoría de los casos. Y me parece que hoy no funciona más, de modo que alguna gente quiere precisar si se refiere a los varones del grupo, si se refiere a la totalidad, y ahí no tenemos una forma hoy. El lenguaje o la lengua siempre llega después. Bueno, esa es mi… creo que estoy sola en esto que voy a decir, pero esto es algo que yo veo de una manera bastante diferente a la mayoría de la gente. Cuando vos escuchas los debates sobre el lenguaje inclusivo, sobre todo los defensores, pero también los detractores, enarbolan el discurso de que esto va a empujar algo, va a acelerar ciertos cambios, o que esta es una herramienta de lucha en algo, y yo creo que es al revés. Yo creo que esto está ocurriendo porque la realidad ya cambió, no que estamos usando esto para cambiar la realidad, y que no lo vemos del todo, porque además la épica de la lucha es importante incluso para ciertos actores. Pero a mí me parece que es al revés, que es que lo que está pasando, que cuando en el futuro alguien estudie lo que pasó en estos tiempos, lo que está pasando es que de una manera muy vertiginosa la sociedad ha cambiado en términos de género, de composición de género, de libertad, de identificación de género. Y eso cambió de una manera tan abrupta que la lengua tal como la usamos durante muchos siglos empezó a quedar desfasada, o desfasada, o nos empezó a resultar incómoda. Por eso yo digo la fragmentación. Creo que a distinta gente le pasó distintas cosas con esa estructura de la lengua, pero a mucha gente esa estructura de la lengua por distintas razones le empezó a chirriar. Y yo creo que hoy lo que tenemos es mucho más una confluencia en la insatisfacción con el masculino genérico que el hallazgo de alguna forma superadora de eso, que todavía no la tenemos. Carina Galperin es licenciada en Letras y en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires. En el 2002 obtuvo su doctorado en Lenguas y Literaturas Romances por la Universidad de Harvard, especializándose en la temprana modernidad europea. Actualmente se desempeña como profesora ordinaria en el Departamento de Estudios Históricos y Sociales de la Universidad de Itela, donde enseña literatura, y como directora de la maestría en Periodismo de la Universidad Torcuato de Itela y el diario La Nación. Ha dado clases en importantes universidades de los Estados Unidos. En los últimos tiempos se ha interesado en la ortografía del castellano, encarándola desde una perspectiva a la vez diacrónica y sincrónica. Esto fue Fragmentos de la Historia, un podcast sobre Historia y Cultura del Departamento de Estudios Históricos y Sociales de la Universidad Torcuato de Itela. Producción y conducción Daniel Cohen. Sonido y edición Ian Gutiérrez. Criseño de etapa JPG Alejo. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org