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Predicación del domingo 13 de agosto Horizonte Tequisquiapan. Predicador: Marcelino Muñoz
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Predicación del domingo 13 de agosto Horizonte Tequisquiapan. Predicador: Marcelino Muñoz
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Predicación del domingo 13 de agosto Horizonte Tequisquiapan. Predicador: Marcelino Muñoz
We are a church that trusts, walks, and communicates with Christ. Join us every Sunday. We want you to know and feel loved, part of a family, a body in Christ. It's not about a brand, name, pastor, or person, but about the body of Christ seeking Him and His Word. Our identity is important, and the Bible teaches us who we are. We must be alert to the voices we listen to, worship only God, and trust in Him. Jesus' temptation in the desert teaches us the importance of our identity as children of God. Remember who you are in Christ. Somos una iglesia que confía, camina y comunica a Cristo. Acompáñanos domingo a domingo. Te esperamos. No les voy a regañar ni nada, ¿no? Pero justo la idea de venir es... Queremos también que sepan y sientan que son amados, que son parte de una familia, de un cuerpo en Cristo y que al final del día, sin importar si nos reunimos en Horizonte Centro allá en Querétaro, en La Carpa, en El Marqués, en Tequiciapan, Villahermosa, donde sea, al final del día esto no se trata de una marca o de un nombre o de un pastor o una persona, sino del cuerpo de Cristo buscando justamente a Cristo, buscando justamente su Palabra y siendo edificados en amor, siendo edificados en sus mandatos y en su camino. Entonces, dicho eso, acompáñenme a comenzar este tiempo de la mano del Señor. Mi Dios, te damos gracias por lo bueno que eres y porque has sido fiel. Te damos gracias porque tú continúas hablando y continuas edificando tu iglesia. Señor, te doy gracias por esta preciosa iglesia que tú has levantado en Tequiciapan. Gracias, Señor, porque aquí podemos encontrar un lugar de gozo, un lugar de alegría, un lugar de formación, un espacio seguro para confesión, para arrepentimiento, para relacionarnos contigo y para aprender de ti. Ayúdanos ya tarde, Señor, a poder abrir el corazón y estar atentos a tu Palabra para que realmente podamos estar con ti. Te lo pido en Cristo Jesús y juntos decimos AMÉN. Bien, hay una pregunta que a simple vista o de manera sencilla podríamos responder con una respuesta igual, simple. Pero cuando tratamos de responder a detalle, a conciencia, nos damos cuenta de que en realidad no es algo tan fácil, tan sencillo de responder. Y la pregunta es esta. ¿Quién eres? Cuando alguien te pregunta quién eres, normalmente lo más común es que comencemos con nuestro nombre. ¿Quién eres? Soy Rodrigo. Ah, qué padre, pero ¿quién eres? Ya me dijiste tu nombre, pero ¿quién eres? No, bueno, mira, soy Rodrigo y voy a ser amable con mi Roy. Tengo 31 años, ¿no? Fui muy amable. Pero ya, sinceramente, tengo más como 46, algo así, ¿no? Ok, ya me dijiste tu edad, pero ¿quién eres? Y después comenzamos a hablar de nuestros gustos, de lo que tenemos, de lo que hacemos, ¿no? Soy Marcelino, tengo 31 años, soy pastor, trabajo en mercadotecnia, tengo una esposa. Está padre. Pero realmente, ¿quién eres? Más allá de los gustos, más allá de tu edad, más allá de números o métricas o identidades, realmente necesitamos entender lo que la Biblia habla acerca de nuestra identidad. Lo que la Biblia habla acerca de quién soy yo. Identidad es un concepto padre porque hoy día los psicólogos lo resumen como el conjunto de características, valores y creencias que hacen que una persona sea única. Repito, conjunto de características, valores y creencias que hacen que una persona sea única. Y está interesante porque esta sociedad incluso busca enseñar a las personas que ellos pueden o podemos construir nuestra propia identidad. De tal manera que tienes a chavitos que dicen no, es que yo me identifico con una niña. Tienes a chicas que se identifican con hombres. Tienes a adultos que aunque no lo dicen, su comportamiento muestra que siguen siendo adolescentes. Porque hay toda una distracción alrededor de esta pregunta. ¿Quién soy? Y cuando olvidamos quiénes somos en realidad, cuando no tenemos claro este concepto, entonces no importa cuánto tiempo tardes en caer el último soldadito, pero la batalla ya está perdida. Hay una historia muy interesante en la Biblia, en el Evangelio de Lucas, en el capítulo 4, del verso 1 al 13. Te voy a pedir que por fa, puedas abrir tu Biblia ahí, Lucas 4, del 1 al 13. Y esta es una historia muy interesante porque muchas veces se nos ha presentado como la tentación de Jesús. Y sí, tiene que ver con esto. Pero hoy yo quiero invitarte a que podamos ver esta batalla de una manera diferente, que podamos ver esto como una batalla de identidad. Entonces Lucas capítulo 4, déjame leerlo para ti, dice así, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto, por cuarenta días siendo tentado por el diablo, y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo, si eres el hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan. Jesús respondió, escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre. El diablo le llevó una altura y le mostró en un instante todos los reinos del mundo, todo este dominio y su gloria, te daré, le dijo el diablo. Pues a mí me han sido entregados y a quien yo quiera se los doy. Por tanto, si te postras delante de mí, todo será tuyo. Jesús respondió, escrito está, al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás. Entonces el diablo lo llevó a Jerusalén y lo puso sobre el pináculo del templo y le dijo, si eres hijo de Dios, lánzate abajo desde aquí, pues escrito está, a sus ángeles te encomendará y en sus manos te llevarán para que te guarden, para que te pierdan otra pieza en piedra. Entonces Jesús le respondió, se ha dicho, no tentarás al Señor tu Dios. Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó esperando un tiempo oportuno. Esta maravillosa historia nos enseña que quienes somos hijos de Dios, debemos estar alerta en cuanto a nuestra identidad en tres áreas clave que tú y yo vamos a estudiar esta mañana. Número uno, ¿a quién le creemos o qué voz escuchamos? Número dos, ¿a quién adoramos? Y número tres, ¿en quién confiamos? Entonces déjame comenzar dándote un poco de contexto, porque cuando hablamos acerca de esta porción y cuando hablamos acerca de la tentación es muy fácil caer en el tradicionalismo de decir, diablo cochino, de mí no te vas a burlar, ¿no? Y entonces como culpar a todo lo que pasa a nuestro alrededor, a todo lo que ocurre en nuestras vidas, como es que el diablo es malo, ¿no? Y sí es. Es que el diablo me anda persiguiendo, yo creo que anda bien activo. Sí es. Pero la realidad es que cuando ponemos directamente sobre él el peso de todo lo que ocurre en nuestras vidas, nos olvidamos de que aún por encima de la actividad del diablo está nuestro glorioso Dios, quien controla absolutamente todo, y por eso repito, si nos olvidamos de nuestra identidad como hijos suyos estamos suficientemente distraídos como para perder. Déjame explicarte por qué digo esto. Porque el capítulo 1, pero en versículo 1 comienza diciendo que Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió al Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto, y ahí fue tentado. Hay cuatro cosas que me gustan mucho de este texto y que es importante que tú y yo tengamos como contexto. La primera, Jesús está lleno del Espíritu Santo. Jesús no empieza su batalla por la vida, por la identidad, por la santidad, por la fe, por fidelidad a Dios. Jesús no empieza su batalla sin primero ser lleno del Espíritu Santo. De hecho, esta porción es importante porque adelante de aquí, poquito después, se marca el inicio del ministerio terrenal de Jesús. Y antes de iniciar su ministerio, lo que ves de Jesús no es y fue al instituto bíblico, y tomó tal discipulado, y fue a tal iglesia, y ya estuvo pastoreando no sé dónde, ya estuvo sirviendo en tal, y sirvió en anfitriones, y sirvió en... No, no, no, no. Lo primero antes que cualquier cosa es Jesús es lleno del Espíritu Santo. La segunda cosa importante es que Jesús viene regresando del Jordán. El texto nos dice, venía regresando del Jordán. En Lucas, capítulo 3, verso 21, un poquito más adelante, puedes ver que el motivo por el que Jesús va al Jordán es porque ahí Jesús es bautizado. Y esto es interesante, porque el bautismo básicamente era una muestra pública de que una persona había renunciado a su vida de pecado y ahora quería ser reconocido públicamente como un discípulo de Dios, como un seguidor de Dios, como un hijo de Dios. Ahora, Jesús no tenía pecado. Jesús no tendría por qué haberse formado en esa fila. Pero 1 Corintios, capítulo 15, verso 3 en adelante enseña que Jesús vivió la vida perfecta que tú y yo no podíamos vivir para que tú y yo pudiéramos ser aceptados por el Padre y pudiéramos caminar en fe. De tal manera que Jesús, aún en este simbolismo, nos representa y se forma en esta fila donde él no tenía pecado. Llega con Juan, Juan le dice, oye ¿tú quieres que te bautices? Y yo no soy digno ni siquiera de agacharme hasta amarrarte los huaraches. Y Jesús dice, es necesario que esto pase. Jesús es bautizado y el cielo se abre y se escucha la voz de Dios que le dice a Jesús tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia, en ti me gozo, en ti me deleito, en ti me alegro. Lo primero que Dios hace antes de que Jesús inicie su ministerio terrenal, es recordarle su identidad. Es recordarle quién eres, quién es. ¿Te das cuenta que Dios no le dice, tú eres Jesús, tienes 30 años, naciste en Nazaret, te gustan los perros, tu comida favorita es el pan pita? ¡No! Él le dice lo verdaderamente importante, tú eres mi hijo amado y yo me deleito en ti, me alegro en ti, antes de que siquiera hagas un milagro. Antes de que conviertas el agua en vino, antes de que sanes personas, incluso antes de que cargues el peso de la cruz, porque eres mi hijo y te amo. Número 3, Jesús no llega al desierto por accidente. No es un tema de que Jesús va como caminando rumbo a su casa después de ser bautizado y se mete mal en una calle, le falla la señal del Waze y ¡pum! Termina en el desierto. ¡No! El texto dice y fue llevado por el Espíritu al desierto. Es decir, que toda la escena que tú y yo vamos a ver, pese a todo lo que podamos pensar, no se escapa en ningún segundo del control de Dios. Pero ¿cómo? Dios permitió que Satanás se le acercara a Jesús. ¿Cómo es posible? Sí, porque Dios sabe que Satanás ya está vencido. Porque Dios sabe que nada puede separarnos del amor glorioso y perfecto del Señor. Romanos 8 enseña esto. Ni lo alto, ni lo profundo. ¡Nada! Nada puede separarnos del amor de Dios. De tal manera entonces, que Jesús tiene clara su identidad desde el inicio de la batalla. Y eso le va a sostener a lo largo de la misma. Y número 4, piensa en las condiciones de Jesús. Él está por 40 días y 40 noches siendo tentado, no comiendo. Y el texto me dice que Él tuvo hambre. Jesús está en un estado de vulnerabilidad. De debilidad. ¿Sabes? ¿Cuántos de nosotros hay que cuando tenemos hambre o estamos de mal humor, o no me hable, o ya tengo prisa, ya quiero llegar, no? ¿Cuántos de nosotros termina el servicio y se ríen? Claro, sí, sí, sí. Es mi gente, yo los entiendo. Pero termina el servicio y no quiere saludar a nadie porque ya tienes hambre. Y dice, ya me quiero pelar las quecas. Entonces, vámonos de una vez. Dejas por ahí a lo cual el hermano Juanito, no sé si acercas. Hermano, pum, te vas. No, ni lo pelas. Y a veces ponemos esas cosas como excusa. Es que tengo hambre. Por eso estoy de malas. Es que tengo mucho estrés en el trabajo. Es que no alcanzo la quincena y eso me tiene preocupado y por eso soy gandalla con mi esposa. Es que no he comido, es que no he dormido, es que no he descansado, es que lo que quieras. Y en nuestro momento de vulnerabilidad nos permitimos pecar, nos permitimos fallar a Dios y a la gente que nos rodea, excusándonos en nuestras circunstancias. Pero, como dije al inicio, esta historia gloriosa de la tentación nos va a mostrar que nuestra identidad tiene mucho más peso de lo que pensamos y que nuestra circunstancia no puede y no debe determinar quién tú y yo somos y cómo tú y yo actuamos. ¿Vamos bien hasta ahí, familia? Sí. Ok, gracias. Gracias por contestar. Número uno. ¿A quién le creemos? ¿A quién le creemos? En este momento de vulnerabilidad de Jesús, verso 3 enseña, entonces el diablo dijo, si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan y Jesús respondió, escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda la palabra que venga de Dios. Ok. Como te decía hace un momento, Jesús viene de ser bautizado, de que la identidad sea reafirmada, de que la voz de Dios le haya dicho, tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia. Y este es un momento glorioso porque el Padre está afirmando a Jesús como su hijo. Le está diciendo, antes de que hagas algo, antes de que hagas un milagro, antes de cualquier cosa, yo ya estoy complacido contigo. Como te dije hace un momento, el Padre reafirma la identidad de Jesús. Otra teoría que se nos ha presentado como tentación muchas veces, quizá, a veces sobrevolándola, olvidamos un detalle importante. Y es que la tentación no está relacionada al hambre de Jesús. La tentación está relacionada a la persona de Jesús. Déjame explicarte esto. Piensa en esto. ¿Realmente es malo? ¿Es pecaminoso que Jesús convierta piedras en pan? ¿Hay algo de malo en que un hombre que tiene hambre coma? ¿Hay algo de malo en que alguien que tenga una necesidad sacie esa necesidad? La realidad es que no. O sea, el pan, las piedras, el hacer el milagro per se, no está mal. ¿Jesús tiene el poder de convertir piedras en pan? Sí, porque es Dios, puede hacer lo que quiera. Pero el asunto no es la comida. El asunto no es la circunstancia. El asunto es que Satanás le dice, si eres hijo de Dios, pruébalo. Si eres hijo de Dios, ¿por qué tienes que sufrir? ¿Por qué tienes que pasar hambre? ¿Por qué tienes que estar débil, vulnerable? ¿Por qué tienes que hacer este ayuno? Si eres hijo de Dios, solucionalo. A ver, pruébalo. La primera carta de Satanás justamente es atacando a la identidad de Jesús. El hecho de que Jesús convirtiera una piedra en pan, per se, no es pecado. La verdadera tentación es que el padre acaba de decirle, tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia. Y Satanás llega y dice, a ver si es cierto. A ver si es cierto. Pero esto no es algo nuevo. Eso es exactamente lo que ocurrió en Génesis. En Génesis 2, 16 y 17, la instrucción de Dios para Adán es clara. El Señor Dios ordenó al hombre, de todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal porque el día que de él comas, ciertamente morirás. La instrucción es sencilla. De todo lo que hay puedes disfrutar. Solo de este, abstente. De este no participes. Guárdate de este. Y me encanta que Dios siendo Dios, no teniendo nada que explicar, no teniendo nada que demostrar, no teniendo nada que probar, todavía le da la explicación a Adán. Dios no llega y pone una imposición gandalla. Yo me frustra muchísimo cuando papás, por favor no hagan esto, generan niños frustrados. A mí me frustraba muchísimo cuando yo estaba chiquito y yo quería entender realmente la instrucción de algo que me decía mi mamá. Y yo decía, pero ¿por qué? Y mi mamá me decía, porque soy tu madre. Eso no es una razón válida. Eso no es una explicación. Eso no es una respuesta humilde. Pero Jesús nos muestra humildad. El Padre de todos nos muestra humildad. Dios mismo, pudiendo haberle dicho a Adán, así es la cosa porque yo creé, le den punto, le dice, esto es por tu propio bien. Es porque el día que de él comas, ciertamente morirás. Un poquito más adelante en tu Biblia, la serpiente, que era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor había hecho, dijo a la mujer, con que Dios les ha dicho no comerán de ningún árbol del huerto, la mujer respondió a la serpiente, del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto Dios ha dicho, no comerán de él ni le tocarán para que no mueran. Y la serpiente dijo a la mujer, ciertamente no morirán. Entonces, lo que Dios te dijo no es cierto. Quiero revisar un par de cosas aquí que pueden ser sutiles, pero son importantes. La primera es que Dios le da una instrucción directa a Adán, y hay tres palabras claves ahí, de todo puedes comer, pero de este no, porque si lo haces mueres. Hay un permiso, hay una libertad, de todo puedes, hay una prohibición, de este no. Y hay una explicación, porque esto va a pasar. Pero Eva, en lugar de simplemente aferrarse a lo que Dios le ha dicho, a la instrucción que sí tienen de su Creador, ella se pone a negociar con la serpiente. Se pone a platicar, o sea, imagínate esto. Si yo un día estoy en mi casa, y le sirvo croquettes a mi perro, y mi perro me dice, oye, ponle más, porfa. Yo amo a mi perro, pero ese día salgo corriendo de mi casa. O sea, ese día rompo todos los récords de velocidad habidos y por haber, porque no me voy a poner a platicar con un perro. Pero a Eva, se le hizo casual ponerse a platicar con la serpiente. Y le dice, con que Dios les ha dicho que de ningún árbol pueden comer. Y en lugar como de correr, huir, reprenderla, llamar a Dios, hablarle a Adán, se pone a platicar. Y dice, no, no, no, eso no dijo. Pero entonces, Eva responde a algo que Dios tampoco dijo. Porque dijo, no, de los árboles sí podemos comer. Solo de este Dios dijo, ni lo toquen. Dios no les había dicho. Y por prestar atención a la serpiente, de repente la duda entra en su corazón cuando la serpiente le dice, ciertamente no morirán. Repito, esencialmente, lo que Dios te dijo no es cierto. Y como te decía hace un rato, si Satanás logra hacer que tú y yo nos distraigamos o dudemos de lo que Dios nos ha dicho, particularmente en el tema de nuestra identidad, entonces la batalla ya está perdida. Porque si tú y yo olvidamos que somos hijos de Dios, entonces sí estamos entregados a una vida de pecado. Si tú y yo olvidamos por qué venimos a la iglesia, entonces podemos quejarnos del calor, de que si está lejos, de que si es domingo prefiero dormir, de que si hay tráfico en Texas porque es pueblo mágico, lo que quieras. Si tú y yo nos olvidamos de por qué hacemos lo que hacemos, si tú y yo nos olvidamos de quién somos en Cristo, entonces estamos entregados a una vida de pecado. Entonces yo voy a vivir adictazo a la pornografía, adictazo al alcohol, adictazo al tabaco, adictazo a la adrenalina, a las apuestas, a cualquier estímulo que haga que mi corazón palpite un poquito, porque se me olvida que mi corazón solamente debe derretirse ante la presencia de mi Señor. De tal manera que, repito, comer pan no es pecado, gloria a Dios por eso. Jesús podía haber comido pan, pero Jesús tenía claro por dónde venía el ataque. Este cuate quiere poner en duda lo que Dios ya claramente me dijo a mí. De tal manera que Jesús tiene tan claro esto que Él responde, escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda la palabra que venga. Me encanta esto. Jesús responde con lo que Dios sí ha dicho. Jesús no negocia como Eva con la serpiente. Jesús tajantemente dice, eso no es verdad, la verdad es esta. Hay muchas veces en las que tentación va a venir a mi cabeza, va a venir a mi corazón, va a haber estímulos externos, van a haber voces que me digan, nadie te ve, aquí nadie te conoce. Vamos, todo el mundo lo hace. Ay, ¿apoco en tu trabajo los demás no tienen una casa chiquita? Todos tienen amante, tú también puedes. Y ante esa voz tuya no podemos negociar, ante esa voz tuya tenemos que ser tajantes. No, la verdad es esta, escrito está esto, Dios me ha dicho esto, y esta es la voz que escucho, esta es la voz a la que le creo. Va a haber voces a tu alrededor, va a haber ruidos a tu alrededor, va a haber instrucciones a tu alrededor, pero solo una es verdadera. Solo una es verdadera. ¿Quieres una buena evaluación de qué es lo que crees? Piensa en qué voz tú obedeces. ¿Obedeces clara y firmemente a la voz de Dios? ¿Obedeces a lo que Él te dice en su palabra? ¿O le haces caso a la ansiedad, el afán, el temor, la incertidumbre, las noticias, las redes sociales, tu compadre, la gente en tu trabajo, que si esta dura la crisis, que si con este gobierno, que si tal? ¿A qué le haces caso? ¿En qué estás confiando? Satanás va a intentar con todas sus fuerzas hacernos dudar. Pero tú y yo tenemos que estar seguros y firmes en la verdad. No en lo que creemos, no en lo que sospechamos, en lo que Dios nos ha dicho. Por eso es que hacemos esto, familia. Por eso nos reunimos el domingo y estudiamos la palabra. Algo que me encanta es si tú pasas suficiente tiempo en una iglesia, vas a estudiar toda la Escritura en los domingos y de repente te vas a decir ay mira, otra vez vamos a estudiar Marcos porque ya llevas 20 años en la misma iglesia. Gloria a Dios por eso. Gloria a Dios porque vuelvas a estudiar Marcos. Porque las instrucciones bíblicas no pierden vigencia, no pierden importancia y son un recordatorio constante al cual tú y yo debemos aferrarnos para que no el domingo cuando estás aquí escuchas y dices ah que padre eso ya lo había escuchado, si alguna vez un pastor lo dijo en tal, si yo creo que eso ya lo había predicado pastor Hugo antes, ah que padre. No, no, no. No me importa quien lo predicó, no me importa de quien te acuerdas, no me importa si te acuerdas del chiste que conté o no. Lo importante es que el jueves en la tarde cuando recibes esa llamada que te saca de balance tú puedas acordarte, escrito está. Para que cuando recibas esa noticia que no quieres recibir, tu corazón en lugar de ser sacudido y enojarse contra Dios pueda mantenerse firme. Ayer daba una capacitación de consejería allá en Horizonte y hablábamos acerca del duelo, ¿no? Y por ejemplo en el mundo de la psiquiatría hay cinco etapas del duelo, negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Y está interesante porque la gente normalmente reacciona en negación. Cuando pasa una noticia de shock normalmente dices como es que esto no puede ser real. O se siente como si estuviera viviendo una pesadilla. Establece que esa persona está evadiendo su realidad. O personas que de plano como que contienen sus emociones, congelan las emociones y tú las ves como en una sola pieza, ¿no? Como intras, como... No pasa nada. Pero dices, ¿por qué estás tan normal? No deberías estar normal. Deberías estar gritando, llorando, sacudiéndote porque pasó algo grave, ¿no? Pero esas personas están así como intentando guardar la compostura y dicen estoy tranquilo, estoy tranquilo. La segunda etapa es la ira porque justamente cuando las emociones empiezan a procesarse y cuando te empiezas a dar cuenta de que la ausencia o la pérdida es real el enojo viene. En frustración e impotencia porque no pude hacer nada para impedirlo o porque me rebasó o porque fue un descuido y entonces empiezo a sentir culpa y una forma en la que naturalmente las personas queremos desecharnos de la culpa o deshacernos de la culpa es poniendo la culpa en alguien más. Y tú puedes verlo también en Génesis. Adán, ¿qué hiciste? ¿Comiste del fruto que te dije que no comieras? Y Adán dice, Dios, la mujer que tú me diste. Esencialmente esto es tu culpa, Dios. Yo estaba bien pero no estaba bien porque justamente Eva llega porque Dios ve al hombre y dice no es bueno que el hombre esté solo y en su sabiduría Dios trae a esta mujer para con él y entonces en cuanto algo sale mal y le explota en la cara la respuesta de Adán es echarle la culpa a aquel que le dio a esa mujer. Dios viene con la mujer y le dice Eva, ¿qué hiciste? Y Eva dice, la serpiente que tú creaste, Dios. Y la serpiente ya no tenía a quien echarle la culpa. Pero muchas personas se amargan contra Dios o nos amargamos contra Dios o nos enojamos contra Dios cuando las cosas no salen como queremos. Pero es porque nos estamos olvidando de que Dios tiene un plan superior a lo que yo alcanzo a ver. Dios tiene un plan que muchas veces ni nos imaginamos. Cosas que nos sorprenden porque Él es Dios. Pero si basamos nuestra fe en nuestra circunstancia en lo que vemos, lo que hay alrededor entonces nuestra confianza se verá menguada y otras voces tomarán relevancia otras voces tomarán importancia otras voces serán más escuchadas y entonces esas voces que escucho más son las voces que voy a obedecer más. Repito, el problema es que a veces no nos damos cuenta. A veces nominalmente decimos, oye, ¿tú qué onda? Yo soy Marcelino, soy cristiano. Soy cristiano hace 20 años. ¡Órale, qué padre! ¿Y qué leíste en tu Biblia esta mañana? No leí nada hoy, pero soy cristiano. Bueno, ¿qué leíste ayer? Bueno, la neta es que no leo tanto la Biblia pero a mí me gustan las alabanzas. ¡Órale, qué padre! ¡Qué alabanzas! No, mira, hay una canción de Ricardo Montaner. Y llevarte a la cima Brother, porque diga cielo no significa que es cristiano. Pero es que es tan bonita, pastor, porque dice Yo te juro que arriba te amaré más ¡Ay, qué lindo! Es que, brother, no. En el cielo no vas a estar amando más a una mujer. Vas a estar badeando por Dios. Vas a estar sorprendido de sus maravillas. Y yo espero que en gracia ni te acuerdes de Ricardo Montaner. A veces decimos, no, es que yo soy cristiano. ¿En serio? ¡Guau, qué padre! Oye, ¿a quién le has compartido el Evangelio últimamente? No, pastor, es que dije que soy cristiano, no evangelista. No se pase, ¿no? Bueno, no sé si ubicas, pero la gran comisión es para todos. Todo aquel que se considera un discípulo, un seguidor de Cristo Desea darlo a conocer. Porque una vez que tú pruebas algo delicioso, quieres que todos lo prueben. La vez pasada que vine, en marzo, el pastor Hugo nos llevó unas quesadillas. Bueno, yo traje a toda mi gente hoy con la esperanza de que podamos ir a las quesadillas después. Yo dije, ya, aguántame predicar una vez más, pero después vamos a las quesadillas. Vale la pena. Cuando tú pruebas algo que vale la pena, quieres que otros lo prueben. Así que no depende si eres pastor, evangelista, maestro, tienes un ministerio, fuiste a un instituto. No, no, no. Depende, ¿realmente has probado? ¿Realmente has disfrutado? ¿Realmente hay gozo en tu corazón de saber que le perteneces a Dios y confías en Él? Esa es la voz que escuchas y últimamente esa es la voz que repites. Cada generación tiene su música y personas que sobresalen en el medio y tal. Y cada generación tiene como sus canciones, ¿no? O sea, tú, si estuviéramos ahorita en la clase de niños, y yo hubiera salido con este ejemplo de tan enamorado, no, los niños no. Ellos escuchan Baby Shark y cosas por acá, ¿no? La gallinita pintadita y esas cosas. Pero aprenden eso porque lo escuchan. Porque constantemente, porque les rodea, porque resuena en sus cabezas. Porque constantemente hay una repetición. Por eso es que tú y yo venimos a la palabra constantemente. Por eso es que tú y yo queremos escuchar la voz de Dios constantemente para reconocerla. Para poder saber, ¡ah, mira, de esto se trata! Y cuando llega la prueba, cuando llega la tentación, poder responder correctamente. Lo más importante, adorar correctamente. Déjame pasar al segundo punto. En el verso 5 en adelante dice, Le llevó el diablo a un monte alto y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo al diablo, a ti te haré toda esta potestad y la gloria de ellos porque me has sido entregada. Yo te la doy. Si tú, postrado, me adoras, todos serán tuyos. Presta atención a esto. Si a ti te caen mal los vendedores de seguro, que ya les dijiste no gracias y te siguen diciendo, pero por qué, no gracias, pero por qué, no sé qué. A ver, cuenta. No gracias y les terminas colgando. Eso tampoco es nuevo. Satanás era así. La Jesús ya le acaba de decir, ¡no! La palabra dice esto y el cuate viene otra vez. Oye, pero mira, te voy a dar todo esto. Si, postrado, me adoras. Satanás, no conforme con lo que acaba de suceder, utiliza otra de sus estrategias comunes. Que es ofrecerle a la gente lo que ya tienen con Dios, pero sin Dios. En Génesis, en esta escena de la famosa fruta prohibida, o la manzana de la discordia, si quieres ser tradicional, aunque no está aprobado que sea una manzana. Pero, en esta escena, después de, nada, no es cierto, no se van a morir, Satanás le dice a Eva, Dios sabe que si comen de ese fruto van a ser como Él. Por eso no quiere que lo comen. Y la Eva, toda curiosa, va y come. Pero Eva ya era como Dios. Porque Génesis 1.26 dice, hagamos al hombre conforme a nuestra imagen y a nuestra semejanza. No era algo nuevo. Era algo que Eva ya tenía con Dios. Era algo que Dios ya le había dicho, ya le había dado. Era algo como Dios así la creó. Pero Satanás ofrece lo mismo que ella ya tiene, pero sin Dios. Con Jesús es lo mismo. Él le muestra la gloria de los reinos y le dice, todo esto que voy a darte, postrado, me adoras. Pero Jesús ya tenía todo eso. Porque Jesús es el homigénito de Dios. Juan 1.1 dice que en el principio, él ya estaba con Dios. Él ya estaba junto a Dios. Y que todo lo que existe, que todo lo que ha sido hecho en Él, fue hecho. Que Él tiene la autoridad, el dominio, la potestad, la preeminencia, en todo Colosenses 1.15. Todo lo que hay, le sirve a Jesús. Salmo 119, verso 94 en adelante. Enseña esto por tu ordenación subsiste en todas estas cosas, porque todas ellas te sirven de generación en generación en tu fidelidad. Todo esto es para tu gloria. Jesús ya tenía eso. Pero Satanás juega una carta con la que muchas veces nosotros perdemos inmediatez. ¿Jesús todavía tenía por delante suyo su ministerio terrenal? ¿Jesús tenía todavía por delante suyo sus juicios injustos? ¿Tenía por delante suyo la cruz? ¿Beber la copa de la ira de Dios? ¿Y la recompensa eterna de la que habla Hebreos 12? Pero Satanás le dice, no, no, tú adórame ahorita y ahorita yo te doy toda la gloria. Y muchas veces, ¿cuál tarjeta de crédito, brother? Nosotros hipotecamos nuestro futuro con tal de disfrutar del presente. ¿Ubicas alguien así? O sea, que no hay dinero, pues dices, tarjetazo y vámonos, ¿no? 12 meses sin intereses y los próximos 12 meses va a estar pagando la tele que ya rompió tu hijo. Pero tú la sigues pagando, o la compu que te robaron, eso es frustrante. Pero la sigues pagando porque hipotecaste tu futuro por disfrutar de un bien presente. Y muchas veces hacemos esto con la gloria de Dios. ¡Rechazamos la gloria eterna! ¡Rechazamos una vida de gozo! ¡Rechazamos una formación de carácter! ¡Rechazamos el crecer y madurar en nuestra fe! ¡Rechazamos el poder mantenernos fieles en la prueba con tal de disfrutar el ahorita! Muchos solteros caen en pornografía, masturbación, formicación, mensajes inapropiados. Y ni siquiera un tema de sexo, incluso nada de comprometer el corazón y estar ahí bobeando. Porque no pueden esperar a la promesa de Dios de que si tú puedes diferenciar entre una mujer y un cactus, te lo firmo, Dios no te va a dejar así. Dios no nos dio pasiones y deseos y gustos para después decir, ni modo, te aguantas. Dios no es malo. Dios no nos dio aspiraciones, deseos, anhelos, sueños, talentos, para después decir, no, vámonos, a la goma. Quédate miserable e infeliz el resto de tu vida. Dios no es así. Eso es el engaño de Satanás, que nos dice que Dios no puede darnos gozo en hacer negocios derechos. Porque si yo juego derecho, si yo juego limpio, entonces yo no voy a prosperar, yo no voy a tener dinero. Y yo no voy a destacar y yo no voy a alcanzar mis metas y propósitos y planes porque juego limpio. Porque el que no tranza no avanza. Pero esa es la voz de este mundo. Porque si yo entiendo quién es Dios y quién soy yo, yo entiendo sin un ánimo de ser hiperoptimista o de decir como de teología de la prosperidad y tal, pero en un ánimo real y bíblico, en el cielo las calles son de oro, el mar es de cristal, todo es gloria, todo es belleza, todo es majestad. ¿En serio creo que mi papá es tan mala onda que no me va a dar ni un pedacito de eso? ¿Y que me va a tener muriendo de hambre aquí, moribundo en Querétaro, Tequisquiapan, en 2023? Brother, no sé si te das cuenta, pero tú estás sentado aquí porque sobreviviste una pandemia global. Miles y miles y miles de personas murieron hace minutos. La mayoría de nosotros tenemos a alguien querido que o murió ahí o es muy cercano a alguien que murió ahí. Y tú y yo estamos aquí. Y sin embargo, no creemos que Dios pueda darnos 100 pesos para acabar la quincena. Si nos olvidamos de quién es nuestro Dios y quiénes somos en Él, entonces ya perdimos. El pecado ofrece inmediatez. Satanás dice, no vayas, no pases todo esto, no sufras, no esperas, adórame a mí y recibelo ahora. Pero vimos que en Juan 1, desde el principio, todo es de Jesús. Todo. Este momento llega cuando Jesús está hambriento, vulnerable. Y aún así, Él no cede ante esta presión. Porque familia, esto es una verdad que deberemos abrazar siempre. Las circunstancias no cambian lo que ya somos en Dios. El que Jesús tenga hambre no significa que Él deje de ser Hijo de Dios. El que Jesús sufra un poco de tiempo no significa que Él deje de ser 100% hombre y 100% Dios glorioso. ¿Pero cómo Jesús sufre? Sí, Hebreos capítulo 5, verso 8, dice que Jesús, aún siendo el Hijo por lo que padeció, aprendió obediencia. Si esto aplica para Jesús, ¿por qué pensaríamos que no aplica para nosotros? Familia, las circunstancias no cambian lo que tú y yo ya somos en Jesús. ¿Sabes? Esta teología de prosperidad se basa, ni siquiera teología, porque teología es algo muy sublime, me parece. Esta ideología de la prosperidad enseña básicamente que porque tú eres un hijo del Rey, tú tienes que andar bien. Tú no puedes estar escaso porque tú eres un hijo del Rey. Tú declara y decreta porque tú eres un hijo del Rey. Y si tú no tienes bendición o prosperidad, o no tienes ese anhelo o ese deseo cumplido, o tienes pecado, o te falta fe, o hay algo que está mal. Eso es basura. Un hijo del Rey puede sufrir. Un hijo del Rey puede pasar hambre. Un hijo del Rey puede pasar estrechez. Porque entendemos como cristianos que esas cosas, que esas dificultades, que esas necesidades, incluso mis sufrimientos y emociones que son reales, me llevan a acercarme a Dios y a clamar por una respuesta. Me llevan a acercarme a Él y a buscar satisfacción donde solamente la puedo encontrar en Él. Mis emociones, y lo vamos a ver más adelante, mis temores, mis deseos, solamente la puedo encontrar en Él. Mis emociones, y lo vamos a ver más adelante, mis temores, mis incertiumbres, pueden ser un puente que me lleven hacia Dios o un muro que me aíslen y me dejen miserable. Pero yo tengo que caminar en fe aún a través de eso, justamente porque soy un hijo del Rey. Y entonces puedo ser formado, puedo aprender, puedo clamar, puedo disfrutar de la compañía de mi Dios ahí. ¿Cuál es la respuesta de Jesús? Nuevamente Él responde con un escrito está. Escrito está. Nuevamente Jesús responde con una certeza, con lo que Él sabe de quién es Dios y quién es Él. Quiero que pienses por un momento en esto. A Jesús no se le ofrecen 100 pesos, no se le ofrece un puesto aquí en el municipio de Tequisquiapan. A Jesús se le ofrecen todos los reinos de esta tierra y su gloria. Y con todo eso Jesús está tan firme en la verdad, tan convencido de la verdad, que Él lo rechaza. Y tristemente muchas veces a nosotros nos ofrecen menos y mordemos el anzuelo. Por lo cual yo quiero invitarte a que genuina e íntegramente pienses ¿cuál es tu precio? Real. No lo digo así desde un juicio. ¿Cuál es nuestro precio? Quizás un mejor trabajo, quizás es un mejor carro, una mejor casa, una iglesia más grande, un hijo, una hija, un esposo, una esposa, placer. ¿Cuál es nuestro precio? No quiero ser ingenuo y decir, pastor yo jamás podría venderme, pastor yo jamás traicionaría el evangelio. No ofende que pregunte eso desde el púlpito. ¿No has leído la Biblia? ¿No has visto a Pedro? Tres años durmiendo con Jesús, siguiéndolo a todas partes, comiendo con Él, viendo milagros, viendo a Jesús caminar sobre el agua y Pedro Sicón diciendo yo quiero ir contigo. Viendo a Jesús resucitar gente, sanar personas, liberar endemoniados, alimentar milagros, viendo cosas gloriosas que tú y yo no hemos visto. Llegando con Jesús diciéndole, todos se van a escandalizar de ti, pero la verdad yo iría aún hasta la muerte contigo. Y cuando la prueba vino de verdad, y cuando el precio era subida, Pedro dijo, no jalo, no lo conozco, no sé quién es, y empezó a gritar groserías para que no lo identificaran con Jesús y no se dieran cuenta que venía con Él. Por eso quiero invitarte genuinamente a que pienses, ¿cuál es tu precio? Porque si sabemos eso, podemos blindarnos, podemos ponernos en un escenario de humildad donde en todo lugar decir Señor, guárdame de esto, Señor no me des de más. Me encanta este tema, incluso hablando de dinero, esta oración es Señor, manténme del pan diario, no me des menos para que teniendo necesidad robe y peque contra ti, pero tampoco me des de más, no sea que embaneciéndome me olvide de tu nombre. Esa es una oración humilde. Señor, hay cosas que incluso si me das mucho, fama, reputación, hay cosas que incluso si me das mucho de esto, va a ser malo para mí. Señor, dame lo que necesito. Y quiero adorarte solo a ti y solo a ti. Si tú y yo conocemos cuál es el precio de nuestro corazón, qué es lo que nos tienta, tú y yo vamos a poder ponernos en mecanismos de seguridad y rogar intencionalmente, Señor guárdame de esto. Sabes, yo prefiero por mucho, aquí hay chicos que yo estoy discipulando, yo prefiero por mucho a alguien que me diga, sabes que la neta estoy tentado, ando bien fogoso, ora por mí, yo prefiero eso, porque sé que orar por él, sé que preguntarle, sé cómo cuidarlo a alguien que finja santidad y perfección y de repente un día te enteras de que engañó a su esposa porque el tipo era muy fogoso. Pastores, ustedes no entienden, los de Veracruz somos así. O sea, sí, pues, pero... Pero sabes, si tú conoces tu punto débil, tú puedes rogar al Señor, fortaléceme, guárdame, protégenme. Señor, por favor. Los que hemos jugado fútbol, cuando ves un defensa todo tronco como yo, el delantero dice, ahí está el pan, y ahí van a ir todos los ataques. ¿Qué es lo que necesitas? Fortalecer ese lugar. Enseñarle a esa defensa, no, mira, perfílate así, dale hacia afuera, porque si haces tal, te van a hacer túnel, vas a caer en ridículo. Fortalécete. Pero a veces este mundo y el pecado nos enseñan que si tú y yo confesamos pecado, que si tú y yo admitimos nuestra debilidad, que si tú y yo venimos con Pastor Hugo y le decimos, Pastor, ¿puedes orar por mí? Hay una morra en mi trabajo que así, así, así, me siento tentado. Pastor, ¿puedes orar por mí? A veces pensamos que de inmediato... No, es que si le digo a Pastor Hugo me van a sacarlo luego del partido. Me van a descalificar de la vida. Voy a ser el pecador de Horizonte Tequisquiapan y ya nadie me va a hablar, ya nadie me va a juntar, todos me van a prestar. Y no, justamente lo que queremos, para eso es el entrenamiento. Para eso es el entrenamiento. Los equipos no llegan y se paran el domingo y listo. Profesionales, ¿verdad? Los que somos bien amateos, vamos cada sábado pensando qué jugamos. Pero un equipo profesional para eso entrena. Para que en el próximo partido no te hagan la misma jugada. Para que en el próximo partido no llegue el equipo y diga, ah, mira, este es clientazo, ya me la sé. No, no, no, para que cuando Satanás llegue y te diga, tú eres clientazo, tú siempre has sido un patán, tú siempre has sido un arrogante, tú siempre has sido un hombre áspero, nunca has sido tierno con tu esposa, nunca has sido presente con tus hijos y siempre vas a ser así, tú puedas realmente venir con el Señor y decir, Dios, este es mi punto flaco, fortaléceme. Señor, fortaléceme en fidelidad en mis finanzas, por favor. No soy generoso, ayúdame a hacerlo. No soy generoso porque pienso que se me va a acabar lo que tengo porque no confío en que me vas a dar más. Señor, por favor, fortaléceme en mi fe. Agranda mi corazón para que puedas ser tierno y compasivo con mi esposa, con mis amigos, con la gente que me rodea. Y sí, bro, estoy diciendo, esto es poco popular, pero estoy hablando a hombres, diciéndoles que pueden ser tiernos y compasivos con otros hombres. No desde un punto de vista homosexual, no lo tomes así. Pero que puedas ver a otro hombre batallar y tu corazón no se endurezca de decir, es su perro y él lo baña, sino que puedas realmente ser movido a compasión, como Dios ha sido compasivo y tierno contigo y conmigo. Y que puedas amar, confrontar, pastorear, mentorear, aconsejar, orar, ayudar, discipular, entrenar e invertirte en otros como Jesús ha invertido en ti y en mí. Así que cuando te pregunto cuál es tu precio, no es una pregunta para ofenderte, es una pregunta para despertarte. Porque Satanás sí sabe cuál es nuestro precio. Y no le va a costar nada poner delante de ti y de mí ese anzuelo esperando que tú y yo mordamos. Termino con esto. ¿En quién confías? Verso 9. Y le llevó a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo y le dijo, si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo porque escrito está, a sus ángeles mandará acerca de ti para que te guarden y en sus manos te sostendrán para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondió Jesús y le dijo, dicho está, no atentarás al Señor tu Dios. Y cuando el diablo había acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo. Nuevamente el ataque es si eres. Si eres el hijo de Dios es esto. Hay algo que me llena genuinamente de espanto. Y es que Satanás le dice, Satanás entiende que Jesús le está contestando con la palabra. Y Satanás llega y le dice, si eres hijo de Dios, échate abajo porque escrito está. Pues generalmente la prueba es la misma. A veces es cierto que crees esto. Y usa las Biblias. Por eso es tan importante esto de que decimos, ¡Ah, yo soy cristiano! ¡Qué padre! ¿Cuándo leíste tu Biblia? No, hace como tres años. No, no, tú y yo debes estar filositos, brother. Porque tu enemigo y mi enemigo sí conocen la palabra. Porque tu enemigo y mi enemigo estudia lo que tú y yo aprendemos para usarlo en nuestra contra. Y tenemos que ser muy sagaces, muy sabios en discernir esto. Y no irnos detrás de todo lo que suene a bíblico, o a Dios, o a todo lo que suena espiritual. Porque puede ser espiritual, pero no puede ser el Espíritu Santo de Dios, quizás. Confianza en Dios no se ve como tomando riesgos irresponsables, sino no haciendo nada de lo que Dios no nos ha llamado a hacer. ¿Jesús podría haber saltado? Sí. ¿Del mismo modo que caminó sobre el agua? ¿Jesús podía haber... los ángeles podían haber llegado y haberlo tomado? Sí. ¿Del mismo modo que cuervos le servían carnita asada a Elías cuando estaba escondido en la cueva? ¿Jesús podía haber sido salvado de este salto? Seguramente sí. Pero Dios no le había llamado a hacer eso. ¿Por qué iba Él a hacer algo que Dios no le había llamado a hacer? Confianza en Dios, familia, no siempre se ve como avanzar. A veces, confianza en Dios se va a ver como poner un pie delante del otro, confiando en que el mar se va a abrir. Pero también muchas veces se va a ver como en Salmo 46.10, estando quietos y conociendo que Él es Dios, no intentando resolver Dios. Hay veces en las que sí, Dios te va a llamar a tomar acción. Va a haber veces en las que sí, Dios te va a llamar a que hagas algo, a que des un paso, a que saltes al vacío, a que tengas confianza, a que tengas fe, a que te actives. Va a haber veces en las que sí. Pero va a haber veces en las que confianza en Dios se va a ver como quieto. Espera. Porque no siempre es avanzar, no siempre es esperar, es hacer lo que Dios te llamó a hacer. O sea, avanza, regresa, espera, derecha, izquierda, arriba, abajo, lo que Él diga. Confianza se ve como obedecer a su voz, sin importar cuál sea la instrucción. Esa es confianza verdadera. Confianza verdadera a veces nos llevará a conquistas de este mundo y de libertad del pecado que impliquen no mucho esfuerzo. Como en Juezes 7, la historia de Gedeón, ¿lo ubicas? Gedeón y los 300 van a enfrentar al ejército más poderoso de la época, los Marianitas. Gedeón lleva como 10.000 soldados, va de camino, Dios le dice a Gedeón, llevas muchos soldados. Y Gedeón me imagino volteando a ver a Dios como, Dios, son 125.000. Yo tengo 10.000. No llevo muchos, me faltan. Y Dios diciéndole, llevas muchos. Volteate y diles que los que tengan miedo se regresen. Cualquier general de guerra, en sus cinco sentidos, hubiera dicho, no oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado, no oigo, no oigo, soy de palo. Pero Gedeón que confía en Dios, que aprendió a confiar en Dios, porque era un cobarde también. Voltea y dice, los que tengan miedo que se regresen, y se regresan la mitad. Y Gedeón ahí con sus 5.000 soldaditos contra 125.000. Y Dios le dice a Gedeón, llevas muchos soldados. Y Gedeón así como, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré. Gedeón, te estoy hablando, llevas muchos soldados. Gedeón como, Dios, no, ya en serio. Es neta Dios, de verdad, en serio. Mira, mira mis circunstancias, mira mi presupuesto, mira mi esposa. ¿En serio Dios? Y Dios le dice, si Gedeón, llevas mucho. Llévalos al agua y yo los voy a probar. Y los lleva al agua, y los prueban. Historia larga y corta, Gedeón se queda con 300 personas. Contra un ejército de 125.000. Y en la noche Dios le da una visión a Gedeón. Y Gedeón todavía parte de sus 300. Dios le dice, divídelos en compañías de 100. Y toma 100 y baja al campamento de los Marianitas. Entonces sus 300, Gedeón manda 200 para allá, 200 para acá, y él agarra 100. Y dice, vamos al campamento. Y se acercan al campamento de los Marianitas. Y Dios le había dado una instrucción a Gedeón bien bizarra. Les da unos cantaritos y les dice, cuando yo te diga, los van a romper. Y van a gritar por la espada del Señor y por Gedeón. Y ellos digo, pero Dios, no vamos a pelear, no hay una estrategia. Vamos a poner trampas, como en las películas de Rambo. Una explosión, algo, ¿no? Vas a romper tu cantarito y vas a gritar por el Señor y por Gedeón. Pues es cierto. Estos 100 hombres con Gedeón bajan. Y hacen exactamente lo que Dios les dijo. Y lo siguiente que pasa es que los Marianitas se despiertan y se empiezan a matar entre ellos. Los Marianitas empiezan a blandir sus espadas en su contra. Y los pocos que sobreviven, huyen. Y estos, me encantan estos 300 de Gedeón. Esa es la excusa que me encanta de la Biblia. Se envalentonan y corren detrás de ellos. O sea, el Gedeón que primero ni quería la guerra. Que primero decía, Señor, si tú me estás llamando, que amanezca el trapito mojado y la tierra seca. Y pum, así amanece. No, no, ahora al revés. Y pum. No, pero mira, es que llevan pocos. Y pum, y pum, y pum. Hasta que esté con sus 100 soldaditos. Y ni siquiera tienen que derramar ellos una gota de sangre. Y Dios hace todo. Va a haber batallas así en la vida. En las que tú y yo simplemente tenemos que obedecer fielmente. Y Dios va a hacer todo. Va a haber batallas como en Josué 6. Cuando Dios llama al pueblo a rodear Jericó. Entonces, ¿qué estrategia de guerra? Imagínate ser una persona de Jericó. Que estás preparándote para las batallas. Está tu muralla, así como en la película del Señor de los Anillos. Todos los hombres tomando armas, escudos, todos gritando. Y los israelitas, así, cada mañana. Rodeando el muro. ¿Ya? Se iban a dormir. Seis días seguidos hicieron eso. No hacían otra cosa. Iban, rodeaban el muro y regresaron al campamento. Esa era toda la instrucción. A las siete, imagínate, todavía más bizarro. Ellos llegan. Y empiezan. Una. Dos. Tres. Y dan siete vueltas. Y a la séptima vuelta. Ellos nada más gritan, por el Señor. Y pum, se caen los muros de la ciudad. Para ti, para mí, probablemente. Cuando vemos ese tipo de cosas. Es fácil, como, querer contarlo. Como a veces se lo contamos a los niños de escuela bíblica. O escuelita dominical. Y les decimos, mira, es que ellos estaban así. Y Dios les dijo tal, y ganaron. ¡Wow! ¡Qué padre! Pues imagínate ser José. Imagínate ser el pueblo. ¿Cómo que me voy a enfrentar a una ciudad amurallada? ¿Tenemos arietes? ¿Tenemos bombas? ¿Cómo vamos a penetrar los muros de la ciudad? ¿Vamos a escalar? ¿Vamos a hacer un túnel? ¿Qué vamos a hacer? Imagínate ser José. No, rodearla. Siete veces. Y de repente, ¡pum! ¡Se caen los muros! Va a haber veces en las que vas a decir, ¿Cómo? ¿Me estás diciendo que puedo dejar de pecar solo leyendo la Biblia? ¿Que puedo dejar este hábito oculto, o esta vicio, o esta que me ha tenido cautivo 30 años, viniendo a consejería? ¿Cómo? ¿Que mi corazón va a sentir con suelo el paz confesando pecado? No, no. Yo necesito terapia. Yo necesito que me dejes tareas. Yo necesito que te sientes en el silloncito este, así. Y me digas, ¿Y eso cómo te hace sentir? Y tomes notas. Si no me dices eso, no siento que avanzo. No. Va a haber veces que va a haber que rodear nada más. Pero también va a haber otras veces, como en Deuteronomio 3, donde el pueblo va de camino a la tierra prometida. Oj, rey de los gigantes, sale al encuentro con todo su ejército y les planta batalla. Y el pueblo se llena de temor. Deuteronomio capítulo 3, del verso 1 al 9. ¿Quieres un quemón? ¡Oj! La Biblia dice que su cama medía 4 metros de largo por 1.6. O sea, ¿Quieres un batote? Él. Y un ejército de tipos como él. Eran los gigantes. ¡Machete al moi, bro! Como, mire, pues sí tenían razón, José y Calés. Bien, bien habían dicho que eran gigantes, ¿no? ¡Ah, mira! Y Dios les dice, no temas porque yo los he entregado en tu mano. Y todo el pueblo va y se lanza contra ellos en batalla. Y no quiero ser simplista. Cuando Dios les dice, no temas, es porque hay temor. No sé tú, pero si yo tuviera que echarme un tiro con un vato de 4 metros, sí la pienso. Hay temor. Hay afán, hay ansiedad, hay emociones reales. Hay miedo. Hay dolor, hay sufrimiento. ¡Es una guerra! Hay gente que muere, hay sangre, hay armas. Hay cansancio, hay noches sin dormir. Hay dolor de cabeza. Hay emociones reales. Pero a pesar de nuestras circunstancias, y a pesar de las emociones que esas circunstancias nos despiertan, podemos avanzar porque como a este pueblo Dios nos ha dado la victoria. No significa que no vas a tener miedo. No significa que no vas a tener afán. Significa que aun a pesar de que eso esté pasando, aun a pesar de que tu corazón te diga una cosa, aun a pesar de que tu mente te diga otra cosa, aun a pesar de que voces a tu alrededor te digan, ¡Es un gigante! ¿Cómo vas a ir contra un gigante? Tú puedas decir, el Señor me ha dado la victoria y puedas avanzar. La vida cristiana a veces es un lugar de delicados pastos, como en Salmo 23. Pero a veces también se siente como el valle de sombra de muerte, como el mismo Salmo 23. Lo glorioso es que a pesar de las circunstancias, a pesar de las emociones que nos despiertan, podemos avanzar no solamente porque Dios nos ha dado la victoria, sino porque Dios está ahí con nosotros. A pesar de donde estás, a pesar de lo que sientes, a pesar de lo que dice tu compadre, a pesar de lo que dice la estadística, tú y yo podemos avanzar porque Dios está con nosotros. Si eso no fuera real, no existiría ningún pastor. La estadística dice, y te lo digo también para que ores por tu pastor, que de cada 10 pastores, solo 2 terminan bien la carrera. Los otros 8 se descalifican en el camino. Así que de entrada uno entra al ministerio con la estadística en contra. Es cruz azul contra el Real Madrid. O sea, nada más de salir al campo ya vas perdiendo 4-0. Pero puedes confiar porque el Señor ha dado la victoria y el Señor está ahí contigo. Hay tres cosas finales. Se confirma a Santiago 4-7, que dice, ustedes resistan firmes al diablo y él huirá de ustedes. Porque ves que el diablo después de haber tentado se va. Número 2, algo interesante es que el texto dice que se apartó, depende de tu versión, esperando el tiempo oportuno o por un tiempo. Pero lo que quiero decirte es que tu enemigo no se va a dar por vencido tan fácil. La batalla va a ser continua y va a ser real, por eso tú y yo no podemos descuidarnos. Y número 3, la verdadera esperanza es que aún en medio de la tentación, Dios conoce nuestras necesidades y nos conoce tiempo. Mateo capítulo 4, esta misma historia termina diciendo, e inmediatamente ángeles vinieron y le servieron. A pesar de la circunstancia de vulnerabilidad y hambre de Jesús, Dios sabía que eso estaba ahí pasando. Y en cuanto termina la prueba, Dios abraza a su hijo y le recuerda, tú eres mi hijo y le sirve. Cuando hablamos del cristianismo y de la dificultad, no quiero simplemente decirte, apechuga o aguanta vara. No, quiero decirte, Dios sabe que tienes necesidades. Dios no ignora tus necesidades, no te estoy diciendo, mira, aunque tengas hambre, aunque tengas que decirle a tu hijo chiquito, hoy no hay dinero para leche, no, tú sigues siendo feliz y bien cristiano. Dios tiene cuidado de eso. Cuando tú y yo confiamos, cuando tú y yo caminamos, cuando tú y yo somos fieles a él, podemos disfrutar de ver cómo él es perfectamente fiel, porque tú y yo somos sus hijos. Primera de Juan capítulo 3, verso 1, dice, miren cuán grande amor nos ha otorgado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios y eso somos. Y él no deja solos a sus hijos. Puede haber noches de tormenta, puede haber oscuridad, puede haber ansiedad, puede haber dolor, puede haber tristeza, puede haber afán, preocupación, puede haber temor, todo eso es real. Pero tú y yo podemos avanzar aún a pesar de eso, porque somos sus hijos. Entonces, ¿quién eres? Yo soy Marcelino, es mi nombre, tengo 31 años, soy pastor, es mi ocupación. Trabajo en una empresa en mercadotecnia, así gano dinero. Pero lo que yo soy, lo que nadie me puede quitar, es que soy un hijo de Dios. Eso nadie me lo puede quitar. Nadie. Así que la próxima vez que alguien en este mundo, o tentación, o pecado, o satanás, quiera poner eso en duda, no lo dudes, tú eres un hijo de Dios. Puedes vivir como enseña Efesios 5.1, siendo imitadores de Dios como hijos amados, andando en amor como Él nos ha amado a ti y a mí, como Él nos amó y se dio a sí mismo por nosotros, en ofrenda y sacrificio de Dios, como fraganza aroma. Podemos vivir como Efesios 5.10, examinando cuáles son las cosas que le agradan a Dios y disfrutando de su fidelidad, a pesar de los golpes del camino. Porque el final no depende de ti y no dependemos. Al final tú y yo ganamos porque Dios está ahí con nosotros. ¿Me acompañas a orar? Señor, gracias porque eres bueno y fiel, gracias por tu amor y por tu misericordia, gracias Señor porque nos has llamado y nos has hecho cercanos, y sin importar lo fácil o lo ríspido de la batalla, tú estás presente. Hoy quiero suplicarte que nos des valentía, que nos des el gozo de disfrutarte y conocerte, y también darte a conocer. Permítenos vivir como verdaderos hijos tuyos, porque eso somos. En tu nombre amamos Dios. Amén. Horizonte Tequisquiapan Somos una iglesia que confía, camina y comunica a Cristo. Acompáñanos domingo a domingo. Te esperamos.