radio novela los asesinos 1002

No sé. ¿Qué piensas? No mirabas el espejo mientras hablabas. No sé qué pensar. Oye, el muchacho listo dice que no sabe qué pensar sobre lo que está pasando. Sí, te oigo. Dijo desde la cocina. Había puesto una botella de salsa de tomate para apuntar a la hoja de la parte sola por la que pasaban los platos. Oye, muchacho listo, dijo Jorge desde la cocina. Párate un poco más allá, en la baja. Tú muévete un poco hacia la izquierda, Max. Era como un fotógrafo preparando un retrato de grupo. Dime, muchacho listo, dijo Max. ¿Qué piensas tú? ¿Qué va a pasar? Yo no dijo nada. ¿Qué le voy a decir? Dijo Max. Vamos a matar a un sueco. ¿Conoces a un sueco grande que se llama Ol Anderson? Sí. Viene a comer todas las noches. No es cierto. A veces viene. Viene a las seis. No es cierto. ¿Cuándo viene? Seamos todos eso, muchacho listo, dijo Max. Habla sobre otra cosa. ¿Vas a ver cine a veces? De vez en cuando. Deberías ir más al cine. El cine es bueno para un muchacho listo como tú. ¿Por qué van a matar a Ol Anderson? ¿Qué le hicisero a ustedes? Nunca tuvo chance de hacernos algo a nosotros. Nunca. Incluso nos ha visto. Y solo nos va a ver una vez, dijo Al desde la cocina. Entonces, ¿por qué lo vamos a matar? Preguntó George. Lo vamos a matar por un amigo. Solo para complacer a un amigo, muchacho listo. Cállate, dijo Al desde la cocina. Carajo, estás hablando demasiado. Bueno, toca hacer que este muchacho listo se divierta. ¿No es así, muchacho listo? Carajo, estás hablando más de la cuenta, dijo Al, el negro, y mi muchacho listo se divierte solo. Los saté como un par de amiguitas en un convento. Supongo que tú estuviste en un convento. Nunca se sabe. Estuviste en un convento judío. Ahí fue donde estuviste. George le echó una mirada al reloj. Si entra alguien le dice que el cocinero no está. Y si insiste le dice que tú mismo vas a cocinar. ¿Entiendes, muchacho listo?