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CAZAFANTASMAS DE FUEGO

CAZAFANTASMAS DE FUEGO

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Ricardo was a dynamic and enthusiastic young man who was inspired by the Ghostbusters cartoons and movies to become a firefighter. He studied statistics and was fascinated by the frequency of forest fires. He joined the fire department and developed a portable device to extinguish fires more effectively. He and his team successfully put out fires, but disappeared during a large fire in the south. Weeks later, Ricardo returned, looking thin and tired, but refused to explain what happened. He left for Panama for a job opportunity and did not disclose the details of his invention. Friends who participated in the firefighting adventure praised the technology but were forced to give it up due to external pressures. The story raises questions about the power of economic interests and the suppression of technological innovation. Ricardo's silence suggests there may be more to the story. Ricardo era un joven muy dinámico, era muy entusiasta y su afición primaria fue ingresar después de su educación superior, ingresar al cuerpo de bomberos. Una razón bien importante que él tenía, según él explicó en un momento, estaba radicada en su fanática impronta que generó en él la serie de dibujos animados Los Cazafantasmas y posteriormente también las películas. Era una imagen bastante poética que él tenía de el trabajar en equipo para poder eliminar eventos extraños, eventos casuísticamente improbables pero que sí se producen en determinados tiempos, lugares y épocas y sitios. Con buen estadístico que era pues había estudiado estadísticas, siempre le llamó la atención el problema de los incendios y él buscaba información en CONAF y en cualquier otra página oficial que dedicaba mucho tiempo al estudio de la frecuencia de los incendios forestales. De acuerdo a su análisis preliminar, él estimó de que las frecuencias de estos incendios prácticamente siempre estaban ubicados en zonas muy cálidas en donde el sol, la alta temperatura, arrasaba por completo sin tampoco desmerecer incendios que se producían en zonas boscosas más alejadas de estas zonas calientes de alta temperatura, de zonas tropicales. Y ese era el caso también por ejemplo de Chile y también de Canadá, que rompían un poco la lógica de estos incendios. Siempre como en las zonas ecuatoriales estos se daban con frecuencia. Pero también había mitos que por ejemplo en zonas ecuatoriales no había incendios pero sí en los extremos, en aquellas zonas que estaban alejadas de esas calurosas regiones. Y él estudiaba eso, él estudiaba eso. Y estaba inmerso también en todo el estudio de lo paranormal. Y toda esta infinidad de ideas lo llevaron un día a adoptar la decisión de postular al Cuerpo de Bomberos y quedó seleccionado y especialmente por sus estudios. Porque CONAF necesitaba también a expertos que fueran tal vez prediciendo posibles focos de incendio a través de las estadísticas, estudiar las estadísticas de décadas que había registrado en el país. Y no tan solo en el país sino también en aquellas regiones aledañas, no geográficamente pero sí en torno en relación a los hemisferios y a las latitudes. Por lo tanto él quedó encantado y le proporcionaron todos los recursos habidos y él empezó a especializarse en esto pero ya entregando informes bastante muy bien especificados, muy bien argumentados. A su vez también él quería participar ya en la línea de frente, en la primera línea del combate a los incendios y se preparó también para poder estar en zonas calientes, por así decirlo, para estar igual que el resto de los trabajadores apagando incendios. Y después de mucho tiempo, de haber participado en cuatro o cinco temporadas, también de manera ingeniosa, junto a otros amigos que fue conociendo y fue generando dentro de ese ambiente, sendos aparatos portables para poder apagar incendios de manera más eficaz. Y así fue como un día él presentó su modelo. Era una mochila bastante luminosa con bastantes cosas adheridas, tubos, cables, baterías, con mucho peso pero que garantizaban una especie de lanzador de ondas sónicas que iban a acabar con el fuego. Algo extraño pero eran ondas sónicas y era casi ver el traje de los cazafantasmas con la incorporación de un casco y de un vestuario inflamable, o sea, no flamable o anti-llamas, algo así, que lo protegerá del cuerpo entero. Y para ello preparó a cinco compañeros que estaban bien listos y llegó el gran día. Hubo un gran incendio y partieron ellos en el carro bomba junto con todos los demás trabajadores cerca del poblado donde esto estaba produciendo y se internaron, se internaron. Y la gente que iba detrás de ellos con palas, picotas, mangueras, máscaras de oxígeno, cascos, bien apreciados también para evitar el calor, el humo, las cenizas, los vieron avanzar y meterse entre las llamas haciendo gala de sus instrumentos y las llamas se abrían. Juan Moisés separando las aguas y los vieron avanzar, avanzar, dejando una estela de humo y terminando con las llamas. Y ellos comenzaron a avanzar también a mover la tierra para tapar las cenizas, otros cortando ramas, etcétera. Y así subieron la colina y dejaron un sendero y desde los helicópteros indudablemente los iban siguiendo, rastreando y vieron cómo un sendero comenzaba a abrirse fácilmente eliminando las llamas. Fue realmente un aporte tecnológico increíble. Todos estaban maravillados. Y los comandantes de las distintas unidades al ver esto quedaron impresionados. ¿Cuánto eso podía multiplicarse para que todos lo tuvieran? Y nuestro amigo Ricardo más sus cinco amigos la pensaron muy bien y decidieron en cierto modo sacar provecho y establecer un pequeño negocio para poder vender el producto. Esa era la idea. Fue entonces cuando se produjo un gran incendio ya por allá por el sur, uno muy grandote que hubo, y para allá partieron con sus implementos y sucedió exactamente lo mismo. Fueron abriendo, abriendo, brechas, brechas hasta llegar a los focos de incendio para acabarlos. Y esa fue la última vez que los vieron cuando iban avanzando como punta de lanza de guerreros atravesando las huestes enemigas y nunca más se supo de ellos. Pensaron que habían muerto. Semanas después, meses cuando ya acabó todo, hubo brigadas que los buscaron. La idea era encontrar a lo menos sus cuerpos o sus restos calcinados sin ningún éxito. Quedaron desaparecidos en acción. Y la verdad es que fue una pena muy grande. El aporte habría sido fabuloso con esa nueva tecnología. Y el tiempo pasó. El tiempo pasó y los habían dado por muertos hasta que un día, casi al año después, Ricardo se presenta nuevamente a la oficina. Venía más como demacrado, más delgado, pero todos contentos de volver a verlos. Y le preguntaron por qué habían desaparecido, qué es lo que había sucedido. Pero Ricardo mudó. Dijo que estaba bien, que sus amigos también estaban bien. Sí, sí, conversé con ellos, dijo otra persona por ahí. Y así cada cual fue dando la opinión. Nadie había muerto. Solamente se habían perdido en acción. Y la verdad es que habían desaparecido. Y la gran pregunta era por qué voluntariamente habían desaparecido. O la tecnología tal vez había creado este tipo de suspicacias a nivel internacional que podría romper ciertos estándares en el manejo de los incendios y en la consumación de éstos. En fin, la cosa es que Ricardo un día manifestó a sus más cercanos que se iba a retirar del cuerpo de bomberos porque había salido un negocio, un trabajo lejos, por allá, por Panamá. Y se despidió de todos ellos y se fue. Y la familia, lo más curioso es que la familia no sabía de este viaje. Sabía de que había regresado, había estado con ellos. Era soltero, no tenía esposa ni tampoco hijo. Vivía con sus papás y hermanos. Y a la edad de 35 años, indudablemente, estaba en la flor de su vida. Y él decidió emprender un viaje hacia lo desconocido. De acuerdo a lo que él comentó, a Panamá, porque allá le habían ofrecido un buen trabajo como estadístico. Y se fue. Y de los artilugios que ellos habían inventado, que él prácticamente había inventado, no se supo más. Cuando se contactaron con algunos amigos que habían participado en esta excelente aventura combatiendo el fuego, lo único que señalaron por separado era que fue un avance extraordinario, fue un aporte único. Y que lo ideal era que si algún día se masificaba este tipo de artefactos, realmente se iba a dar un salto enorme para combatir los incendios. Y no tan sólo los incendios, sino muchas cosas más. Pero se vieron obligados a tener que desprenderse de estos artilugios, pues fuerzas superiores así se los habían exigido o sugerido. ¿Quiénes? ¿Alguna potencia extranjera? ¿Alguna entidad misteriosa que de vez en cuando aparece? Hay quienes dicen que tal vez grandes industrias que ya tienen desarrollada esta tecnología y aquí en nuestro país por inventiva propia se llegó a alcanzar lo mismo sin mayor costo. ¿Habría sido un pésimo negocio para ellos que se hubiera divulgado esta tecnología? O tal vez, considerando que vivimos tiempos complejos armamentísticos y con este tipo de guerras que hoy en día nos sacuden en todas partes, no es conveniente tener ese tipo de artilugios tan innovadores, que no tan sólo es para combatir el fuego, las llamas, terminar con incendios, también se podrían terminar con otras cosas. Interesante relato, importante relato, hasta donde el poder económico es capaz de silenciar y eliminar todo atisbo de innovación tecnológica en un país tan apartado o en regiones tan apartadas de los centros de poder, o hasta donde tal vez a lo mejor entidades que superan nuestra propia condición humana han sugerido que no sea así para permitir el desarrollo en otro aspecto más que en lo tecnológico. ¿Quién sabe? O tal vez mantenernos siempre con la piedra en la mano, como otrora, hace millones de años atrás, cuando vivíamos en cavernas y les conviene que nos mantengamos así, sin mayor avance en múltiples cosas, a pesar de que tenemos tecnología, pero no realmente tecnología para alcanzar desarrollos espirituales, sino más bien cosas materiales y mantenernos tal vez siempre sesgados unos con otros. ¿Quién sabe? Es un tema interesante, apasionante, y de Ricardo sabemos que él viajó y está fuera, y de acuerdo a lo que se dice, está bien, ha ido muy bien, pero no quiere hablar, no quiere decir nada respecto a ese tema. Quedó de enviar un texto, cuando llegue lo podremos leer, a ver qué es lo que sucedió. Esa fue esta historia, los cazafantasmas del fuego. Hasta pronto.

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