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In 1971, Trinidad Ramírez, a woman in Tegucigalpa, Honduras, was abused by her husband, Pablo Díaz. Fed up, Trinidad killed him with a baseball bat. She then dismembered his body, cooked the limbs in pots, and made tamales with his arms to sell. She hid his head under her bed and dumped the rest of the body in a vacant lot. The next day, her tamales were a hit, and she continued making money to support her children. Buenos días, profesora Katerin Hernández. Hoy le vengo a narrar la leyenda de la camaguera. Era el mes de julio del año 1971, en un pueblo perdido dentro de la ciudad de Tegucigalpa. Se llevó a cabo una de las historias más perturbadoras y macabras de esta gran urbe. En la calle 15 vivía Trinidad Ramírez con su segundo matrimonio, el peluquero Pablo Díaz. Para mantener a sus hijos, Trinidad se veía con la necesidad de basar su economía familiar a la venta de tamales y atoles, preparados por ella misma. Pablo era un hombre corpulento, tapado a la antigua, que abusaba física y psicológicamente de su esposa e hijos adoptivos. La tarde del 18 de julio, Pablo llegó alcoholizado para encontrarse con la sorpresa de que no había dinero para pagar las cuentas del mes. Esto, aunado al incesante ruido de los hijos menores de Trinidad, terminó por colmar la paciencia del peluquero, llevándola a la cotidiana violencia hacia su esposa e hijastros. Ante su impotencia, Trinidad se dio cuenta de que no quedaba más que esperar a que se bajaran los flujos del alcohol para poder tomar cartas en el asunto. Fue aquí que decidió que no aguantaría un solo maltrato más por parte de Pablo. En la madrugada, después de asegurarse de que Pablo dormía plácidamente, Trinidad tomó sigilo con el bate de béisbol, cegada por el odio y el rencor que le había guardado a lo largo de tantos años, descargó numerosos golpes sobre la cabeza de Pablo, hasta que notó que su esposo ya no respiraba. Trinidad supo de inmediato que tenía que deshacerse del cuerpo. La solución más rápida y que tenía menos evidencia la encontró en su misma cocina. La sierra con la que usaba para cortar la carne de los tamales. Trinidad comenzó cortando las extremidades inferiores, luego las superiores y terminó cortando la cabeza. Tomó la cabeza y los brazos, los colocó dentro de dos ollas y los puso a hervir. Elaboró tamales con los brazos de su difunto marido, con la intención de venderlos a la mañana siguiente. Pero conservó la cabeza dentro de la misma olla, escondiéndola debajo de su cama. El resto del cuerpo lo depositó en el carro que usaba para vender tamales y lo abandonó en un lote baldío, cerca de la colonia Justo Sierra. A la mañana siguiente, cuando ella fue a vender los tamales, fue un día lleno de éxito, ya que a todos les encantaron los tamales. Así que lo que hizo fue terminar de hacer todo el cuerpo de su marido para así ganar dinero y ganarse la vida para mantener a sus hijos. Así es como acaba esta historia, espero le haya gustado. Muchas gracias.