¡Cantando! Dame un nuevo corazón Que te alabe noche y día Dame un nuevo corazón Oh Jesús, Tú eres mi guía Dame un nuevo corazón Y que sea morada tuya Dame un nuevo corazón Dame un nuevo corazón Cada día La oración es la actividad más sublime del alma humana Y por lo tanto, es al mismo tiempo la prueba máxima de la verdadera condición espiritual del hombre. El Ministerio Radial y Podcast, hasta que el día sea perfecto, le invita a escuchar y compartir la serie Ahora es la Hora.
Juntos reflexionemos la veracidad y la necesidad de tener una vida de oración. Para esta entrega contamos con la voz y experiencia del pastor Eliseo Charleston, Domingo, quien nos instruye desde los Estados Unidos. El hermano Reinaldo Nisbet Jr. y sus colaboradores les esperan con Biblia, papel y lápiz en mano. Y algo más, únase con la intención de aprender. Dios les bendiga, muy buenos días, muy buenas tardes o muy buenas noches a cada uno de ustedes que ha querido, que está reincidiendo en escuchar la oración.
Y que ha querido que se sientan en la oración. Y que se sientan en la oración. Y que se sientan en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración.
Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración. Y que se sienten en la oración.
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El Ministerio Radial y Podcast, hasta que el día sea perfecto, le invita a escuchar y compartir la serie Ahora es la Hora. Juntos reflexionemos la veracidad y la necesidad de tener una vida de oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración.
Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración. Hoy es el día de la oración.
Si me buscas yo enjugaré tu llanto cuando muchos no te quieran ayudar. Borraré tu tristeza y tu quebranto si das tiempo para hablar. En Cristo ahora pongo mis cargas. Él es más que vida en mí. Me cambia mi desaliento. Cada día me acompaña a mí. Que no oyen la invitación al jardín de la oración. Toma tiempo para hablar. Que Dios le bendiga, que Dios le guarde, que la gracia y el favor del Señor esté con cada uno de ustedes.
Les habla su hermano y su amigo, Pastor Eliseo Charleston. Quiero dar gracias a Dios por su amor, por su misericordia en este día y por concederme la oportunidad de poder conversar con cada uno de los oyentes en esta hora sobre la oración. Bendito sea el nombre del Señor, uno de los tópicos que nos compete a nosotros los creyentes, la oración. Usted sabe que la esencia de la oración es simplemente hablar con Dios. Hablar con Dios como usted y yo lo haríamos con un querido amigo, sin pretensiones, sin ligerezas, solamente establecer una amena conversación con Él.
Sin embargo, muchos creyentes tenemos problemas con esta actitud de la oración. A veces se nos olvida que la oración es un camino de doble vía. Es decir, que nosotros hablamos con Dios, pero que también en la oración Dios habla con nosotros. Imagínese que nosotros, usted va al médico, tiene una cita con el doctor, y usted se siente en el consultorio del doctor y comienza a hablar con el doctor y decirle, doctor, mire, estoy aquí porque hace una semana que tengo dolor de cabeza.
Después, el otro día, tengo dolor en la espalda, no puedo caminar. Cuando me levanto en la mañana, pues me levanto con molestias. Y también me duele un dedo. Y mire, cuando trato de hablar, no hablo bien. Y así sucesivamente, está usted describiendo y vaciando prácticamente, literalmente, una lista de sus quejas, de sus sentimientos, de los acontecimientos adversos que usted ha pasado y está pasando en su vida, y de las molestias que tiene el cuerpo, y el doctor pacientemente está escuchando, pero de repente, usted mira su reloj y dice, bueno, ya es tarde, ya se está haciendo tarde, y se levanta de la silla del consultorio del médico y se va.
Cuando no le dio la oportunidad al médico de responder, es probable que el médico, antes de usted salir, le diga, un momento, le gustaría escuchar cuál es la opinión que tengo. Creo que a nosotros, a muchos de nosotros nos acontece lo mismo. Nosotros vamos donde Dios y vamos con una lista de peticiones delante de su presencia, y cuando se nos acaba la lista, o tal vez no se nos acaba la lista, tal vez tenemos pendiente alguna otra actividad que hacer, pues, y nos levantamos de nuestras rodillas y nos vamos.
Así como el que va al médico y solamente describe su condición sin recibir la respuesta del médico, sin recibir las instrucciones que el médico pueda darle, los exámenes que el médico pueda hacer para determinar qué es lo que está ocasionando las molestias que tiene. Asimismo, nos acontece cuando nosotros nos paramos, una vez que hablamos y hablamos y hablamos delante de la presencia de Dios y nunca escuchamos su voz, nunca nos detenemos a escucharlo a él. Nunca nos detenemos a escuchar cuál es la opinión, qué tiene que decir Dios con las peticiones y lo que nosotros le decimos, cuál es la opinión de él, cuáles son las instrucciones de él, cuál es el examen que él va a hacer, qué obra va a hacer en nosotros para mejorar nuestra condición.
Por eso, mi querido hermano, hermana, creemos que la oración es un camino de doble vía. Nosotros sí debemos hablar con Dios, establecer una conversación, abrir nuestro corazón con toda sinceridad delante de su presencia, pero también tomar un momento para escuchar y saber qué Dios opina de nuestra condición y abrir nuestro corazón para confiar plenamente en lo que él nos diga hasta el punto que nos sometamos a sus instrucciones para que haya mejoría, para que haya cambio, para que haya salud, sanidad, respuesta a nuestras peticiones.
Al amanecer de una hermosa mañana, cuando las aves y los cantan al Señor, puedo oír una voz que me dice, toma tiempo para hablar. La comunión con Dios es tan vital y la oración es tan efectiva para el cumplimiento del plan de Dios para nosotros. Por esto, el enemigo intenta constantemente introducir errores a nuestro entendimiento y compromiso con la oración. La comunión con Dios es vital y la oración es efectiva para el cumplimiento del llamado, del plan, del propósito de Dios para con cada creyente.
Si nosotros no oramos, hermano, hermana, si no llevamos una vida de oración, pues entonces será imposible ver el cumplimiento del plan de Dios, del propósito de Dios en nuestra vida. La oración es la actividad más sublime del alma humana, y por lo tanto es al mismo tiempo la prueba máxima de la verdadera condición espiritual del hombre. Oiga bien, la oración es la actividad sublime del alma, y también es la prueba máxima, la prueba verdadera de la condición espiritual del hombre.
Es decir, que el hombre, el siervo, la sierva de Dios, que no lleva una vida de oración, su condición espiritual es pobre. No hay nada que diga tanto la verdad sobre nosotros como cristianos que nuestra vida de oración. Ya que cuando nosotros oramos, nosotros descubrimos la condición real de nuestra vida espiritual, hermano. Porque cuando oramos nos examinamos en privado, y cuando nos examinamos en privado, no hay lugar para la pretensión, no hay lugar para la hipocresía.
Por cuanto estamos en privado en la presencia del Señor, abrimos nuestro corazón al Espíritu Santo, y el Espíritu de Dios nos revela nuestra condición. Por eso es necesario que nosotros sí hablemos con Él, pero que tomemos tiempo y nos expongamos en silencio en Su presencia, dándole la oportunidad al Espíritu Santo que hable y nos enseñe y nos revele nuestra condición espiritual, nuestro interior, cómo estamos realmente delante de Dios, dónde nosotros estamos parados espiritualmente hablando. Porque cuando estamos a solas con Dios es que realmente sabemos dónde es que nos encontramos nosotros en el sentido espiritual.
¿Dónde estamos? Porque Dios nos revela nuestra condición. Bendito sea el nombre del Señor. Quisiera conversar con ustedes en este momento sobre el modelo de la oración, la perspectiva judía sobre la oración. Por ejemplo, miren, los judíos del Antiguo Testamento deseaban orar porque ellos creían que Dios quería que se acercaran a Él. Oiga, el deseo de los judíos del Antiguo Testamento de orar es porque ellos creyeron y creían que Dios quería que ellos oraran. Este es un motivo bastante noble para nosotros querer orar, porque nosotros sabemos, nosotros los creyentes sabemos y debemos tener este conocimiento, así como los judíos del Antiguo Testamento, de que Dios quiere que nosotros oremos, que nosotros establezcamos una conversación con Él.
Dios está interesado. Por eso Dios dice, y me buscaréis, y me buscaréis, y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Búscame. Y Jesús dijo, pedid, y se os dará, buscad y hallaréis. Porque todo aquel que pide recibe, y el que busca halla, y dice, tocad, y se os abrirá, porque todo aquel que toca se le va a abrir. Santo es el Cordero. Dios está interesado de que nosotros oremos. En el Salmo 148, versículo 18, la palabra de Dios nos dice, cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan.
¿De veras? Ese es el pensamiento de los hermanos en el Antiguo Testamento, de los judíos del Antiguo Testamento. Eso es en su pensamiento. Ellos están diciendo, Jehová se acerca, Él está cercano a aquellos que lo invocan, a aquellos que lo buscan en oración, a aquellos que lo llaman. Oye, la oración es invocar, la oración es llamar el nombre de Jehová, es buscarle con todo el corazón, de veras, de verdad, acercarme a Él, porque yo sé que a Él le agrada que yo me acerque y que yo hable con Él.
Aleluya. Canto el Cordero de Dios. Aleluya. Mi alma te adora, Señor. Aleluya. En Cristo ahora pongo mis cargas, Él es más que vida en mí. Me cambia a mí desayentos, cada día me acompaña a mí. Que no oyen la invitación al jardín de la oración. Toma tiempo, ya. Oiga, los rabinos, los maestros judíos, creyeron correctamente que la oración no era solamente comunicación con Dios, sino también un arma poderosa que liberaba. Mire, un arma poderosa que liberaba su poder, esa arma tan poderosa que puede liberar el poder de Dios a favor de nosotros.
Oiga bien, los rabinos creían, y nosotros también tenemos que creer esto. Así como ellos creían que a Dios le agrada que nosotros oremos, y nosotros tenemos que creer lo que a Dios le agrada, que nosotros nos acerquemos a Él en oración. Ellos también creían que la oración es un arma poderosa que libera el poder de Dios, que pone en manifiesto el poder de Dios a favor de su iglesia, a favor de su pueblo, a favor del individuo que se acerca a Él.
Bendito sea el nombre del Señor, y el salmista en el Salmo 91, versículo 15, nos dice, me invocará y yo le responderé, con Él estaré yo en la angustia, lo libraré y le glorificaré. Oiga bien, este es el pensamiento de los judíos. El escritor acá del salmista está diciendo que cuando invocamos, si yo invoco, gloria a Dios, el nombre de Jehová, Jehová me responderá, y Jehová va a estar conmigo. En mi angustia, Jehová va a estar conmigo.
En mi dolor, Jehová va a estar conmigo. En mis pruebas, en mis vicisitudes, Jehová va a estar conmigo, y Él me librará de todo mal, y Él me glorificará. No solamente me librará, sino que me glorificará. Él me exaltará. Él me pondrá por encima de mis enemigos. Él me pondrá por encima de mis problemas, de mis dificultades, porque Él está conmigo. Mire, y el salmista decía, Jehová de los ejércitos está con nosotros. Nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Oigan la mentalidad de los rabinos, de los judíos, sobre la oración, bendito sea el nombre del Señor. Miren, los judíos, ellos creían también, que sus oraciones debían incorporar los siguientes elementos. Primero, debían incorporar la alabanza. En el Salmo 34, oiga bien, oiga bien lo que dice el Salmo 34. Bendeciré a Jehová en todo tiempo. Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma, lo irán los mansos y se alegrarán. Engrandeced conmigo a Jehová y exaltemos aún a su nombre.
Por aquí está el versículo 4, dice, busqué a Jehová, la razón por la cual yo voy a bendecir. Yo me comprometo a bendecir a Jehová en todo tiempo. Gloria a su nombre para siempre. La razón por la cual la alabanza estará de continuo en mi boca, es que yo busqué a Jehová y él me oyó y me libró de todos mis temores. Gloria a Dios, los que miraron a él fueron alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados.
Oye, cuando yo busco a Jehová, Jehová me oye. Aleluya. Yo busqué a Jehová, yo he experimentado esto. Yo busqué a Jehová, Jehová me oyó, Jehová me libró de todos mis temores. Oye, los que miran a Jehová, ellos no serán avergonzados, sino que sus rostros serán alumbrados. Y dice, este pobre clamó y lo oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias. Aleluya. Aleluya. Por eso es necesario incorporar en medio de la oración la alabanza, reconociendo que Jehová es aquel que contesta oraciones.
Que el que le busca le haya. Que el que clama a Él, Él le responde. Como Él dijo, clama a mí y yo te responderé. Aleluya. Aleluya. Aleluya. Aleluya. Gloria a su nombre. Él es más querido en mí. Él cambia a mí de taliento. Cada día me acompaña a mí. Quiero hoy en la invitación al jardín de la oración. Toma tiempo para hablar. Ahora es la hora. Volviste a lograrlo, Señor. Volviste a lograrlo. Eres bueno y poderoso y misericordioso.
Y sigues cuidando de mí, aunque no lo merezco. Alabado seas, Jesús. Eres el Señor. Guíame hacia quien tú quieras que ayude. Levanta a más que se sumen a tus filas. Levantemos a más que te amen y te busquen y confíen en ti. Levántalos, Señor. Levántalos. Señor, necesitamos una generación de creyentes que no se avergüencen del Evangelio. Necesitamos un ejército de creyentes, Señor, que odien ser tibios y que se apoyen en tu palabra antes que nada más.
Levántalos, Señor. Levántalos. Te suplico por la unidad de aquellos que te aman. Te suplico que abras sus ojos para que puedan ver tu verdad, Señor. Te suplico tu mano de protección y dirección. Levanta a una generación, Señor, que traiga luz a este mundo. Que no ceda cuando estébano presión. Que no sea cobarde, Señor, cuando otros se rindan. Levántalos, Señor, para que proclamen que sí hay salvación en nombre de Jesucristo. Levanta a guerreros, Señor, que lucharán de rodillas, que te adorarán con todo el corazón, Señor.
Señor, convócanos a la batalla para que te proclamemos Rey de Reyes y Señor de los Señores. Oro por esas cosas con todo el corazón. Levántalos, Señor, levántalos. Y si humillaren mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, lloraren y buscaren mi rostro y se convirtieran de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra. Dos Crónicas, 7-14. Recuerde, hasta que el día sea perfecto, es una programación que sale los sábados a las 10 pm con su repetición los domingos a las 9 pm, por radio.tierrademilagros.org.
Sepa también que puede escucharnos todos los días y a todas horas por nuestra plataforma de podcast, como iBooks, Google Podcast, Spotify, entre otras. Dame un nuevo corazón que te alabe noche y día. Dame un nuevo corazón oh Jesús, Tú eres mi guía. Dame un nuevo corazón y que sea morada Tuya. Dame un nuevo corazón Mire, la oración debe incorporar la gratitud y la acción de gracias. El Salmo 103, 1-5 nos dice Bendice alma mía Jehová y bendiga a todo mi ser, Su santo nombre.
Bendice alma mía Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordia, el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezca como el águila. Aleluya, oye bendice alma mía Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios. Gloria a Su nombre para siempre. No olvides ninguno de sus beneficios. Recuerda que Él perdonó todas tus iniquidades.
Cuando tú clamaste a Él, cuando tú te cercaste a Él arrepentido, Él te perdonó, y no perdonó solamente una, todas tus iniquidades, todos tus pecados, Él lo perdonó. Gloria a Dios. Cuando estabas enfermo, Él sanó todas tus dolencias, no solamente las físicas, sino las dolencias del alma, las espirituales, Él las sanó. Cuando tú caíste en el hoyo cenagoso, cuando creías que ya todo se había acabado, que ya no había rescate para ti, cuando creías que ya había llegado tu final, gloria sea el nombre del Señor.
El salmista dice recuerda alma mía, que Él es el que rescató, rescata tu vida del hoyo, el que corona de favores y misericordia, Él te rescató del hoyo, Él metió su mano en el fango cenagoso, en el hoyo en el cual nosotros caímos, Él metió su mano y nos rescató ahí, y nos lavó y nos limpió, gloria a su nombre para siempre, y nos llenó de favores y misericordia. Gloria a Dios, el que sació de bien nuestra boca, de modo que donde había tristeza y lamento y dolor, Él puso un cántico nuevo, aleluya.
Aleluya. Aleluya. Aleluya. Aleluya. La oración tiene que incorporar reverencia, aleluya, aleluya, aleluya. Nuestra oración tiene que incorporar reverencia. En Isaías capítulo 6, verso 1 y verso 5, oye lo que nos dice, en el año que murió el rey Usías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaron el templo. Y el verso 6, entonces dije, ¡ay de mí que soy muerto! Porque siendo hombre de, de, de, mire, hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblos que tienen labios inmundos, han visto mis ojos al rey Jehová de los ejércitos.
¡Salud! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Nuestra oración, cuando estamos de rodillas, delante de la presencia de Dios, tenemos que manifestar reverencia. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Mientras estamos de rodillas, tenemos que ver al rey. Hay que contemplar al rey sentado en su trono, un trono alto, sublime. ¡Somayá, toku sumayé! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Nuestra oración debe incluir la reverencia. Mirar la majestad del rey santo. Mirarlo sentado en su trono. Mirarlo rodeado de gloria, de majestad. ¡Somayá! Cuando los querubines, los serafines, los serpivientes, están postrados, los ancianos se postran, y no se atreven a levantar su rostro para mirar la majestad del rey, así tú y yo debemos venir delante de su presencia, con reverencia, ante el rey de reyes y señor de señores, con reverencia ante el alto y el sublime.
Una reverencia con temor y temblor, así como dijo Isaías, ¡Ay, ay, ay de mí! ¿Sabes por qué Isaías gritó, ¡Ay de mí! Porque él entró a la presencia de Dios, ¡Uhamayá, en oración! ¡Paru'achá, utsumayé! ¡Aleluya! Entró a la presencia de los ímanos, ¡Oh, gloria a su nombre para siempre! ¡Gloria, gloria, gloria, gloria a su nombre! ¡Gloria al Rey Soberano, al Eterno, al Alto y al Sublime, al Incomparable Seyamayí! ¡Aleobás, Rey Santo! ¡A su nombre la gloria y el honor, el imperio, el poder, la sabiduría, sean dadas al Señor de los señores, al Dios de los dioses, al Rey Soberano, al Alto, al Sublime! Cuando Isaías se vio en medio de la gloria, el brillo de la gloria, el resplandor de la gloria de la presencia de Dios, porque cuando estamos en oración nos exponemos ante la gloria de Dios, nos exponemos ante la majestad de la presencia de Dios, y cuando lo miramos a Él, ¡Oh, aleluya! Su gloria se torna como tan brillante, tan resplandeciente, y que nos permite a nosotros vernos tal y como somos.
En esta respectividad de la oración, ¡Porwaychau! ¡Hashurvahasayah! Porque el brillo de la gloria de Dios nos permite que nosotros veamos nuestro corazón, que veamos nuestro interior, que conozcamos realmente quienes somos. Isaías se vio, Isaías se vio y por eso gritó, ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí que soy muerto! ¡Mi condición, los que merecen muerte! Porque soy un hombre, ¡inmundo de labios! Oye, yo hablo mal, mis labios no hablan cosas correctas. Yo estoy mirando ahora que abrí mi boca y lo que decía no debí decirlo.
Aquí en la presencia de Dios lo estoy mirando. ¡Ay de mí lo que yo merezco por mi condición es la muerte! Y habitando, y no solamente eso, que yo he estado habitando en medio de un pueblo que también tiene labios inmundos. Y así con esa condición, ¡mis ojos pueden ver al Rey Jehová de los ejércitos! ¡Soy amado y te adoro, Señor! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Muchas gracias! Mi alma te adora, Señor amado. Mi alma te bendice, Rey soberano.
Mira cuando nos miramos, cuando Isaías se miró y clamó, reconoció su condición. Él al mismo tiempo se puso a la merced de la misericordia y de la gracia. Y la misericordia, mira, esa confesión de Isaías lo que hizo fue que activó la misericordia de Jehová, Okumaya. Inmediatamente la misericordia se manifiesta y viene un ángel enviado de Dios y toma un carbón encendido del altar de Jehová y lo pasa por los labios de Isaías y santifica su labio.
Y eso es lo que recibimos cuando estamos en oración. Eso es lo que recibimos cuando estamos en la presencia de Dios. Reconocemos nuestra condición. La gloria nos revela cómo estamos nosotros, dónde estamos parados y cuál es nuestra condición. Pero también nos permite, nos lleva, el mismo espíritu nos lleva a la confesión. El mismo espíritu nos lleva al arrepentimiento. Oh gloria a Dios. Y viene Jehová y manifiesta su gracia y su misericordia. Y recibimos liberación y recibimos sanidad y recibimos santificación en su presencia.
Por eso es vital la oración en la vida del creyente. ¡Vaya! Es vital la oración. Es vital la oración. Pasar el tiempo en oración, hablando con Dios, adorándole, mientras estamos de rodillas. Ya no rabajasé. ¿Tú sabes lo que sucede? Desde aquí de la tierra de rodillas, Dios abre un puente y la escalera de Jacob se manifiesta, la cual es Jesucristo, y nos conecta con el cielo. Y nosotros de rodillas entramos a donde está el trono y vemos la gloria de Dios y nos exponemos bajo la gloria.
Y la exposición ante la gloriosa presencia de Dios transforma la vida del hombre. Hay algo que se efectúa en el interior. Su espíritu es santificado, su alma es purificada. Por eso Jesús le enseñó a los discípulos. Ahí en Mateo capítulo 6, Jesús le enseñó a los discípulos. ¡Escúchame bien! Cuando ores, debes sacar tiempo. ¡Entra en tu aposento y cierra la puerta! ¡Cierra la puerta! Mira, ¡cierra la puerta para orar! Busca la intimidad con Dios. Procura la soledad con Él, tu estimado Elías.
¡Uuuuh! Procura la soledad con Él, tu más amándito María. ¡Aleluya, aleluya, aleluya! Mas tú cuando ores, cuando ores, entra en tu aposento. ¡Entra en tu lugar secreto! ¡Entra! La posición de tu corazón es esta. ¡Cierra la puerta! ¡Cierra la puerta! ¡Desconéctate del mundo que está afuera! ¡Desconéctate de lo que te rodea! ¡Cierra la puerta! Y ora a tu Padre. Esta es la posición del corazón. Yo cierro la puerta porque yo voy a hablar con mi Padre.
Voy a hablar con mi Papá. Soku Shimabalai. Y el Espíritu Santo te enseña, mira, la palabra de Dios dice que el Espíritu Santo clama en nuestro interior y Él dice, ¡Aba! ¡Aba! ¡Aba! Es cuando los niños subíos son los que llaman a su Padre así. Es como nosotros, en español, los niños pequeños le dicen a su Padre, ¡Papi! ¡Papi! ¡Papito! Eso es lo que quiere decir, ¡Aba! Y el Espíritu Santo cuando estamos en la presencia del Señor, Él clama dentro de nosotros, ¡Aba! ¡Papi! ¡Papito! ¡Aquí está tu hijo! ¡Aquí está tu hijo delante de tu presencia! ¡Aba! ¡Aba! Por eso eso dice, ¡Ora a tu Padre! ¡Ora a tu Aba! ¡Ora a tu Aba! ¡Habla con Él! ¡Habla con Aba! ¡Hablale! ¡Ora a tu Aba! ¡Habla con Él! ¡Habla con Aba! ¡Hablale! Húyan arriba así y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
La respuesta viene del Padre. Eluha Yuna Vazuki Onoraba Vanseloa Vamos a orar. Vamos a establecer la vida de oración. Vamos a restablecer el altar de oración. Jesús le enseñó como modelo a los discípulos. Mire cuando oren, díganle a su Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Reconoce que con quien hablas es con tu Padre. No eres un extraño. No eres un simple obrero. Un jornalero. Cuando Él habla de temor y reverencia, no es que tenga miedo, que te aleja.
Sino que te acerque reverentemente a tu Padre, tu Papá. Que aunque está en los cielos, aunque eres el alto y el sublime, aunque eres el incomparable, el todopoderoso, Él también es tu Padre. Santificado sea tu nombre, y enseña lo que es la alabanza, el reconocimiento, la adoración. Venga a tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo hacia la tierra. Venga a tu reino, cuando Él decía venga a tu reino, no solamente el anhelo y el deseo de que el gobierno de Dios se establezca en la tierra, sino que se establezca en mi vida.
Está diciendo Señor, yo niego mi propia vida, mis deseos. Yo me niego a mí mismo. En un reconocimiento como Juan el Autista, es necesario que yo me enguepe, yo me enguo. Yo me hago enguar a mí mismo para que tú crezcas, para que se establezca tu reino, para que tu dominio, tu gobierno, se establezca en mi vida, Señor. Juliá samay, sauvivalahiyavó. Venga a tu reino, establece tu gobierno en mi vida, Padre. Vio, Abba, establece tu gobierno.
Y para que tu gobierno, tu reino, se establezca en mi vida, pues yo tengo que rendirme y entregarme y negarme a mí mismo para que esto acontezca. Eso hace la oración, es la oración que modelo la que enseñó Jesucristo, nuestro Salvador. Pal nuestro de cada día dándolo hoy, confía que la provisión es una provisión diaria, y que cada día hay una promesa, hay una palabra, hay una provisión de parte de Dios para nosotros. La oración es vital, iglesia.
La oración es vital, amado hermano. Cuando estamos en oración, cuando oramos, cuando estamos a sola con Dios, es que realmente sabemos donde nos encontramos en el sentido espiritual. Muchos de nosotros vagamos y damos malos ejemplos porque no tenemos una vida de oración, y nunca nos daremos cuenta cual realmente es nuestra condición, porque el Espíritu, no le hemos dado la oportunidad al Espíritu Santo que nos revele, no nos hemos expuesto a la gloria, a la presencia de Dios para revelarnos nuestra condición.
Pedro, tras la pesca milagrosa, cuando Jesús le dijo a Bogomar adentro, que él vio lo que había acontecido, Pedro, le dijo al Señor postrándose, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, que él no se acerque a la oración, por el amor de Jesucristo, a que restaures tu vida de oración.
Estamos iniciando un nuevo año, 2023. Sería bueno que te propongas en el corazón restaurar la vida de oración. Tomar diariamente un momento para hablar con tu Padre, y darle tiempo para escuchar lo que Él tiene que decirte, lo que Él tiene que revelarte. El Padre le interesa nuestra oración. Cuando oramos, la oración es tan poderosa que desata el poder, hace que se manifieste el poder de Dios para nosotros. Tu Rabai Kiso Amais. Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Mi alma te alaba, Padre, te doy todo honor y toda gloria, toda honra, Papá. Tú has sido bueno y tu misericordia es para siempre, Dios amado, un rey magia. Te doy honor, te doy gloria, te doy honra, te doy alabanzas, te doy exaltación y adoración, amado mío. Amado mío, mi alma te bendice y te glorifica y te exalta. Gracias, Señor. Gracias, mi amado Dios. Gracias, Papito lindo, precioso. Gracias, Abba. Abba, Abba, aquí estoy. Te adoro, te bendigo, te glorifico, te exalto.
Rindo honor y gloria a tu nombre. Honor y gloria. Honor y gloria. Honor y gloria. Honor y gloria a tu nombre. Honor y gloria. Toda la gloria, toda la honra. Sí, sí, Señor, sí, Señor. Mi alma te adora, mi alma te adora. Mi alma te bendice, mi alma te exalta. Mi alma te da honor, Señor. Gracias, Pa. Que Dios le bendiga, iglesia, que Dios le bendiga. Que Dios te bendiga, iglesia, que Dios te bendiga, hermano. Que la gracia, que el favor de nuestro Señor Jesucristo sea con tu vida.
Que el poder del Altísimo te cubra con su sombra. Que la gloria de Jehová se manifieste en tu vida y te revele tu condición. Cualizaias pueda ver tu interior, tu condición delante de Dios. Y gritar y clamar ante su presencia para que el trono sea movido. Y de la presencia de Dios venga tiempos de refugio, tiempos de limpieza. Que la gracia del Señor esté sobre ti. Dios le bendiga, hermanos, Dios le guarde. Les habló su hermano, Pastor Eliseo Charleston de la iglesia.
Puerta abierta. Concilio, puerta abierta. Lébano, Pensilvania, Estados Unidos. Que la gracia y el favor de nuestro Señor Jesucristo te llene. Ahora y siempre. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén.