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DOMINGO XVI  TO

DOMINGO XVI TO

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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In today's Gospel, Jesus tells a parable about a man who sowed good seeds in his field, but an enemy came and sowed weeds among the wheat. The servants wanted to pull out the weeds, but the man said to let them grow together until the harvest. This shows God's patience and hope for all people to change and become good. The devil, on the other hand, mixes truth with lies to deceive and confuse. It is important to stay alert and not become complacent. God wants us to give every opportunity for change and not to judge others. We should recognize our own faults and seek forgiveness. God's justice is tempered with mercy. Let us not be like the weeds, but strive to be good and repent when we sin. Palabra de Gilao y domingo 16Āŗ del tiempo ordinario. Al pan por la palabra. Del Evangelio segĆŗn San Mateo. JesĆŗs propuso otra parĆ”bola a la gente. El reino de los cielos se parece a un hombre que sembrĆ³ buena semilla en su campo, pero mientras la gente dormĆ­a su enemigo fue y sembrĆ³ cizaƱa en medio del trigo y se marchĆ³. Los criados le preguntaron al SeƱor, ĀæQuieres que vayamos a arrancarla? Pero Ɖl les respondiĆ³, No, al arrancar la cizaƱa, podrĆ­as arrancar tambiĆ©n el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega. Dejadlos crecer juntos. Esta aparente permisividad del SeƱor ante la existencia de malas y venenosas hierbas entre las sanas espigas que Ɖl ha sembrado en su pueblo, nos recuerda la frase de San Pablo, La paciencia de Dios es nuestra esperanza. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y apuesta hasta por la cizaƱa, a la que cuidarĆ” y rodearĆ” de medios y ocasiones para brindarle la oportunidad de cambiar y hacerse trigo. Este es el mĆ©todo de Dios. El mĆ©todo del diablo es el de mezclar siempre la verdad con la mentira para confundir, para seducir y pervertir conciencias. Reviste la mentira con las apariencias y colores de la verdad, de manera que pueda seducir fĆ”cilmente a los que se dejan engaƱar. Y lo hace mientras la gente dormĆ­a, es decir, que la mentira llega despuĆ©s de la verdad, y se siembra gracias a la relajaciĆ³n, al sueƱo de quienes conocen la verdad. De ahĆ­ la insistente llamada del SeƱor a permanecer en vela, atentos, sin esa relajaciĆ³n propia de los satisfechos aborgasados. Quien es ante todo el Salvador de los hombres, de todos, no quiere que sus servidores acometan ninguna labor de poder y limpieza que pueda perjudicar a una sola de las estigas de trigo, y de forma coherente, tampoco sentencia las estigas de cizaƱa como iniciativa primera. Es inequĆ­voco que JesĆŗs augura un seguro castigo para quien se abandone a la enfermedad mortal de la mentira y de la injusticia que siempre engendra, extendiendo su difusiĆ³n y contagio. Pero dicho castigo llegarĆ” como consecuencia y fruto de rechazar y hacer estĆ©ril todo el cuidado y la atenciĆ³n que Ɖl quiere prestar a esas malas hierbas, que pueden cambiar, y ser en medio del campo de Dios signo de vida y esperanza en lugar de fuente de envenenado conflicto y confusiĆ³n. El Sembrador que es Dios no quiere que frustremos ninguna posibilidad de enmienda, sino que las propiciemos todas, sin dejar de apostar por una sola. No sea que alguno hubiera podido llegar a abandonar su triste condiciĆ³n y integrarse entre las doradas mieses de la reconciliaciĆ³n y de la paz en la verdad. Todo esto podemos extraerlo del Evangelio de hoy, mirando el estado presente de la sociedad. Ahora releamos la parĆ”bola mirĆ”ndonos a nosotros mismos, mirando dentro de la iglesia. Hay escĆ”ndalos en nuestra casa, tantos y tan dolorosos. Cosas censurables y vergonzosas, ningĆŗn catĆ³lico podrĆ­a negar. Dios habrĆ­a podido instituir una iglesia que fuera pura, en la que sĆ³lo hubiera lugar para justos y santos, pero el que nos creĆ³ a todos para la vida feliz y plena por ser progresivamente mĆ”s y mĆ”s suyos, no quiere dar por perdido a ninguno. Yendo mĆ”s lejos todavĆ­a, JesĆŗs declarĆ³ que los malos e injustos, los enfermos, le importaban mĆ”s que los sanos, que los justos y buenos, porque no necesitan de mĆ©dico de Ć©l, estos sino aquellos. PodrĆ­a parecernos peculiar hasta la exageraciĆ³n este proceder de Dios, sĆ³lo que seamos honestos y sabios para poder reconocer que si bien hay grados de participaciĆ³n en la mentira y en la injusticia, no hay quien con verdad se pueda tener de entre nosotros por justo y bueno. Todos tenemos tanto por lo que bajar la cabeza y pedir perdĆ³n, por mucho que seamos fĆ”cil levantarla y alzar la barbilla para condenar a los demĆ”s. No hacemos la testud para mirar a la sociedad y condenar a nadie, ni lo hagamos mirando a otros cristianos, con los que compartimos la condiciĆ³n de pecadores en camino, penitentes que de puertas para afuera no tienen otra misiĆ³n que luchar contra la mentira y la injusticia, pero sin combatir nunca a nadie, pues tambiĆ©n esos tienen a Dios por Creador y Salvador, y Ɖl no los darĆ” jamĆ”s por perdidos. EncizaƱar es tan malo como ser cizaƱa. No nos durmamos satisfechos en la vana conciencia de ser ya trigo sana de Cristo. Del libro de la sabidurĆ­a. Fuera de ti no hay otro Dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia y tu soberanĆ­a universal hace perdonar a todos. Tu poderoso soberano juzgas con moderaciĆ³n y nos gobiernas con gran indulgencia. Obrando asĆ­, enseƱaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento. Vuestros hermanos menores desde Toledo, penitentes en camino, os saludan y os abrazan con gran afecto con la paz y el bien. SILENCIO SILENCIO SILENCIO

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