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This is a production by the Olivo Verde Community in Costa Rica. They are following the text of the Book of Romans verse by verse. The speaker emphasizes the concept of sin as the rejection of God's will. He discusses the depravity of the Romans and their acceptance of immoral behavior. He also highlights the importance of understanding that salvation does not come from religion or attending church, but from a personal relationship with God. The speaker urges listeners to not let sin control their lives and to use their bodies as instruments for righteousness. He emphasizes that salvation is dependent on God's grace and not on religious practices. La siguiente es una producción de la Comunidad Olivo Verde, Costa Rica. Para la gente que está llegando hoy, que está escuchando este mensaje, estamos siguiendo el texto del Libro de Romanos, estamos siguiendo el texto del Libro de Romanos verso a verso, y esta es la semana 28, esta es la semana 28 y la semana pasada fue 27, profundo, la semana pasada vimos hasta el capítulo 6 verso 11, capítulo 6 verso 11, entonces básicamente hay algunos puntos que tal vez no estoy tratando de decir que usted no los entendió, pero si tal vez es importante que a manera de repaso usted tenga claras algunas cosas para que todos entendamos de que estamos hablando y cuando se utiliza la palabra pecado, estamos hablando del rechazo de la voluntad de Dios, cuando se utiliza la palabra pecado, estamos hablando del rechazo de la voluntad de Dios y la semana pasada, una de las preguntas que hicimos la semana pasada fue, usted alguna vez se ha hecho la pregunta o al menos se ha cuestionado sobre la manera en que usted podría pecar obviando la voluntad de Dios, entonces muy rápidamente a partir del capítulo 1, en el capítulo 1 Pablo le dice a los romanos que ellos, los romanos, el pueblo de Roma, Roma está sumergida, Roma está sumergida en una impresionante depravación ahora, cuando yo le digo a usted que Roma está sumergida en una impresionante depravación, lo que yo le estoy tratando de decir es que es depravación para nosotros pero no lo era para ellos, por eso es que era depravación, que un hombre adulto de 80, 70 años tuviera de pareja a un chiquillo de 13 o 14 años, eso lo veían más bien como algo bueno y fértil, eso lo extraño, la degradación a la cual llegó el pueblo romano y toda su influencia es sencillamente sin precedentes, pero yo quiero que usted entienda por favor que ellos no lo veían mal, los romanos no veían mal las cosas que hacían, en el capítulo 1 Pablo lo que hace es decirle a los romanos que son unos degenerados, el capítulo 1 es un capítulo que le dice a la gente, si usted no le interesa a Dios, no se preocupe, Dios tampoco está interesado en usted, no hay problema, eso es lo que dice la Biblia, si usted no le interesa a Dios, Dios lo deja a usted que haga lo que usted viva y vea como le da la gana, eso dice el capítulo 1 de una sola vez, en el capítulo 2 Pablo le dice a los judíos que ellos porque piensan que son y tienen la mejor religión del mundo, de hecho los judíos tienen la religión que Dios les dio, Dios los hizo a ellos ser judíos, eran hebreos y son judíos porque pertenecían a Judea y su religión era la religión, es la religión que Dios les dio, y yo les digo, y yo se las vi, pero no sepa nada, porque ninguno de ustedes se va a salvar por cumplir lo que la religión hace, en el capítulo 3 lo que hace Pablo, en el capítulo 3 Pablo le dice a la gente no hay nadie bueno, aquí no hay nadie bueno, quita eso de la cabeza que usted es una persona buena que de vez en cuando hace cosas malas, usted es una persona mala que de vez en cuando hace cosas buenas y no me digan amén, somos malos, somos malos, el corazón nuestro es malo, somos malos, lo que sale de nuestro corazón es malo, a no ser que Dios haga algo lógicamente, y en el capítulo 4 empieza a decir que es lo que el Señor hace, en el capítulo 4 se va profundo y vimos el pacto de gracia, vimos el pacto de redención, lo vimos, está todo eso, el material está allá en redes sociales, y en el capítulo 5, todavía se sigue Pablo porque vamos a seguir, por eso es lo importante de atender el texto verso a verso, porque estamos teniendo exactamente la misma experiencia que tuvo la iglesia en Roma cuando recibió la carta, la gente dice pero está hablando de lo mismo, hay una famosa historia de un predicador que llegó el domingo, predicó el domingo sobre el pecado y predicó sobre el arrepentimiento, y llegó el segundo domingo y predicó sobre el pecado y predicó sobre el arrepentimiento, los mismos versículos, tercer domingo el pecado y el arrepentimiento, cuarto domingo y ya la gente estaba loca y se le acercó a doña, se le acercó a doña, doña Dinia y le dice, ay pastor que pena, le dice, me da pena molestarlo, pero usted lleva cinco semanas predicando lo mismo y ustedes no cambian. Entonces, para tratar más o menos de acomodarnos con este, con esta mañana, entramos al verso 12, pero vamos a empezar del 15 y lógicamente, lógicamente pues hoy hay personas que nos están visitando, que se están reintegrando, que por mil razones pues no han seguido la serie y la serie como ya les dije es el libro completo del libro de Romanos, aquí no hay ningún bosquejo, el bosquejo es el libro. Pero, pero yo siempre les he dicho esto y lo voy a repetir esta mañana. Una señora tenía dos perros en la casa, dos perros grandes, pero uno era un perro de esos orejones, uno de esos orejones pequeñitos y el otro era un perro endorma y alguno de los dos perros despedazó el sillón. Cuando la señora llegó a la casa, cuando la señora llegó a la casa, sentó a los dos perros, es que los perros no entienden, no entienden y les dijo, ¿quién fue el que despedazó el sillón? ¿Quién lo despedazó? ¿Quién fue el que hizo eso? Y el Doberman no hallaba donde meter la cabeza, adivinen quién fue, el Doberman. Entonces la señora castigó a los dos perros, al Doberman por el sillón y al otro por si acaso. Quiero usar este ejemplo para tratar de que usted me entienda que es muy fácil, es muy fácil cuando Quique, que está aquí puesto de pie, se acerca y me dice o dice, él dice, estoy pasando por esta situación, estoy viviendo esto, no debí de haber hecho esto, no debí de haber hecho aquello, no debí de haber dicho aquello, no debí de haber lo que sea. Ayúdeme con... es parte de los efectos especiales. Mire, cuando usted tiene una persona que dice, a ver, si usted miente se le hace una cruz en la cabeza y usted dice, no, yo no fui, yo no fui, no fui yo, yo no andaba ahí, no era yo. O sea, usted sabe que se le hace la cruz en la cabeza. Hermanos, esencialmente para poder entrar a la parte que sigue, al bloque que sigue con relación al verso del 11 al 15, hay que tener muy claro que la gran mayoría de nosotros pensamos que somos buenos, que nosotros no hemos hecho nada malo, ¿qué malo estamos haciendo? Si me aguanto a esta mujer o me aguanto a este hombre, ya tengo el cielo ganado. La gente se justifica de mil formas. No puedo decir amén, que estoy bien. Es muy fácil, hermanos, es muy fácil empezar a decirles que el problema con el auterio y el problema con el guaro y el problema con Netflix y todas las cosas que de alguna forma yo necesito que usted me entienda que lo que es pecado es pecado. Lo que es pecado es pecado y es sagrado a Dios, así es, punto. Una vez estaba yo recién llegado a San Ramón, tenía como un año, año y medio, llegó una persona que venía aquí a la iglesia, me llegó a buscar y me dice, venga, venga. Y yo estaba en la puerta de la casa y me dice, venga, venga, venga. Me hacía así. Yo vivía ahí al frente, aquí en el centro por el Gabelo y entonces me hacía desde el carro, venga, venga, venga. Y entonces salgo y me digo, ¿qué pasó? Me dice, por fa, por fa, móntese, móntese, móntese. Y me monto en el carro y me dice, es que metí las patas, metí las patas y perdí un montón de plata. Y la plata que perdí inclusive es plata de la casa. Hermanos, yo no tengo problemas con ese tipo de personas, porque esas son las personas que reconocen lo que viven y lo que son. Son la gente que entiende que su vida depende de Dios. Son personas que saben que sus negocios, que su vida se rige por algo superior. Yo tengo problemas con usted y conmigo, que somos muerdequeditos, mosquitas, mojigaticos. ¡Oh! ¡Oh! ¡Eso no es pecado! ¡Eso nada que ver! La Biblia no es... ¡Eso no es pecado, o sea! ¡Eso es ser open mind! ¡Open mind! ¡Open mind! ¿Sí estoy diciendo claro? No lo digo yo. Claramente la Biblia dice que a algunos nos gusta tener una vida paralela, una cosa en mi vida y otra cosa en la calle. Dios no se mete conmigo, yo hago mis cosas como yo quiera. ¡Dios no se mete en mis cosas! Lo acabamos de leer, el apóstol Juan decía, por lo tanto mentimos y afirmamos que tenemos relación estrecha con unión con Dios. ¿Por qué eso hermanos? Porque todos tenemos un ingreso, dinero, trabajo, salud, todos tenemos más o menos alguna estabilidad, pero lo que no entendemos es que esa supuesta estabilidad que tenemos no depende de nuestra condición, depende de la gracia infinita de Dios. Esto es bien interesante, porque mucho de lo que Dios hace en nosotros tiene que ver con cómo Dios nos bendice, Dios nos cuida, pero una de las cosas interesantes es que Dios no está viendo si la cantidad de pecados que Kike tiene son más que los pecados que Carlos tiene. Dios no está viendo eso, hermano, la Biblia dice que Dios no nos paga por nuestras rebeliones. Pues no hay gente que dice que no tiene. Usted no ha notado estas cosas, si usted se acerca a Dios, Dios se acercará a usted, lavémonos las manos pecadores, purifiquémonos el corazón, porque la lealtad está dividida, nuestra lealtad está dividida entre Dios y el mundo. Si nosotros tenemos que tomar, voy a poner un ejemplo bien tonto, muy tonto, porque no es cierto, Dios no mide la gente por la cantidad de cultos que usted asista. Pero a algunos de nosotros nos haría falta por lo menos tener unos tres años de terapia en el culto, para que usted me entienda, para que nuestra vida tenga otra razón de ser y otra situación completamente diferente. Entonces me dicen cosas como estas, es que me salió el domingo yo ahí, estaba listo, pero es que me salió una cosa ahí, vamos a hacer, me salió, como que si aquí nos fuésemos a meter diez horas o cincuenta o cuarenta, nos metemos una hora, y si yo tengo el agua metida, seguramente nos metemos hora y media. Hermanos, tenemos que ver y analizar mucho de nuestro entusiasmo y nuestra pasión y nuestro corazón, cuando se está hablando de que lo que está haciendo Dios, el único beneficiado de venir aquí no es el pastor, el beneficiado de aquí somos todos. Dios con usted no ha terminado, ni conmigo tampoco, Dios no ha terminado con ninguno de nosotros. Y usted es buena gente porque el medio en el cual ha crecido, lo hace usted adaptarse al medio al cual usted pertenece, usted es buena gente por eso. Pero yo no sé qué piensa Dios de usted. Ser buena gente, cuando uno tiene siete personas, o cuatro, o dos, o yo lo sé, cualquiera aquí, el número de gente es burdo, pero ser buena gente al grupo, al medio al cual pertenezco, y la familia tiene que aguantárselo a uno, ahí viene aquel... Y todo el mundo se mete al cuarto, pero ahí está, esa es la familia, ahí está. Número tres, no es un asunto solamente de asistir, de presentarse, de estar, porque nadie va a llegar nunca a ser justo ante Dios por la religión o por los cultos que haga. La ley sencillamente nos muestra los pecadores que somos y eso es lo que la palabra nos dice. Nadie, nadie se salva por ninguna religión, ninguna. Ni la católica, ni la evangélica, ninguna religión salva. El infierno está lleno de evangélicos y el infierno está lleno de católicos y no me digan amén. Y fueron buenos evangélicos y fueron buenos católicos, pero están en el infierno. Porque nadie se salva por la religión. Es más, se la voy a poner cuesta arriba. Usted no va a entender nada de esto hasta que usted entienda que usted Dios lo dejó aquí en la tierra para que le sirviera. No existe una sola persona sobre esta tierra que sea hija de Dios, que Dios no tenga planeado que en algún momento, aunque sea una vez, le sirva para lo que sea. Cuando llegó Mardoqueo, le dice Mardoqueo a la reina Esther, dígale a Esther que soy yo, que soy el tío, que es que necesito hablar con ella, porque nos van a matar a todos los hijos y yo creo que tal vez ella pueda hacer algo. Entonces va a la cría donde la reina Esther y le dice, mi reina, perdone, disculpe, hay un viejo loco pegando gritos allá afuera. Se llama Mardoqueo. Usted me dé el favor. Dice que quiere hablar con usted. Mira, decirle que estoy ocupadísima, que es que ahora como reina no lo puedo atender. Y le dice Mardoqueo estas palabras, dígale a Esthercita que digo yo que a lo mejor es para este momento que Dios la puso ahí. Dígale a Esthercita que no se preocupe, que si ella no hace lo que hay que hacer, Dios busca otra persona. Eso está en la Biblia. Ups. Porque Esthercita se puso con varas. Bueno, vámonos a lo que vimos. Número 1. El apóstol, ahora sí, a partir del verso 11, cuando llega el verso 11, todo lo anterior, lo que está hablando es, explica teológicamente, Pablo se va profundamente, teológicamente, hay pastores que me dicen, ¿cómo hiciste con el capítulo 6? El capítulo 6 no es para peredicarle a la iglesia, es para ser discipulado. Le digo, ¿qué? La gente no entiende, no estás equivocado. Si aquellos hermanos en Roma hace dos mil años entendieron, o entendemos por las buenas o entendemos por las malas, o entendemos o nos salvamos, porque hay otras cosas que si las entendemos. Mira que raro, la gente ni ve, porque para leer la Biblia es un problema. Ni ve. Pues para cambiar el consol de moto, el aparato, para poner aquí el Netflix, el HBO y las otras cosas, ahí sí ve, mira que raro, ahí sí ve. Y ahí sí encuentran los antiguos, y ahí sí, sí. Sí, me estoy dando a entender. Entonces en los textos anteriores, Pablo le dice a la gente, al venir Dios y morir, sustituir el pecado del hombre, se le imputa todo el pecado a Jesús, Jesús le quita el pecado al hombre de Adán, y ya, y ya de alguna forma, ya de alguna manera, ya la gente no está comprometida con el pecado original, producto de la salvación, y claro, eso es profundo. Y eso lo vimos en dos, tres semanas. ¿Pero qué pasa? ¿Qué? Entremos suave. A partir del verso 11, Pablo lo que le está diciendo a la gente es, ahora sí que les toca a ustedes. Número uno, todo Hijo de Dios se sabe, se entiende, todo Hijo de Dios tiene que saber esto, entenderse esto. Yo hago algo, me brinco un alto, bueno, uno me brinca un alto y me pasa la palmira, ¡Diay Pastores! Porque la gente quiere que usted entienda, que usted dice que usted va en inglés y usted es cristiano, y cuando hablan de Dios no grita, ¿qué? A partir del verso 11, exactamente lo que está haciendo Pablo, es diciéndole a la gente, meta sobre la cabeza, usted está muerto al pecado, pero vivo para Dios. Usted está muerto al pecado, pero vivo para Dios. Usted está muerto al pecado, pero vivo para Dios. Entonces quiere decir que yo ya no peco, no, eso lo vimos la semana pasada y la semana pasada. ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué debo hacer? No permitan, no permitan. ¿Quién tiene que permitirlo? Ya lo más complicado, que fue el poder del pecado, Jesús lo quitó, Jesús lo quitó y ya ahora sí, ya no somos esclavos del pecado, y ahora sí, simplemente estamos, a ver, como estuvo Ana al principio para que usted me entienda, sí, sí, hágame así o así o en las cejas o algo, pero dígame algo. No permitan que el pecado controle la manera en que viven, ya está. Vean lo que está diciendo, van a pecar, pero no pueden dejar que sea el pecado quien les controle la vida. No caigan ante los deseos pecaminosos y se va directamente al cuerpo, se va directamente con el puño cerrado y nos dice de usted mismo, de usted misma, usted es lo que es porque usted quiere ser así, usted es así. No tengo tiempo, no lo voy a hacer, entonces yo le pregunto a Anita esta mañana, yo le pregunto a Carlos, yo le pregunto a Federico, a Ivete, ¿todos tenemos los mismos deseos pecaminosos? No. ¿Hay deseos pecaminosos más malos que otros? No. ¿Usted sabe cuáles son los suyos? No, bueno, por ahí empieza el asunto, por ahí empieza la conversación. Y adivinen que, todos, tenga usted ochenta años, tenga usted cincuenta, tenga usted treinta, todos tenemos deseos pecaminosos. Yo soy hombre y me gustan las mujeres, y bastante, pero no es únicamente lo que me gusta, lo que me gusta ver o hacer, no es eso únicamente. Pero ven que fácil es señalar a los hombres por las mujeres, o a las mujeres por los zapatos, no me digan a ninguna. ¿Sí me estoy comunicando? Ah, es pecado comprarse zapatos. No, no es pecado comprarse zapatos, es pecado comprarse un par de zapatos cuando tiene noventa y tres. Es pecado. Y a partir del número sesenta y cuatro, nunca los ha usado. Sigue. Dice, no dejen. ¿Quién? Véanlo, del once al quince, el responsable es Joel, es la responsable Sanas, la responsable es Elisa, no dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado, ninguna parte del cuerpo. No me voy a meter en el detalle, pero lo que tocas, lo que ves, lo que decís, es que es parte del cuerpo, no me voy a meter en ningún detalle porque todos nos conocemos. Verso trece, segunda parte, entréguense. Verso trece, segunda parte del mismo verso, en cambio. ¿Cuál es el polo pasivo? El polo activo, ¿eh? El polo activo. Entiéndase, considérese, véase en el espejo, diga, así soy yo, esto es lo que está en mí, Dios está en mí. No permita, entréguense. En cambio, entréguense completamente a Dios porque antes estabas muerto, pero ahora tienen vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. Cuidado con este, porque ese es el pecado más grande que todos cometemos. Ahí pase por los bares aquí, por el lado del Super Pro está lleno de bares y ahí vía, ahí vía aquel fumando. Si viera que en la noche del, viera que en la noche de la vigilia, una hermana que vino a la vigilia a las diez de la noche y se vio caminando y a usted le pasó la patria y no le importó que la hermana se fuera caminando. Una pregunta, ¿quién peca más? Qué hipócritas que somos, ¿verdad? Yo primero, yo primero soy el hipócrita, pero qué fácil es abrir la boca y soltar la lengua, ¿verdad que sí? Y decir que vieron, ah. Aquí está el pecado más complicado, porque aquí está donde dice, así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. Y adivinen qué, empezando por el pastor de esta congregación, ahí estamos quedados casi todos. ¿Sí estoy siendo claro? Por eso dice, entréguese, entréguese. Verso catorce, el pecado ya no es más el Señor, ya no es más el amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley, en cambio viven en la libertad de la gracia de Dios. No entendí, no entendí, se lo explico, se lo explico. ¿Dios puede salvar a una persona cinco segundos antes de morir según un accidente? Sí, sí la podría salvar, claro que sí. Hay una historia, esa historia no es una parábola, de un hombre que estando en la cruz con Jesús, le dijo al otro, callate, pachuco, ¿no estás viendo que el que está clavado con nosotros es un santo y vos eres un desgraciado? Señor, no le haga caso a ese pachuco que está a la par. Y él le dice, mira, te voy a decir una cosa, hoy mismo estarás conmigo en el paraíso. Si hay una historia de un hombre que nunca fue oculto, no tuvo evangelio, no leyó nada, nada, nada, nada, eso salvó. Pero adivinen qué, no todo el mundo sabe cuando se va a morir. Y adivinen qué, sucede que la gente se muere a veces de pronto. Ok. Entonces sucede que Carlos, estando aquí sentado, le da un infarto, fulminante doctor, fulminante. Pero antes de salir de la iglesia, tuvo una bronca con Irene. Y cae aquí muerto. ¿Para dónde se va? Ven qué feligiosos que somos. ¿Por qué? Porque cuando Dios dice, usted la pregunta, inmediatamente se agarró con Irene, Irene la esposa, nadie lo perdonó, está en el infierno quemándose. La gente le pregunta a uno, y se estrellaron, y entonces el Carlos quedó, y se repitió. Escúcheme, hay un problema. Carlos muere, son las doce y quince, a las doce y dieciséis, él se está presentando en el portón del cielo, ¿buenas? ¿Sí señor? Yo soy Carlitos. ¿Sí, buenas? Vengan, me mandaron para acá. ¿Aquí es el cielo? ¿Sí es el cielo? Ah, pues yo pensé que no venía para acá, pero yo tuve una bronca con Irene, hoy en la mañana, es que a usted no lo estamos dejando entrar al cielo, con las cosas que usted se puede acordar que hizo malas, o que no hizo bien, o que hizo mal, a usted lo estamos dejando entrar al cielo, porque Cristo pagó por usted el precio, que usted nunca va a poder pagar. Y no hay ninguna persona que al morir, esté completamente auto justificado, si está justificado delante de Dios, pero ninguno de ustedes sabe los pecados y las cosas que Dios le tiene a usted en contra. Entonces San Pedro le dice a Carlos, sí, nos dimos cuenta, qué clase de bronca, ¿verdad? Pues uno lo cae y dice, no, no es cierto, no es cierto. Sí, muy fea la bronca, sí, pero el pecado que, el pecado que usted tenía antes de venirse era este, este, este y este. Y Carlos no se acordaba por ninguno de esos. Hermanos, por favor, entiendan lo que la palabra dice. Usted ahora es hija e hijo de Dios, y no todo el mundo es hijo de Dios, ahora sí. A ver, dice el texto, dice el texto, en cambio vive la libertad para gracia. Podemos hacer lo que nos da la gana, ¿no? Ahora bien, eso significa que podemos seguir pecando porque la gracia de Dios nos ha liberado la ley. No. Ah, bueno, y... Entonces, entonces, eh, viene Pablo, viene Ernesto, y me dice, ¿y qué hago si peco? Todo está muy lindo, ya quedó claro, todo está muy lindo, pero ¿qué hago si peco? De fácil, vea qué fácil, vea qué sencillo. Punto uno. Entienda quién es usted, entiéndalo. Veanlo. Salmo 51.1. Ten piedad de mí, oh Dios. ¿Qué hace usted con el pecado? Se lo presenta a Dios. No a ningún hombre, no al pastor ni a ningún cura, a Dios. Ten piedad de mí, oh Dios. Conforme a tu gran amor, conforme a tu misericordia. Las primeras tres renglones del versículo le suplican a Dios por el amor y su misericordia. Y los siguientes tres, con las orejas agachadas, dice, borra mis transgresiones, lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. ¿Qué es lo primero que tiene que hacer? ¿Qué es lo primero que tiene que hacer? Considérase, sepa quién es usted. ¿Qué tiene que hacer? El Hijo de Dios hace esto. ¿Lo segundo que tiene que hacer? No permita. No permita. Lávame de la culpa hasta que quede limpio. Purifícame de mis pecados. Tiene que haber un hasta aquí. Tiene que haber un hasta aquí. Número tres. Entréguese. Conmigo en voz alta. Pues, vamos pues, reconozco mis rebeliones. Mis rebeliones, día y noche, me persiguen. Contra ti, solo contra ti, he pecado. He hecho lo que es malo ante tus ojos. Entréguese. Le estoy mostrando a David, mil cuatrocientos años antes del texto que escribe Pablo. ¿Puedo seguir haciendo lo que me da la gana? Soy... Soy pecador de nacimiento. Así es. Desde el momento en que me concibió mi madre. Desde el preciso momento en que me concibió mi madre. ¿Qué significa que soy pecador de nacimiento? No se exponga. No se exponga. No se exponga. Evite. Cuídese. Hermanos. De una forma interesantísima, lo que sigue es lo mismo. El verso dieciséis sigue igual. ¿Ustedes saben por qué? Porque somos pecadores. Somos pecadores. Y al que no le cae en la primera, le cae en la segunda. Le cae en la tercera, le cae en la cuarta. Pablo sigue. Y sigue hasta el capítulo ocho. De aquí interesante lo importante de ver el texto completo. De aquí es necesario ver el texto completo. Dice Primera de Juan, no pequen. No pequemos. Pero si pecamos, tenemos un abogado que es Cristo. Señor, te doy gracias en esta mañana.