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The speaker is discussing the difference between the old and new covenants in the Bible and how the early church in Jerusalem followed the teaching of the apostles. They talk about the glory of God and how it is expressed in the church. The glory of God is described as the beauty of His spirit and the expression of His existence that can be perceived by humans. The speaker also discusses the concept of God's holiness and how it is different from His glory. They explain that God's holiness means He belongs to a unique class and cannot be compared to anything else. The speaker emphasizes the importance of understanding the glory and holiness of God. honrados de poder participar en este tiempo de la edificación de esta casa, de lo que Dios está haciendo en este tiempo en medio de nosotros. Una de las realidades que estamos entendiendo en este tiempo tiene que ver con la diferencia que encontramos en las Escrituras respecto a los pactos. Usted sabe, porque hemos estado hablando muchas veces y ha escuchado, la diferencia notoria, la diferencia de naturaleza, la diferencia de aplicación que existe entre el antiguo pacto y el nuevo pacto. Y hay expresiones que en el antiguo pacto tenían un sentido, pero que en el nuevo pacto tienen otro sentido completamente diferente, o más profundo, o de otra naturaleza. Y la pregunta es, ¿cómo hacemos para diferenciarlo? Tenemos referencias en las Escrituras. Es curioso, yo no sé si usted notó, que el Libro de los Hechos dice que los primeros creyentes, la primera iglesia allí en Jerusalén, se mantenían, dicen los creyentes, unánimes, y estaban juntos, ¿sí?, fundamentados en qué? ¿En la doctrina de quién? De los apóstoles. Nunca le llamó la atención que no dice que estaban, o que seguían, o que perseveraban en los dichos de los profetas, porque ellos tenían esa Biblia. Su Biblia era la ley y los profetas, pero no dice que perseveraban en los escritos de Moisés, o en los escritos proféticos. Tampoco dice, curiosamente, que perseveraban en la enseñanza de Jesús. Dice que perseveraban en la doctrina de los apóstoles, porque Dios le concedió a los apóstoles interpretar, bajo el lente del nuevo pacto, los profetas y a Jesús. Por eso los escritos apostólicos, ellos permanentemente hacen referencia a los profetas, y permanentemente hacen referencia a Jesús, como dijo nuestro Señor. Pero lo que Jesús dijo, y a lo que los profetas dijeron, los apóstoles lo interpretaron bajo el lente del nuevo pacto. Entonces, para entender algunos conceptos, es necesario saber qué dijeron. Es muy interesante, no me voy a extender en esto, pero hay muchos conceptos, mire, que nos llevaría horas a hablar. Que la iglesia evangélica ha adoptado, y que hablamos y decimos en nuestras reuniones, en nuestro vocabulario, de los cuales los apóstoles nunca hablaron, nunca. Y nunca escribieron. Y por alguna razón nosotros seguimos hablando de algo que ellos nunca hablaron, porque evidentemente no lo consideraron importante. Yo quiero hablar de uno de esos temas, y tiene que ver un poco con el tema de este Congreso, y puse así como título de esta charla, de lo que vamos a compartir, que una iglesia que trasciende, es una iglesia que expresa la gloria de Dios. Diga conmigo, ¿una iglesia que trasciende? Es una iglesia que expresa la gloria de Dios. Ahora, acompáñenme a Colosenses capítulo 1, versículo 27, por favor. Colosenses capítulo 1, versículo 27. A estos Dios se propuso dar a conocer cuál es la riqueza, la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones. ¿Cuál es el misterio entre las naciones? Que es, Cristo en ustedes, la esperanza de gloria. ¿Cuál es el misterio entre las naciones? Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. Al leer esto, y yo les contaba esta mañana que me gusta mucho hacerle preguntas a las Escrituras, entonces cuando leo esto me surgen dos preguntas. ¿Qué esperanza y qué gloria? ¿De qué esperanza está hablando y de qué gloria está hablando el apóstol Pablo? Entonces necesitamos encontrar aquí la relación de Cristo con la gloria de Dios. Con la gloria de Dios. ¿Qué entendemos por la gloria de Dios? Esa es la gran pregunta. ¿Qué es la gloria de Dios bajo el lente del Nuevo Pacto? Le anticipo algo que ahora lo vamos a demostrar por las Escrituras, pero la mayoría de las veces que los evangélicos hablamos de la gloria de Dios, utilizamos el lente del Antiguo Pacto. Y poca, muy poca comprensión hay en el mundo evangélico acerca de la gloria de Dios conforme la entendían los apóstoles. Entonces de esto se trata, y no estamos hablando de darle la gloria a Dios, que ese es un aspecto, Señor te doy la gloria. Esa es una cosa. Él es digno de recibir la gloria, la honra, la alabanza. Esa es la gloria que le damos a Dios. Pero otra cosa es la gloria de Dios. Una cosa es la gloria a Dios y otra cosa es la gloria de Dios. ¿Me está entendiendo? Entonces, quiero llevarles algunas definiciones que me parece que son importantes. Yo les pido que me vayan siguiendo porque lo que hacemos es una construcción y tal vez no entendamos todo de momento, pero si vamos reteniendo algunas cuestiones, en la construcción se va a ir aclarando el entendimiento. Una definición que se ha dado acerca de la gloria de Dios es que la gloria de Dios es la belleza de su espíritu. La gloria de Dios es la belleza de su espíritu. No se trata de una belleza estética o material, sino de una belleza que emana de su carácter, de todo lo que Dios es, en esencia. Lo que Dios es, transmite, emana una belleza que es a lo que se refieren las Escrituras cuando hablan de la gloria de Dios. En hebreo existe la palabra que define la gloria de Dios como Kavod. ¿Sí? ¿Han leído esa palabra? ¿Han escuchado? Nace de la raíz Kaved, que significa peso o riqueza. Peso o riqueza. Esta palabra era utilizada en la antigüedad para describir a un hombre muy rico, famoso, con gran reputación, y también se usaba para representar a Dios. Algunos términos asociados con Kavod son honor, fuerza, poder, majestad, hermosura, reconocimiento, santidad, grandeza y magnificencia. Todos estos son sinónimos o son términos asociados al concepto de Kavod. En el original griego del Nuevo Testamento, la palabra que se usa es Doxa. La palabra que se utiliza para gloria es Doxa, cuyo significado es similar porque alude a la fama, reputación, abundancia, riqueza, dignidad, resplandor y honra. Son algunas de las acepciones de la palabra que surgen de la palabra Doxa. La gloria de Dios, entonces, es la expresión evidente y real de su existencia, impactando nuestros sentidos físicos. Repito esto. La gloria de Dios es la expresión evidente y real de su existencia, impactando nuestros sentidos físicos. O sea, es algo que los seres humanos podemos percibir. Podemos percibir esa gloria. Es Dios haciéndose palpable y real entre nosotros. Esa es su gloria. También en el Antiguo Testamento se nos dice que Dios se manifestó o manifestó su gloria en forma de nube. Eso es lo que conocemos como la Yequiná, que simboliza aquel que vive y se manifestaba de esta forma. Quiero hacer una relación, vaya teniendo esto en mente, por favor, acerca de la gloria, de las palabras que se utilizan. Y quiero relacionar ahora, por un momento, la gloria de Dios con su santidad. La santidad de Dios con la gloria de Dios. ¿Cuál es la diferencia entre la santidad de Dios y la gloria de Dios? Porque al hacer esta comparación nos va a permitir tener una mayor comprensión de lo que estamos hablando. Podemos definir la santidad de Dios como su pertenencia a una clase única. Presta atención, por favor. La santidad de Dios significa su pertenencia, que Dios pertenece a una clase única en su perfección, en su grandeza y en su valor. Dios está, podemos colocarlo, no en un grupo, sino en una clase única donde nadie más puede entrar, por causa de su perfección, su grandeza y su valor. O sea, su perfección, su grandeza y su valor son de una categoría tan distinta y tan separada que Él está en esa categoría solo, por sí solo. Hay una palabra que representa el concepto de santo. Santo en su esencia significa otro. Otro, o sea, es otra cosa. Distinto a todo, diferente a todo. De ahí viene una palabra un tanto difícil que usan los teólogos, que es la otredad de Dios. Aprendas esto porque es importante. Es la otredad de Dios. ¿Qué significa? Que Dios es completamente otro. Que no hay nada que se pueda comparar con Dios. Él está tan distante en cuanto a naturaleza, entiéndase, de la naturaleza humana, que Dios es otra cosa, Dios es otra cosa. No hay manera de compararlo con nada, absolutamente. Dios tiene perfecciones infinitas. Ese es el aspecto de esta santidad, de esta otredad de Dios. Dios tiene perfecciones infinitas, Dios tiene grandeza infinita y Dios tiene valor infinito. No se pueden medir. O sea, su santidad es lo que Dios es, como Dios, y nadie más es. Dios es santo y nadie más puede entrar en esa categoría. Es un ámbito que solamente le pertenece a Dios. Entonces, es una calidad de perfección que no se puede mejorar. En el mundo todo se puede mejorar. Ahora, la calidad de perfección de Dios no se puede mejorar porque es infinita. Es perfecta. No se puede imitar. No se puede imitar. Tiene que ver con aquello que es incomparable, o sea, no hay punto de comparación. Y es lo que determina todo lo que Él es. Y lo que Él es no está determinado por ningún agente externo. Usted y yo no podemos modificar de ninguna manera lo que Dios es. Usted puede creer lo que quiera, yo puedo creer lo que quiero, cada ser humano puede creer lo que le dé la gana. Pero nada de eso modifica lo que Dios es. Lo que Él es no está condicionado por ningún agente externo. Entonces, la santidad de Dios significa su valor infinito, o sea, su valor intrínseco. Intrínseco significa que le pertenece a Él, que no procede de ningún otro lado, sino que es parte de su esencia. ¿Estamos bien ahí? ¿Me va siguiendo? Bien. Si no entiende, levanta la mano, me tira algo y me dice no entiendo nada y empezamos de nuevo. ¿Está bien? Ahora, preste atención, por favor, porque ahí vamos a ir uniendo algunos cabos. Vamos a Isaías, capítulo 6, versículo 3. Isaías, capítulo 6, versículo 3. Allí dice que un ángel daba voces a otro y ¿qué es lo que decía? Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos. Déjeme darle allí una perlita que a mí me gusta mucho. Tal vez a alguien le pueda parecer de poca importancia, para mí es relevante. Porque es tan significativa la santidad de Dios, que cuando habla de Él, lo menciona tres veces. Usted sabe que en el lenguaje antiguo de las Escrituras, la repetición se utilizaba para dar énfasis, para dar importancia. Vieron cuando Jesús dice, de cierto, de cierto te digo. ¿Por qué dos veces de cierto? Porque lo que iba a decir era muy importante. Era muy importante. Entonces estaba dándole relevancia a lo que estaba diciendo. Ahora, Dios además de ser santo es bueno, ¿sí o no? Es misericordioso. Pero usted no lee las Escrituras, Dios es bueno, bueno, bueno. Usted no lee las Escrituras, Dios es misericordioso, misericordioso y misericordioso. O sea, no lee de ninguno de los atributos de Dios ese énfasis, pero sí cuando dice que Él es santo. Él es santo, santo, santo. Hay algo allí. Hay algo allí. Entonces dice, santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos. Y lo siguiente que dice que es, llena está toda la tierra, ¿de qué? De su gloria. O sea, hay una relación estrecha entre la santidad y la gloria, ¿sí? Él es, como dijimos, intrínsecamente santo y por causa de su santidad toda la tierra se llena de su gloria. Entonces, la gloria de Dios es la belleza manifestada de su santidad. Ahí vamos uniendo conceptos. La gloria de Dios es la belleza manifestada de su santidad, o sea, es la manifestación pública de su santidad. Él es santo en sí mismo, pero cuando esa santidad se manifiesta lo hace por medio de su gloria. ¿Está bien? Lo hace por medio de su gloria. Es la forma en que se muestra su santidad para que los seres humanos la comprendamos. Podemos comprender la santidad de Dios mediante la manifestación de su gloria. Por eso decimos que la gloria de Dios es la santidad manifestada. Es su santidad manifestada. Otra definición nos dice que la gloria de Dios es la belleza infinita y las grandezas de las múltiples perfecciones de Dios. La grandeza de las múltiples perfecciones de Dios. Esto está ligado a su carácter, a su valor, a sus atributos. Todo esto está relacionado con la gloria de Dios y la santidad de Dios. Ahora, toda esta belleza, amados, toda esta grandeza y santidad que representa la gloria de Dios y que Él mismo manifiesta entre los hombres, lo hace a fin de darse a conocer. Lo hace a fin de darse a conocer. Entonces, yo quisiera que podamos ver algunos aspectos que debemos tener en cuenta para comprender bajo los lentes del nuevo pacto, insisto, el concepto de gloria de Dios. Hay una gloria que, como mencioné al principio, le corresponde a Dios. Dice la Biblia que Él es digno de toda gloria. Primera Timoteo 1.17 dice, Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. Esa es la gloria que nosotros le damos a Dios. Haga la diferencia entre la gloria que le damos a Dios y la gloria de Dios que le pertenece, aunque usted no se la quiera dar. Aunque nosotros no se la demos, es un Dios de gloria. ¿Está bien? Entonces, después en Primera de Pedro 4.11, si quiera notar, dice que en todo sea alabado, será alabado por medio de Jesucristo. Apocalipsis 4.11, bueno, usted puede encontrar cientos de versículos que hablan de darle la gloria a Dios. Sus hijos damos gloria a Dios. También dice el escritor Pablo, escribiendo a los Efesios, que dice para que nosotros, dice que fuimos hechos herederos, fuimos predestinados, para que seamos para alabanza de su gloria. Después repite también, a fin de que el pueblo adquirido por Dios sea para alabanza de su gloria. Esta es la gloria, solamente menciono esto, esta es la gloria que los seres humanos le damos a Dios. ¿Está bien? Es la gloria que nosotros debemos darle a Dios porque a Dios le pertenece esa gloria. Ahora, ¿cómo era la manifestación de la gloria de Dios en el Antiguo Pacto? ¿Cómo era la manifestación de la gloria de Dios en el Antiguo Pacto? Aquí vamos a entrar a separar las aguas un poquito. En el Antiguo Pacto Dios se manifestaba, manifestaba su gloria por medio de una nube, por ejemplo. En Éxodo 16.10 dice, mientras Harón hablaba con toda la comunidad israelita, volvieron la mirada hacia el desierto y vieron que la gloria de Dios se hacía presente en una nube. Entonces, cuando estaban reunidos, algo sucedía y Dios manifestaba su gloria en medio de una nube. Éxodo 24 dice, en cuanto Moisés subió, una nube cubrió el monte y la gloria de Dios se posó sobre el Sinaí. Seis días la nube cubrió el monte, al séptimo día, desde el interior de la nube, el Señor llamó a Moisés, a los ojos de todos los israelitas, la gloria de Dios en la cumbre del monte parecía un fuego consumidor. ¿Cómo se manifestaba entonces la gloria de Dios? Por medio de una nube. Nube, Éxodo 40, versículo 33, después levantó Moisés el atrio en torno al santuario y al altar y colgó la cortina de entrada del atrio, así terminó la obra del tabernáculo. En ese instante la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar a la tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario. Siempre que la nube se levantaba, se apartaba del santuario, los israelitas se movían. Durante todas las marchas, versículo 38, de los israelitas, la nube del Señor reposaba sobre el santuario durante el día pero durante la noche había fuego en la nube a la vista de todo el pueblo de Israel. Después puede leer también números, capítulo 16. Todo esto nos habla de cómo se manifestaba la gloria de Dios en el antiguo pacto. ¿Cuáles son las características de esta manifestación? Era una gloria externa y pasajera. Era una gloria externa porque dice que se hacía presente que venía la gloria de Dios y era pasajera porque si venía es porque en algún momento se iba. ¿Está bien? Entonces era una gloria externa y pasajera. Aparecía y desaparecía y estaba relacionada con la presencia de Dios. Dios no habitaba permanentemente sino que se hacía presente por medio de la nube. Una nube se trataba de algo etéreo, una nube es algo impersonal, algo místico, algo que así como venía desaparecía. Ese era el concepto en cómo se manifestaba. Era una gloria temporal y era una realidad o mejor dicho era una sombra de las realidades celestiales. Era una sombra como escribe el escritor a los hebreos de las realidades celestiales. Ahora es curioso que esto que estoy describiendo con respecto al nuevo pacto es el concepto que gran parte de la iglesia evangélica tiene y casi el único que escucho hablar con respecto a la gloria de Dios. Señor defiende con tu gloria. ¿Decimos eso o no? Estábamos en la reunión y descendió la gloria y hay que decirlo así para que tenga más. Descendió la gloria y el peso de la gloria. Había una canción que se cantaba hace muchos años cuando yo era chico que decía o nube de gloria presencia de Dios desciende en alas del espíritu de amor. ¿Ven? Todo el concepto está basado en esta descripción que hacemos de lo que sucedía en el antiguo pacto. La pregunta es ¿cuántas veces leímos algunos de los apóstoles que escribieron el Nuevo Testamento hablar de esa manera de la gloria de Dios? Como un evento, como algo que se siente, como algo que sucede en una reunión. Pero claro, nosotros tenemos noches de gloria. ¿Y qué significa noches de gloria? Que van a suceder milagros, que van a suceder cosas. Entonces a cualquier manifestación que pueda ser genuina, con milagros, le llamamos gloria. No habría ningún problema en la gloria de Dios. Le llamamos gloria. No habría ningún problema. El único problema es cómo le llamaron o a qué le llamaron gloria a los apóstoles. Porque si la iglesia debe perseverar en la doctrina de los apóstoles, debemos leer qué dijeron los apóstoles. Acuérdense que la iglesia está fundada sobre primero la piedra angular que es Cristo, pero fundamentada sobre apóstoles y profetas. O sea que la interpretación, y dejo claro esto, la interpretación apostólica del Nuevo Testamento y de las enseñanzas de Jesús es nuestro parámetro, es nuestro horizonte al establecer la doctrina evangélica. Entonces vamos a ver ahora la manifestación de la gloria de Dios en el Nuevo Pacto. Ahí vamos a entrar bien en tema. En el Nuevo Pacto la gloria de Dios, en primera instancia y aún un poquito antes en la transición de pactos podríamos decir, se manifestó en Cristo el postre del Adán. Entonces leemos en Juan 1.14 Y el verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad. Presta atención porque no dice y hemos sentido su gloria. La gloria del Antiguo Pacto se sentía, la gloria del Nuevo Pacto se contempla. Hemos contemplado, o sea se podía ver en Cristo la gloria de Dios. Juan 2.11 dice, la primera de sus señales la hizo Jesús en Cana de Galilea. Así reveló su gloria y sus discípulos creyeron en él. Por medio de una acción Jesús reveló su gloria. Hebreos, capítulo 1, y acá nos va a ir dando una idea, cada texto que vamos a ir leyendo nos va a ampliar un poquito más. Vamos a afinar el lente para ver con más precisión. Hebreos 1.1 dice Dios que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas en estos días finales. En estos días finales. Es curioso. Es curioso que el escritor de los Hebreos hable del primer siglo como los días finales. Ellos nunca pensaron que los días finales iban a ser en el año 2000. Para ellos los días finales fue todo el tiempo que comenzó a partir de la cruz. Entonces dice, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A este lo designó heredero de todo y por medio de él hizo el universo. Escucha el 3. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen. Diga la fiel imagen. De lo que él es y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Fíjense aquí la relación. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen. Guarda esa palabra y asocie santidad con gloria, gloria con imagen. Para que vayamos construyendo el pensamiento apostólico. Ahora esto fue en Cristo. Dios a través del Hijo manifestó su gloria. Ya no era la nube. Dios no necesitó más una nube. Porque ahora esa nube vino en forma de persona. Para habitar entre nosotros. Ahora el Hijo se fue de la tierra. Ascendió a los cielos. Y entonces ahora la gloria de Dios es manifestada en la Iglesia. Que es el Hijo corporativo. Pero para entender esto, y no caer en las interpretaciones del Antiguo Testamento con respecto a una gloria etérea, a un evento que sucede en un momento determinado, en una reunión, a algo que sentimos y que nos estremece. Para que salgamos de esa cuestión y entendamos el pensamiento apostólico, acompáñenme por favor a 1 Corintios 15 para entender la relación de la gloria y la imagen. La relación de la gloria y la imagen, por favor. 1 Corintios 15, 45. Así está escrito, el primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente. El último Adán, en el Espíritu Santo. El último Adán, en el Espíritu que da vida. No vino primero lo espiritual, sino lo natural, y después lo espiritual. El primer hombre era del polvo de la tierra. El segundo hombre, del cielo. Como es aquel terrenal, así son también los de la tierra. Y como es el celestial, así son también los del cielo. ¿Quiénes son los del cielo? Acá estamos. Y escuche el 29. Y así como hemos, tiempo pasado, hemos llevado la imagen de aquel terrenal, llevaremos también la imagen del celestial. La imagen del celestial. Ahora vamos a Efesios capítulo 4, versículo 22, por favor. Efesios capítulo 4, versículo 22. Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos, y ser renovados en la actitud de su mente, y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. La imagen de Dios es la manifestación de la nueva naturaleza, y eso está directamente ligado con su gloria. ¿Qué es la imagen? ¿Cuál es el concepto de imagen? El concepto de imagen tiene su origen en el latín imago, y permite describir la figura, representación, semejanza, aspecto o apariencia de una determinada cosa. Eso es una imagen, ¿sí? Es una figura, es una representación de algo o de alguien, una semejanza, un aspecto o una apariencia. Ahora mire lo que dice 2 Corintios 3.7. 2 Corintios 3.7. 2 Corintios 3.7. Acá vamos a trabajar un poquito en 2 Corintios 3, porque nos va a dar una idea más acabada de la relación entre gloria e imagen, ¿sí? 2 Corintios 3.7 dice el apóstol Pablo, el ministerio que causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra. ¿De qué está hablando allí? De la ley de Moisés. ¿Cómo lo llama Pablo? Ministerio de muerte. Esto para los que siguen todavía aferrados al antiguo pacto, ¿no? Porque Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Sí, Dios es el mismo ayer, hoy y siempre en su esencia, pero cambia en su modalidad de trabajo. Lo que ayer fue glorioso, bueno, ahora lo va a decir, no es tan glorioso. El ministerio que causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra, fue tan glorioso que los hijos de Israel, escuche, no podían mirar la cara de Moisés debido a la gloria que se reflejaba en su rostro, la cual ya se estaba extinguiendo. O sea, la gloria de Dios se podía ver en Moisés. Vamos a ir definiendo algunas cositas acá. La gloria de Dios se podía ver en el rostro de Moisés, ¿está bien? Pero, como era una gloria externa, toda gloria externa se extingue. Toda gloria externa se extingue, como leímos que sucedía con la nube en el antiguo testamento, en el antiguo pacto, ¿sí? Ahora, versículo 8, escuche. Pues bien, si aquel ministerio, el de muerte, el del monte Sinaí, fue así, ¿no será todavía más glorioso el ministerio del espíritu? Escuche, Pablo define al antiguo pacto como ministerio de muerte y al nuevo pacto como ministerio del espíritu. Ahí nos da una pauta de dónde queremos estar parados. Ahí cada uno tiene que definir dónde quiere estar parado. Si en un ministerio de muerte, los dos son bíblicos, pues nosotros enseguidita los evangélicos no, porque la Biblia dice, la Biblia dice muchas cosas. La Biblia dice que hubo un hombre y una mujer que le mintieron al Espíritu Santo y cayeron muertos. Pero hoy no sucede. Mire, si hoy todos los que le mienten al Señor tuvieran que morir, me pongo una funeraria y me lleno de plata. Por alguna razón Dios no lo hizo más. Dios no lo hizo más. Porque Dios es Dios y hace lo que quiere cuando quiere. ¿Está bien? Ahora escuche, versículo 9. Si es glorioso el ministerio que trae condenación, ahora le cambia el nombre de ministerio de muerte a ministerio de condenación. Si es glorioso el ministerio que trae condenación, ¿cuánto más glorioso será el ministerio que trae la justicia? Entonces el antiguo pacto Pablo lo llama ministerio de condenación y al nuevo pacto ministerio que trae justicia. Son definiciones que él hace, ¿sí? Ahora escuche. En efecto, lo que fue glorioso ya no lo es. ¿Por qué nos cuesta tanto a los evangélicos que hay cosas que fueron y que ya no son? ¿Por qué nos cuesta tanto? Claro, es lo que le costó a Pedro cuando Dios le dice, Pedro mata y come. No, Señor, de ninguna manera, dice Pedro. O sea, ¿cómo le decís que no a Dios? Claro, es que Pedro dice, Señor, pero vos dijiste a Moisés que no comamos esto. Y ahora me dices que lo comemos. ¿Por qué? A Moisés que no comamos esto. ¿Y ahora me dices que lo coma? Sí, soy Dios. Ayer estabas en un pacto y estás en otro pacto. Cambiado el pacto, cambió la ley. Pero tenemos un problema con ese tema nosotros. Nos cuesta entender que Dios cambia. No en su esencia, en su esencia desde el mismo ayer, hoy y siempre. Pero cambia en su metodología. En efecto, lo que fue glorioso ya no lo es si se le compara con esta excelsa gloria. Excelsa gloria, mucho más grande. Y si vino con gloria lo que ya se estaba extinguiendo, ¿cuánto mayor será la gloria de lo que permanece? Ahí vamos viendo. Escuche, para que relacionemos, esto tiene todo que ver con la gloria de Dios y con la imagen. Hubo una primera manifestación de la gloria que fue buena. Necesaria para el pueblo de Israel bajo las condiciones del pacto en el que Israel vivía. Pero ahora hay una gloria mayor. Más excelsa. Y esta gloria permanece, no se disipa, no va y viene. Por eso no tiene ningún sentido bajo la perspectiva apostólica decir que en un momento, en una reunión, porque sentimos algo y lo sentimos porque tenemos sentido, sensaciones físicas, emocionales, sentimos tristeza, gozo, nos estremecemos en algunos momentos, pero eso no tiene nada que ver con la gloria de Dios. No le atribuye un sentir, un momento, algo que usted siente, algo momentáneo, nunca se lo atribuye a la gloria de Dios porque la gloria de Dios permanece. La gloria de Dios permanece. Pero sigue, escuche porque se pone bueno. Así que como tenemos tal esperanza, no lo que se disipa sino lo que permanece, actuamos con plena confianza. No hacemos como Moisés. Escuche, ¿no escuchó gente decir yo quiero ser como David que fue tu amigo? Yo quiero ser como Moisés. Eso dicen los evangélicos. Eso dicen los evangélicos. ¿Qué decía Pablo? No somos como Moisés ni queremos ser como Moisés. No somos como Moisés, no hacemos como Moisés. Escuche porque esto lo hemos interpretado al revés. No hacemos como Moisés quien se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no vieran el fin. El fin, no el resplandor. El fin del resplandor que se iba extinguiendo. Escuche porque a mí me enseñaron que el velo era para que no vieran la gloria. No dice eso. No dice eso. Escuche por favor, y esto tiene mucha lógica. Moisés era el líder de Israel, ¿está bien? ¿No les molesto con la filmación? Si me muevo más cerca. Moisés era el líder de Israel, ¿está bien? Era el presidente de la nación. Era el gobernante de Israel. ¿Qué le producía o qué generaba que el pueblo viera en Moisés el resplandor de la gloria de Dios? Prestigio, poder. ¡Guau! Mira a nuestro presidente. La gloria de Dios manifestada en él. Así que, ¿qué es lo que quería Moisés? ¿Que la gente viera la gloria o que no la viera? ¿Que la viera? Pero había un problema. Como era pasajera y era externa, se estaba extinguiendo. Moisés, ¿se pone el velo cuando? Cuando se da cuenta que la gloria se le iba. La gloria se le iba. A ver, lo leo de nuevo. Si estoy leyendo mal, dígame usted y me corrijo. Para que los israelitas no vieran el fin del resplandor que se iba extinguiendo porque perdía poder. Se le fue la unción a mi pastor. Se le fue la unción al pastor, me voy de otra iglesia. Ahora escuche, versículo 14. Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les es quitado porque solo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Escuche, pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. Versículo 17. Ahora bien, el Señor es el espíritu, y donde está el espíritu del Señor, allí hay libertad. Ahora, escuche, escuche, por favor, porque yo sé, y lo digo con respeto, pero este es el texto favorito de los directores de alabanza. ¿Sí o no? Cuando la gente está media clavadita en el piso, hermano, cante, salte, porque aquí está el espíritu y donde está el espíritu hay libertad. No tiene nada que ver con eso. Nada, nada, nada, nada que ver con eso. ¿Qué libertad hay donde está el Espíritu de Dios? Libertad de los velos. Libertad de los velos. Esa es la libertad que se produce. El Señor es el espíritu y donde está el espíritu, allí hay libertad de los velos. Los velos son quitados para que podamos ver la realidad. Amados, necesitamos como iglesia urgentemente que todo velo del antiguo pacto sea quitado. De eso está hablando. O sea, cuando a mí me preguntan, pastores, y con sinceridad lo hacen, amigos, dicen, ¿qué es esto del nuevo pacto? O sea, no leen. No leen la Biblia, está tan claro lo que Pablo dice aquí con respecto a la posición que tenemos que tener. Todo velo del antiguo pacto, al leer a Moisés y al leer a los profetas, tiene que ser quitado porque cualquier cosa que leamos del Antiguo Testamento, que no lo veamos con los anteojos que apuntan a Cristo, vamos a interpretar cualquier cosa. Por eso Jesús le dijo a los fariseos, ustedes creen que conocen las Escrituras, pero no se dan cuenta que ya hablan de mí. Y si no hablan de mí, algo están interpretando mal. Entonces este velo, amados, solo se quita en Cristo. Es una posición. Solo se quita en Cristo, y por medio del Espíritu de Dios que trae libertad de los velos. Ahora preste atención porque esta comparación que está haciendo, este contraste con esta vieja dispensación de la ley, tiene que ver con las características de la ley y las características tan diferentes del nuevo pacto y de la gracia. En la dispensación de la ley, todo era compulsión. Todo era un debes hacer esto, debes hacer lo otro. Todo era obligación. Todo tenía que ver con esclavitud, servidumbre, con limitación, con supresión de ciertas cosas que queríamos y no podíamos hacer. Todo tenía que ver con reprimir los deseos para obedecer una ley. Eso era la característica de la ley. Por eso insisto que fue buena en un tiempo porque Dios la usó para que nos diéramos cuenta de la necesidad que teníamos de Cristo, pero que Pablo la llama ministerio de muerte y de condenación. Entonces, viene el Espíritu, viene el nuevo pacto, y lo cambia todo en este sentido. Por eso Moisés, aún representando este orden de cosas y este antiguo pacto, tuvo que ponerse un velo, ¿para qué? Para esconder la partida de la gloria y para pretender que esa gloria seguía allí. Para pretender que esa gloria seguía allí. Por eso el tiempo de la ley era un tiempo de pretender algo desde lo exterior. Era un tiempo de pretender algo que ya no estaba, pero darlo a entender desde el exterior. Esto es lo que el Señor le reprochó tanto a los fariseos cuando les dijo sepulcros blanqueados. ¿Qué significa eso? Un sepulcro que por fuera pretende ser algo pulcro, pero por dentro está todo podrido. Ese es el sentido de pretensión que encontramos en la ley. Pretendían algo que no era verdadero, algo que estaba por encima, algo que estaba por fuera. Y la gloria que se había ido en Moisés, no podían darse cuenta los israelitas que la gloria se había ido. ¿Por qué? Porque el velo de la pretensión hacía creer que la gloria seguía allí. Ese velo era el velo de la pretensión. Ahora cuando el Espíritu viene quita el velo de la hipocresía y de la pretensión. Nosotros ya no pretendemos que la gente crea algo de nosotros que no es realidad. Ahora vivimos en la realidad de Dios. Ahora no tenemos que hacer creer a la gente que somos buenos y que somos santos. No tenemos que luchar, que angustiarnos, que preocuparnos, que reprimir deseos. No, ahora sucede la manifestación de su gloria porque el Espíritu está en nosotros. Como algo natural, como una expresión natural. Y esa es la forma, escuche porque ahí vamos a llegar, esa es la forma en que se manifiesta en nosotros la gloria de Dios. Cuando la perfección de su humanidad, o sea, su Hijo, empieza a expresarse a través de nosotros. Entonces, la gloria de Dios es la expresión de la imagen del Hijo. No es algo que sentimos, no es algo que sucede en una reunión, no es algo que viene y va, sino que es cuando el Hijo de Dios es manifestado. Y eso es lo que Pablo llama, y los apóstoles, la vida del Espíritu. La vida del Espíritu, lo que Watts Magni llamó la vida cristiana normal. La vida cristiana normal. Algo subnormal sucede cuando esto no es así, cuando no se manifiesta la gloria de Dios. Y algo anormal, si nosotros estamos fingiendo algo que no es real. Lo normal es que el Espíritu Santo haga una cosa, que Cristo sea más y más manifestado a través de nuestros cuerpos mortales. Entonces ahí vamos a ir entendiendo un poquito, a ver cómo estamos con la hora. Vamos bien, tenemos una horita más todavía. Versículo 18, escuche ahora, ahora se pone más lindo. Versículo 18, seguimos aquí en Corintios, ¿no? Así, diga así, ¿sabe qué significa así? De esta manera, así, ¿sí? Bajo estos parámetros, bajo estos principios, de esta manera, así. Todo, escuche, escuche, por favor, todos nosotros, esto es glorioso, todos nosotros, que con el rostro del Espíritu Santo, que con el rostro del Espíritu Santo, esto es glorioso, todos nosotros, que con el rostro descubierto, escuche, sin pretensiones, sin hipocresía, sin la hipocresía de Moisés. A algunos no le toques a Moisés, ¿no es cierto? Pero Pablo dice, no hacemos como Moisés. Sin la hipocresía de Moisés, sin la pretensión de ser lo que no somos. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto, escuche, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza, con más y más gloria, por la acción del Señor, que es el Espíritu. ¡Aleluya! ¡Guau! Escuche. Escuche. Esto es glorioso. ¿Cuál es el objetivo? El objetivo es que reflejemos una imagen. ¿Qué imagen refleja mi vida? ¿Qué ve la gente cuando me ve? ¿Qué ve la gente cuando me ve? Hay una canción en Argentina secular que dice, ¿qué ves cuando me ves? Soda estéreo. Rock argentino. ¿Qué imagen reflejamos nosotros? Esta imagen es su gloria. La imagen que reflejamos, eso es lo que los apóstoles llaman la gloria de Dios. Lo que los apóstoles llaman la gloria de Dios. Y esto se trata de un proceso continuo de transformación. Por eso dice que todos nosotros, sin el velo de la religiosidad, de la pretensión y de la hipocresía, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor. ¿Qué reflejamos? ¿No dice sentimos la gloria del Señor? Dice que reflejamos, reflejamos la gloria del Señor y de esa manera somos transformados, ¿sí? Somos transformados con más y más gloria. O sea, escuche por favor y entienda esto, la imagen es cada vez más nítida. Y a medida que la imagen de Cristo en nosotros se hace más nítida, a eso Pablo lo denomina más y más gloria. ¿Qué interpretamos nosotros de esto? Que si hoy la reunión fue con gloria, la del domingo que viene va a ser con más gloria. Porque el Señor nos lleva de gloria en gloria. O sea, estamos en el horno. Interpretamos lo que se nos da la gana. O sea, agarramos versículos gloriosos y los destrozamos. Tenemos una habilidad, los evangelicos. No, no tiene nada que ver con nuestras reuniones. Más y más gloria es más y más imagen del Hijo. Más nitidez. Más nitidez en la imagen. Y escuche, esto sucede por la acción del Señor que es el Espíritu. Por la acción del Señor que es el Espíritu. Yo no puedo producir la imagen de Cristo en mí, pero cuando me rindo al Espíritu, el Espíritu comienza a producir y a generar en mí la imagen de su Hijo y eso es la manifestación de la gloria de Dios. Por eso necesitamos, amados, revalorizar la venida y la obra del Espíritu Santo. No me puedo detener acá, pero revalorizar su persona, su obra, su habitación en nosotros. Porque de eso depende que manifestemos o no la gloria. De eso depende que imagen reflejamos, que imagen manifestamos. La obra del Espíritu Santo en sus múltiples actividades responde a un objetivo supremo que es el reproducir a Cristo en un pueblo. Reproducir a Cristo en su pueblo, en su iglesia. El supremo objetivo del Espíritu Santo es reproducir a Cristo en su carácter, en su personalidad, en su perfeccionada humanidad en su pueblo que somos nosotros. Esa es la obra que está haciendo en cada uno de nosotros el Espíritu Santo. Ahora escuche un par de textos más y ya voy finalizando. Capítulo 4, seguimos allí en Corintios. Capítulo 4 ahora. Por esto, ya que Pablo otra vez no cambia de tema, por esto que acaba de decir, ya que por la misericordia de Dios tenemos este ministerio, ¿cuál es el ministerio? Reflejar la gloria de Dios que es la imagen del Hijo. No nos desanimamos, lo que hablamos esta mañana. ¿Ven la relación? Más bien hemos renunciado a todo lo oculto y vergonzoso que se hace a escondidas, no actuamos con engaño ni torcemos la palabra, no pretendemos ser lo que no somos. No hay velo de pretensión, al contrario, mediante la clara exposición de la verdad, no recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de Dios, pero si nuestro Evangelio está encubierto, lo es para los que se pierden. El Dios de este mundo ha cegado la mente de los incrédulos. ¿Para qué? Para que no vean la luz del glorioso Evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios. ¿En qué negocio está el diablo? En que no se vea en nosotros la imagen de Dios. Que el mundo no vea en nosotros la imagen de Dios. Y si puede lograr que nosotros estemos entretenidos en nuestras pequeñas actividades y no estemos comprometidos con manifestar la imagen de su Hijo, Satanás está contento. Y él te dice, ¿querés tener siete cultos semanales? Tenelo, no hay problema. No me molesta. ¿Querés orar las 24 horas? Ora las 24 horas. Mientras no refleje la imagen del Hijo, hace todas las actividades religiosas que quiera. Porque en lo que tiembla el enemigo es cuando la imagen del Hijo es reflejada porque la imagen del Hijo es la gloria de Dios. Es la gloria de Dios. Y escuche el texto que leímos esta mañana, el versículo 6. Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón, escuche, para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. ¿Ven de qué habla Pablo cuando habla de la gloria de Dios? ¿Ven que no habla de sentir algo en una reunión? ¿Ven que no habla de que suceda un milagro? Habla de una expresión, la expresión de una imagen. Y esa imagen, la única imagen que usted y yo debemos reflejar es la imagen del Hijo. La gloria de Dios es la imagen del Hijo. Mire, para que quede claro esto, vamos a Colosenses 3, por favor, para que no queden dudas. Colosenses 3, 1. Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba y no en las de la tierra, pues ustedes han muerto. ¿Cuántos muertos hay acá? Ustedes han muerto. Y su vida está escondida con Cristo en Dios. ¿Sabe qué significa eso? Que no nos busquen en otro lugar. Porque no estamos. Solamente estamos escondidos en Dios. Ahora escuche. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, no hay otra vida que la vida de Cristo, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con Él en gloria. Por tanto, bueno, después hagan morir todo lo terrenal. Y repito nada más para ir finalizando, 1 Corintios 15, 49. Y así como hemos llevado la imagen de aquel hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial. La imagen del celestial. Entonces, amados, la gloria de Dios es la imagen del Hijo en nosotros. Bajo el concepto del nuevo pacto, la imagen de Dios no es una nube, la imagen de Dios no es un resplandor, no es una luz, no es una ureola que está sobre nuestra cabeza, ni un ambiente, no es algo que sentimos. La imagen de Dios, o mejor dicho, la gloria de Dios es la imagen de su Hijo. Donde la imagen de Cristo es reflejada, ahí hay gloria. Ahí hay gloria de Dios. Así que esa gloria se puede manifestar en tu trabajo. Se debe. En tu hogar. En tu hogar. Y no juntando a la gente para que oren. Siendo Cristo. Siendo Cristo. Siendo sal para los que tuvieron ayer a la mañana. No buscamos, amados, ya una gloria externa. No buscamos reuniones de gloria. No buscamos sentir la gloria, sino que buscamos manifestar la gloria. La gloria ya está en nosotros. Cristo en nosotros, esperanza de gloria. Esa gloria tiene que ser manifestada. Escuche, porque acá vamos a entender algo. Dice la palabra de Dios que toda la tierra será llena de la gloria del Señor. ¿Qué significa eso? ¿Qué significa que toda la tierra será llena de la gloria del Señor? ¿Nunca se lo preguntó? Cuando los hijos que están por toda la tierra manifiesten la gloria, la tierra es llena de la gloria del Señor. No es un evento, no es algo que va a suceder. Es nuestra tarea. Llenar la tierra con la gloria del Señor. Amados, el único fin de Dios en todas las cosas es su gloria. Es que su gloria, que es la imagen del Hijo, sea vista a través de nosotros. Termino con Romanos 8.18. Romanos 8.18. Romanos 8.18. Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. ¿En quién se va a manifestar la gloria? En nosotros y a través de nosotros. Repito, amados, una iglesia que trasciende es una iglesia que expresa y manifiesta la gloria de Dios, que es la imagen de su Hijo. La pregunta es, ¿qué imagen reflejamos? ¿La imagen de la religión? ¿La imagen del pretender ser lo que no somos? ¿O la imagen del Hijo de Dios? A eso se reduce todo. A eso se reduce todo. A eso se reduce todo. ¿Cuántos dicen amén? Póngase en pie, por favor, un momento. Manténgase un instante allí porque cuando la palabra es presentada y es expuesta ante nosotros necesitamos que el Espíritu Santo nos permita digerir que no quede solo en el entusiasmo de algo que hemos oído, que tal vez captó nuestra atención, sino que por la acción del Espíritu esa palabra pueda permear toda nuestra vida. Absolutamente. Absolutamente. Que esa palabra se transforme en una verdad gobernante, en una verdad que determine nuestros próximos pasos, nuestras próximas decisiones. Porque así como hemos llevado una imagen, que es la del terrenal, y a través de nuestras acciones cualquiera se podía dar cuenta que éramos hijos del primer Adán, porque hacíamos lo mismo que él, actuábamos igual que él, pero ahora llevamos la imagen del celestial. Que cualquiera se pueda dar cuenta de ello. Que quien nos vea, diga esto no tiene nada que ver con el primer Adán. Esta es una nueva creación. Esta es una nueva persona, porque lo que está reflejando es otra imagen. Señor, creemos, y nos afirmamos y nos paramos en esta realidad en esta noche, que una vez que estemos dispuestos a sacarnos los velos de la pretensión, de la religiosidad, entramos en ese glorioso proceso de ser transformados, de gloria en gloria, con más gloria y más gloria, lo cual significa más imagen, más nitidez de la imagen de Cristo, más Cristo en las naciones de la tierra. Amén. Amén y Amén. Gracias Señor.