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Escrito por Enrique Arroyo
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Escrito por Enrique Arroyo
Renata receives a special gift, a piggy bank, and starts saving coins in it. One day, she meets an elderly man who explains the importance of saving and investing. He compares saving to planting seeds in a garden and investing to planting them in a magical garden for faster growth and bigger fruits. Renata understands and learns that by taking care of her savings and investing wisely, she can have a secure future and help others do the same. The story ends with a heartfelt message for Regina. El Tesoro del Sabio Érase una vez una niña llamada Renata, quien disfrutaba de las cálidas tardes de verano visitando a su abuela en el campo. En una de esas visitas, su tío Eduardo llegó con un regalo especial para Renata, una hermosa alcancía de madera con un vidrio en el frente que le permitía ver cómo crecían sus ahorros con el tiempo. Renata estaba emocionada con su regalo y decidió empezar a ahorrar desde ese mismo día. Cada vez que recibía una moneda como parte de su mesada, o encontraba alguna en los rincones de la casa de la abuela o el bolsillo de su pantalón, la depositaba en su alcancía con mucha ilusión, observando cómo el montón de monedas aumentaba poco a poco. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque cercano, Renata notó a un anciano interesante, amable y bien vestido, que parecía disfrutar del día sentado en un banco bajo la sombra de un árbol. Curiosa como siempre, Renata se acercó al anciano y le preguntó cómo había llegado a esa edad tan bien cuidado. El anciano sonrió con amabilidad y le explicó que a lo largo de su vida había aprendido a cuidar de dos cosas importantes, lo que gastaba y lo que invertía. Renata frunció el ceño, sin entender completamente los conceptos, y le pidió que le explicara de una manera más sencilla. El anciano asintió y le dijo, «Imagina que cada moneda que tienes en tu alcancía es como una semilla que plantas en un jardín. Si cuidas bien esas semillas, regándolas y protegiéndolas de las inclemencias del tiempo, crecerán fuertes y saludables. ¿No es así?» Renata asintió con entusiasmo, comprendiendo la analogía del anciano. Él continuó, «Ahorrar es como plantar esas semillas y cuidarlas, pero la inversión es como plantar esas semillas en un jardín mágico, donde pueden crecer aún más rápido y dar frutos más grandes». Los ojos de Renata se iluminaron con comprensión. El anciano continuó, «Entonces, si aprendes a cuidar de tus ahorros y a invertirlos sabiamente, podrás cosechar frutos maravillosos en el futuro. Y cuando seas mayor, podrás enseñarles a los demás sobre el cuidado del dinero para que ellos también puedan tener una vida plena, sana y segura, como la tendrás tú». Con todo cariño, Para Regina