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EL ANCLA DEL ALMA (MARTA Y MARIA)

EL ANCLA DEL ALMA (MARTA Y MARIA)

Sergio Sánchez Garrido

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The end. ស្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្� ស្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត� ស្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត� ស្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត� ស្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត្រាត� Por no haber llegado antes, su hermano estaba muerto. Sin embargo, también le expresó su confianza en que él podía hacer algo al respecto. Cuatro días, ya yacía el cuerpo muerto de Lázaro. Jesús le habló de la resurrección y le hizo una pregunta sobre su fe. ¿Puedes creer esto? A veces es difícil que nosotros creamos en la vida después de la muerte y menos en la resurrección. Jesús, en Juan 11, 25-26, podemos leer que le dijo, Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Solemos reservar estos textos sólo para funerales y con cierta sensación de plena, de desolación. Pero las palabras van dirigidas a Marta, hermana de Lázaro. En otro tiempo, esta discípula fue reprendida por el mismísimo Jesús por menospreciar el pasar un tiempo con Jesús como su hermana María. María se tomaba los tiempos con Jesús de una manera devota, de una manera significativa. Podemos leer en Lucas 10, 40-42, y dice, Pero Marta se preocupaba por muchos quehaceres. Y acercándose, dijo, Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo a Jesús, le dijo, Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria. Y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. Es curioso que la buena parte significa en griego, agatemeris. Agatemeris significa buena herencia. Cuando usted corta la tarta y la porción mejor, la más grande, la más buena, esta expresión se usa para referirse a algo que tiene un gran valor y que no se puede perder. Uno no puede perderse estos momentos de la vida. Así fue como descubrimos que María, hermana de Marta, tenía una gran pasión por Jesús. María era una mujer sensible, emotiva, apasionada, era muy devota, y se sentaba a los pies de Jesús para escuchar sus palabras y seguir su voluntad. Tenía una fe personal emocional en Jesús como su Salvador, como su amigo, pero también una confianza ilimitada en su poder. Sin embargo, tanto María como Marta tenían que creer. Y ahora vamos a unos momentos musicales. Tercer Cielo canta esa canción que a mí me encanta, una de las que más me gusta, Creeré, creeré. Ahí está el punto importante, porque por procesos de muerte cercanas a nuestra familia, a nuestra vida, vamos a pasar todo. Lo importante es tener una esperanza y una fe, y creer que Jesucristo es la resurrección y la vida. Vamos a oír esto un momento y enseguida volvemos. Creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, cuando piensas desmanchar y que ya no hay fuerzas para continuar, has pensado abandonar este sueño pequeño que en tu alma está. La mente dice no, nada puede hacer, pero tu corazón no para de creer. Y la montaña se encuentra frente a ti, pero yo sé que la ciudad no puede creer. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, cuando parezca el combustible no puede esperar más, y se ve como si el camino llego a su final. Cuando nadie mentirea, cuando se pierde la suerte, por favor no te detengas, porque debes continuar. Y la esperanza se hará mirar más allá. Y la fe te da fuerza, te cree que deberás. Ahora es tiempo de avanzar, y de pasados olvidar, y celebrar los que vendrán, y con cantar yo creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Y las palabras que me dan, y cantando apagar, el duelo que hay en ti, las debes olvidar, y el viento sopará, pero no te detendrá. Y yo te abrazo la mano, cuando estés solo, y yo me separo, para levantarme de ti. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Y las palabras que me dan, y cantando apagar, el duelo que hay en ti, las debes olvidar, y el viento sopará, pero no te detendrá. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Oh, creeré, creeré, creeré. Y las palabras que me dan, y cantando apagar, el duelo que hay en ti, las debes olvidar, y el viento sopará, pero no te detendrá. Oh, creeré, creeré, creeré. Lázaro ha muerto. Eso dijo Jesús a Marta. ¿Crees esto? Está bien creerlo cuando nada ha sucedido, pero hay que estar preparado. Ahora Lázaro ha muerto. ¿Podíamos esperar que María estuviera mejor preparada que Marta? ¿Pero qué nos encontramos? Juan capítulo 11 versículo 20 al 21 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle, pero María se quedó en casa. La razón por la que María se quedó en casa y sólo Marta salió a recibir a Jesús, no se explica explícitamente en el texto bíblico. Pero se pueden sugerir algunas posibles interpretaciones. Podemos imaginarnos lo que sucedió. Basado en el contexto, el carácter de las dos hermanas, en fin, una interpretación es que María estaba tan abatida por la muerte de su hermano que no tenía ánimo ni fuerza para salir de casa. Tal vez pensaba que Jesús había llegado demasiado tarde, que ya no había nada que hacer. Marta, en cambio, tenía más esperanza y confianza en Jesús y quería verle, hablarle cuanto antes al Maestro. Otra interpretación es que María estaba respetando esas costumbres de duelo que se supone que eran como siete días en aquella época en la cultura de Jesús y los apóstoles. Recibían visitas, consuelos, lloraban y lloraban y lloraban. Venían amigos, familiares. Marta, en cambio, rompió la tradición, salió a recibir a Jesús. Tenía que oír qué pensaba Jesús de esta tormenta que había llegado a su familia, porque le consideraba más que un amigo, porque le consideraba su Señor, su Mesías, su Salvador. Y Marta dijo a Jesús, Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Y queridos muchos de nosotros, dedicamos mucho tiempo a oír enseñanzas de Jesús, que si la resurrección, que si la vida después de la muerte, la muerte, que si la segunda venida de Cristo. Pero cuando estamos en una tormenta, nos enfadamos con el Señor y nos quedamos en casa llorando como María igual. Marta, en cambio, como una barca derivada por la tormenta, empujada por las olas de su pena, reprochó a Jesús que no hubiera estado con ellos. Pues podría haberlo evitado. Entonces Jesús le dijo a Marta, el ancla en medio de la tormenta. La esperanza le dio Jesús. Para muchos de nosotros Jesús sólo puede evitar que pasemos por la tormenta y perdemos interés en Jesús cuando nos embarga la pena. Pero Marta tenía una fe en Jesús que la ayudaba a tenerle como Salvador en medio del duelo y la tristeza. Juan 11.22 dice, también sé, dice Marta, sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Tenía una tremenda fe Marta, a pesar de que no lo aparentaba. Muchos de nosotros dedicamos mucho tiempo a oír las enseñanzas de Jesús. Pero cuando estamos en una tormenta, nos enfadamos con el Señor, nos quedamos en nuestra casa como María. Pero Marta, como una barca a la deriva, empujada por las olas de su pena, reprochó a Jesús que no hubiera estado allí. Y quería hablar con Jesús, quería oír la opinión de Jesús. Juan 11.23 al 25 dice, Jesús le dijo, tu hermano resucitará. ¡Qué tremendo! Cuánto me gustaría a mí poder decir esas cosas en los entierros, en los duelos, en los sepelios, pero no soy Jesús. Marta le dijo, yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero. Queridos, muchos de nosotros creemos en ese día postrero de la resurrección de todos los santos, pero mientras vivimos sin esperanza. Y le dijo Jesús, yo soy la resurrección y la vida, y el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo, sí, Señor. Yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo, que has venido al mundo. Así que Marta fue la primera en salir al encuentro de Jesús. Ella sabía que Jesús, el Maestro, estaba cerca. Y esto muestra que Marta era más activa e impulsiva que María. María es más pasiva, más reflexiva. Su manera de razonar estaba desfigurada. Su Maestro estaba en la aldea. Ella no fue a recibirle. Se quedó en casa. Hermanos, amigos, lo que creemos sobre la vida después de la muerte, va a transformar nuestra manera de ver el resto de la vida. Hay una canción que también me gusta. Se llama El Credo. En esto creo. Y vamos a oírla, y enseguida continuamos. Mi Dios y Padre eterno Autor de la creación Poderoso Fue Espíritu interminable El de vos en cambio Cristo su Salvador Creo en nuestro Dios el Padre En su Hijo sin muerte Creo en el Espíritu Santo Dios de segundo vez Creo que resucitaste Y no se valgará Creo en el nombre de Jesús Cristo Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh Veo en mis ojos el padre, y su hijo el padre Veo en él los heridos santos, los peces duros Veo en él los hijos felices, los hijos del Padre Veo en él los bebés, los niños Veo en mis ojos el padre, y su hijo el padre Veo en él los heridos santos, los peces duros Veo en él los hijos felices, los hijos del Padre Veo en él los bebés, los niños Veo en él los bebés, los niños Veo en él los bebés, los niños ¡Gloria a Dios! Sí, sí, el punto está en creer. Si tú crees que Jesucristo es la resurrección y la vida, si crees que Él te puede dar la vida eterna, entonces el golpe de la tormenta será menor. Después de que Marta dijo a Jesús que sí que creía, entonces leemos Juan 11, 28. Habiendo dicho esto, fue y llamó a María, su hermana, diciéndole en secreto, el Maestro está aquí y te llama. María, cuando vuelve María, dice las mismas palabras que Marta al ver a Jesús. Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Juan 11, 32. Sin embargo, a diferencia de Marta, María se postró a los pies de Jesús llorando. Esto demuestra que María tenía una fe muy emocional, muy sensible y muy personal, pero también una confianza ilimitada en el poder de Jesús. Y Juan 11, 29, 32, leemos ella cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a Él. Jesús todavía no había entrado en la aldea. Dese cuenta lo rápido que pasan todas estas cosas. Él estaba aún en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella, con María, y que la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron diciendo, va al sepulcro a llorar allí. María estaba consolada, y María cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a los pies, diciéndoles, Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Marta estaba falta de doctrina, pero María, que acostumbraba a oír a Jesús a sus pies, lo que necesitaba era el consuelo de Jesús. Juan 11, 33, dice, Jesús entonces al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió. Todo esto pasaba cuatro días después de la muerte de Lázaro. Y dijo, ¿dónde le pusiste? Y le dijeron, Señor, ven y ve, y Jesús lloró. Esto dice la Biblia, Juan 11, 36, el versículo más corto de toda la Biblia, Jesús lloró. Se pueden decir muchas palabras, se puede oír muchas predicaciones, muchos estudios bíblicos, pero las lágrimas de Jesús dicen más que todo eso. Dijeron entonces los judíos, mirad cómo le amaba. Se sorprendieron que Jesús se conmoviera. Y algunos de ellos dijeron, ¿no podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho tan bien que Lázaro no muriera? Siempre tenemos la crítica negativa a Jesús, a Dios, de las cosas que suceden en nuestra vida, que por decirlo de otra manera son más normales y corrientes, son cosas generales, esperables, pero que nunca nos podemos prepararnos para estas cosas. La reacción de Jesús ante las dos hermanas fue diferente. Cada una reaccionó de una manera diferente. Ante Marta, Jesús le habló de la vida eterna, le hizo una pregunta sobre si creía. Pero ante María, Jesús se conmovió profundamente y lloró con ella. Esto muestra que Jesús se adaptó a las necesidades. Muchas veces vamos a los entierros y no sabemos nada más que decir lo mismo, lo siento, lo siento, lo siento. Le acompaña en el pensamiento y en el sentimiento. Llorar el duelo ayuda. Y llorar ayuda en esos momentos. Son emociones y dolor que se siente por la pérdida de un ser querido. Y esto facilita la aceptación de aquello terrible que ha sucedido en nuestra familia o en nuestra cercanía. Nos adapta a una nueva realidad de no tener a esa persona. Llorar el duelo, al llorar nos libera el estrés, la tensión que se acumula dentro del cuerpo y de la mente, nos mejora en bienestar físico y psicológico. Llorar favorece la comunicación, el apoyo social, nos muestra que somos vulnerables, débiles, que necesitamos consuelo y comprensión por parte de los demás. Llorar honra la memoria de la persona que se fue. Al reconocer su valor, su influencia en la vida del doliente. Por lo tanto, llorar es bueno, no es malo. Llorar no es una señal de debilidad, sino una forma natural y saludable de afrontar la pérdida, de seguir viviendo con esperanza. María y Marta tenían formas distintas de vivir su fe. Y es respetable, cada uno es como es y reacciona a los golpes de la vida como puede o como sabe buenamente. Y antes de la resurrección, el Señor tiene que tratar con cada uno de nosotros, por un lado, nos falta firmeza, por otro, seguridad. Necesitamos firmeza y seguridad en nuestra fe, firmeza y seguridad emocional ante la tormenta y el duelo. Yo me identifico mucho con María, pero me encanta la manera que tiene Marta de afrontar el día a día de su dolor, de su duelo. Y cuando tú lloras con alguien, ya no hacen falta preguntas. Cuando tú lloras con alguien, las lágrimas son las respuestas a todo duelo. Pero el denominador común entre estas dos discípulas de Jesús era creer en la vida y en la resurrección que Jesús capitaneaba, que Jesús mismo dijo ser, yo soy la resurrección y la vida. Seguir viviendo a pesar de la muerte es tener una esperanza en Jesús. En un sondeo realizado en el Instituto Ipsos en 2010, se dice que el 51% cree en la vida después de la muerte, poco más de la mitad creen. No sé, mi nieto Ethan me pregunta muchas veces, Yayo, ¿ya has ido a valores o a religión en la escuela? Y yo le digo, sí, yo a religión. Pero el cristianismo debe enseñar valores también. El cristianismo verdadero se basa en valores cristianos. La cultura occidental judeocristiana se basa en valores judeocristianos. O sea que estamos perdiendo el tiempo pensando que religión y valores son cosas diferentes. Jesús enseñó a su discípulo a afrontar la muerte con fe. Seguramente en valores eso nos enseña. Esperanza, en valores eso tampoco te lo van a enseñar porque la esperanza tiene que tener una base en la fe en Jesús. Y el amor, Jesús dijo, amados unos a los otros como yo os he amado. Y si en valores no te enseñan un modelo de amor, pues estamos perdidos. Jesús les enseñó que la muerte no era el final. A sus discípulos, a sus amigos, Jesús les decía, la muerte no es el final. Hay vida eterna. Yo soy la vida eterna. Les enseñó que Él mismo iba a morir y a resucitar al tercer día. Y que esa señal sería para ellos la seguridad y la confianza y la firmeza de que hay vida después de la muerte. Cuentan que los doctores llamaron a los padres de una joven que se estaba muriendo en el hospital. La madre era cristiana, devota. El padre era ateo. Y los llamaron para que se despidieran de su hija. La joven en el hospital, moribunda, tomó la mano del padre y le dijo, papá, estoy muriendo. Mi mamá dice que la Biblia es verdadera y que Jesús es mi salvador. Que me ama y que ha ido a preparar un hogar para mí. Entonces yo puedo vivir eternamente con Él. Pero tú dices que todo eso es mentira. Otra vez estoy muriendo, le dijo al padre. Quiero saber, ¿debo creerte a ti, papá, o debo creerle a mi madre? Y con lágrimas en los ojos el padre ateo respondió, hija, créele a tu madre. Los beneficios de creer son muchos. Nos alivia de la ansiedad de morir. Fortalece nuestra autoestima e identidad. Fomenta los valores éticos al asumir el juicio de Dios tras la muerte. Va a haber un juicio y va a dejar todas las cosas claras al Señor. En cuarto lugar, aumenta el bienestar psicológico al añadir consuelo, paz, gratitud por la vida vivida. La vida tal vez no sea muy larga, pero hay gratitud de haberla vivido. Hebreos 6, 17 y 19 dice, por lo cual, queriendo Dios demostrar o mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento para que por dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo, los que hemos acudido para cirnos de la esperanza puesta delante de nosotros, la cual tenemos como segura y firme ancla del alma. Aspale es segura y firme es bevaya en el griego. Es una ancla que se usa en los momentos peores de la tormenta. Se echa la ancla para que la nave no vaya a la deriva. Las dos cosas más importantes, Dios ha dado promesas y Dios ha jurado por Sí mismo que va a cumplirlas. Y una de las promesas más grandes que hay en la Biblia es la vida eterna. Las promesas de Dios en la Biblia, pues, son seguras, porque Él ha jurado incluso por ellas. La Biblia te da confianza. Las palabras de Dios te dan fortaleza y, queridos, para estar preparado para el golpe de una muerte en tu entorno cercano, algo que te va a conmover, que te va a doler, uno tiene que tener esperanza, la gloria en la esperanza, como dice Hebreos 3.6. Pero Cristo, como Hijo sobre Su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza. ¿Estás gloriando en la esperanza? Hay cosas que son firmes y seguras. La ley que fue dada en Moisés, Hebreos 2.2, también el testamento con la muerte se confirma, dice, de Bahía, está en la misma palabra, pues no es válido entretanto que el testador vive. Queridos, la muerte tiene la fuerza de una firma poderosa, que no podemos escapar, que todo el mundo va a reconocer en su vida. La esperanza que tenemos en Cristo es firme, porque se fundamenta en la obra consumada de Su muerte y resurrección, y no garantiza la salvación, la herencia eterna. Así que las palabras segura y firme demuestran que alguien ha sido preparado para esos momentos difíciles cuando un ser querido muere. La fábula del helecho y el bambú. Un día, escribe alguien, Decidí y vencido renuncié a mi trabajo, a mi relación y a mi vida, fui al bosque para hablar con un anciano que, según decían, era muy sabio. ¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le dijo. Mira a tu alrededor, le dijo el anciano. ¿Ves el helecho y el bambú? Sí, respondió él. Entonces el anciano continuó y dijo, Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo, pero nada salió de las semillas del bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú. Y en el segundo año, el helecho creció más brillantemente y abundantemente, y nuevamente nada creció de las semillas del bambú, pero no renuncié al bambú. Y en el tercer año, aún nada brotó de las semillas del bambú, pero no renuncié al bambú. Y en el cuarto año, nuevamente nada salió de las semillas del bambú, pero no renuncié al bambú. Siguió cuidándolo y regándolo. En el quinto año, un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho, era aparentemente muy pequeño e insignificante aún. Pero el sexto año, el bambú creció más de veinte metros de altura. Se había pasado ya cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir. ¿Sabías que todo ese tiempo que has estado luchando realmente has estado echando raíces? Y aquel joven estaba comprendiendo. El bambú tiene un propósito diferente al helecho, sin embargo ambos son necesarios. Hacen del bosque un lugar hermoso. Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Y ambos son esenciales para la vida. La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizás solo estás echando raíces. Una buena palabra dio aquel anciano. La relación, querido, entre el consuelo y la esperanza es muy estrecha, ya que ambos son sentimientos que nos ayudan a afrontar las dificultades y los sufrimientos de la vida. El consuelo es el alivio o la satisfacción que se siente cuando se recibe. Y se da apoyo y comprensión, afecto o ayuda en una situación de dolor, angustia o desesperación. La esperanza es la confianza o la ilusión de que algo bueno va a suceder o se va a conseguir en el futuro. Y a pesar de las circunstancias adversas e inciertas, vamos a salir adelante como el bambú. El consuelo es una fuente de esperanza, ya que nos hace sentir mejor que no estamos solos, que hay alguien que nos quiere, que nos cuida y que hay una salida o una solución a nuestros problemas. El consuelo nos anima a seguir adelante, a no perder la fe ni la confianza en los demás ni en Dios. Y la esperanza, ¿qué voy a decir de la esperanza? Es un motivo de consuelo tener esperanza, ya que nos hace ver el lado positivo de las cosas. Nos da fuerza, nos da valor para enfrentar los retos, las pruebas, y nos llena de alegría y paz interior. La esperanza nos consuela al recordarnos que hay un propósito y un sentido para nuestra vida, y que hay una promesa y una recompensa para nuestra fidelidad. Ser menos emocional como Marta implica tener una mayor racionalidad, lógica, objetividad, capacidad de análisis, cosas interesantes. Esto puede ser beneficioso también, nos ayuda a planificar, a organizar, ejecutar, evaluar cosas, tomar decisiones importantes, racionales. Sin embargo, ser menos emocional como lo era Marta también puede traer sus desventajas. Nos hace fríos, distante, indiferente o insensible en momentos importantes de nuestra vida. Además, ser menos emocional como Marta puede crear dificultades para expresar sentimiento, para comprender los sentimientos de otro, disfrutar las emociones positivas, para sentirnos motivados o apasionados por lo que hacemos. Ser emocional como María implica ser más sensible, tener más empatía, expresar mejor lo que sentimos, conectar con sentimientos propios y ajenos. Esto es beneficioso para establecer relaciones interpersonales más profundas, disfrutar de la vida, encontrar sentido y propósito a la existencia, recibir consuelo y apoyo en momentos difíciles. La vida es dura, pero Marta sin María, el sentir de una manera o de la otra, tener más emociones o menos emociones, tiene sus pros y sus contras. El Samo 23.4 dice, aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo, tu vara y tu callado me infundirán. Aliento. En Romanos 15.13 dice, llama a Dios el Dios de la esperanza. 2 Corintios 1.3-4 dice, Dios de toda consolación, quien nos consuela en nuestras tribulaciones, para que con el mismo consuelo que hemos recibido de Dios, podamos también consolar a todos los que sufren. Por lo tanto, ser sensible es maravilloso y cuánto bien podemos hacer. Ser emocional, como María, también puede traernos inconvenientes, nos hace más vulnerables al estrés, nos bloquea en los momentos claves de la vida, nos llena de ansiedad, de depresión, en momentos difíciles que no sabemos afrontar, nos trae el miedo, la ira. Además, las personas emocionales pueden tener o podemos tener decisiones irracionales muchas veces. Controlar nuestros impulsos nos dificulta también resolver problemas objetivamente, a mantener la calma y perdemos la estabilidad. Esas cosas pueden sucedernos. Por eso me gustaría oír una canción que me encanta, de Daniel Calvetti, que dice, Jesús, haz mi carácter. Jesús, necesitamos ser como Tú. Haz nuestro carácter más como el Tuyo. Ayúdame, levanta sus manos y dígaselo al Señor. Jesús, haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser Jesús. Haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Porque en esta vida hay cosas que pasan que yo no entiendo. Porque yo quiero demostrar Tu amor a cada instante. Hazme hacer Tu voluntad y morir a mi viejo hombre. Haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Vamos a decírselo una vez más. Jesús, Jesús, haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser Jesús. Jesús, haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Porque en esta vida hay cosas que pasan que yo no entiendo. Porque yo quiero demostrar Tu amor a cada instante. Hazme hacer Tu voluntad y morir a mi viejo hombre. Haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Jesús, necesito que hagas mi carácter como el Tuyo. Me someto a Ti. Hay cosas que no entiendo en esta vida. Necesito, Señor, hacer Tu voluntad. Necesito morir a mi viejo hombre. Que en todo tiempo pueda ser ejemplo, Señor. O levante sus manos y rita su carácter al Señor. Aquí estamos, Dios. Porque en esta vida hay cosas que pasan que yo no entiendo. Porque yo quiero demostrar Tu amor a cada instante. Hazme hacer Tu voluntad y morir a mi viejo hombre. Haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Haz mi carácter, haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Haz mi carácter más como el Tuyo. Yo quiero ser. Gracias, Jesús. Sí, así es. Marta era una mujer práctica, activa, diligente, servicial. María era una mujer sensible, emotiva, apasionada y devota. Las dos sufrieron una tormenta en casa. Lázaro, su hermano, murió y Jesús no estuvo allí para evitarlo. ¿Quién pensáis que estuvo mejor preparada para afrontar aquella gran crisis? Lo cierto es que Jesús llegó a la aldea con cuatro días de retraso y, sorpresa, Marta sale a recibirle, pero María se queda en su casa llorando. Las personas altamente emotivas se bloquean más fácilmente en las crisis y tienen dificultad para tomar decisiones racionales. Marta fue en busca de Jesús con el reproche, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Jesús llamó a María y esta trae en su corazón el mismo reproche. Entonces Jesús llora y después resucita a su amigo Lázaro. Marta necesitó doctrina, promesas, consuelo. María ya tenía todo eso, sólo necesitó esperanza, el ancla del alma. Jesús es nuestra esperanza de gloria. Desde Radio Amadese hasta el próximo día. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org CC por Antarctica Films Argentina

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