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Bajo el cielo de abril, danza el viento, despiertan los sueños en cada momento. Cerezos de nieve, rosado fulgor, sus pétalos caen, susurran amor. Como lluvia leve en la tarde callada, bordando el aire con seda encantada, sus ramas se inclinan, nobles, en flor, testigos silentes de tiempo y ardor. Efímera gloria, belleza fugaz, como un suspiro que el alma se da. Nos enseñan, suaves, sin ningún rumor, que todo lo bello es breve, y mejor. Debajo del árbol, el mundo se para.