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MARTES XXIV TO

MARTES XXIV TO

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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COMENTARI DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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The reading today emphasizes the qualities required for bishops and deacons. Bishops must be irreproachable, faithful to their wives, sensible, hospitable, and skilled in teaching. They must govern their households well. Deacons must also be respectable, faithful to their wives, and manage their households and children. Jesus demonstrates his power and compassion by raising a widow's dead son to life. Despite the flaws of the Church, we should recognize the attraction of Jesus' message and not reject the institution. The Church is undergoing a process of renewal and reform. We must trust in the guidance of the Holy Spirit and have confidence in our pastors. We are all called to trust in God and our Church community. Let us walk together in truth, justice, peace, and fraternity. Palabra de vida hoy, martes vigesimo cuarto del tiempo ordinario, celebrando el tiempo de la creación, al pan por la palabra. De la primera carta de San Pablo a Timoteo. Está muy bien dicho que quien aspira a ser obispo no es poco lo que desea, porque el obispo tiene que ser irreprochable, fiel a su mujer, sensato, equilibrado, bien educado, hospitalario, hábil para enseñar, no dado el vino ni amigo de reyertas, comprensivo, no agresivo ni interesado. Tiene que gobernar bien su propia casa y hacerse obedecer de sus hijos con dignidad. Uno que no sabe gobernar su casa, ¿cómo va a cuidar una asamblea de Dios? También los diáconos tienen que ser respetables, hombres de palabra, no aficionados a beber mucho ni a negocios sucios, conservando la fe revelada con una conciencia limpia. Los diáconos sean fieles a su mujer y gobiernan bien sus casas y sus hijos, porque los que se hayan distinguido en el servicio progresarán y tendrán mucha libertad para exponer la fe cristiana. Del Evangelio según San Lucas. Cuando Jesús estaba cerca de la ciudad resultó que se acaban a enterar a un muerto hijo único de su madre que era viuda y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor le dio lástima y le dijo no llores. Se acercó al ataúd, lo tocó, los que lo llevaban se pararon y dijo muchacho, a ti te lo digo, levántate. El muerto se incorporó y empezó a hablar y Jesús se lo entregó a su madre. En episodios como el del Evangelio de hoy se aprecia con estremecimiento con qué ternura ejerce Jesús su poder como hijo de Dios. Cuando se aprecia en verdad la belleza del mensaje de Jesucristo y la ejemplaridad con la que se nos presentan las obras y los signos prodigiosos con que Él muestra la autoridad de Su palabra, es casi inevitable una fuerte atracción por Él. Siempre he vido personas, sin embargo, y hoy quizás sean más numerosas, que reconociendo dicha atracción experimentan un rechazo visceral hacia la Iglesia, la institución que presenta en cada generación la viva memoria y la presencia de Jesucristo. Aunque los vicios, pecados y defectos de los hombres y mujeres de Iglesia que tanto perjudicamos a la imagen de la institución sean ciertos y muy graves, quienes nos desprecian, quienes nos juzgan, quienes por nosotros desprecian a la institución, deberían considerar que todos somos recrochables y que en cualquier otra institución formada por hombres y mujeres la gravedad de nuestros actos más reprobables no se dan con menor fuerza La Iglesia hoy está viviendo un proceso de renovación y reforma muy notable y el símbolo de los Obispos hacia el que nos encaminamos concita una buena suma de esperanzas y a la vez de temores, muy distintos según las expectativas y deseos de quienes los albergan. Para los que somos hijos y miembros de la Iglesia es totalmente necesario reconocer la diferencia de las cosas que no pueden cambiar porque son fruto del mensaje recibido por Divina Revelación de las cosas que sí pueden cambiar y están llamadas a evolucionar según los signos de los tiempos y la inspiración con que el Espíritu Santo guía a nuestros pastores y al entero pueblo de Dios con ellos. Como ejemplo, tal y como vemos en la primera lectura de hoy no todos los rasgos de la vida de la Iglesia y de los hombres de Iglesia han sido como son hoy a lo largo de nuestros dos mil años de historia. Hemos de confiar en esa asistencia con que el Espíritu Santo ilumina el discernimiento de todos los bautizados, pero siempre primero y un poco más a los que han recibido la llamada y la enorme responsabilidad de interpretar apoyados y acompañados por la oración y el discernimiento de todos sus hermanos tanto los signos de los tiempos como la inspiración que de parte de Dios nunca deja de estar presente en su Iglesia. Confiar en nuestros pastores es fruto de la confianza puesta en Dios y estamos todos llamados a confiar en Él y en ellos desde el ejercicio responsable y fraterno de nuestra pertenencia a la Santa Iglesia de Jesucristo. Hagamos camino hacia la verdad completa por el sendero de la justicia y de la paz y hagamos camino juntos y además unidos en fraternidad. Nuestros hermanos franciscanos del Tetonero os saludan con la paz y el bien. Nuestros hermanos franciscanos del Tetonero os saludan con la paz y el bien. Amén.

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