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This is the story of Millán, a shepherd boy who lived in a place in La Rioja, where the words of the stories were born. Millán was a monk who, as a child, used to shepherd with his grandparents in the Riojan mountains. He dug a cave to live in and do penance. His way of life and reputation for holiness attracted disciples, and he formed a monastic community in the 6th century. When Millán died, the monks continued his work, and the tomb in the cave where he lived became a sacred place and a center of pilgrimage. Millán's life is a story within the walls of Yuso and Suso, a universal story that speaks of words. In the monastery, the monks attended to the pilgrims and also worked at the desk with huge books called codices. One day, a very studious monk wrote magical words in Spanish between the pages of a codex. The book remained hidden for centuries in the monastery Esta es la historia de Millán, un niño pastor que vivió en un lugar de la Rioja, donde nacieron las palabras de los cuentos. Millán fue un monje que en los montes riojanos donde de niño pastoreaba con sus abuelos, excavó una cueva para vivir en su propiedad y hacer penitencia. Su forma de vida y fama de santidad atrajo a discípulos, con los que formó una comunidad monástica en el siglo VI. Cuando murió Millán, los monjes continuaron su labor y el sepulcro guardado en la cueva donde vivió se convirtió en un lugar sagrado y centro de peregrinación donde iban tombes y reyes para encomendar sus batallas. La vida de Millán es una historia entre los muros de Yuso y Suso, en una historia universal que habla de palabras. En el monasterio los monjes atendían a los peregrinos y además trabajaban en el escritorio con unos libros grandísimos que se llamaban códigos. Un día un monje muy estudioso escribió entre las páginas de un códice unas palabras mágicas en español, que era una lengua nueva y servía para entender el mundo. El libro permaneció oculto durante siglos en la biblioteca del monasterio, pero las palabras que somos almas inquietas tratamos de las páginas para ponernos al servicio del escritorio. El verdadero valor de San Millán son las palabras fojadas en ese escritorio del monje hasta formar lo que conocemos como la lengua española. Una lengua sin dueño para que pertenece al mundo. Ahora peregrinos y sabios visitan la tumba del santo para enmarcar sus palabras, y por eso San Millán de la Cogoya en la vieja es patrimonio de la humanidad.