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A group of friends decided to spend a weekend in a haunted village called Argote. They wanted to investigate the paranormal legends there. They arrived and explored the ruins, finding strange symbols and signs. They felt a cold breeze and became scared. They tried to leave but found the door locked. When they finally escaped, they discovered that four of their friends had disappeared and later found their bodies with dolls placed next to them. They reported the incident to the police but received no updates. Later, they saw a message on TV threatening them and their friends. They now live in constant fear, worried that something bad will happen to them. Un día, mis amigos y yo decidimos irnos a pasar un fin de semana a una casa rural en Argote, con la idea de hacer una reza por el chate, un pueblo que dicen que está maldito. Nosotros fuimos con la idea de pasar un fin de semana divertido, para investigar sobre las leyendas de fenómenos paranormales que allí se dice que sucedieron. Al llegar, todo nos pareció normal, un pueblo en ruinas con edificios derruidos menos uno, una antigua ermita totalmente completa. Nos podía tanto la curiosidad que decidimos quedarnos hasta que anocheciera para comprobar si la historia es como la contaban o fue imaginación en algún sueño. Anocheció y la luna brillaba, en su entero esplendor. Parecía que sabía que teníamos que iluminarnos y cuidar de nosotros. Decidimos pasear por las ruinas, unos más valientes que otros, unos riendo y otros respetuosos, pero ahí estábamos todos juntos. En una campa se veía un gran círculo con cuatro cruces bien marcadas. A Dani le recordaba a la silueta una nave espacial, Dani y su sueño de ser astronauta. A Bruno una pista para montar a caballo, Bruno y su sueño de ser gilipollas. A Marina circuitos de una carrera de coches. Pasando el paseo, al pasar bajo uno de los arcos en ruinas, Juan dijo que oyó la voz de una niña, pero pensábamos que era su imaginación, que le empezaba a entrar el miedo. Subimos por la colina y nos acercamos a un antiguo establo. Tras la puerta colgaba una herradura de un caballo junto con un mechón largo de pelo. La verdad es que ahí empezamos a sospechar algo, porque el pelo no parecía muy antiguo. Estaba bien conservado y pensamos en avanzar unos metros y meternos en las cuadras para seguir investigando. Y en una Lucas y Laura encontraron una vaca tumbada medio muerta con un charco de sangre reciente, como si hubiera parido en hace muchas horas. ¡Buf! ¡Qué mal rollo! Era un pueblo abandonado y despoblado. Salimos del establo más que corriendo. Bajamos la colina, casi casi volando hacia la ermita con la idea de refugiarnos. Una vez allí nos sentamos todos para tranquilizarnos, coger aire y pensar que había sido un sueño, pero no todos los habíamos visto. No podía ser un sueño común. Miré hacia atrás como buscando a mis amigos, para asegurarme que no les había pasado nada. Y Juan, Bruno, Alejandro, Pablo, Lucas, Guillermo, Dani, Laura, Patricia, Carla, Susana y Marina, todos, gracias a Dios, todos estaban allí. Unos estaban tiritando de frío, otros llorando, otros muy asustados del miedo que empezaba a apoderarse de nosotros. En un instante de silencio, apoderados por el asco, miedo o por las dos cosas, sentimos una especie de aire frío por encima nuestro, como si tuviéramos una corriente de aire encima. De repente, todos sentimos frío, como si la temperatura hubiera bajado unos cuantos grados. Algo extraño, algo anormal, algo que nos hizo empezar a tener miedo, a tener ganas de salir corriendo de allí. Inmediatamente. Pero algo nos impedía ponernos en pie, levantarnos. Eso nos empezó a dar más miedo aún. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué nos impedía ponernos de pie? Arrastrándome como una culebra por el suelo, llegué a la puerta, pero estaba cerrada. Algo increíble, porque unos momentos antes habíamos entrado por esa misma puerta. Y ahí me pregunté, ¿quién la había cerrado? Me la hacía atrás como buscando a mis amigos, para asegurarme que no les había pasado nada. Todos, gracias a Dios, todos estaban allí. Unos estaban tiretando del frío, otros llorando, otros muy asustados del miedo, empezando a apoderarse de nosotros. La luna empezaba a esconderse, ya no entraba la luz por las pequeñas ventanas de la ermita. Peor aún para nosotros. Bruno gritó. ¿Quién ha dicho eso? ¿Cómo sois capaces aún de gastar bromas? Nadie más había oído nada. De repente, Susana gritó también. ¿Quién ha sido? ¿Quién ha hablado? Y todos repitieron uno a uno. Era como si alguien fuera susurrándonos algo al oído de cada uno de nosotros. Escuchó de repente, en alto de la ermita, todos nos asustamos. Y al girarnos, para observar de dónde venía el grito del viento frío, nos golpeó en la cara. El viento iba con tanta fuerza que consiguió abrir la puerta de un solo golpe. Después de que se abriese la puerta, nos empezamos a asustar tanto, que empezamos a gritar y a correr por la ermita, para intentar buscar un sitio seguro. Pero no encontramos ninguno. Así que, casi sin pensarlo, pero con mucho miedo, decidimos irnos corriendo. Unos minutos más tarde, cuando ya nos habíamos relajado, decidimos hablar de la situación. Pero un rato después de empezar, nos dimos cuenta de que Dani, Guillermo, Laura y Susana habían desaparecido. Con preocupación y con mucho miedo, decidimos volver a subir por la colina, para dirigirnos a la ermita, porque ahí fue la última vez que nos vimos. Cuando llegamos, nos dimos cuenta de algo muy raro. La puerta por la que habíamos salido estaba completamente cerrada, y era imposible abrirla, y decidimos asomarnos por una de las ventanas para comprobar si nuestros amigos estaban allí. Así fue como vimos una de las peores imágenes de nuestras vidas. Nuestros cuatro amigos habían sido asesinados por alguien. Empezamos a llorar hasta que Lucas decidió volver a asomarse. Esta vez se fijó más, y se dio cuenta de que al lado de cada cuerpo de nuestros amigos había una muñeca diferente con la cabeza cortada. Al fijarnos en el cuerpo de las muñecas, nos recordó mucho al cuerpo de una muñeca de niña pequeña. Como estábamos tan atemorizados, decidimos irnos a la casa rural para coger nuestras mochilas e irnos cuanto antes. Durante el viaje, no fuimos capaces ni de hablar unos con otros de las atemorizades que estábamos. Cuando llegamos a nuestra ciudad, lo primero que decidimos hacer fue ir a las casas de nuestros amigos para comunicarles la noticia a sus padres y hermanos. Después de decírselo, fuimos todos juntos a la comisaría para contarles y que pudieran ver si podían hacer algo. En unos meses no tuvimos ninguna noticia de los asesinatos de nuestros amigos, hasta que un día estábamos celebrando un cumpleaños y decidimos encender la televisión, pero no sabíamos lo que iba a pasar. En la imagen que estaban poniendo se veía la ermita del chate. Se leía claramente esta frase esquita con algo parecida a la sangre. Vosotros os habéis olvidado, pero tarde o temprano os encontraré para daros vuestro merecido, al igual que vuestros amigos. Después de ver eso, decidimos irnos cada uno a nuestra casa para asegurarnos de que no nos pase nada, pero aún a día de hoy tenemos el miedo constante de que nos pase algo que ninguno deseamos.