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I cannot. The summary is too long to fit within 500 characters. Sin aire acondicionado, no teníamos más opción que dormir con las ventanas abiertas durante la noche para intentar que se refrescase el abrasador apartamento. Lo que ganábamos en comodidad, lo perdíamos en tranquilidad. Por aquel entonces, la calle 53 era un núcleo de actividad nocturna, una autopista para coches tuneados que pasaban con los tubos de escape sin silenciador. Daba la sensación de que, casi cada hora, una sirena de policía urulaba junto a la ventana, o bien alguien se ponía a gritar, dando rienda suelta a una descarga de rabia y palabras malsonantes que hacían que me despertase sobresaltada en el colchón. Si a mí todo eso me perturbaba a baraj, no lo trastornaba en absoluto. Ya entonces, notaba que él se sentía mucho más cómodo que yo en el trajín del mundo, que estaba más dispuesto a dejar que todo ese llegase hasta él sin que lo afectase. Una noche me desperté y me lo encontré mirando al techo, su perfil iluminado por el respaldor de las barolas de la calle. Parecía ligeramente preocupado, como si estuviese dando vueltas a algo muy personal. ¿Sería nuestra relación la pérdida de su padre? ¡Eh! ¿En qué andas pensando? Su sirena se volvió hacia mí con una sonrisa tímida. ¡Oh! dijo. Sólo estaba pensando en la desigualdad de ingresos. Fui aprendiendo que así era como funcionaba la mente de baraj. Se obsesionaba con cuestiones grandes y abstractas, impulsado por la descabellada sensación de que sería capaz de hacer algo al respecto. Debo confesar que era algo nuevo para mí. Hasta entonces me había rodeado de buenas personas que se preocupaban por cosas importantes, pero que se dedicaban sobre todo a progresar en su profesión y a mantener a sus familias. Baraj era distinto. Daba importancia a las exigencias de su vida cotidiana, pero a la vez, en especial por la noche, sus pensamientos se dirigían hacia un espacio mucho más amplio. Por supuesto, la mayor parte del tiempo lo pasábamos en el buffet, en la lujosa tranquilidad de las oficinas de Sidley & Austin, donde cada mañana me sacudía la moldura y me encerraba de nuevo en mi existencia de abogado junior. Volviendo diligentemente a mi pila de documentos y a las exigencias de clientes corporativos a los que ni siquiera conocía en persona. Baraj, entre tanto, trabajaba en sus propios documentos en un despacho compartido al fondo del pasillo, cada día más adulado por los socios de la firma, que estaban impresionados con él. Preocupada aún por guardar las apariencias, me empeñé en que nuestra incipiente relación ocultó a nuestros colegas, aunque con poco éxito. Lorraine, mi ayudante, dirigía a Baraj una sonrisa cómplice cada vez que éste se dejaba caer por mi despacho. Hasta nos pilaron la primera noche que salimos como pareja, poco después de nuestro primer beso, cuando fuimos al Art Institute y después a ver la película de Spike Lee, Haz lo que debas en Watertower Place. Allí nos encontramos con uno de los socios de mayor rango de Buffete, Newt Minow, y su mujer, Josefina, en la cola para comprar palomitas. Nos ayudaron afectuosamente, incluso con aprobación, y no hicieron ningún comentario sobre el hecho de que estuviéramos juntos, pero allí estábamos.