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Desayunando_con_Jesus__Manos_que_derraman_sangre[1]

Desayunando_con_Jesus__Manos_que_derraman_sangre[1]

Fernando Montoya FrancoFernando Montoya Franco

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00:00-19:12

En este podcast aprenderemos que significa derramar sangre inocente.

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Transcription

In this video, the speaker discusses the concept of innocence and guilt in both human and divine justice. They explain that according to human justice, people are presumed innocent until proven guilty, but in God's justice, everyone is guilty. The speaker also emphasizes that no one is truly innocent in the eyes of God, and that our tendency is to do evil. They mention the example of a person who commits a crime and tries to balance it out with good deeds, but emphasize that this does not make them innocent. The only truly innocent one is Jesus Christ, who paid the price for our guilt. The speaker concludes by asking if we will continue to shed innocent blood and falsely believe that we are good before God. They stress the importance of recognizing our own guilt and appreciating the sacrifice of Jesus. Bendiciones familia, muy buenos días, hoy en Desayunando con Jesús vamos a continuar revisando lo que dice en Proverbios 6 que habíamos visto hace días atrás y que nació de Romanos 12 donde el apóstol Pablo nos habla de renovar nuestra mente por medio del conocimiento de Dios, del conocimiento de quién es Dios y obviamente para conocer a Dios tenemos que conocer qué es lo que le agrada y qué es lo que le desagrada a Él, por lo tanto en la Biblia en Proverbios 6 nos marca las cosas que Dios detesta y 7 que abomina y habíamos empezado a leer y hoy vamos a ver la parte de derramar sangre inocente, bien, para esto tenemos que enfocarnos en que hay dos formas de mirar a través de la justicia a una persona inocente o culpable y al decir dos formas me refiero a la real, a la única, a la por la cual vamos a ser juzgados que es la justicia de Dios y la otra que es la que con la que convivimos diariamente que es la justicia humana, bueno, dentro de lo que es la justicia humana todos nosotros sabemos que existe un algo que se llama la presunción de inocencia, es decir, todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, es decir, su culpabilidad, para esto nos vamos a referir a ver qué significa la palabra inocente y de dónde nace este término, de una forma etimológica que no está más que formado por el prefijo in que significa no o sin y la palabra no sens que viene del verbo no sere, hacer daño, y está emparentado con nocivo, ustedes han escuchado alguna vez alguien decir esto es nocivo, es dañino, hay personas nocivas, por lo tanto inocente viene a significar no da mino o que no hace mal, este es el sentido que nosotros tenemos, ahora, dentro de la justicia de Dios, dentro del contexto que maneja Dios, es todo lo contrario, nosotros no somos inocentes, somos culpables, somos culpables porque la Biblia dice en Romanos, Romanos capítulo 8, dice lo siguiente, no hay ni un solo justo, ni siquiera uno, nadie es realmente sabio, nadie busca a Dios, todos se desviaron, todos se volvieron inútiles, no hay uno que haga lo bueno, ni uno solo, y esto es algo que está en los salmos, en el salmo 53, en parte, y creo que es evidente que hay una determinación, incluso aquí se habla de justos, justo es aquel que hace lo recto, o sea, cuando nosotros hacemos algo de una forma correcta delante de la gente, no somos vistos como justos, o sea, como alguien que hace lo correcto, que maneja una ética y una moral correcta, pero delante de Dios no hay ningún justo tampoco, por eso Abraham cuando él está abogando por todo lo que es Sodoma, y le dice a Dios, ¿vas a matar al culpable con el inocente? y le empieza a decir, si hubiera 50 justos, y Dios responde, si hubiera no lo haría, le está diciendo, Abraham entiende, no hay ni siquiera justos, peor inocentes, este es el punto, porque la justicia, o sea, el ser justo refleja inocencia, pero Dios conoce que no hay ni siquiera un solo justo, peor, inocente, o sea, no hay ni siquiera uno que haga lo correcto, peor, que no tenga culpa, que esté libre de maldad, y esto es algo mucho mayor. En el contexto humano nuestro, lo voy a poner como un ejemplo, podría ponerse un caso exagerado, pero que esto pasa, de un mayor grado o menor, pasa, lo voy a exagerar para que se entienda el mensaje, puede haber una persona que cometió un crimen, y que nadie lo sabe, y que de pronto, él piensa y dice, pero esto en algún momento se va a llegar a descubrir, entonces, por lo tanto, hasta que se descubra, y se asegura de que todo quede camuflado, y no se descubra lo más pronto, bueno, llego y voy a hacer el bien que más pueda para que, si esto se descubre, poder pararme delante del juez y decirle, mire, el crimen pesa esto, pero mis bienes, las cosas buenas que he hecho yo, pesan muchísimo más que lo que hice, es decir, reparé este daño con un montón de cosas buenas, y de hecho, esto anula mi crimen delante del juez. Yo sé que más de uno ahorita estará pensando, y dirían, bueno, pastor, como que se me está yendo el sentido de las cosas, no, es imposible, no puede haber esto, sí, en verdad, no puede ser posible, pero la mayor parte, y mucha gente, actualmente piensa que es así, y que puede presentarse delante de Dios en esa manera, porque se siente inocente por el bien que ha hecho. El supuesto bien que ha hecho, trata de suplir todo el mal con el que sí es culpable, y de acuerdo a cualquier ley, tiene que pagar un precio. De aquí que se inventaron un montón de doctrinas a decir, bueno, si tu pecado es leve, vas a llegar, y antes de entrar al cielo, vas a ir al purgatorio, y te vas a sacar todo eso, vas a pagar un precio, y vas a entrar igual. Entonces no hay problema, Dios es negociable, con Él puedes llegar a tener una buena conversación, y exponerle tu caso, o si no, por último, vas a entrar porque ahí dijiste y hiciste tantas maravillas que a la larga vas a ablandar el corazón de Dios, y vas a hacer que se olvide. ¿Cuántas veces nosotros como seres humanos hemos visto en la justicia humana de nuestros países, dondequiera que vivimos, que cuando un juez se hace de la vista gorda y emite un juicio en declarando inocente a un culpable, pensamos que ese personaje debería ser tan condenado como al que absolvió, y debería pagar la misma pena. Esto es para nosotros descomún, y pensamos, bueno, la justicia humana es tan, tan, tan voluble, tan falible, que a la larga ya parece que fuera pan de cada día, y nos sentimos como impotentes de cambiarlo. Bueno, eso demuestra que hay una justicia superior, y que es la única justicia que cuenta, que ve todo el tiempo lo que nosotros hacemos. Ahora, este hombre que pensó cambiar ese mal que hizo cometiendo un crimen, por el montón de cosas en su cabeza correctas, para solventar ese crimen, y presentarse donde el juez y negociar su inocencia, no puede hacerlo. ¿Cómo podemos pensar que un Dios justo va a aceptarnos? Y de hecho, muchos dirán, pero es que yo no he matado, yo no, acuérdense, tantas cosas que nosotros tenemos, pero Dios mira, y por eso nos pide que cambiemos nuestra forma de pensar, porque los crímenes más grandes se dan en nuestra cabeza, y Cristo ya lo dijo, el que mira a una mujer y la desea, ya adulteró con ella en el corazón. El que llama a su hermano torpe o tonto, ya es como que lo hubiera matado, y eso es derramar sangre inocente, en el sentido humano, porque en el sentido divino todos somos culpables. Entonces aquí viene algo que resaltar, y que es lo importante en todo esto. ¿Quién es inocente delante de Dios? Nadie. ¿Quién es culpable delante de Dios? Todos. Ay, pero y que los niños, y esto, y cómo puede ser que alguien pueda pensar que un niño es culpable. Bueno, sólo quiero ponerles este ejemplo. ¿Quién enseña a mentir a un niño? ¿Sus padres? De una manera indirecta podría ser. ¿Quién enseña a ser egoísta a un niño? Cuando toman algo, y el niño quiere eso, y quiere, y quiere, y quiere, y tiene seis meses, ni siquiera habla, pero ya expresa, y ya quiere tener eso, de una forma que podría incluso, este, no sé, causar daño. A nadie se le ha ocurrido pensar así. Bueno, venimos así. Nuestra tendencia es hacer el mal, siempre. Hay un experimento que se hace muchas veces en las oficinas. Toman un billete de alta denominación, pongámoslo en nuestro caso de 100 dólares, y lo dejan olvidado en un escritorio. Hay cámaras que miran cómo reacciona la gente, y claro, habrá uno que toma el billete, se lo guarde, y obviamente se ha revelado y dicho, esto no es correcto, sabes que tú ya no perteneces más a esta empresa, o definitivamente tienes tendencias al robo, y no necesitamos personas así. Pero hay otros que lo devuelven, y dicen, no, esto no es mío. Entonces van, buscan, y dicen, miren, yo encontré este billete de 100 aquí, y lo devuelvo. Y claro, ¿por qué no lo hace? Normalmente no lo hace, porque no siempre siente que hay un ambiente donde puede ser descubierto. Entonces, no lo hago por un sentido de moralidad estricta, y decir, a alguien se le perdió, y esto puede ser muy perjudicial para otro. Normalmente no es el caso, pero, digamos así, que no lo hace porque siempre hay un ambiente donde puede llegar a ser descubierto y lo devuelve. Pero, ¿qué pasa cuando ese billete de 100 dólares, en la misma persona, lo encuentra botado en una calle? El 99% se lo lleva, se lo lleva y lo tiene, y como no hay un ambiente donde puedan, o sea, esto es, gracias por darme esta provisión, señor. Y nadie busca cómo devolverlo, o mira, y dice, miren, yo no me encontré esto. Y peor aún, nadie toma ese billete, y al haberselo encontrado, busca a alguien que en realidad esté necesitado, va y se lo da, y genera un bien. ¡Imposible! No existe, o sea, sería un caso único la excepción que afirma la regla. Es decir, al hacer esto, se afirma la regla de que muy pocos son los que actúan de esa manera. Entonces, nuestra tendencia es hacer el mal. Gandhi, un personaje muy conocido en el mundo, dijo palabras muy profundas. Es más, él se atrevió a decir que Dios no odia al pecador, sino al pecado, y esto muchas veces ha sido puesto como que lo hubiera dicho Cristo Jesús, y es falso. Bueno, esta persona dormía desnudo con sus dos sobrinas y con la esposa de su sobrino, al tiempo, para medir su resistencia. Quiero imaginar cuántas veces le falló la resistencia a Gandhi. Tendencia a hacer el mal. No necesitas probarte a hacer el mal, porque vas a hacerlo. No necesitas decir, ok, yo me voy a probar ahora que no voy a mentir. Vas a terminar mintiendo el triple, porque nuestra tendencia es hacer el mal. Nadie puede decir ahora, yo siendo adultero no voy a adulterar. Vas a adulterar porque tu tendencia es hacer el mal. No eres inocente, eres culpable, y por lo tanto buscarás siempre afirmar eso. Delante de Dios, nosotros no podemos pararnos y decirle, bueno, vine así, tú nos hiciste así. Yo luché, pero no pude. Y Dios te dirá, nunca te hice así. Tú decidiste ser así. Ay, pero cómo podía yo. Mira todo el bien que he hecho. No, no es negociable. Aquí vamos al punto del amar sangre inocente. El único inocente, Cristo Jesús. Siendo Dios, se encarnó, tomó nuestra forma, nuestra naturaleza humana, pero Él venció al mal, venció al pecado, venció a la muerte. Ahora, pongámonos en este caso. Cristo siendo inocente pagó un precio por uno como yo, culpable al 100%, culpable. Y Él está en la cruz, inocente, para que Dios tome en cuenta este acto, este pago con su vida de la justicia de Dios que exigía mi vida. Y ahí está, en la cruz. Y yo conociendo esto, en lugar de tomar esto como algo precioso que me da libertad para estar delante de Dios. Y ahí sí, decirle, Señor, yo nunca merecí esto. Y tú, por tu gracia y por el amor de Cristo Jesús, me redimieron. Siendo yo totalmente culpable, no hago esto y me pongo a decirle, como aquellos que estaban debajo de la cruz, a decirle, ¡Ey, no quieras el Hijo de Dios, sálvate a ti y sálvanos a nosotros! Bájate de esa cruz, Rey de los judíos. Así somos, de malvados. Entonces la gran pregunta es, si yo no estoy con Cristo Jesús, ¿estoy en contra de Él? Por lo tanto, ¿soy culpable de derramar sangre inocente, la sangre del Hijo de Dios? Que al dar su vida por todos, lo que hice yo es hacerme a un lado y decir, no tengo nada que ver, como los fariseos y los saduceos le dijeron a Judas, ¡Ah, ya tú! ¡Ya está! Este era culpable, por eso lo condenamos. La justicia humana en contra de la justicia de Dios. La justicia de Dios perfecta, proveyendo de algo que no nos declara inocentes delante de Dios, sino que nos da una herramienta para poder quedar a cuentas con Él y de ahí en más tener una vida como que hubiéramos sido inocentes. ¿Vamos a seguir derramando sangre inocente? ¿Vamos a seguir pensando que somos buenos delante de Dios? De hecho, las evidencias claman lo contrario. Yo no, yo no puedo decir, soy inocente, soy culpable, pero tengo a Cristo, a mi Señor, quien dio su vida por mí, quien me enseñó y me sigue enseñando, porque yo todavía insisto en algunas cosas al ser altivo, al no ser altruista, al tener tendencia a mentirme a mí mismo, al decirme ya estoy bien y soy bueno. No, y peor aún, no sentir que yo no he apreciado el sacrificio perfecto y vivo de Cristo Jesús con su sangre. Y al hacerme a un lado y declararme, yo no tengo nada que ver con esto, allá tú, como los fariseos a Judas. Bendito sea Dios que nos dio a su único Hijo para que todo aquel que en Él crea no muera, mas tenga vida eterna. Bendiciones hasta el día de mañana. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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