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Desayunando con Jesús_Nunca fueron de nosotros

Desayunando con Jesús_Nunca fueron de nosotros

Fernando Montoya FrancoFernando Montoya Franco

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En este Podcast miraremos, por que hay personas que dicen ser cristianas pero sus vidas no han cambiado y por ende no muestran el fruto del Espíritu Santo de Dios? La respuesta puede ser espeluznante pero necesaria.

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In this audio, the speaker discusses the issue of Christians who claim to follow Jesus but do not live according to Christian values. The speaker refers to the teachings of the Apostle Paul in Corinthians, where he exhorts the community not to accept those who engage in sinful behavior. The speaker explains that the problem lies in religions that do not recognize Jesus as Lord, Savior, and God. The speaker emphasizes the importance of recognizing our own sinfulness and our need for Jesus as our Lord, Savior, and God. It is through the Holy Spirit that we are able to fulfill God's commands and live a righteous life. The speaker warns against relying on our own actions for salvation and highlights the danger of grieving the Holy Spirit. The speaker concludes by reminding listeners that our worth and ability to bless others come from God, not from ourselves. ¡Bendiciones familia! ¡Muy buenos días! Hoy, en Desayunando con Jesús, vamos a hacer un análisis un poco más amplio de lo que venimos tratando el último día que hicimos el audio que titulamos No Los Conozco. Y vamos a partir de una pregunta práctica, una pregunta que nos va a abrir un poco la realidad de muchos cristianos. Espero que lo pongas atención, que anotes los temas que vamos a discutir el día de hoy, basados en las enseñanzas de Corinto. Entonces veíamos en Primera de Corintios, en el capítulo cinco, que Pablo exhorta a la comunidad para que no acepte a nadie con las condiciones como la que estaba viviendo un miembro de la iglesia en flagrante fornicación con su madrastra. ¿Por qué Pablo habló en este sentido? Ya hemos dado algunos de los tópicos que podemos decir que en realidad fueron las causas para que Pablo ponga tanta firmeza al entregar el mensaje a los corintios, en este aspecto puntual. Y la pregunta que nosotros podríamos hacernos es ¿por qué hay personas que dicen ser cristianas y sus vidas no están siendo vividas como cristianos, como seguidores de Cristo, como lo que en verdad somos, teniendo a Cristo en nuestro corazón, teniendo a Cristo en nosotros, al Espíritu Santo habitando en nosotros, sellados por Su poder? Bueno, cuando revisamos el contexto de todas las religiones que no reconocen a Cristo como Señor, Salvador y Dios, es ahí donde radica todo el problema. Y para poderlo entender con mayor claridad, vamos a irnos a Primera de Juan 2.19, donde el apóstol Juan explica el por qué se dan estas circunstancias, dice, hablando de las personas que en un momento determinado salen de las iglesias o tienen una vida como la que se decretaba en Primera de Corintios, en el capítulo 5, es decir, no mostraban con sus hechos que son hijos de Dios. Estas personas, dice en Primera de Juan 2.19, salieron de nuestras iglesias, pero en realidad nunca fueron parte de nosotros. Debe haber sido así, si hubieran sido así, se habrían quedado con nosotros. Pero al irse, demostraron que no eran parte de nosotros. ¿Qué es lo que está diciendo el apóstol Juan? El apóstol Juan está diciendo lo mismo que dice Pablo, en algún momento, y lo mismo que dijo Cristo Jesús. No fueron salvos. Nunca fueron salvos. La primera parte para poder nosotros entender este mensaje, es mirar que somos pecadores. Si no se considera un pecador, automáticamente pasa a ser como un acto de injusticia delante de Dios. Claro, porque Cristo Jesús no se vino a poner en la cruz porque Él quería demostrar algo al mundo. No. Él vino a ponerse en la cruz, no necesitaba hacerlo, pero por amor a Su Padre, por amor a Su pueblo, por amor de todos nosotros. No era necesario que Él venga a morir en la cruz, pero lo hizo. ¿Por qué? Porque es justamente de lo que se trata. La justicia de Dios, la justicia de Dios, y lo voy a decir tres veces, la justicia de Dios es perfecta. Para tener una idea de la perfección de la justicia de Dios, debemos reconocer algunos de los sinónimos que nosotros en nuestro, digamos así, léxico o vocabulario manejamos. Justo es sinónimo de exacto, de sinónimo de preciso, la medida justa, el juicio justo, ni más ni menos, es decir, lo que merecemos, eso es el juicio, nos dan lo que merecemos de acuerdo a nuestras obras. Entonces cuando hay un juicio, hay algo que se tiene que medir, y de acuerdo a la medida de nuestros hechos, que buenos o malos, recibiremos el justo castigo o el justo reconocimiento. Esta es la idea general de lo que se llama un acto justo. Pero en la Biblia se dice que no hay ni un solo justo, ni aun uno, dice la Biblia. Cuando Abraham está tratando de convencer a Dios de que no destruya Sodoma y Gomorra, hace una cuenta regresiva desde que 50, cuando le dice, y si hay 50 justos, y Dios con una paciencia extraordinaria le dice a Abraham, no hay, y si hubiera, no la destruiría, y sigue bajando, bajando, bajando, hasta llegar a uno, y Dios le dice, si hubiera uno, no lo haría. Esta medida de Abraham, de la idea que tiene él de justicia, versus lo que es la justicia de Dios, es algo que Abraham no alcanza a entender, y por fe, Abraham dice, ok, eres tú, Señor, el que pone las medidas, eres tú el que pone la talla, como aquí dice. Yo no soy capaz de entenderlo, pero sé que tú eres perfecto. Si el sol decidiera en un acto de rebeldía apartarse de Dios y de su voluntario y de sus leyes, y se movería un medio grado hacia nosotros, todos moriríamos aterrados. Y si se alejaría un medio grado de nosotros, todos moriríamos congelados. Esa es la justicia de Dios. Él maneja ese nivel de exactitud. Es por esto que cuando tú escuchas personas que dicen, por ejemplo, fuiste salvo o has entregado tu vida a Cristo, pero tienes que hacer esto, no han reconocido su incapacidad de cumplir las leyes y la voluntad de Dios. Nosotros no tenemos esa capacidad. Es por esto que es necesario reconocer que Cristo Jesús es nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro Dios. Si no reconocemos esas tres condiciones de Cristo Jesús como el Hijo de Dios, desechamos todo tema de salvación. ¿Por qué? Porque muchos dirán, yo soy salvo y tengo que cumplir los mandatos para demostrar que soy el Hijo de Dios, para demostrar que soy un Hijo de Dios. Para decir que yo soy de Cristo, tengo que cumplir los mandatos de Dios. Bueno, te vas a terminar alejando de la iglesia, te vas a terminar empachando de buenas acciones de acuerdo a tu criterio, y posiblemente, y no posiblemente, seguramente vas a caer. ¿Por qué? Porque no es por nosotros lo que podemos cumplir los mandatos. Va a sonar un poco raro. Claro que tenemos que cumplir los mandatos cuando tenemos a Cristo en nuestro corazón. Claro que vamos a hacerlo, pero eso no es un acto que nos corresponde hacer a nosotros. Eso se da por la llenura del Espíritu Santo en nosotros. Él es el que hace que cumplamos los mandatos. Él es el que nos hace justos delante de Dios por la justicia recibida por Cristo Jesús, y mantenernos en ese nivel de justicia es la obra del Espíritu Santo de Dios. Ah, muchos dirán entonces, somos títeres y monivotes en las manos del Espíritu Santo de Dios y no somos más que marionetas en sus manos. Pues no, porque igual que Abraham, igual que muchos, no vamos a lograr alcanzar a entender la plenitud de lo que ocurre en nosotros cuando recibimos a Cristo Jesús. Sólo sé que cuando yo tengo ganas de ser un adúltero, ya no lo soy. No porque tengo ese grado de conciencia, sino porque es simple, sirvo a mi Señor con toda mi mente, con todas mis fuerzas, con todo mi ser, con todo mi corazón, y es que el Espíritu de Dios que habita en mí me llena, me redargúye, me exhorta, me lleva, me guía para el cumplimiento de toda la palabra de Dios. Es por esto que Cristo Jesús, cuando llegan y le dicen, Señor, en tu nombre sacamos demonios, en tu nombre profetizamos, en tu nombre sanamos, hicimos milagros, Él les dice claramente, no los conozco, apártense de mí, ustedes que han violentado y quebrantado los mandatos de mi Padre, que no hacen la voluntad de mi Padre, que pueden obrar maravillas, claro, aquel que anda como león rugiente buscando a quien devorar, es experto en mentira, es experto en falsedad y engaño, es experto en seducción. ¿Cómo se reconoce un billete falso de cien dólares de uno de verdadero de cien dólares, si nunca has visto un billete verdadero de cien dólares? No vas a saber cómo comparar, es igual. Si no conoces la verdad del Evangelio, ¿cómo vas a saber que tu vida está siendo regida por la verdad de Cristo y no el engaño de aquel de Satanás? Ahí están las diferencias. Entonces, es por esto que la vida cristiana no depende del cristiano, no depende de lo que tú hagas. Si tú crees que tienes una vida cristiana que se sostiene porque ahora eres bueno, empieza a replantearte esos pensamientos porque lo que tienes que hacer es volver a arrepentirte, el camino, la verdad y la vida, que es Cristo Jesús, y la verdad que nos muestra Él, sobre todo, es que no tenemos la capacidad para permanecer en una vida consagrada a Dios sin reconocer que los méritos son de Él y que tenemos al Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas. Ojo, que también se habla de contristar al Espíritu Santo de Dios, y esto es algo muy, pero muy peligroso, y Cristo dijo que una de las cosas que pueden ser imperdonables o lo que es imperdonable es blasfemar en contra del Espíritu de Dios. Haciendo cosas buenas en tu cabeza, pensando que son buenas, terminarás haciendo cosas malas. Este es el punto más álgido de todo esto. Nosotros todos los días debemos recordar que no merecemos tener esta oportunidad, pero que la tenemos por gracia de Dios. Recuerdan la historia de aquel siervo, entre comillas, que llegó a la presencia de Cristo Jesús después de treinta años y Él le dijo directamente, no te conozco, ni a ti ni a tu familia. ¿Qué podría pasar? Dios no lo permita. Si llegamos a su presencia y nos dice, no te conozco, ni a ti, ni a tus hijos, ni a nadie. Y yo tenía un rótulo en mi casa que dice, mi casa y yo serviremos a Jehová. Otro asunto. Es necesario todos los días leer la palabra de Dios, recordar las palabras de mi Señor Jesús, recordar que somos varro en Sus manos, recordar que si yo tengo algo de bueno que mostrar al mundo, no es porque yo tengo esa capacidad, es porque el Espíritu de Dios se manifiesta a través nuestro. Es un canal por donde sale toda la bendición de Dios hacia el mundo, pero que de ninguna manera puedo decir que yo estoy bendiciendo a las personas, o que yo estoy haciendo algo por Cristo Jesús. Absurdo, vergonzoso es decir que yo he sido capaz de hacer algo por Cristo Jesús. No creas esas historias, no eres. Si eres valioso, por supuesto. Si somos hijos amados, por supuesto. Si somos hijos puestos delante de Dios todos los días para que el Espíritu Santo de Dios actúe en nosotros, por supuesto. Pero eso no te hace especial, eso no te hace diferente a aquel que anda en el mundo buscando muchas cosas para llegar a tener entendimiento, y no hablo de aquel que ya está muerto y vencido, sino de personas que buscan, ansiosas, llenar ese vacío que sólo Cristo Jesús y el Espíritu Santo de Dios y Dios Padre pueden llenar. Entonces cuando no tienes una verdadera integridad, es decir, entero uno con Cristo, con el Espíritu Santo y con Dios Padre, empiezas a inventar religiones, empiezas a inventar doctrinas para decir, yo como cumplo esto, esto, esto, esto y esto, entonces sí soy cristiano. Y tú que no cumples esto, esto, esto, esto, no eres cristiano. Ah, tú crees en Cristo, bueno, yo creo en Mahoma, yo creo en X, en Buda, etc., etc., y ponemos al mismo nivel. Absurdo. ¿Por qué? Porque no es por obras, es por gracia. Y la fe sin obras estaría muerta. Y este es el punto exacto donde se quiebra todo. ¿Las obras de quién? Las obras del Espíritu Santo de Dios en nosotros. Por eso se habla del fruto del Espíritu, gozo, paz, paciencia, benignidad, templanza, fe. Es un solo fruto diverso en muchas expresiones. Pero si yo no tengo claro que no merezco tener todo ese regalo, pues la vanidad, el egoísmo y la soberbia que andan muy disponibles en este mundo harán lo suyo, vendrá el engaño, me sentiré seguro y caeré. Este es el mensaje que quería dejarles el día de hoy para reflexionar, que es nada más decir, esas personas salieron de nuestras iglesias, como está en 1 Juan 2, 19, pero en realidad nunca fueron parte de nosotros. De haber sido así, se habrían quedado con nosotros, pero al irse demostraron que no eran parte de nosotros. Conoces personas así, ora por ellos, para que el Espíritu Santo de Dios more en ellos. Si tienen a Cristo, y si en verdad entendieron de lo que se trata la salvación de Cristo Jesús, se arrepientan, lleguen a los pies de Cristo, y ahí sí empiecen una vida nueva, a caminar con Cristo, a caminar con el Espíritu Santo de Dios, para llegar a Dios Padre. Bendiciones. Gracias por ver el vídeo, suscríbete al canal y activa la campanita para no perderte más vídeos. 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