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A poor miller's son inherits a mill, a donkey, and a cat from his wealthy father. The cat promises to help him become wealthy. The cat catches animals to present as gifts to the king, who is impressed. The cat then tricks an ogre and gains ownership of a castle. The cat convinces the king that the castle belongs to the miller's son, who then marries the princess and becomes a prince. The miller's son rewards the cat with new clothes and a cape. Érase una vez un millonario muy pobre que al morir dejó a sus tres hijos por herencia, un molino, un asmo y un gato. En el reparto el molino fue para el hijo mayor, el asmo para el segundo y el gato para el más joven. Este último se lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte. ¿Qué será de mí? Mis hermanos trabajarán juntos y harán fortuna. Pero yo solo tengo un gato. El gato escuchó las palabras de su joven amo y decidió ayudarlo. Dijo, no se preocupe mi señor, yo puedo ser más útil y valioso de lo que piensa. Le pido que por favor me regale un saco y un par de botas para andar entre los matorrales. Aunque el joven amo no creyó en las palabras del gato, le dio lo que pedía, pues sabía que era un animal muy astuto. Poniendo su plan en marcha, el gato reunió algunas zanahorias y se fue al bosque a cazar conejos. En el saco lleno de conejos y sus botas nuevas, se dirigió hacia el palacio real y consiguió ser recibido por el rey. Su majestad, soy el gato con botas, leal servidor del marqués de Carabás. Este fue el primer nombre que se le ocurrió al gato. El marqués quiere ofrecerle estos regalos. Los conejos agradaron mucho al rey. Al día siguiente, el gato con botas volvió al bosque y atrapó un jabalí. Una vez más lo presentó al rey como un regalo del marqués de Carabás. Durante varias semanas, el gato con botas atrapó más animales para presentarlos como regalos al rey. El rey estaba muy complacido con el marqués de Carabás. Un día el gato se enteró que el rey iba de visita al río en compañía de su hija, la princesa, y le dijo a su amo, haga lo que le pido mi señor, vaya al río y bañese en un lugar indicado y yo me encargaré del resto. El joven amo le hizo caso al gato cuando la carroza del rey pasó junto al río. El gato se puso a gritar con todas sus fuerzas. ¡Socorro! ¡Socorro! El señor marqués de Carabás se está ahogando. Recordando todos los regalos que el marqués le había dado, el rey ordenó a su guarda a ayudar al joven. Como el supuesto marqués de Carabás se encontraba empapado y su ropa se había perdido en la corriente del río, el rey también ordenó que lo vistieran con el traje más elegante y lo invitó a pasar al carruaje. En el interior del carruaje se encontraba la princesa, quien se enamoró inmediatamente del apuesto y elegante marqués de Carabás. El gato encantado, al ver que su plan empezaba a dar resultados, se fue delante de ellos. Al encontrar a unos campesinos que cortaban el prado en un enorme terreno dijo, ¡Señores campesinos! Si el rey les llegara a preguntar a quiénes pertenecen estas tierras, deben contestarle que le pertenecen al marqués de Carabás. Háganlo y recibirán una gran recompensa. Cuando el rey se detuvo a preguntar, los campesinos le contestaron algo bizarro. ¡Su majestad! Estas tierras son de mi señor el marqués de Carabás. El rato caminando delante de la carroza iba diciendo lo mismo a todos los campesinos que se encontraban. El rey preguntaba lo mismo, y cada respuesta de los campesinos se asombraba más de la riqueza del señor marqués de Carabás. Finalmente, el ingenioso gato llegó hasta el más majestuoso castillo que tenía por dueño un señor aún horripilante y malvado ogro. De hecho, todas las tierras por las que había pasado el rey pertenecían a este castillo. El gato sabía muy bien quién era el ogro y podía hablar con él. Para no ser rechazado le dijo al ogro que le resultaba imposible pasar por su castillo y no tener el honor de darle sus respetos. El ogro sintiéndose adulado le permitió pasar. Señor, he escuchado que usted tiene el envidiable don de convertirse en cualquier animal que desee, dijo el gato. Es cierto, respondió el ogro, y para demostrarlo me convertiré en un león. El gato se asustó de tener un león tan cerca, sin embargo estaba decidido a seguir con su elaborado plan. Cuando el ogro volvió su horripilante forma, el gato dijo, Sus habilidades son extraordinarias, pero me parecería más extraordinario que usted pudiera convertirse en algo tan pequeño como un ratón. Claro que sí puede, respondió el ogro un tanto molesto. Cuando el ogro se convirtió en un ratón, el gato lo atrapó de un solo zarapazo y se lo comió. Al escuchar que se acercaba el carruaje, el gato corrió hacia las puertas del castillo para darle la bienvenida al rey. Bienvenido al castillo, señor Marqués de Carabás. ¿Cómo, señor Marqués de Carabás? exclamó el rey. También este castillo le pertenece. El rey, deslumbrado por la enorme fortuna del Marqués de Carabás, dio su contentimiento para que se casara con la princesa. Aquel joven, que antes fue pobre, se había convertido en un príncipe gracias a la astucia de un gato. El joven nunca olvidó los favores del gato con botas y lo recompensó con una capa, un sombrero y un par de botas nuevas.