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The transcription discusses the importance of oral language in education and the need to teach it as a subject. It explores the differences between oral and written language, the impact of technology on oral communication, and the role of sociolinguistics in studying oral language. It also raises questions about how to integrate colloquial and youth language in language and literature classrooms. The goal is to empower students to understand and use language effectively. Overall, the transcription emphasizes the significance of oral language in shaping our identities and calls for a deeper understanding and appreciation of its role in education. ¡Hola, hola! Es un placer encontrarnos nuevamente en este espacio para compartir la palabra. En consonancia con el título de este capítulo, cito a Roland Barthes en El Susurro de la Lengua. La palabra es irreversible. Esa es su fatalidad. Lo que ya se ha dicho no puede recogerse, salvo para aumentarlo. Corregir, en este caso, quiere decir, cosa rara, añadir. Cuando hablo no puedo pasar la goma, borrar, anular. Lo más que puedo decir es anulo, borro, rectifico, o sea, hablar más. ¿Oralidad, estás ahí? Sin duda, la lengua oral impregna la vida escolar con diversas funciones. Regular la vida social en la escuela, aprender a pensar, a reflexionar, a leer y a escribir. En el aula, nuestros estudiantes la convierten en protagonista. Allí intercambian comentarios, interfecciones, muletillas, gestos, ya sea de asombro, de asentimiento, de sorpresas, miradas, ritas, chistes, términos propios de la oralidad, como ponele, abombado, cachaba, se repuso, garca. Muchas veces trasladan estas marcas a la escritura, especialmente abreviaturas, códigos que se entremezclan con la hibridación entre oralidad y escritura mediadas por la tecnología. A la luz de esta breve presentación, surgen algunos interrogantes. ¿La oralidad debe ser objeto de enseñanza? ¿Qué estrategias pueden favorecer la apropiación de habilidades propias de la oralidad? Los invito a reflexionar sobre esta práctica del lenguaje, que junto a la lectura y a la escritura, están presentes en el escenario escolar. El primer peldaño lo ocupa el concepto ¿Qué es la oralidad? Walter Ong da una buena definición de ello, y habla de oralidad primaria cuando se refiere a la oralidad de una cultura que carece de todo conocimiento de la escritura de la impresión. Es primaria por el contraste con la oralidad secundaria de la actual cultura de alta tecnología, en la cual se mantiene una nueva oralidad, mediante el teléfono, la radio, la televisión y otros aparatos electrónicos, que, para su existencia y funcionamiento, dependen de la escritura y la impresión. Somos seres hablantes. La escritura es un invento cultural y no algo espontáneo en los seres humanos como la oralidad. Es por ello que solemos considerar a la oralidad como natural y que no está estructurada. Sin embargo, los estudios lingüísticos y las realidades áblicas nos muestran que no todos los hablantes desarrollan igual y, al mismo tiempo, sus capacidades comunicativas. La escuela enseña aquello que nuestros estudiantes hacen de manera espontánea para transformarlo en área de estudio y conocimiento. No solo ejercemos las prácticas del lenguaje, hablar y escuchar, leer y escribir, sino que sabemos qué son y cómo funcionan en diversidad de ámbitos, con diversos textos y para diferentes propósitos. Al aprender a hablar, no solo adquirimos la gramática de una lengua, sino que también aprendemos los diferentes registros y las maneras más apropiadas de usarlos según las normas de nuestro ambiente sociocultural. El componente sociolingüístico, entonces, nos permite, como hablantes, seleccionar estrategias adecuadas según el contexto y construir enunciados coherentes en cooperación con nuestro interlocutor. De larga tradición escolar, la lectura en voz alta se sostuvo en gestos ritualizados, pasar al frente, leer con el libro en alto, declamar de cierta manera, modular la voz de determinadas formas, hacer una exposición, responder preguntas, decir la lección. El desarrollo en el siglo XX de las tecnologías del habla y de los medios de comunicación de masas tuvo una influencia indiscutible en los procesos de interacción y se hicieron presentes algunas aproximaciones al estudio del lenguaje. Así, la oralidad comenzó a ser objeto de estudio de disciplinas como la sociolingüística y la pragmática. Teniendo en cuenta lo expuesto, nos preguntamos ¿Cómo facilitar el pasaje de la tradición oral en la escuela hacia una mirada de la misma como objeto de estudio? El reconocimiento de las diferencias entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito es fundamental para la planificación didáctica, la organización de clases donde se trabaje la lengua oral, la producción y la comprensión de géneros y estructuras sexuales propias del discurso oral y la evaluación de los aprendizajes. Asimismo, la relevancia de las aulas de lengua para la reflexión respecto de cómo el lenguaje nos constituye y nos identifica, en tanto que medio de identidad y mecanismo de poder, exige que se corra el foco de atención concentrándose en la necesidad de trabajar la adecuación lingüística por sobre el juicio valorativo. ¿Qué lugar ocupa, qué impacto supone el habla coloquial y juvenil en las aulas de lengua y literatura? ¿Cabe el espacio para la reflexión sobre el lenguaje? ¿O si solo se trata de enseñarle al otro hablar y escribir bien? Nos interesa particularmente el habla coloquial y juvenil en la medida en que convive con la variedad estándar de las instituciones educativas. En el imaginario, se presenta el habla juvenil con expresiones como Los jóvenes no tienen vocabulario Inventan palabras innecesarias Utilizan una jerga incomprensible Pensar este desafío didáctico nos obliga a conocer qué operaciones ponemos en juego los hablantes durante los intercambios orales y de qué modo la escuela podría observarlas para potenciarlas mediante propuestas desafiantes. Daniel Castany llama estas estrategias micro habilidades de la comprensión oral y son Su desarrollo implica pensar la oralidad como una dimensión nodal de las prácticas del lenguaje. El desafío, entonces, es pensar la oralidad como objeto de enseñanza. Diseñar propuestas de sistematización de estrategias que les permitan a los estudiantes poner en juego distintas habilidades cognitivas en relación con un objetivo de escucha, un tipo de consignas, una audiencia particular en una determinada situación comunicativa. Así, no oímos y hablamos a secas, sino en y a partir de un contexto comunicativo específico. Pensemos en proveer a los estudiantes herramientas para no solo usar el lenguaje y expresarse, sino también comprender cómo funciona. Entendemos que la oralidad atraviesa todos los contenidos de cada una de las áreas. Por lo tanto, es fundamental su enseñanza transversal y durante todo el año. Para concluir, les regalo las palabras de Shani Rodario. TENEMOS PALABRAS PARA VENDER, PALABRAS PARA COMPRAR, PALABRAS PARA HACER PALABRAS, BUSQUEMOS JUNTOS PALABRAS PARA PENSAR, TENEMOS PALABRAS PARA FINGIR, PALABRAS PARA LASTIMAR, PALABRAS PARA HACER COSQUILLAS, BUSQUEMOS JUNTOS PALABRAS PARA AMAR, TENEMOS PALABRAS PARA LLORAR, PALABRAS PARA CALLAR, PALABRAS PARA HACER RUIDO, BUSQUEMOS JUNTOS PALABRAS PARA HABLAR.