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Elijah reveals himself to the steward and instructs him to inform Ahab of his return. The steward is hesitant due to fear of Ahab's anger. Elijah reassures him and the steward notifies Ahab. Ahab confronts Elijah, blaming him for Israel's troubles. Elijah counters, placing the responsibility on Ahab and Jezebel for abandoning God's commands. Elijah proposes a challenge to prove the true God, gathering all of Israel and the prophets of Baal on Mount Carmel. The prophets of Baal fail to invoke their god, while Elijah successfully calls upon God to consume his altar. This demonstrates God's power to the people. Al reconocer a Elías, el mayordomo se postró ante él y preguntó si era Elías. El profeta confirmó su identidad y le ordenó al mayordomo que anunciara a Acab que Elías estaba de regreso. Sin embargo, el mayordomo, temiendo por su vida, expresó sus preocupaciones a Elías, temiendo que Acab lo matara por no haber encontrado al profeta, en el lugar que él le había indicado. Elías le aseguró que se mostraría ante el rey no se iría. El mayordomo entonces informó a Acab sobre el avistamiento de Elías. Acab se apresuró a encontrarse con Elías y lo confrontó, culpándolo por la difícil situación de Israel. Elías, en cambio, señaló que la responsabilidad recaía sobre Acab y Jezabel, quienes habían abandonado los mandamientos de Dios y seguido a los dioses falsos. Elías propuso un desafío para demostrar quién era el Dios verdadero. Convocó a Acab a reunir a todo Israel y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, el Dios que adoraban en la nación, en el monte Carmelo para un enfrentamiento divino. Acab convocó a los hijos de Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Elías se dirigió al pueblo, cuestionando hasta cuándo estarían divididos entre Dios y Baal, instándolos a seguir al Dios verdadero. Luego, solicitó que se prepararan dos altares para hacer el sacrificio, uno para los profetas de Baal y otro para el Dios de Israel. Elías desafió a los profetas de Baal a invocar el nombre de sus dioses para que prendieran fuego al altar. Durante horas, los profetas clamaron, «¡Baal, respóndenos!», pero no hubo respuesta. Al mediodía, Elías los instó a gritar más fuerte, sugiriendo que quizás su Dios estaba ocupado o ausente. Pero no hubo respuesta. Finalmente, Elías preparó su altar de acuerdo con las instrucciones divinas. Tomó doce piedras, representando las tribus de Israel, y construyó un altar. Luego, hizo una zanja alrededor del altar, colocó la leña y el buey cortado sobre él. Después, ordenó que se llenaran cántaros de agua y se vertiera sobre el sacrificio y la leña, repitiendo este proceso tres veces hasta que el agua llenó la zanja y el altar estaba completamente empapado. Llegado el momento de ofrecer el holocausto, Elías se acercó al altar y clamó a Dios, reconociendo su fidelidad y obediente servicio. En respuesta cayó fuego del cielo que consumió el sacrificio, la leña, las piedras, el polvo y el agua en la zanja, manifestando el poder de Dios ante el pueblo.