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MARIA MADRE DE LA IGLESIA

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VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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Transcription

The transcription talks about the decision of Pope Francis to celebrate the memory of the Virgin Mary, Mother of the Church. It emphasizes the role of Mary as the mother of Jesus and how her motherly attitude accompanies Jesus throughout his life. The Church is also referred to as a mother, and it is important for the Church to have a feminine attitude of tenderness and care. The transcription highlights the importance of the feminine aspect in both the Church and individual souls. Forgetting the value of the feminine diminishes our humanity and neglecting women leads to a male-dominated and loveless Church. The transcription encourages embracing the feminine qualities and becoming mothers to others. Palabra de vida hoy, memoria de Santa María, Madre de la Iglesia. Hoy, hablemos en femenino. Por decisión del Papa Francisco, celebramos en la fecha de hoy, desde el 2018, la memoria de la Virgen María, Madre de la Iglesia. En los Evangelios, cada vez que se habla de María, se habla de la Madre de Jesús. La actitud de la Madre acompaña su obrar durante toda la vida de Jesús, tanto que al final, Jesús la da como Madre a los suyos en la persona de San Juan. Las palabras de la Virgen son palabras de Madre, siempre está con el Hijo, lo hace crecer, lo cría, lo educa y luego le sigue. María es Madre desde el principio y así se la percibe y nombra hasta el final. Los padres de la Iglesia lo entendieron muy bien, igual que entendieron que la maternidad de María no acababa en ellas, sino que va más allá. María es Madre, la Iglesia es Madre, tu alma es Madre. En esa dimensión que viene de María, Madre de la Iglesia, podemos comprender la dimensión femenina de la Iglesia, que cuando falta, pierde su verdadera identidad y acaba en una enorme asociación de beneficencia o en una agrupación ritual sazonada de afanes de autoafirmación, poder y carrerismo. La Iglesia no es mujer, como tampoco sería razonable decir el pueblo de Dios es varón. Vayamos más a lo profundo y sin aferrarnos rígida ni ideológicamente a las categorías de lo masculino y de lo femenino, recordemos las palabras del dominico alemán maestro Eckart, cuando decía, el alma es mujer. En esta línea debemos hacer profesión de fe en una Iglesia que sí es femenina, porque es Iglesia, esposa y es Madre, que gesta y da a luz. Esposa y Madre, y los padres de la Iglesia, a los que tanto miraba el citado dominico alemán, miran aún más allá. También tu alma es esposa de Cristo y Madre. La maternidad de María es algo muy grande, Dios quiso nacer de mujer para recordarnos la importancia de lo femenino, para llegar a ser plenamente humanos y procesualmente santos. En los profetas del Antiguo Testamento se expresa cómo Dios se enamoró de su pueblo como un esposo de su esposa. Cuando Dios se desposa con su pueblo, lo hace con el alma de cada miembro del pueblo, y cuando Jesucristo se presenta como el esposo, lo es de la Iglesia, y en ella, del alma de cada uno de los que son hijos de ella. Es importante, esencial, que la Iglesia tenga actitud de esposa y de madre, y en ella, todos los que se unen a Cristo por el bautismo, desde esa vivencia de la espiritualidad que sobrepasa las categorías de género y nos une a Jesucristo en íntima comunión. Sesenta años antes que Eckart, y desde Cis, cuando la Iglesia se estaba tratando de reformar profundamente a sí misma, con una cruzada eucarística interna contra los errores de los movimientos laicales pauperísticos, y la tibieza particularmente del clero, un varón, de nombre Francisco, escribió estas líneas. Sobre todos los que viven en la voluntad de Dios reposará el espíritu del Señor, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos esposos cuando por el Espíritu Santo el alma fiel se une a Jesucristo. Somos ciertamente hermanos cuando hacemos la voluntad de su Padre que está en el cielo. Madres cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo por el amor y con una conciencia pura y sincera, y lo damos a luz por las obras santas que deben iluminar a los demás como ejemplo. Cuando olvidamos el valor de lo femenino nos hacemos menos humanos, y como cristianos cuando le damos la espalda a la mujer con condescendencia o manipulación hacemos una iglesia masculina de solterones que viven en aislamiento, incapaces de amor, incapaces de fecundidad. La ternura es la actitud de una iglesia que se sabe esposa y se siente madre, y también el alma. Cada persona que vive su pertenencia a la iglesia madre debe ir por la misma senda de mansedumbre, ternura, cuidado, solicitud, acogida. María, Madre, la iglesia, Madre, nuestra alma, Madre. Pensemos en la iglesia madre a imagen de la Madre de Dios y dejemos que el Espíritu Santo nos fecunde a nosotros para ser también nosotros madres de los demás. Ese es el camino de María y la senda por la que aprender a hacer del genio femenino el motor para que el principio mariano de la iglesia recupere junto al principio petrino la centralidad que por la complementariedad hará mejores a ambos. Paz y bien con un deseo profundo de comunión de parte de vuestros hermanos menores desde Tóledo.

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