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Que dice Dios de las Maldiciones y palabras corrompidas

Que dice Dios de las Maldiciones y palabras corrompidas

Carlos Garcia

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¿Te has preguntado que dice Dios sobre las maldiciones y las palabras corrompidas como los albures, groserías, etc.? ¿Crees que no decirlas es solo cuestión de modales? Te invito a escuchar este tema para conocer la opinión de Dios y tengamos razones para cuidar lo que hablamos.

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Transcription

The transcription discusses the topics of curses and corrupt words and their relationship with our faith in God. It highlights that curses are expressions of anger and aversion towards someone or something, while corrupt words are those that come from a heart filled with negativity and impurity. The Bible instructs us to avoid curses and corrupt words and instead speak words that edify and bring grace to others. The transcript emphasizes the importance of filling our hearts with good things in order to speak words of goodness. It also mentions that having faith in God involves developing virtues such as knowledge, self-control, patience, kindness, and love. Overall, the main idea is that our words reflect what is in our hearts, and it is important to speak words that build up and bring grace to others. Hola, ¿qué tal? Dios nos bendiga. Vamos a platicar esta vez acerca de temas que nos llevan a conocer a Dios. El tema de hoy lleva por nombre maldiciones y palabras corrompidas. ¿A quién va dirigido? Pues a todas las personas. Como objetivo podemos decir que tratamos de dar a conocer la opinión de Dios acerca de las maldiciones y las palabras corrompidas. ¿Como cuáles? Como los albures, las groserías. ¿Todo esto para comprender por medio de la fe en Dios? ¿Por qué deberíamos evitar hablar de esa manera? Y no sólo esto, sino cómo hacerlo. Comenzamos con una definición acerca de las maldiciones. ¿Qué son las maldiciones? Si nosotros tomamos un diccionario común, corriente, quizás nos pueda servir el de la Real Academia de la Lengua Española para empezar. Dice este diccionario que las maldiciones son una imprecación que se dirige contra alguien o contra algo manifestando enojo y aversión hacia él o hacia ello, y muy particularmente con deseo para que le venga algún daño. También dice este diccionario que las maldiciones sirven para expresar enojo, reprobación o contrariedad. Así que como podemos ver, el propio diccionario de la lengua española define las maldiciones como una expresión que se dirige contra alguien o contra algo, siempre con esa particular característica de desahogar nuestro coraje, nuestro enojo hacia ello. Pensemos en el siguiente ejemplo cotidiano. Son las ocho de la mañana, y ese día queríamos trasladarnos a algún sitio en particular. Y el transporte que íbamos a usar, por ejemplo el camión o el auto, no pasa o no enciende. Lo primer que decimos es ti carro o ti camión, me refiero con eso a maldecimos, y eso sale de una manera tan natural porque sentimos enfado y coraje. Así hacemos cuando alguien nos queda mal, cuando simplemente algo no sale como esperábamos, nos enfadamos y comenzamos a maldecir. Y esto se acopla perfectamente a la definición del diccionario. Pero, ¿qué dice el diccionario? ¿Qué dice la Biblia? En Efesios 4.31 tenemos esta instrucción. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Como podemos ver en este versículo, la maledicencia o maldiciones aparecen en la misma línea en la que el apóstol Pablo nos habla de aquello que se tiene que quitar de nosotros y está incluida junto con la amargura, junto con el enojo, con la ira, incluso con los gritos y también con toda malicia. El hecho de que veamos las maldiciones en esa misma línea con todas estas cosas lleva por implicación que efectivamente hay una relación entre maldecir y guardar coraje o amargura en el corazón. Otro pasaje de la Biblia que está en Lucas 7.21 nos dice porque de dentro del corazón de los hombres salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, las maldiciones, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen y contaminan al hombre. Para darle más peso a estas palabras quiero recordar que esto fue dicho por el mismo Hijo de Dios, por Jesucristo, por lo cual nos confirma que cuando algo de nuestra boca sale y tiene realmente todo el tinte de ser malo es porque lo que hay en nuestro corazón es malo también. Ya no quedan dudas de que si yo digo palabras corrompidas o maldiciones lo que estoy revelando al mundo es que mi corazón está lleno de perversidad, tal vez incluso de amargura y muchas veces de ira. ¿Quieres que pongamos esto a prueba? Vamos a hacerlo. Lucas 7.21 nos dice que el adulterio, lo cual entendemos como engañar o ser infiel al cónyuge, ocurre porque se ha plantado esa perversión y esa idea primero en el corazón. Vamos a ver si es cierto. La infidelidad, como sabrás, no puede ser un evento que sucede de manera aleatoria, sino que más bien tuvo que haber iniciado con un pensamiento. Ese pensamiento se almacenó primero en el corazón y después de ello se puso en práctica. Por esto es por lo que la infidelidad mencionada en la Biblia como adulterio, pues comprobamos que realmente tiene su origen en el corazón. Y del mismo modo, si hacemos este ejercicio respecto de las maldiciones o respecto de la lascivia, la lascivia que está escondida en los albures, en las groserías, nos daremos cuenta que el hecho de decirlas indica que nuestro corazón está lleno, no de buenas cosas, sino de malas. Ahora bien, dijimos que el tema era sobre maldiciones y sobre palabras corrompidas. ¿Por qué? Porque ambas cosas malas se anidan en el corazón. Pero definamos qué son palabras corrompidas y en dónde lo vemos en la Biblia. Antes que nada, Efesios 4.29 dice, Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Para estar en el mismo contexto, volvamos otra vez al diccionario y veamos qué entendemos cuando añadimos la palabra corrompida a lo que sale de nuestra boca. Palabras corrompidas. ¿Hay algo bueno en la corrupción? El diccionario define la corrupción de esta manera. Acción y efecto de corromper o corromperse. También dice que significa putrefacción, descomposición, podredumbre, degeneración y fermentación. Entre otros usos, también es deterioro de valores. También significa deshonestidad, depravación, perversión, vicio, envilecimiento, peste. La corrupción para nosotros es algo tan familiar incluso en el ámbito político, en las organizaciones. La corrupción es la práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores. Es decir, cuando los líderes no actúan como deberían de. Cuando se da el soborno, cuando se da el cohecho, el tráfico de influencias, etc. En todos estos casos nosotros podemos ver que la corrupción siempre tiene una connotación negativa. Porque la corrupción nos remite a depravación, nos remite a vicios, nos remite a pestes, a deterioro de valores. Así que si ahora traemos esto a lo que leímos, cuando la Biblia dice ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca, pues la instrucción es clara. Tenemos que dejar fuera no sólo las maldiciones, sino todo tipo de augures, de groserías y demás cosas. Y todo con un objetivo, que lo que hablemos sea para dar gracia, que sea agradable o grato y para hacer edificación a los que nos están escuchando. Entendamos edificación como algo que produce algo bueno en la persona. Ahora bien, significa esto, que nuestra forma de hablar debe de ser de tal manera que quien nos escuche reciba algo que le hizo bien saber, algo que lo llevó a reflexionar y quizá llegar a decir, ¿sabes? Gracias por lo que dices, me ayudó y me hizo crecer en mi persona. Como ejemplo tenemos al Hijo de Dios. Cuando Él hablaba, todas las personas que le escuchaban quedaban maravilladas, quedaban reflexionando y en muchos casos tenían deseos de saber más, porque todo lo que Él hablaba era siempre edificante. Incluso si Él iba caminando, la gente iba caminando detrás de Él, porque querían seguirlo escuchando. Ahora bien, como vimos antes, de dentro del corazón de los hombres, dice la Escritura, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los sustos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la maledicencia, la soberbia y hasta la insensatez. Lo cual, a modo de resumen, lo podemos comprender como todo tipo de perversidad que sale de la boca, realmente es porque estaba guardada dentro del corazón. Por lo tanto, si yo deseo dejar de decir tanto maldiciones como groserías o palabras corrompidas, tengo que comprender que mi corazón necesita entonces llenarse de cosas buenas, para que, al hablar, lo que salga de mi boca sean esas cosas buenas. Es tan sencillo, la Biblia dice así, el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, saca lo bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón, saca lo malo, porque de lo que abunda en el corazón, habla la boca. Ahora, pregunta, ¿tenemos opción de hablar sin maldiciones o palabras corrompidas? Me refiero a, ¿es posible? Claro, no solo tenemos la opción, sino que tenemos también la capacidad y el deber que nos hace falta para lograrlo. Nos hace falta basar nuestras ideas en verdades que vienen de Dios. La realidad es porque no cuidamos nuestras palabras, y de hecho, en la mayoría de los casos, ni siquiera nos interesa hacerlo, es porque no tenemos fe. Muchas veces desconocemos todo lo que implica realmente tener fe, puesto que la fe, nosotros solo la vemos como un sinónimo de la palabra creer, así como cuando decimos, creo que hoy va a llover, y decimos, lo mismo si es de significar creo en Dios, ¿cuál es la diferencia? Bueno, la palabra de Dios nos enseña que creer en Dios o tener fe en Él, no es solo algo que se dice, y que simplemente el mundo sigue rodando y ya, no, la fe verdadera en Dios nos lleva a desarrollar muchas otras cosas. La Biblia no lo dice de esta manera, en la segunda carta de Pedro, en el capítulo 1, versículo 5. Ustedes también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadan a la fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal, y al afecto fraternal amor. ¿Podemos ver todo lo que Pedro dice que se le añade a la fe? Volvemos, a la fe se le añade virtud, se le añade conocimiento, se le añade dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y finalmente amor. Esto implica que la fe viene a ser como el cimiento de todas esas cosas, las cuales, vamos, solo con escucharlas podemos darnos cuenta de que son algo muy importante, y aunque no es propósito de este tema definir cada una de estas cosas, me pareció prudente y necesario aclararlo para que veamos hasta donde debería llegar el desarrollo de la fe en Dios. De tal manera que decimos, nosotros, creo en Dios, al hacer esto, todas esas cosas, todas esas virtudes, ese conocimiento, ese dominio propio, esa paciencia, piedad, afecto fraternal y amor, son las que deberían existir como una evidencia de que nuestra fe está en Dios. Cuando la fe se vuelve verdadera, todas estas cosas empiezan a desarrollarse, porque, reconociéndolo, cuando no hay fe, no solemos tener dominio propio para no ceder a decir groserías o participar de conversaciones perversas, sin embargo, la fe en Dios nos hace cuidar ese aspecto. Como decíamos antes, cuando algo no sale como esperábamos o estamos en una situación de mucha tensión que nos hace alojar, quizá nos gusta maldecir a aquellos o aquello que nos hace enojar, pero la fe en Dios nos hace darnos cuenta de que en realidad el juez es Él y que si encomendamos las causas de las cosas que nos pasan para que Él determine a quién darle la razón, entonces no es necesario guardar tanto ese coraje para herir y ofender a nuestros semejantes. Al leer la Biblia, Dios muestra Su amor haciéndonos comprender lo mal que hemos asimilado muchas de las cosas en las que hemos decidido actuar y eso cambia nuestro corazón para que no maldigamos a nuestros semejantes, sino que seamos pacientes, así como Dios es paciente con nosotros al perdonarnos también nuestras ofensas. ¿Nos damos entonces cuenta ahora cómo la fe al ir en aumento nos permite desarrollar todas esas virtudes? Vaya diferencia, ¿no? Porque quizá alguna vez pensamos que crecer en fe era convertirnos como en una especie de soñadores que esperan expectantes el cumplimiento de un milagro. Y, aunque claro, definitivamente, Dios tiene el poder de hacer muchos milagros, crecer en fe, en los términos de la Biblia, no se refiere exclusivamente a eso. Antes bien, la palabra de Dios nos reitera, la fe crece cuando la persona que la tiene se muestra virtuosa, con conocimiento, con dominio propio y con capacidad para amar y manifestar ese amor. La Biblia resume de una forma muy simple todo esto en Hebreos 11, 6. Dice, sin fe es imposible agradar a Dios. Por lo tanto, cuando no tenemos ese interés en agradar a nuestro Padre, que es quien nos da la vida, es como si actuáramos sin considerar que Él existe. El versículo completo dice así, Hebreos 11, 6, porque sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay y que es galardonador de los que le buscan. Es posible, definitivamente, dejar de hablar, con maldiciones, con albures, con palabras corrompidas, así como es posible vencer cualquier cosa que sea un pecado, siempre que a nuestro corazón alberguemos el deseo de querer agradar a Dios. Esa es una de las características más importantes de la fe, creer que Dios existe puede cambiar mis hábitos, mis pensamientos e incluso mi forma de hablar. Por supuesto, el proceso en cada persona es diferente y la madurez que nos lleve a pensar de esta manera puede ir a un ritmo distinto. Algunos entenderán más rápido ciertas cosas y corregirán pronto, otros un poco más despacio. Pero al final todos debemos crecer en el conocimiento de quién es Dios para poder buscar cómo agradarlo, cómo honrarlo y cómo respetarlo como a un Padre celestial, del mismo modo que en la tierra procuramos respetar y honrar a nuestros padres biológicos. No obstante, a pesar de todo lo dicho, sigue habiendo una postura de algunos que se oponen a la verdad, porque para algunos puede no ser de interés que otros sean edificados con sus palabras. Y la pregunta está ahí, ¿qué pasa si no me interesa? ¿Qué pasa si no quiero hablar para edificar a otros? ¿Qué pasa si yo sólo quiero ser feliz y reírme diciendo mandiciones, groserías y palabras corrompidas como los augures, participando en chistes obscenos? ¿Qué pasa si yo soy feliz en eso? Bueno, cuando hay desconocimiento de las verdades bíblicas, de lo que Dios dice y esto es en general, tendemos a rechazar el querer que nuestro corazón haga lo bueno y en este caso tendemos a rechazar que nuestro corazón almacene cosas buenas. Y podemos quizá no tener interés en que otras personas se sientan edificadas al escucharnos. Repito, esto va a ocurrir por la ignorancia y por el descuido de las verdades de Dios. Puede pasar que sintamos una especie de alegría al hablar con groserías y mandiciones, porque tal vez ahí, rodeados entre un círculo de personas, tal vez al estar diciendo todas esas palabras perversas, augures, frente a otros, tal vez notemos que a muchos les causa la misma gracia que a nosotros y por eso vamos a pensar que es bueno y que es normal. Pero la verdad es que nuestro pensamiento no debería basarse solamente en esto es bueno porque me hace reír, porque si esta regla fuera cierta, podríamos aplicarla a cualquier caso y enseguida vamos a demostrar que no es así. Pensemos, por poner un ejemplo, que en algún lugar del mundo, un hombre perverso, como por ejemplo un pedófilo, también se rió de sus fechorías y esas fechorías se las contó a otros que eran igual que él y les causó gracia. ¿Podríamos decir que porque todos se rieron la pedofilia fue un buen acto? ¿Verdad que no? No estoy exagerando. Si tú o yo esperamos que porque otros a nuestro alrededor consienten nuestros actos o nuestra forma de pensar y de hablar, eso ya convierte esas cosas en buenas, lo que puede estar pasando es que yo solo estoy rodeado de personas que están en el mismo pecado que yo. Aquello que nosotros llamamos bueno no puede serlo solo por criterios meramente subjetivos. No es suficiente que porque yo me sienta bien haciendo el mal, eso haga bueno a lo que en realidad es malo. Más bien, lo bueno debe ser definido por algo que sea mejor que yo mismo siempre. Pero un segundo, ¿dónde encontraré ese alguien que es mejor que yo? Ah, sí, en Dios. Así, para tener certeza de si algo es realmente bueno, yo debería conocer la opinión de Dios. Las preguntas que debo hacerme son, ¿qué opina Dios, quien es verdaderamente bueno y santo, de lo que estoy pensando? ¿Lo que yo llamo bueno, Él lo llama también bueno? Particularmente, como este tema trata de las maldiciones y las palabras corrompidas, la pregunta es, ¿qué opina Dios de lo que escucha salir de mi boca todos los días? Si pocas veces o prácticamente nunca nos hemos hecho esas preguntas, o las hemos hecho pero nunca nos hemos dado a la tarea de realmente buscar la respuesta leyendo la Palabra de Dios, es aplicable para nosotros lo que la Biblia dice en Romanos 3, para Dios todos estamos bajo pecado, y posteriormente vamos a ver por qué. Dice así, no hay justo ni a un uno. En el versículo 11 dice, no hay quien entienda, y es que no hay quien busque a Dios. Todas las personas se han desviado, todas se han hecho inútiles, no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Su garganta es como un sepulcro abierto, con su lengua solamente engaña, veneno de áspides hay debajo de sus labios, y su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre, quebranto y desventura hay en sus caminos, y su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre, quebranto y desventura hay en sus caminos, y no han conocido un camino de paz, porque no hay temor de Dios delante de sus ojos. También el proverbio 10 en el versículo 32 dice, los labios de una persona justa saben hablar lo que agrada, mas la boca de los impíos sólo habla perversidades. ¿Sabes? La elección que hacemos al querer decir maldiciones y groserías, o a querer usar nuestra boca para alguriar, solamente corrobora que Dios nos ve como personas impías, y eso significa que Él no está de acuerdo con que expresemos perversidades, ni tampoco con que salga de nuestra boca maldición. Por lo tanto, para Dios estamos bajo pecado, y si estamos bajo pecado, debo decirte que delante de Dios no estamos nada bien. Para tener una idea de qué es lo que hace el pecar, y por qué nos hace estar mal con Dios, voy a leerte Romanos 8 en el versículo 38 y 39, y quiero que veas algo, dice así, Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente ni lo porvenir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Observemos cómo nada realmente, porque ni la muerte ni la vida, nada nos separa de Dios. Imagínate en una gran dificultad, pues no importa cómo sea, eso no te separa de Dios. Imagínate en una gran enfermedad, no importa cuál sea, esa tampoco te separa de Dios. Vamos, la muerte no nos separa de Dios. Pero hay algo que sí lo hace, y eso es el pecado. Nada en el mundo puede apartarnos del amor de Dios y de su pureza sino solamente el pecado. Mira lo que dice este pasaje, Isaías 59 versículo 1, He aquí que no se ha cortado la mano de Dios para salvar, ni se ha agravado su oído para huir, pero sus iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y sus pecados han hecho ocultar de ustedes su rostro para no oír, porque sus manos están contaminadas de sangre, y sus dedos de iniquidad, sus labios pronuncian mentira, habla maldad su lengua. Pensemos que tan solo por querer tener un corazón que almacene ira y amargura, y maldiga a sus semejantes, o bien, usemos nuestra boca para hablar cosas corrompidas, como lo hemos dicho, como los algures, las groserías, aun cuando todo esto se haga pensando que es divertido, nos quedemos entonces separados de Aquel de quien enteramente depende nuestra vida, es decir, de Dios. Y todo porque hemos elegido no tener temor, ni respeto a Dios, y pedir lo que sale de nuestra boca. Ahora, si quizá conscientemente, somos incapaces de ver la maldad que hay en lo que sale de nosotros cuando decimos maticiones o algures, si quizá seguimos en la postura de que es que yo no lo hago con ira o con enojo, sino simplemente porque es divertido, debemos saber que no estamos actuando objetivamente recurriendo a la Palabra de Dios, sino que nos estamos justificando con nuestros propios razonamientos, y por eso la Escritura también dice, si nuestro corazón no nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y Él sabe todas las cosas. Eso está en Primera de Juan 3.20, y eso significa que nosotros va a ocurrir una tendencia a justificarnos y a defender nuestra postura, porque en nuestro corazón nosotros pensaremos que no hay nada malo. Sin embargo, no se nos ha de olvidar que por sobre nosotros está Dios. Es decir, Dios es más sabio que nosotros, por eso debemos escucharlo a Él. El Proverbio 3.5 dice, Confía en Dios de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. De lo cual entendemos que no deberíamos quedarnos sólo con nuestra propia perspectiva o nuestro propio entendimiento. Aceptemos que quizá no hay suficiente sabiduría en nuestro corazón o nuestra conciencia no es lo suficientemente madura como para tomar una sabia decisión, por lo que deberíamos recorrer a la Palabra de Dios. A la Escritura, a la Biblia y ver qué dice Dios al respecto. De tal forma, que si estamos diciendo que las maldades y toda palabra corrompida que salga de nuestra boca son pecado, entonces no les prestemos poca importancia, sino comprendamos cómo nos deja situados ante Dios el pecado. Así que pongamos atención a lo siguiente. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad a ese oye. Juan 9.31 Con lo leído en este versículo tenemos una invitación a reflexionar si en algún momento queremos que nuestra familia, hijos, hijas, padres, hermanos, seres queridos en general o nosotros mismos o cualquier amistad que tengamos reciba de Dios protección y doblamos nuestras rodillas algunos minutos o incluso horas para implorarnos a favor o bien nos vemos en la necesidad de pedir a Dios algo que sabemos que definitivamente está fuera de nuestro control. Tenemos que saber que si usamos nuestra boca para hablar perversión, maldición, groserías, palabras corrompidas o vanas palabras el resto del día para Dios todas nuestras súplicas no suben hasta el trono de justicia hacia el trono de santidad y de verdad donde Él está porque la Biblia lo dice Dios no oye a los pecadores. Y ya lo dijimos hace un momento en Isaías 50.2 Vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oís. Pero luego entonces si los pecadores no son escuchados y al final todos somos pecadores todos nos hemos dado cuenta que hemos pecado entonces ¿cómo nos puede escuchar Dios? Bueno, la Biblia dice que a los que reconocen su maldad y toman la decisión de abandonar su pecado ese tipo de oración es la oración que un pecador puede hacer y que si llega hasta los oídos de Dios porque implica arrepentimiento implica que nos hemos dado cuenta de que ante Dios estamos mal y necesitamos que sea propicio a nosotros así como en aquella historia de un publicano que lo único que supo decir en su oración fue Dios ayúdame soy un pecador esa historia la encontramos en el Evangelio de Lucas en el capítulo 18 leo solo el fragmento dice en el versículo 13 mas el publicano estando lejos ni siquiera se atrevía a alzar los ojos al cielo sino que se golpeaba el pecho y decía Dios sé propicio a mí soy un pecador y Cristo Jesús dijo os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido así una persona que reconoce su pecado implica ser una persona que se ha dado cuenta de que estaba haciendo lo que a Dios no le agradaba y ya no desea vivir así pero recordemos el arrepentimiento o esta oración esta condición de reconocer el pecado no se refiere únicamente a pedir perdón sino que se refiere a abandonar el pecado no obstante Dios ve la sinceridad con que queremos dejar aquello que es malo y a lo que quizá estemos tan habituados Él verá eso y nos ayudará en ese proceso principalmente permitiéndonos conocerlo más a Él porque como dijimos antes la fe en Dios nos hace creer en muchas cosas y una de ellas es el amor a Dios quienes buscan en verdad respetar a Dios y hacen su voluntad son llevados a comprender que hasta cuidando lo que sale de nuestra boca podemos agradar a Dios y es que dice la Biblia simple y sencillamente de una misma boca no debe salir bendición y maldición eso está en Santiago 3 en el reciclo 10 dice de una misma boca proceden bendición y maldición pero hermanos míos esto no debe ser así acaso alguna fuente hecha por una misma verdura agua dulce y agua amarga hermanos míos puede acaso la higuera producir aceitunas o lavir hijos así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce lo dicho arriba es bastante claro jamás vamos a encontrar una fuente de la cual salga agua dulce y de repente al cabo de unas horas salga agua amarga o viceversa tal situación es inconcebible a menos claro que esa fuente esté contaminada si aplicamos esto a nosotros ¿qué es la fuente? la fuente es nuestro corazón en la boca el conducto por el cual salimos nosotros de tal forma que de nosotros no debería salir bendición y después maldición porque entonces significa que estamos contaminados ¿ahora vemos por qué Cristo dijo que las maldiciones realmente salían de nuestro corazón? Consideremos por otro lado que cuando hablemos con Dios a solas para buscar una necesidad para agradecerle también por alguna bondad que nos ha dado ¿cómo puede ser posible que en ese instante hablemos con bendiciones y con gracia y luego el resto del día disfrutemos y consientamos en que lo que sale de nuestra boca sean maldiciones y groserías si elegimos hacerlo así ¿qué nos sería esto como una hipocresía para con Dios? ¿no podría Dios pensar que en sus oraciones me habló con bendiciones y con bonitas palabras y ahora solo veo que salen de su boca groserías, albures, maldiciones y toda clase de palabras corrompidas ¿qué no es esto incongruente? Ahora hemos dicho varias cosas pero todavía queda una razón que es verdaderamente fuerte para controlar nuestra forma de hablar ya sabemos que la maldad en el corazón está relacionada con la amargura con la ira con la vanidad o con la perversión y puede ser que nos lleguemos a sentir atacados quizá nos sintamos aludidos y enjuiciados porque pues ahora con todos estos pasajes ¿por qué maldicen? porque dentro de sí mismas tienen ira, tienen maldad y tienen un corazón contaminado ¿por qué aquí les interesa hablar para edificar ni para respetar a Dios? y todo eso evidentemente nos hace estar en pecado si es nuestro caso pero queremos que las cosas cambien si deseamos que nuestra forma de hablar sea diferente es porque tenemos temor a Dios o porque no queremos estar en este pecado separados de Dios si queremos que Dios nos escuche cuando solas lo busquemos es momento de que conozcamos la buena noticia que hay para nosotros y es esta Jesucristo el Hijo de Dios ha redimido nuestro pecado con su vida para interceder con Dios por nosotros a pesar de que ignorábamos estar pecando con nuestra forma de hablar el deseo de Dios no es condenarnos sino que nos arrepintamos que abandonemos el mal y que aprendamos a hacer el bien Isaías el profeta en el capítulo 1 dice en el versículo 16 Lavaos y limpiaos quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos busquen el juicio restituyan al agraviado hagan justicia al huérfano amparen a la viuda y vengan luego dice el Señor y estemos a cuenta si sus pecados son como la grana como la nieve serán emblanquecidos si fueran rojos como el carmesí vendrán a ser como blanca lana tengamos en cuenta que lo dicho por Isaías el hecho de estar a cuenta con Dios no es algo que ocurrió espontáneamente sin que nada a cambio haya sucedido recuerda que Cristo el Hijo de Dios dio su vida para poder brindarnos esa posibilidad de estar en paz con Dios y para tener ese perdón de nuestros pecados así que no le echemos en saco roto el sacrificio de Cristo como si su vida no hubiera tenido valor antes bien el Señor nos ha ayudado con el castigo que merecíamos nosotros por nuestro pecado incluyendo ese pecado de hablar con maldiciones con groserías con albures, etc hizo esto para que tuviéramos paz para que tú y yo pudiéramos hablar con Dios y pedir o agradecer su favor por lo tanto ahora que sabemos esto espero que nos haya servido a agradecer a Dios no es momento para que nos enojemos porque se nos han hecho estas cosas la verdad es que este tipo de conocimiento muy lejos pero muy lejos de buscar condenarnos más bien nos libera para que ahora pensemos en las miles de formas en que podemos usar nuestra boca para hablar lo correcto para pronunciar la verdad para alentar a quien lo necesita para edificar para enseñar a otros el respeto a Dios si hacemos esto algún día dice la Biblia en Daniel 12.3 que los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento y los que enseñan la justicia a la multitud como las estrellas a perpetua eternidad ¿qué nos es la mejor recompensa? ¿cómo lograremos ser entendidos no para lo malo sino para enseñar cosas tan buenas como la justicia alimentando nuestro corazón con la palabra de Dios exponiéndonos continuamente a la palabra de Dios para que nuestro corazón almacene lo que es bueno y que de esa manera el buen tesoro de la verdad de Dios abunde en nuestro corazón y salga entonces bondad y buenas cosas cada que abramos nuestra boca terminamos este tema pero hallámonos con un último pasaje para reflexionar dice 1 Pedro 3 versículo 10 ¿por qué? El que quiere amar la vida y ver días buenos refrene su lengua del mal y sus labios no hablen de engaño apártese del mal y ha del bien búsquela paz y sígala porque los ojos del Señor están atentos a sus oraciones pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal este último versículo con que cerramos nos invita a una cosa bien interesante amar la vida y a ver días buenos ¿cómo? expresándonos limpia y puramente no olvidando que cada palabra que sale de nuestra boca Dios la escucha aun aquellas que no decimos así que por respeto a aquel que nos ha dado la vida aquel que nos sostenta aquel que nos corrige cuando es necesario por amor a Dios y a su Hijo Cristo Jesús que está sentado a su diestra refrenemos nuestra lengua del mal porque los ojos de Dios están sobre los justos y sus oídos atentos a sus oraciones pero el rostro de Dios está contra aquellos que hacen el mal fin muy bien bueno espero que este tema te haya edificado te haya servido ojalá tengas interés en acercarte a Dios el tema ha terminado solo quiero añadir algo que estuve pensando quiero decirte que le pedí mucho a Dios que me diera el valor que ha estado en mi corazón en hacer que te enfades o molestarte si es que así fue elegí decir estas palabras y hacértelas saber porque Dios nos quiere cerca de Él nos aprecia el problema es que todo pecado cualquiera que sea nos separa de Él y además nos acarrea una grande condenación y la verdad es que Dios no busca castigarnos sin embargo si no dejamos el pecado Él nos castigará porque es justo y no puede tener por inocente a quien es culpable por esta razón te he dicho estas cosas para que sepas que Dios antes de verse en la necesidad de tomar su rompejuez justo y tener que darnos el pago por nuestro pecado le encantaría que abandonemos el pecado el perdón por lo que hayamos cometido ya fue concedido por Cristo en la cruz y Dios en verdad desea que todos los días lo busquemos como un Padre que está dispuesto a enseñarnos aconsejarnos y alentarnos en toda nuestra vida para hacer lo que es correcto y por si esto fuera poco todavía nos promete como recompensa darnos la mayor bendición y esperanza para nuestra vida la vida eterna con Él entiendo que recibir disciplina de Dios cuando nos muestra que algo que consideramos bueno es en realidad malo no nos agrade mucho al principio pero si con humildad aceptamos la disciplina de Dios el fruto que puede traer es el gozo, la paz y la justicia eso es lo que Dios quiere para todos nosotros por eso nos ha dejado su palabra para que lo conozcamos a Él abandonando el pecado nos reconciliamos con Él atentamente un embajador que habla en nombre de Cristo como si Dios rogase por medio de mí te ruego a ti y a todos en nombre de Cristo reconciliaos con Dios Segunda de Corintios 5.20

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