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AUDIOCUENTO

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Zuriñe

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The animals in the story "¿A qué sabe la luna?" by Michael Grechnick are curious about how the moon tastes. They try to reach it but fail. The smallest animal, a mouse, finally succeeds in taking a small bite of the moon. The animals then share the piece and realize that there is a closer moon in the water. Hoy vamos a contar un cuento que se llama ¿A qué sabe la luna?, libro escrito por Michael Grechnick. Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna. ¿Sería dulce o salada? Tan solo querían probar un pedacito. Por las noches miraban ansiosos al cielo, se estiraban e intentaban cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos. Pero todo fue en vano y ni el animal más grande pudo alcanzarla. Un buen día la pequeña tortuga decidió subir a la montaña más alta para poder tocar a la luna. Desde allí arriba estaba más cerca de la luna pero la tortuga no podía tocarla. Entonces llamó al elefante, si te subes a mi espalda tal vez llegamos a la luna. Esta pensó que se trataba de un juego y a medida que el elefante se acercaba a ella decidió alejarse. Como el elefante no consiguió tocarla, llamaron a la jirafa, si te subes a mi espalda, a lo mejor la alcanzamos. Pero al ver a la jirafa, la luna se distanció un poco más. La jirafa se estiró y estiró el cuello cuanto más pudo, pero no sirvió de nada. Y llamaron a la cebra, si te subes a mi espalda es probable que nos acerquemos más a ella. La luna empezaba a divertirse con aquel juego y decidió alejarse otro poquito. La cebra se esforzó mucho, mucho, pero tampoco pudo tocarla. Entonces llamaron al león, si te subes a mi espalda quizás podamos alcanzarla, pero cuando la luna vio al león decidió subir un poco más. Tampoco lograron tocar a la luna y decidieron llamar al zorro. Verás como lo conseguimos, si te subes a mi espalda, dijo el león. Al avisar al zorro, la luna decidió alejarse de nuevo. Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar a la luna, pero esta se desvanecía cada vez más y más. Y el zorro llamó al mono, seguro que esta vez lo logramos, anda sube a mi espalda. La luna vio al mono y retrocedió. El mono ya podía oler la luna, pero lo de tocarla ni hablar. Y llamaron al ratón, súbete a mi espalda y tocaremos la luna. Esta vio al ratón y pensó, seguro que un animal tan pequeño ni podrá cogerme. Y como pensaba aburrirse de aquel juego, la luna se quedó justo donde estaba. Entonces el ratón subió por encima de la tortuga, del elefante, de la jirafa, de la cebra, del león, del zorro y del mono. Y de un mordisco arrancó un trozo pequeño de la luna. La saboreó y después fue dándole un pedacito a cada animal que había tratado de tocar la luna. Esa misma noche los animales durmieron muy muy juntos. El pez, que lo había visto todo, no entendía nada. Y dijo, vaya vaya, tanto esfuerzo para llegar a esa luna que está en el cielo. ¿Acaso no vean desde el agua que hay otra más cerca?

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