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Reflexion Dominical 18042024 - Domingo XX Tiempo Ordinario

Reflexion Dominical 18042024 - Domingo XX Tiempo Ordinario

Romer Bastardo

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Es un espacio para dejar que la Palabra de Dios resuene. Hoy nos centramos en las palabras de Jesus: "El que coma de este pan vivirá eternamente"

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Transcription

The transcription is a Sunday message about the importance of the Eucharist and the communion with Jesus. It quotes the Gospel of John, where Jesus says that whoever eats his flesh and drinks his blood will have eternal life. The message emphasizes the need to truly understand and experience the meaning of eating the body and drinking the blood of Christ. It also highlights the importance of finding Christ in the bodies of the poor and needy. The message concludes with a prayer asking for the grace to understand this mystery and a reminder to be like bread for those in need. Feliz Domingo para todos ustedes que cada semana comparten con nosotros. El que come de este pan vivirá para siempre. Esta frase la tomamos del Evangelio según San Juan capítulo 6, versículos del 51 al 58. ¿Qué tal si escuchamos el texto completo? Estemos atentos a este relato. Jesús dijo a los judíos yo soy el pan vivo bajado del cielo El que coma de este pan vivirá eternamente y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Los judíos discutían entre sí diciendo ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne? Jesús le respondió Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo que he sido enviado por el Padre que tiene vida vivo por el Padre de la misma manera el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo no como el que comieron sus padres y murieron. El que come de este pan vivirá para siempre. Palabra del Señor Estamos ya en el domingo 20 del tiempo ordinario y la liturgia de la iglesia nos ofrece como punto de reflexión el pan que ha bajado del cielo. Ya tenemos tres domingos dedicando tiempo a reflexionar sobre la verdadera comida. Quizás como ya estamos habituados a escuchar este tema desde niño no nos causa tanto impacto esto de comer su carne y beber su sangre. Hoy toca redescubrir qué hay detrás de este mensaje tan fuerte que Jesús habla de alimentarse. Hace poco tiempo el Papa Francisco refiriéndose a este pasaje nos dijo si realmente queremos encontrar a Cristo es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llegado de los pobres como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El cuerpo de Cristo partido en la sagrada liturgia se deja encontrar por la caridad compartida con los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. El Maestro presentó a sus discípulos un trozo de pan y una copa de vino. Algo tan sencillo sería el signo de una nueva alianza para quienes creyeran en Él. Enseguida les ordenó repetir este gesto en su memoria y con eso se quedaría en comunión. En este relato vemos a los judíos incapacitados para entender el mensaje de Jesús. A veces nosotros nos ocurre igual. El cansancio nos minimiza, las prisas no nos hacen caer en cuenta de los detalles. Hoy, como discípulos del Señor si nos alimentamos de Él podremos hacer y decir acciones como las que Él hizo y aún mayores. Pero no han de olvidar sus palabras. Ese habita en mí y yo en Él. Esta experiencia de habitar en Jesús y dejar que Jesús habite en nosotros puede transformar de raíz nuestra fe. A veces nos sentimos lejos, distantes, y en realidad Jesús no se ha ido. Espera a que nos hagamos conscientes de que el Dios que nos habita tan silenciosamente pasa desapercibido por nuestros grandes ruidos interiores. Valdría la pena preguntarnos ¿Con qué frecuencia me acerco al Sagrario para rezar unos minutos? ¿Qué significa para mí que Jesús es verdadera comida y verdadera bebida? Hagamos nuestra oración que se titula Sacia. Sacia mi hambre de pan, dame un alimento que perdure, sustento para el duro camino, adelanto de la vida futura. Sacia mi sed de agua, dame de beber un torrente vivo, hidrata mi aridez, conforta este cuerpo agotado. Sacia mis ambiciones terrenas, dame deseos ligados a los tuyos, cacten mis emociones, tu paso que libera. Sacia mis prisas cotidianas, dame pausa en el desenfreno, ritmo necesario que guía al sendero que construye el reino. Sacia mi voluntad, dame pistas para encontrarte en medio de tanta palabrería que esconde la verdad. Sacia mis carencias, dame lo necesario, quiero sentirme peregrino, liviano de equipaje. ¿Cómo este puede darnos su carne a comer? Unos murmuran sin poderlo comprender, mas él les dice, quienes no coman mi carne y quienes no beban mi sangre, vida eterna no tendrán. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien de ellos coma y beba permanecerá en mí y yo en él. Yo solo vivo por el Padre que me crió, del mismo modo el que viva como yo. Se nutrirá de mi proyecto, de mi amor, entregado a la palabra del Señor. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien de ellos coma y beba permanecerá en mí y yo en él. Quien coma de mi palo resucitaré, acaso vive quien maná llegó a comer. Y es que mi pan es verdadero pan del cielo, que lo hace todo nuevo para quienes tienen fe. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien de ellos coma y beba permanecerá en mí y yo en él. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien de ellos coma y beba permanecerá en mí y yo en él. En mí y yo en él. Nos despedimos sabiendo que Jesús nos alimenta con Su cuerpo y Su sangre, y también nos hace entrar en esta unidad con Dios Padre, con Él, que es uno. Dentro de tus posibilidades, sé pan. Pan para las personas necesitadas, ofreciendo tu tiempo, tu cercanía, apoyo espiritual y económico. Este misterio lo podamos entender por tu gracia, Señor. Hasta la próxima semana, Dios mediante.

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