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Palabra de Vida Hoy, Martes 5º del Tiempo Ordinario, 16 de Febrero San Pedro Bautista, San Pablo Miki y Compañeros Al pan por la Palabra Del Primer Libro de los Reyes Señor, Dios de Israel, no hay Dios como Tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra. Tú que guardas la alianza y la fidelidad a Tus siervos que caminan ante Ti de todo corazón. Celebremos hoy a un santo japonés, el primero, el jesuita San Pablo Miki, al franciscano español San Pedro Bautista y otros cinco frailes y diecisiete franciscanos seglares más dos catequistas jesuitas. Todos ellos fueron torturados y conducidos a la colina de Nagasaki donde fueron crucificados y alanceados por ser cristianos. San Pedro Bautista llegó a Japón desde Filipinas, enviado como embajador de Felipe II para acercar posturas con el shogún de Japón, Taikosama. La tensión entre ambos reinos se personalizó en un primer momento entre San Pedro y Hideyoshi Toyotomi, ministro de Taikosama, quien sintió un profundo respeto ante la firmeza y mansedumbre del franciscano que rechazaba realizar los gestos de sumisión y pleitesía que Toyotomi le exigía. A pesar de un notable acercamiento de posturas entre ambos, la presencia evangelizadora de los franciscanos y su opción por rescatar y atender a los pobres y ancianos que aquellos nipones arrojaban al río de la Hoy, Kioto, hizo insostenible la situación hasta que un nuevo y turbio incidente político dio con el franciscano y los jesuitas en el patíbulo. Antes que en Japón, el abuelense San Pedro Bautista había misionado en Filipinas y en México. En todos esos lugares, él y sus hermanos de cordón se distinguieron por la defensa activa de la población indígena frente a los abusos de muchos occidentales que los seguían tomando como esclavos, aunque el rey de España lo prohibiera en sus territorios. La defensa de la dignidad de todo ser humano y el compromiso por los débiles y desechados de la sociedad fue lo que situó a los santos que celebramos hoy en el punto de mira de sus verdugos. Seamos herederos de San Pedro Bautista en su pasión por Cristo y en su pasión por el ser humano, dos amores que no son más que uno solo y su consecuencia, dos amores que han de seguir transformando el mundo. Un afectuoso y fraterno saludo de paz y bien de parte de vuestros hermanos franciscanos desde Toledo.