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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
Palabra de Hidói, martes vigésimo séptimo del tiempo ordinario, al pan por la Palabra. Del Salmo responsorial, si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de Ti procede el perdón y así infunde respeto. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa, y Él redimirá a Israel de todos sus delitos. Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas, solo una es necesaria, María ha escogido la parte mejor y no se la quitará. El Salmo responsorial hoy nos da la clave para comprender cómo Jonás superó el síndrome que lleva su nombre y se convirtió, de desertor, en mediación eficaz para salvar una ciudad del todo perdida por su corrupción y su vicio. Meditar despacio y recitar repetidamente el Salmo responsorial de hoy nos otorga una paz interior y esa placidez de saber que aunque nosotros no aceptamos buena parte de lo que somos, hay alguien con mayúscula que nos acepta todo enteros, que nos ama como somos, por mucho que nos quiera mejores, más felices y santos. ¿Quién de nosotros no experimenta nerviosismo e inquietud cotidianamente, incluso con todas aquellas cosas buenas que tenemos que hacer necesariamente? Llevamos el peso de nuestra vida y mucho del peso de la vida de los otros sobre los hombros, sin habernos subido nosotros antes a los hombros de Jesús, y por eso, sufrimos como un coloso agotado a quien el peso le va venciendo poco a poco, y sabe que a duras penas no doblará la rodilla, vencido, más pronto que tarde. Doblemos la rodilla, sí, pero no vencidos y agotados, sino para vencer, porque nunca es el hombre tan grande y fuerte como cuando se postra ante Dios. Hagamos por forjar el hábito de vivir en la presencia de Jesús a través de ponerle expresamente en muchas de nuestras obras, haciéndolas para Él y también con Él, y llenemos nuestros silencios y espacios vacíos, no con auriculares y ruidos, sino con jaculatorias o frases del Evangelio y pensamientos que nos hagan sabernos en la presencia del Señor ante Él, como Él está siempre ante nosotros. Con esperanza y con ese vitalismo tan de San Francisco, vuestros hermanos menores de Toledo, os abrazamos con la paz y el bien.