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Learn moreThe twelfth chapter of Hebrews discusses the Christian life as a race, emphasizing the need to let go of burdens and sins that can hinder our progress. It highlights the example of the Israelites who started their journey but not all finished. The goal is to reach the throne of God and reign with Him. Opposition and discipline are part of the journey and help us grow in holiness. God's discipline is for our benefit and character development. The passage encourages endurance and reminds us that without holiness, no one will see the Lord. El capÃtulo doce de Hebreos comienza con la palabra PORTANTO, que lo conecta con sombras de fe del capÃtulo doce, PORTANTO NOSOTROS TAMBIÉN, PIDIENDO DEL RETORNO NUESTRO TAN GRANDE NUBE DE DESTINOS, EXPOJÉMONOS DE TODO PESO Y DEL PECADO QUE NOS ENREDA, Y CORREMOS CON PACIENCIA LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE. Aquà la vida cristiana se describe como una carrera. Uno no corre una carrera con la mochila y esperando ganar el premio. Una vez más se supone que no todos los cristianos terminarán la carrera que comenzaron. El ejemplo principal del Antiguo Testamento, por supuesto, se ve en el caso de los iranÃes bajo el mando de Moisés. Todos ellos salieron de Egipto cuando comenzaron su carrera hacia la tierra prometida, pero solo CalÃficos suelen terminar una carrera. PermÃtanme decir normalmente que no se trata de la salvación, sino de alcanzar la primera resurrección como vencedor. Todos los cristianos, por definición, han comenzado la carrera por medio de la fiesta de la Pascua. Algunos se detuvieron en el camino, pero otros también superaron al SinalÃ, donde experimentaron Pentecostés o la llena del EspÃritu Santo. Pero, ¿cuántos terminarán realmente la carrera y recibirán el premio de la fiesta de los Tabernáculos al final? Mi libro de Hebreos, por supuesto, es un libro sobre inmigración. Por definición, un hebreo es un inmigrante, pues ese es el significado del término. Israel emigró de Egipto a Canaán, Abraham fue un inmigrante hebreo de Ur a Canaán. Como cristianos debemos inmigrar, recordarÃsimo a la manifestación plena de los hijos de Dios. Mi libro de Hebreos fue escrito como una pasión a la creación. Como cualquier carrera, este viaje requiere que despojémonos de todo peso que podrÃa agotarnos espiritualmente y evitar que terminemos la carrera. La meta de Jesús, como leemos en el versÃculo dos, pues dos, los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto dentro de Él sufrió la cruz, menospreciando el oponio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Jesús ya ha hecho este viaje, Él ya ha corrido esta carrera, Él nos ha mostrado el camino a todos nosotros. Él ha demostrado que esta no es una carrera fácil, pero también ha demostrado que es un viaje hacia el mismÃsimo trono de Dios. En otras palabras, aquellos que terminan esta carrera son los que están destinados al trono y quienes reinarán con Él. Esta es la recompensa del vencedor. A los que comienzan esta carrera se les da la ciudadanÃa en el reino, pero a los que terminan la carrera se les hace gobernantes con diversas posiciones de autoridad. Considerad, pues, a aquel que sufrió tal hostilidad de los pecadores contra sà mismo, para que no os canséis ni os desaniméis. Hay muchos obstáculos en esta carrera, particularmente en forma de hostilidad de los pecadores. Hay muchos incrédulos que harán todo lo posible para evitar que termines la carrera, tal como intentaron evitar que Jesús cumpliera su llamado. Aun asÃ, la misma oposición que Jesús encontró se convirtió en herramienta involuntaria por la cual Jesús pudo cumplir su llamado en una cruz. Sus enemigos pensaron que podÃan detenerlo crucificándolo, pero si hubieran conocido las Escrituras, habrÃan visto que estaban haciendo ciegamente precisamente lo que era necesario para completar su llamado mesiánico. Lo mismo sucede con nosotros, a que puede impedirnos que cumplamos nuestro llamado. Toda oposición sólo puede ayudarnos a triunfar. Aquellos que se oponen a nosotros sólo pueden despojarnos de nuestras mochilas y de todos los estorbo. Sólo pueden ayudar a crucificar la carne. Nuestros enemigos, por tanto, sirven a propósitos virus, tanto como lo hicieron con Jesús en su crucifixión. Verso 4, Aun no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado, ni habéis olvidado la exhortación que como Hijo se os dirige. Hijo mÃo, no menospreces la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres arrepentido por Él, porque el Señor es el que ama, disciplina y azota a todo el que recibe por Hijo. Vuelvo al ciclo 4. Es una indicación de que esto fue escrito antes del comienzo de la persecución romana, que ocurrió en julio del año 64 d. C. Antes de ese momento, la única persecución grave que habÃan experimentado fue en la mano de los judÃos. Como se lo escriben en el libro de los Hechos, esto muestra también que el libro de Hebreos bien pudo haber sido escrito por el apóstol Pablo, ya que no fue martirizado hasta que comenzaron las persecuciones romanas. Los versÃculos 5 y 6 son citas de la traducción de la Cetoginta de Proverbios capÃtulo 3 versÃculos 11 y 12, el uso que hace Salomón del término mi hijo es profético respecto de la manera en que una persona llega a ser hijo. Mientras que la Pascua crea un hijo espiritual, Bebe, Pentecostés está diseñado para disciplinar a ese hijo por la ley hasta el momento en que llegue a la madurez completa de la fiesta de los tabernáculos. De modo que la mayor parte de la disciplina divina en la vida cristiana es parte de la experiencia pentecostal de uno y de su viaje hacia la tierra prometida. Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois ilegÃtimos y no hijos. Hay muchos cristianos que son tan ingenuos que creen que cualquier disciplina que reciben es una forma de persecución demonÃaca. Tales cristianos son como niños inmaduros que piensan que toda disciplina es una apelación de su libertad como hijos de Dios. Tienen las recompensas de la apelación sin someterse a la disciplina que inculcarÃa el carácter de Cristo en sus corazones. Tales cristianos se sentirán decepcionados al final porque no terminarán la carrera de este lado del Antrono Blanco, ni Dios les dará puesto de autoridad en su reino. Además, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y nos respetábamos. ¿Por qué no nos someteremos mucho mejor al Padre de los EspÃritus y viviremos? Porque aquellos por un poco de tiempo no disciplinaban, como a ellos les parecÃa. Pero este, para lo que nos es provechoso, ¿para qué participemos de su santidad? Las disciplinas de Dios tienen un propósito que participemos de su santidad. Este es el resultado de dejar a un lado todo estorbo. Los estorbos de la carne son las cosas de la carne que creemos que son lo suficientemente importantes como para llevarlas en nuestra mochila. No comprendemos hasta que estamos bien avanzados en esta carrera que esas cosas carnales, que creemos que son tan importantes para nuestra comodidad, nos impedirán completar esta carrera. Estos obstáculos son a menudo las cosas buenas de la vida. Recuerdo las historias de los pioneros que cruzaron el oeste americano. Empezaron trayendo consigo muchas cosas buenas, pero a lo largo del camino descubrieron que tenÃan que elegir entre esas cosas buenas y continuar su viaje. No podÃan tener ambas cosas y aún asà traÃa la esperanza de terminar su viaje. Lo mismo sucede con la vida cristiana. Esta es la debilidad merendo del mensaje de la prosperidad hoy sin vida. La idea de la prosperidad supone que Dios no disciplina a sus hijos, ni los priva de ninguna cosa buena que quieran llevar en sus mochilas. Pero a Dios le interesa mucho más nuestro carácter que nuestra comodidad o riqueza personal. No es que la riqueza o la propiedad sean malas, lejos de eso. Pero cualquier cosa buena puede ser un estorbo que nos impida terminar la carrera. Cualquier cosa que sea más importante para nosotros que terminar la carrera es un Ãdolo del corazón, independientemente de lo bueno que sea. En definitiva el versÃculo 10 dice que el propósito de la disciplina de Dios es que participemos de su santidad. La santidad no se puede lograr sin disciplina. Evitar la disciplina divina es evitar la santidad. Vemos esto con nuestros hijos naturales cuando pasan por la vida sin disciplina. Es especialmente cierto en el caso de aquellos que nunca han experimentado privaciones ni sufrimiento. Lo mismo sucede con los hijos espirituales. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero a los hermanos que mediante ella han sido ejercitados les da respecto a posible injusticia. Las disciplinas de Dios difÃcilmente pueden clasificarse como placenteras, pero a largo plazo nos dan carácter. Más especÃficamente, las disciplinas de Dios nos encorajan el carácter de Cristo quien aprendió la obediencia por las cosas que padeció. Hebreos capÃtulo 5 verso 8 nos referencia que aunque era hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia. Pentecostés es el dÃa festivo que abarca las disciplinas de Dios que nos impan a la madurez de la filiación plena. El ejemplo de Israel en el desierto es que toda su experiencia fue en el desierto representó la fiesta de Pentecostés. Justo antes de morir, Moisés le dijo a Israel el propósito de su experiencia en el desierto en Deuteronomio capÃtulo 8 versos 2 a 5. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traÃdo Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto para afligirte, para aprobarte, para saber lo que habÃa en tu corazón. Si habÃas guardado sus mandamientos, y te afligió, y te dejó tener hambre, y te sustentó con la comida que no conocÃas tú, ni tus padres la habÃan conocido. Para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Asà sabrás en tu corazón que Jehová tu Dios te disciplinaba como disciplina el hombre a su hijo. El viaje de Israel por el desierto estableció el modelo para la iglesia. De hecho, el libro de Hechos capÃtulo 7 verso 38 llama a Israel de iglesia en el desierto. No hay un camino rápido desde Egipto hasta la tierra tomadera. La iglesia ha tenido que pasar por sus propias pruebas y hambre en su propio desierto. Asà como Israel fue disciplinado bajo Moisés. Por tanto, fortalecer las manos débiles y las rodillas paralizados y hacer cintas derechas para huesos pes. Para que el ojo no se descoyunte, sino que sea sanado. Seguir la paz con todos y la santificación sin la cual nadie verá al Señor. Cuando comprendemos los caminos de Dios y sabemos que Dios es nuestro Padre, entonces podemos empezar a ver que Dios tiene la responsabilidad de capacitarnos para ser como Jesús. Ese entrenamiento puede ser bastante riguroso, como muchos de nosotros sabemos, pero al final vale la pena. El simple conocimiento y la revelación de que los padres son responsables de disciplinar a sus hijos es lo que fortalece nuestras manos en la vida. No nos impide desanimarnos cuando sufrimos hambre o privaciones. En el versÃculo 13 dice, Haced cintas derechas para vuestros pies. Esto nos habla de nuevo de la carrera que tenemos por delante. Es difÃcil correr cuando el camino está lleno de curvas y vueltas. Si el recorrido de la carrera está lleno de baches, es fácil torcerse el bobillo y desarticularlo. Estas son metáforas de los obstáculos que encontramos en nuestro camino mientras corremos esta carrera. Es mejor elegir un camino liso y recto. El camino de la vida es el camino de la vida. Es mejor elegir un camino liso y recto en lugar de un terreno irregular. También debemos buscar la paz y la santificación sin las cuales nadie verá a Dios. Por esto es el camino llano a los ojos de Dios. Cuando nos alimentamos de la confrontación y la disputa en lugar de procurar andar en paz con todos los hombres. Fácilmente nos forcemos un tobillo en un terreno tan áspero. Algunos cristianos piensan que es necesario denunciar a los pecadores y hacerse odiosos para lograr un aire de santidad personal. No améis al mundo, dicen, mientras blanden sus garrotes. En la medida de lo posible vivamos en paz con todos los hombres, pero no por ello debemos conformarnos con los estándares de moralidad del mundo. En el versÃculo mayor se coloca la santificación con paz como parte de la búsqueda del cristiano. La santificación o santidad tiene que ver con ser apartado para el servicio divino. Pero en cierto modo la paz y la santificación se equilibran entre sÃ. La paz tiene que ver con vivir en armonÃa con el mundo, pero la santificación tiene que ver con ser apartado del mundo. Estos dos conceptos se justaponen para mostrar una paradoja implÃcita entre la unidad y la separación. La idea bÃblica de la unidad se representa en el matrimonio, donde los dos son uno, no porque uno absorba al otro, sino porque están unidos en el amor. Se puede vivir en paz con el mundo sin participar de su estilo de vida moralmente defectuoso. En la medida en que el entorno mundano desprecia la vida de Dios, uno debe ser santificado o apartado para el servicio divino. Mirad que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raÃz de una cura os estorbe y por ella muchos sean contagiados. En el termo número veintinueve, Dios hizo un segundo pacto con la casa de Israel al final de sus cuarenta años en el desierto. En los versÃculos dieciocho y diecinueve, Dios advirtió contra siquiera doce de los egipcios diciendo, No sea que haya entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón sea parte hoy del Señor nuestro Dios, para él servir a los dioses de aquellas naciones. Ni haya entre ustedes raÃz que produzca fruto venenoso y ajenjo. Y sucederá que cuando oiga las palabras de esta maldición, se gloriará diciendo, Tengo paz. Tengo paz, aunque ante la pierdida de mi corazón, para destruir la tierra regada con la seca. La palabra traducida como ajenjo es una traducción errónea, se trata del opio que proviene de la planta de la amapola, roche. El opio es amargo y su adicción conduce a experiencias amargas, por lo tanto el opio se convirtió en un sÃmbolo de idolatrÃa del corazón, porque impulsaba a los hombres a hacer cosas que la gente normal no harÃa. El opio es como un Dios poderoso que gobierna y controla a la gente en sinterád y hace que la vida sea amarga para sus esclavos. Uno de los capÃtulos más adelantes de Trono 1932-32 leemos que en la región de Sudoma y como raza cultivaba opio. Porque la vida de Sudoma es subir y de los campos de Comorra sus uvas, uvas panosas, roche, amapolas y sus racimos amargos. En lugar de cultivar uvas nutritivas, cultivaban amapolas y cultivaban el comercio de drogas. El opio servÃa para embascarar el dolor, pero no tenÃa la capacidad de curar a nadie. Por eso JeremÃas capÃtulo 8 verso 22 pregunta, ¿no hay bálsamo en Galahad? Un aceite de bálsamo se extrañó en la tierra de Galahad y era conocido por sus potres curativos y se convirtió en un sÃmbolo de la sanación divina. Pero en contraste con JeremÃas capÃtulo 6 verso 14 dice de propio, me han curado la quebrantada de mi pueblo por fuera, diciendo, paz, paz, pero no hay paz. Por este razón Hebreos capÃtulo 12 verso 15 nos advierte contra la raÃz de amargura en nuestro corazón. La referencia fÃsica eran las amapolas y su extracto de opio que tenÃan el poder de enmascarar el problema y aliviar los sÃntomas de la hidraterÃa del corazón. ¿Pero carecÃan del poder de cenar o de liberar a alguien de la hidraterÃa del corazón? Luego en los siguientes versÃculos se presenta a Esaú como un ejemplo de alguien con una raÃz de amargura en su corazón. Para que no haya ningún inmoral, ni un pÃo como Esaú, que vendió su primo genitura por una sola comida. Porque sabéis que un después, deseando heredar la bendición, fue desechado y no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque lo procuró con lágrimas. Aquellos que albergan Ãdolos en el corazón pueden derramar lágrimas de arrepentimiento por no haber recibido la promesa, pero se negan a cambiar su forma de actuar. El verdadero arrepentimiento es la señal de que los Ãdolos del corazón han caÃdo. Las lágrimas por sà solas sólo representan el deseo de la carne de obtener alguna bendición que se les niega como resultado del pecado. Esaú era el modelo de todos los hombres de mente carnal, que quieren las bendiciones de Dios sin tener que pagar el precio del arrepentimiento genio. Esaú querÃa las bendiciones mientras conservaba el Ãdolo de su corazón. Pero no os habéis acercado a un monte que se podÃa palpar, ni a una llama de fuego, ni a tinieblas, ni a un torbellino, ni al sonido de trompeta, ni al sonido de palabras que, los que las oyeron, rogaron que no se les hablase más. El monte al que se acercaba Israel los dÃas de Moisés era un monte que se podÃa tocar, porque era un monte carnal. Cuando Dios descendió sobre ese monte, lo hizo acompañado de un sonido prolongado como de trompeta, éxodo capÃtulo 19 verso 16, fuego llamiante, éxodo capÃtulo 19 verso 18 y una nueva estrella, oscura y peligrosa, éxodo capÃtulo 19 verso 16 y capÃtulo 20 verso 21. La visionate morizó a los israelitas, de modo que le rogaron a Moisés que no les hiciera oÃr el resto de la ley. Éxodo capÃtulo 20 verso 19. El pueblo quedó lleno de temor, porque no conocÃan a Dios como Moisés lo conocÃa. Tememos a lo desconocido. Los israelitas probablemente pensaron que el fuego de Dios los consumirÃa como un fuego eventual, cuando en realidad sólo representaba la clareza divina que consume la carne. Moisés ya habÃa visto un fuego asà en la zarza oriente, en éxodo capÃtulo 3 verso 2. HabÃa aprendido por experiencia que el fuego no era del tipo carnal, pues vio que no consumÃa la zarza misma. Pero el pueblo tenÃa miedo, asà que Moisés tuvo que subir solo al monte para escuchar a Dios, y regresar y decir al pueblo lo que Dios habÃa dicho. Esto creó el problema de que el pueblo se negaba a escuchar la voz de Dios, junto con su consecuencia, la falta de fe, que viene por el oÃdo. Porque no podÃan soportar la orden, si un animal toca el monte, será apedreado. Esta orden fue dada en éxodo capÃtulo 19 verso 12, y se construyeron marcadores de lÃmites para evitar que la gente tocara el monte antes de 20 costes. Estos marcadores de lÃmites todavÃa se encuentran en la base de Jabal al-Naus, noruego del Golfo de Aqaba en Arabia Saudita. Pablo dice en Veratas capÃtulo 4 verso 25, que el monte Sinaà estaba ubicado en Arabia. Aquellos que han estado allà han tomado fotografÃas del lugar, y han escrito sobre él en varios libros, como el libro de Gary Williams, de Mount Sinai-Mait, y el libro de Howard Vaughn, de Golfo de Aqaba. Y tan peligro era lo que veÃa que Moisés dijo, Estoy lleno de temor y temblor. Éxodo 19-16 dice, Todo el pueblo que estaba en el campamento tembló. Al parecer, esto también incluÃa a Moisés. La diferencia fue que Moisés superó su miedo y estuvo dispuesto a subir al monte, porque sabÃa que su vida estaba en manos de Dios. Pero vosotros os habéis acercado al monte Sion, a la ciudad de Dios vivo, Jerusalén, la esglesial, a milhares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espÃritus de los justos hechos ya perfectos, a Jesús, el mirador del nuevo pacto, y al sangre social a que habla mejor que la de Abel. Este es el premio al final de la carrera. El premio no es la antigua Jerusalén, Jerusalén, y no puede ser realidad la promesa. La Jerusalén celestial, la ciudad de Dios divino, es una montaña diferente, una que no se puede tocar casualmente, porque es una montaña espiritual y una ciudad espiritual. La ciudad carnal de Jerusalén no es solo Agar, sino también es Montesiney, lo dice Pablo en Carataz, capÃtulo 4, versos 25 y 28. Ahora bien, esta Agar es el Montesiney en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ella está en esclavitud con sus hijos, pero la Jerusalén de arriba es libre, ella es madre de todos nosotros, y vosotros hermanos con Isaac, sois hijos de la promesa. En la actualidad hay muchos cristianos, especialmente sionistas cristianos, que creen que el objetivo del reino es Agar, Jerusalén, gobernado por ismailitas espirituales, judÃos, que están en esclavitud bajo el antiguo pacto. Entre estos cristianos se han vuelto cada vez más común pensar que los cristianos se salvan por el nuevo pacto, y los judÃos por el antiguo pacto. Vuestros cristianos condenarÃan a los judÃos a permanecer en esclavitud para siempre con hijos de Agar, afirmando que el nuevo pacto fue dado solo a los no judÃos. ¿Pero el libro de hebreos fue escrito para el pueblo hebreo? Pablo, Pedro, Santiago y todos los demás cristianos del nuevo pacto en iglesia primitiva eran hebreos. A todos ellos se les exigió que abandonaran el antiguo pacto y se sometieran al nuevo pacto. Su premio era la Jerusalén celestial, no la ciudad antigua. Incluso hay quienes enseñan la llamada teologÃa del doble pacto, que sostiene que los no judÃos se salvan por creer en Jesús, mientras que los judÃos se salvan por creer en Moisés. Estas personas intentan eximir a los judÃos de aceptar a Jesús como el MesÃas, pensando que los judÃos pueden ser salvados por Moisés y el antiguo pacto. Esta doctrina condena a los judÃos al lago de fuego, pero los hace sentir bien en su camino. Mirad que no desechéis al que habla, porque si aquellos no escaparon cuando rechazaron a aquel que los amonestaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de aquel que amonesta desde el cielo. Esta admonición se remonta a Hebreos 3 y 4, donde el autor mostró cómo Israel se habÃa negado a escuchar su voz en Éxodo 20, 18 al 21. Los israelitas se negaron a cumplir los términos de Pentecostés ese dÃa, y por eso la fiesta se regresó por 1480 años, cuando se dio el EspÃritu en Hechos capÃtulo 2. La negativa de Israel a escuchar el resto de la vida llevó a toda la nación a la siguiente desordenada que ha continuado hasta el dÃa de hoy, excepto para aquellos que han podido superar sus efectos. Sin embargo, la misma ceguera y sordera ha sobrevenido a la iglesia también durante la era de Pentecostés. Si los cristianos se niegan a escuchar su voz durante la fiesta de Pentecostés, ¿cuánto más suspesos estarán? Israel se negó a obedecer la admonición de Moisés de escuchar el resto de la vida, y las consecuencias fueron muy duraderas. Vea también cómo la iglesia se ha negado nuevamente a escuchar el resto de la vida, y observe las consecuencias de su falta de escuchar y obedecer. Las consecuencias es que la mayorÃa de los cristianos no obedecerán la primera resurrección porque no alcanzarán el premio de la tierra prometida, es decir, la fiesta de los tabernáculos. Tendrán que esperar la resurrección general, y presentarse ante Dios en el gran trono blanco, donde serán salvos, aunque asà como por fuego. 1 Corintios 3, verso 15 Verso 26, y entonces su voz como vio la tierra, pero ahora ha prometido diciendo aún una vez, voy a oÃr temblar no solamente la tierra, sino también el cielo. En otras palabras hay un paralelo profético entre el temblor que ocurrió en el monte Sinai, y el temblor final de los cielos, y la tierra ha profetizado en el cielo. Capitulos 2, versos 17 que dicen, porque asà dice Jehová de los ejércitos, dentro de poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra firme. Y haré temblar a todas las naciones, y vendrán la riqueza de todas las naciones, y llenaré de gloria esta casa, dice Jehová de los ejércitos. En el contexto Dios reclama todo el oro y la plata, verso 8, y luego dice que la gloria de este templo final será mayor que la del anterior, es decir mayor que el templo de Saramón. En su época el pueblo pensaba que Dios estaba hablando del templo que estaban reconstruyendo en ese momento, pero cuando fue dedicado, la gloria de Dios no llenó este templo. Es claro entonces que Dios estaba hablando de un templo futuro, un templo mayor, el que el hombre pudiera construir en Jerusalén. Habló del templo de nuestro cuerpo. De la misma manera, puesto que la plata y el oro no son necesarios como metales fÃsicos para construir ese templo espiritual, es evidente que estos metales son simbólicos. La plata es el metal de la redención, y el oro simboliza la naturaleza divina. Este es el material con el que se está construyendo ese templo espiritual. Mientras esto sucede Dios dice que no solo sacudirá la tierra, sino también los cielos. El propósito de este sacudimiento es hacer que los hombres traigan esta plata y este oro para terminar la obra del templo. Tal vez la tierra está siendo sacudida incluso ahora para dar forma a las piedras vivas finales que completarán ese templo. Y esta expresión, aún una vez más, denota la remoción de aquellas cosas que pueden ser movidas, como las cosas creadas, para que puedan permanecer aquellas cosas que son inconmovibles. El propósito de este sarandeo es demoler todas las falsificaciones hechas por el hombre de este nuevo templo. Esto incluirÃa un templo acudido en Jerusalén, si se llegara a construir tal templo, como muchos creen que sucederá. Pero leemos aquà que el propósito de este sarandeo es remover las cosas movibles, como las cosas creadas. El verdadero templo es espiritual hecho de piedras vivas, y está construido sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. De Efesios capÃtulo 2 verso 20, cualquier otro templo carnal, hecho de cosas creadas en la tierra, será sacudido y arrojado al suelo. Los cielos también serán sacudidos esta vez, porque en estos últimos dÃas los hombres han construido templos espirituales falsos. Asà como templos fÃsicos, estos templos espirituales son varias religiones, denominaciones, órdenes e iglesias, que están construyendo templos carnales en el espÃritu. Todo lo que no esté construido sobre la piedra angular principal, que es Jesucristo, es un templo carnal, incluso si es espiritual o mÃstico. Cualquier templo mÃstico construido sobre Pedro, Pablo, MarÃa Magdalena, Joseph Smith, Elena de Huay, o cualquier otro lÃder denominacional, caerá antes de que concluya el sarandeo. Asà que recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor. Los que han recibido un reino inconmovible son los que creen en la palabra que se presenta aquà en el Libro de Dios. Fue escrita para refutar la idea hebrea común de que la verdadera religión se centraba en el templo carnal de Jerusalén. Se aplica igualmente hoy a los que piensan que se construirá otro templo carnal en Jerusalén que sea aceptable a Dios. Los que son piedras vivas en el verdadero templo no serán sacudidos como Dios sacude los cielos y la piedra hoy en dÃa, pero sólo podemos imaginar el gran lamento entre aquellos cuyos templos y reinos carnales comienzan a resquebrajarse y caer mientras Dios los sacude. ¿Sólo el verdadero templo de Dios sobrevivirá este sanateo? ¿Esto no significa que todos los no creyentes serán destruidos? Significa que las estructuras carnales que nos han mantenido cordivos de una fe y confianza falsas se derrumbarán, dejándolos libres para convertirse en parte de este verdadero templo. ¿Por este verdadero templo podemos ofrecer a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia? Esto es lo que describe Pablo en Romanos capÃtulo 12. Asà que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo agradable a Dios que es vuestro culto racional. En este verdadero templo nuestros cuerpos son los únicos sacrificios aceptables que podemos presentar a Dios. Aparte del gran sacrificio de Jesucristo mismo, al presentar nuestros cuerpos como sacrificios, significamos que somos parte del cuerpo de Cristo, y nuestro Dios es fuego consumidor porque Él ha aceptado nuestro sacrificio por fuego y ha consumido la carne completamente como un holocausto. Ningún otro sacrificio será jamás aceptable a los ojos de Dios desde la duda cruz. Dios no requerirá que los levitas judÃos vuelvan a sacrificar animales en un templo construido en Jerusalén, porque Dios hizo que el sacrificio y la oblación cesaran. En Daniel capÃtulo 9 verso 27, en el momento en que Jesús fue presentado a Dios en su bautismo, el hecho de que los judÃos continuaran sacrificando en el templo durante otros cuarenta años no significa que esos sacrificios fueran aceptables para Dios, tampoco lo serán en la era benedictina. Este reino inconmovible es la mitad de la carrera que estamos corriendo hoy. Terminemos lo que comenzamos en nuestros corazones a través de la Pascua. Permitamos que Pentecostés haga su obra de escribir su ley en nuestros corazones, según los guÃes del EspÃritu. Sigamos adelante hacia el alto llamamiento de Dios, para que heredemos una mejor resurrección y la tierra prometida. Terminemos la carrera que tenemos por delante y no nos distraigamos y nos desviemos del rumbo hacia nuestros pasos. Este es el mensaje del libro de Hebreos. SubtÃtulos realizados por la comunidad de Amara.org