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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
The transcription discusses the readings from the Bible, specifically the story of Elijah and Jesus walking on water. It emphasizes the importance of recognizing God's presence and how to worship Him authentically. It also highlights the significance of humility and vulnerability in our faith. The message encourages believers to navigate their lives with courage and determination, guided by Jesus and the teachings of the Church. Palabra de Vida Hoy, Domingo 19 del Tiempo Ordinario, Día 13 de Agosto, Alpán, por la Palabra, del Primer Libro de los Reyes. Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor, el Señor va a pasar. Vino un huracán violento, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento vino un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto vino un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se oyó una brisa tenue. Al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera, y se puso en pie a la entrada de la cueva. Del Evangelio según San Mateo. La barca iba ya muy lejos de tierra sacudida por las olas porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida, ánimo, soy yo, no tengáis miedo. Pedro le contestó, Señor, si eres Tú, mándame ir hacia Ti andando sobre el agua. Él le dijo, ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús. Pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo. Empezó a hundirse y gritó, Señor, sálvame. Enseguida Jesús extendió la mano y lo agarró, y le dijo, qué poca fe, ¿por qué has dudado? Muchas veces recreo con la imaginación las escenas del Antiguo Testamento en que Dios obraba prodigios y maravillas espectaculares, manifestando su lealtad a la alianza ante un pueblo que no era fiel. Estas recreaciones que me construyo me hacen sentir un cierto gusto mirando al cielo, seguido de un chascarrillo que lanzo Dios con la confianza de un hijo. Ya podía repetir ciertas cosas, Señor. Tras esto me voy ante el Sagradio para hacer presente, no ante mi imaginación, sino ante mis sentidos y ante mi conciencia, el mayor prodigio y la más espectacular maravilla de Dios por su pueblo, los pueblos de toda la tierra, Jesucristo. Él es la maravilla de Dios y a menudo a todos se nos puede hacer pequeño ese infinito hecho carne, porque nuestra barca social y personal están tan vaqueteadas y amenazadas por los vientos hostiles, que incluso apetecemos alguna pequeña plaga de advertencia, hasta que nos preguntamos si no la mereceríamos nosotros también. Algo imprescindible que debe comprender todo creyente es el modo de proceder de Dios, quién y cómo es, para ser un adorador del Dios verdadero y no rendir culto falsario a algún idolillo que proyectemos hacia el cielo según nuestras necesidades y opiniones. El campeón de los profetas del Antiguo Testamento, Elías, nos lega hoy un bellísimo relato del que podemos aprender dónde buscar a Dios y cómo discernir su presencia y su obra, para ser nosotros colaboradores y ministros del Dios verdadero y no torpes estériles correligionarios de alguna superstición con apariencia de religión. La puesta en escena de un showman no va con Dios, ni tampoco la del matón, que alardea de poder y de fuerza. Más bien, él muestra su fuerza con la firmeza de la opción por lo pequeño, por lo humilde, por lo que no hace ruido porque el ruido no hace bien, y el bien es mejor que se haga sin ruido. Mirando quién y cómo es Dios, amor comprometido, fidelidad entregada, omnipotencia que se gaste en misericordia, poder revestido de ternura, podemos aprender los creyentes a no necesitar para creer con esperanza una iglesia con grandes signos como numerosas y jóvenes asambleas, dinámicos y creativos pastores, presencia social reconocida y alabada, etc. Como en Beleno sobre el Calvario, la pequeñez y la vulnerabilidad son signo de la presencia de Dios, si quien mira lo hace con fe y deseos de encuentro primero y de ese seguimiento hecho de imitación del Señor después. Nuestra actual debilidad, sobre todo en Occidente, no es una penitencia por nuestra mediocridad ni un signo del secularismo reinante, aunque un poco de eso y demás sí tiene, sino que es una ocasión de autenticidad en la vida de fe para todos los enrolados en la barca de Jesús que es la iglesia y que es la vida de cada uno de los que somos hijos de la iglesia. Si es que queremos navegar con Pedro, hoy Francisco, y bajo el mayorazgo de quien siempre la guía y gobierna con mano firme al timón, no temamos más que a nuestra tibieza indolente. Nada más que eso puede separarnos del Señor. Con deseos de conversión y voluntad decidida por seguir adelante, unidos a vosotros, vuestros hermanos menores desde Toledo saludan franciscanamente con la paz y el bien.