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The story is about a mother goat who warns her seven kids about the wolf disguising himself. The wolf tricks the kids by disguising his voice and appearance, but they eventually realize his true identity. The wolf manages to catch all the kids except for the youngest one who hides in a clock. The mother goat returns and finds her house in disarray. She rescues her kids from the wolf's belly and fills it with stones. Later, the wolf falls into a well and the goats celebrate his demise. The mother goat and her kids live happily ever after. This story is narrated by Luciana AlbarracĂn, with Cristina Celis providing the voice for the mother goat and Luciana AlbarracĂn voicing the wolf and the kids. Las Siete Cabritas y el Lobo, autor, los hermanos Grimm. Érase una vez una cabra que tenĂa siete cabritas, a las que querĂa tan tiernamente como una madre pueda querer a sus hijos. Un dĂa quiso salir al bosque a buscar comida, le llamĂł a sus pequeñolas y les dijo, ¡Hijas, mĂas, me voy al bosque, mucho ojo con el lobo, pues si entra en la casa las devorará todas sin dejar ni un pedo! Es muy astuto, suele disfrazarse, pero lo conocerán enseguida por su ronca voz y sus negras patas. Las cabritas respondieron, ¡Tendremos mucho cuidado, Madrecita! DespidiĂ©ndose la cabra con un canasto y confiada, emprendiĂł su camino. No habĂa transcurrido mucho tiempo cuando llamaron a la puerta y una voz dijo, ¡Abran la puerta, hijitas, soy su mamá, estoy de vuelta y les traigo algo para cada una! Pero las cabritas se dieron cuenta que era el lobo por su ronca voz. Fue el lobo a la tienda y se comprĂł un buen trozo de yeso, se lo comiĂł para suavizar la voz y volviĂł a la casita, llamando nuevamente a la puerta, ¡Abrid, hijitas, su madre les trae algo, a cada una, abridme, hijas! Pero al lobo se le veĂan sus negras patas por debajo de la puerta y al verlas las cabritas exclamaron, ¡No te creamos! ¡No te creamos! ¡No tiene las patas negras como tĂş! ¡Es el lobo! CorriĂł entonces el muy frivĂłn a donde un panadero y le dijo, ¡Mira, me he lastimado un pie, Ăşntamelo con un trozo de mantequilla! Untada ya la pata de mantequilla, fue a buscar al molinero, ¡Buenas! ¡Échame harina blanca en el pie! El molinero, comprendiendo que el lobo tramaba alguna fechorĂa, se negĂł al principio, pero la fiera lo amenazĂł, ¡Si no lo haces te devolvo! El hombre asustado le blanqueĂł la pata con harina, volviĂł el rufián por tercera vez a la puerta llamando, ¡Hablan pequeñas! ¡Soy su madre querida! ¡Que está de regreso y les traigo buenas cosas del bosque! ¡Háblanme! Las cabritas contestaron, ¡Enseñanos la puerta! ¡Queremos asegurarnos de que eres nuestra madre! ¡Es el lobo! ¡Es el lobo! La fiera puso la pata debajo de la puerta y al ver ellas, que eran blancas, creyeron que era su madre y se apresuraron a abrir, pero fue el lobo quien entrĂł. ¡QuĂ© sobresalto! ¡Dios mĂo! ¡Y quĂ© prisas por esconderse todas! Una se metiĂł debajo de la mesa, la otra en la cama, la tercera en el horno, la cuarta en la cocina, la quinta en el armario, la sexta debajo del lavaplatos y la más pequeña en la caja del reloj de pared. Pero el lobo fue escondiĂ©ndolas una tras otra, sin esperar mucho tiempo, se las trajo a todas, menos a la pequeñita que oculta la caja del reloj, pudo escapar de sus garras. Ya ya ni satisfecho, el lobo se alejĂł rápidamente y llegando a un vertebrado, se echĂł a dormir a la sombra de un árbol. ¡Ah! ¡Eso está muy rico para dormir! ¡Ah! Al cabo de poco tiempo regresĂł a la casa la mamá cabra. ¡Santo Dios! ¡QuĂ© vengo! ¡La puerta abierta de par en par! La mesa, las sillas y bancos todo volcado y revuelto, el lavamanos roto en mil pedazos, las mantas y almohadas por el suelo. BuscĂł a sus hijitas, pero no aparecieron por ninguna parte, las llamĂł a todas por sus nombres, pero ninguna contestĂł, hasta que llamĂł a la Ăşltima cabrita, la cual con vocecita nerviosa dijo, ¡Abre querida! ¡Estoy en la caja del reloj! Sacándola de allĂ, la pequeña le explicĂł que habĂa venido el lobo y se habĂa comido a las demás. ImagĂnense con quĂ© desconsuelo lloraba la madre por la pĂ©rdida de sus hijitas, cuando ya no le quedaban más lágrimas. SaliĂł al campo en compañĂa de su pequeña y al llegar al prado vio al lobo dormido debajo del árbol, roncando tan fuertemente que hacĂa temblar la rama. Al observarlo de cerca, le pareciĂł que algo se movĂa y agitaba en su abultada barriga. ¡Válgame Dios! pensĂł. ÂżY si eran mis pobres hijitas? ÂżQue te las has tragado y están vivas aĂşn? Y enviĂł a la pequeña a casa a toda prisa en busca de tijeras, aguja e hilo. AbriĂł la panza al monstruo y apenas habĂa empezado a cortar cuando una de las cabritas asomĂł la cabeza. Al seguir cortando, saltaron las tejas afuera, una tras otra, todas vivitas y sin daño alguno, pues la bestia en sus manos comerĂa las que habĂa tragado el perro. AllĂ era de ver su felicidad, con cuánto cariño abrazaron a su mamita, brindando emociĂłn, pero la cabra dijo, ¡Vengan ahora las piedras! ¡Llenaremos con ellas la panza de esta condenada bestia! ¡Aprovechando que duran! Las siete cabritas corrieron en busca de piedras y las fueron metiendo en la barriga, hasta que ya no ocupiera más. La madre cosiĂł la piel rápidamente, que la fiera no se dio cuenta ni nada y hizo el menor movimiento. Terminada ya su siesta, el lobo se levantĂł y como las piedras que le llenaban el estĂłmago le dierten mucha fe, caminĂł hacia un pozo para beber. Mientras andaba moviĂ©ndose de un lado a otro, las piedras en su panza chocaban entre sĂ, con un gran ruido por lo que llamĂł. ÂżQuĂ© será este ruido? ÂżQue suena en mi barriga? ÂżEn mi barriga? CreĂ que eran esas seis cabritas, mas ahora parecen piedritas. Al llegar al pozo e inclinado sobre la orilla, el pezo de las piedras lo arrastrĂł y lo hizo caminar. ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Me estoy ahogando! El lobo gritĂł pidiendo ayuda, pero nadie lo ayudĂł. No ayudĂł. ViĂ©ndolo las cabritas, acudieron corriendo a la orilla del pozo y dijeron una palabra. ¡El lobo está muerto! ¡El lobo está muerto! ¡El lobo está muerto! ¡El lobo está muerto! Todas juntas empezaron a bailar y a saltar. A partir de ese dĂa la mamá cabra y sus siete cabritas estudiaron una vida feliz y tranquila en su cabaña del bosque. Fin. Este es un podcast narrado por Luciana AlbarracĂn. Voz, Cabrita. Luciana AlbarracĂn. Voz, Mamá Cabra. Cristina Celis. Voz, Lobo. Luciana AlbarracĂn. Cabritas. Familias AlbarracĂn Celis.