Home Page
cover of Padres: no hagan esto con sus hijos
Padres: no hagan esto con sus hijos

Padres: no hagan esto con sus hijos

Horizonte TequisquiapanHorizonte Tequisquiapan

0 followers

00:00-01:16:28

Predicación del domingo 19 de noviembre 2023 Horizonte Tequisquiapan Predicador: Hugo ventura

PodcastCristoCristoesmejorhorizontehorizontetequisquiapaniglesiacritianapredicaciones
6
Plays
0
Downloads
0
Shares

Audio hosting, extended storage and many more

AI Mastering

Transcription

The sermon discusses the importance of parenting and the responsibility of parents to raise their children well. The speaker emphasizes the need for humility and teachability in order to learn and grow as parents. The context of the sermon is the cultural shift towards valuing children more, contrasting with the Roman society where children had little value and parents had absolute power over them. The speaker urges parents to not provoke anger in their children but instead raise them in discipline and instruction from the Lord. The sermon highlights the importance of following biblical guidance in parenting and the impact it can have on the well-being and happiness of both parents and children. Somos una iglesia que confía, camina y comunica a Cristo. Acompáñanos domingo a domingo. Te esperamos. El día de hoy toca la instrucción para los padres y la realidad es que es un tema súper amplio, por lo cual decidí dividirlo en dos partes. Una parte la veremos hoy y la otra el próximo domingo, pero al final del día es un tema sumamente relevante. A lo mejor es contracultural, de hecho es contracultural como estaremos viendo parte de la predicación, pero es mi anhelo que Dios pueda guiarnos, instruirnos y mostrarnos cómo ser padres. De hecho, creo que fue un pasaje muy desafiante para mí, porque al estarlo preparando, hay cosas que evidentemente me era fácil recordar a mi papá y decir, ah, pues es que mira, y probablemente ver algunas virtudes, pero también ver algunas carencias, y la realidad es que Dios me llevó más allá a examinarme a mí mismo, a ver qué era lo que realmente tenía que aprender, qué cambiar, ser confrontado, pero también ser instruido por este Padre bueno que es nuestro Señor. Entonces, el título del sermón es Padres, no hagan esto con sus hijos. Padres, no hagan esto con sus hijos. Voy a leer el versículo, en esta ocasión no te voy a pedir que te pongas de pie, solamente acompáñame ahí en tu biblia o en la pantalla va a aparecer, versículo 4 de Efesios capítulo 6. Vamos a orar y vamos a arrancar con este tema. Señor, gracias por este tiempo que nos das, gracias porque en tu palabra nos guías el camino por el cual debemos andar, como dice Salmo 32, y gracias porque Padre tú eres el creador de la familia, como veíamos ya en semanas atrás del matrimonio, de las relaciones de hijos con papás, pero ahora también de instrucciones de papás para hijos, Señor. Así que, Padre, yo te ruego que nos concedas corazones humildes, Señor, que nos concedas corazones enseñables, y también, Padre, nos guíes probablemente a tomar acción en algunos elementos que sea por negligencia o sea por desconocimiento, tú el día de hoy traes en tu palabra, Señor, la verdad, y quieres un bien para nosotros, Señor. Así que, Padre, yo te ruego que nos hables, siendo yo el primero, Señor, y gracias por permitirme enseñar esto y aprender primeramente yo, Señor, y quiero hablar en nombre tuyo, Señor, y en muchas cosas también desde experiencia mía, muchas en malas experiencias, Padre, pero gracias por tu amor y tu perdón. Y, Padre, a lo mejor hay papás aquí o hay hijos aquí que han sido o traen cargando pasado, culpa, herida, cicatrices, Señor, aún están en un punto quizá que no ven como para dónde darle hacia adelante, ven un camino oscuro, desconocimiento, y, Padre, yo te ruego que en tu palabra puedas no solamente restaurarnos, confortarnos, redargüirnos, Señor, sino también transformes nuestra mente, Señor, y si una mente renovada de tal manera que aún nuestra paternidad pueda ser día a día un sacrificio vivo para ti, Señor, que lo hagamos buscando tu gloria. Así que, Señor, te necesitamos totalmente. Creo que puedo hablar a nombre de todos los papás. Te necesitamos, Señor. Y qué mejor padre que tú. Gracias, Señor, porque tú eres fiel, tú eres bueno, en el nombre de Jesús. Amén. Dice el versículo 4. Vale este desde el 1 para recordar lo que viene diciendo, le habla a los hijos. Dice, hijos, obedezcan a sus padres, en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y para que tenga larga vida sobre la tierra. Y ustedes, padres, no provoquen la ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor. Quiero poner y recordar nuevamente, esto que vamos a ver, mis hermanos, está Pablo dirigiéndose a una iglesia y no está poniendo esto como fundamento de decir, mira, papá, tú tendrías que hacer esto para ser salvo o aceptado, perdonado. Él conocía de antemano, mis hermanos, nuestras carencias, nuestras debilidades como padres, y por eso nos ancló desde capítulo 1 a capítulo 3, que nuestra identidad es por gracia, únicamente por los méritos de Jesús. Pero en esta salvación por gracia, él también nos ha capacitado para andar en buenas obras que él preparó de antemano, como dice Pesos capítulo 2, versículo 10. A partir del capítulo 4, ya Pablo nos ha estado instruyendo en cuáles son esas buenas obras o cuál es esa manera de andar digna del llamamiento, digna de la salvación total que hemos recibido por Cristo. Y ahora va a describir cómo luce una paternidad redimida. Entonces, dice versículo 4 hablando, y quiero poner en el mapa del sermón cuatro elementos nada más. Primero ponía el contexto, te voy a explicar un poquito el contexto de lo que sucedía cuando se escribió esto. El segundo punto del sermón va a ser nuestro deber como padres. El tercero voy a explicar varias formas de provocar a ira o de salentar a nuestros hijos. Y el cuarto es una conclusión, el contexto. Lo leemos esto y dice, bueno, Pablo hablándole a los papás que no provoquen ira a sus hijos. Mi hermano, lo que estaba sucediendo en ese momento era algo sumamente contracultural lo que Pablo estaba haciendo. Ponía en pantalla esto. Los niños en el tiempo de Pablo no tenían mucho valor y la ley romana daba a los padres poder para hacer con ellos como quisieran. Entonces imagínate, los papás tenían esta mentalidad como, oye, son mis hijos, yo puedo hacer lo que yo quiera. Ahora, ¿a qué se refiere con que podían hacer casi lo que ellos quisieran? Bueno, en ese tiempo había una ley romana que se llamaba patria potestad que significa en español algo así como el poder total de los padres. Y entonces los papás tenían un control absoluto sobre la vida de sus hijos. ¿Alguien ha dicho, un historiador escucha bien esto? El padre romano tenía un poder absoluto en la familia. Él podía vender a sus hijos como esclavos. Él podía hacerlos trabajar en sus campos hasta con cadenas. Podía disponer de la ley a su antojo porque estaba en sus manos. El padre romano podía castigar, como le pareciera, hasta el extremo de infligir la pena de muerte. Un padre podía quitar la vida a su hijo y nadie podía llamarle a cuenta. Ese era su derecho, su patria potestad. Era una costumbre también, mis hermanos, que en aquel día cuando nació un niño, el niño era colocado a los pies del padre. Y entonces, si el padre lo recogía, pues quería decir que el hijo era bien recibido en el hogar o en la familia, pero el padre también tenía el derecho de darse la media vuelta y dejar botado ahí al niño. Ahora, cuando estos niños eran abandonados y dejados allá al intemperie, eran tomados y eran vendidos como esclavos, las mujeres eran comúnmente utilizadas para la prostitución y entonces la vida de un niño en los tiempos de Pablo no tenía valor alguno. ¿Se imagina la condición y el concepto en el que tenía la sociedad mayormente a los niños? Ahora, no estoy diciendo para nada que todos los papás hacían eso. Tampoco caigamos en ese engaño. Por supuesto que también había papás responsables y que los amaban, pero ese era el valor que tenía en la sociedad un niño y esa era la autoridad que tenían los papás y el mal uso de la autoridad que daban. Esa era la condición de los niños hasta antes de la venida de Cristo. De tal manera que hay un fuerte contraste, y me gusta eso porque tenemos mucho que agradecer por el Evangelio, como hijos, como niños. El día de hoy probablemente muchos niños ni siquiera hubieran nacido si siguiéramos en aquellos tiempos. Cristo vino a dar esta dignidad ante la sociedad, el Evangelio vino a redimir este concepto que se tenía de los niños y de hecho es precisamente cuando la sociedad se aleja de Cristo y del Evangelio que comienzan a surgir tantas cosas como el día de hoy lamentablemente se ha hecho algo tan común este tema del aborto. Entonces es algo tan común en todo el mundo y al final del día, como decía John MacArthur, los hijos han llegado a ser en nuestra sociedad, hablando del tema del aborto, también un bien del que se puede disponer, así como en la antigua Roma. Mis hermanos, quiero recordar esto, yo no sé cuál haya sido o en qué momento estés en el tema de tu paternidad, pero la Biblia no confiere a ningún ser humano tal potestad sobre otro ser humano, la Biblia no da este tipo de autoridad a un padre sobre sus hijos, por eso debemos tener cuidado acerca de cómo criamos, acerca de cómo tratamos a nuestros hijos. Efectivamente, como veíamos la semana pasada, la Biblia presenta un balance, ya instruyó a los niños a obedecer y honrar a sus padres, entendiendo que esa autoridad fue dada por Dios a los papás, pero al mismo tiempo, vamos a ver cómo la Palabra instruye a los padres a ejecutar esa responsabilidad o esa autoridad, pero adecuadamente, bíblicamente, de tal modo que no se abuse de ella, o también por el contrario, como veremos dentro de ocho días, se descuiden algunas responsabilidades. Así que, si queremos criar hijos con sabiduría, debemos venir a la Biblia, mis hermanos. Ahí nos muestra cómo debemos conducirnos, cómo debemos ejercer la paternidad, porque es el manual divino que Dios creó, creó la familia, y por lo tanto podemos anclarnos seguro en esto. Mira lo que dice Proverbios 10.1. A lo mejor estás en un momento, como oraba, que dices, yo estoy, yo no sé cómo crear a mis hijos, no sé en qué punto, pero yo quisiera que mis hijos puedan ser hijos sabios, que puedan traer alegría, si no tristeza a mi vida, que puedan traer de verdad gozo y no amarguras o desgracias. Mira lo que dice Proverbios 10.1. El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza para su madre. El contraste, el hijo sabio, aquel que es, y hablábamos un poquito hace ocho días de esta responsabilidad de los papás, dada en Deuteronomio 6, de enseñar la palabra de Dios de día y noche, en todo tiempo, en todo momento, y lo estaremos reforzando dentro de ocho días, pero hay contrastes aquí. Proverbios capítulo 15, versículo 5. El necio rechaza la disciplina de su padre, pero es prudente el que acepta la reprensión. Capítulo 17, versículo 25. El hijo necio es pesadumbre de su padre y amargura para que lo dio a luz. Proverbios 19.13. El hijo necio es ruina de su padre. Pregunta papás, ¿cómo queremos que sean nuestros hijos? ¿Sabios o necios? Hay ahí, hay elementos puntuales sobre los cuales también traerá ciertos frutos o ciertas consecuencias a lo largo de nuestras vidas. Si queremos que nuestro hijo sea sabio, la palabra de Dios nos muestra elementos que hay que hacer. Proverbios 29.15 dice, la vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre. Y luego en versículo 17, disciplina a tu hijo y te dará descanso y dará alegría a tu alma. Habla de que hay algo que como papás debemos estar haciendo constantemente. Habla de buscar la sabiduría. Ahora, la pregunta natural es, bueno, ¿pero qué no la sabiduría la da Dios? Pues sí, la da Dios, pero Él ha decretado utilizar a los padres como esa herramienta para encaminar a los hijos a la sabiduría, a la palabra de Dios. Entonces, como papás tenemos ese rol fundamental. Yo pensaba en esto y yo, por gracia de Dios, he tenido la oportunidad de conocer a familias que vean a sus hijos y digo, wow, qué hijos, obviamente no perfectos, pero piadosos. Y es como una vez escuchar comentarios que dice la gente, ah, mira, sus hijos son bien piadosos, mira cómo sirven, cómo buscan a Dios. Les salieron buenos chicos. Les salieron, así de la casualidad les salieron buenos chicos. No, mi hermano, los hijos no salen buenos. Los hijos naturalmente están inclinados al pecado. Ya veíamos hace ocho días, y reitero Proverbios 22, 15, la necedad está ligada al corazón del niño, pero la vara de la disciplina lo alejará de ella. Los chicos nacen con la necedad ligada al corazón. El poder ver y en la vida de hermanos que sus hijos están caminando con el Señor y piadosamente, no es una obra de la casualidad. Hubo tiempo de disciplina, tiempo de instrucción, y aunque no son perfectos, definitivamente hubo una atención a la instrucción de nuestro Padre en su palabra. Así que estamos viendo aquí el tema de disciplina, instrucción, y iremos desmenuzándolo. Pero cuando no corregimos a nuestros hijos y estamos esperando la bendición de Dios, o estamos esperando que ellos actúen sabiamente, como vemos aquí en Proverbios, pero no disciplinamos, no instruimos, mis hermanos, por regla general, ellos no van a cosechar sabiduría. La sabiduría hay que trabajarla, y gloria a Dios que nos instruye en su palabra cómo hacerlo. Entonces, dicho esto, pasamos al segundo elemento del sermón. ¿Cuál es nuestro deber como padres a la luz del versículo 4 de Efesios 6? El tema de la paternidad daría para, híjole, muchos, muchas y muchas predicaciones, y esperamos en algún momento poder estar teniendo frecuentemente enseñanzas de esto. Si tú tienes algún tema, acércate con confianza. También podemos platicarlo, pero mi idea es tratar de ser lo más objetivo y enfocarnos en lo que dice Efesios 6.4. ¿Cuál es nuestro deber como padres? Bueno, aquí menciona dos elementos. Primero, que no provoquemos a ir a nuestros hijos, y segundo, que los criemos en la disciplina e instrucción del Señor. Por tiempo, el día de hoy, solamente vamos a ver la primera parte. La verdad, no quise desaprovechar y quise como profundizar un poco más esta parte de no provocar a ir a nuestros hijos, porque a lo mejor lo estamos haciendo sin siquiera saberlo, a lo mejor lo leemos muy rápido y decimos, ah, bueno, pues, este, nada más con que no haga enojar a mi hijo, es lo que dice la Biblia, y quisiera tomarme un tiempo como para desmenuzar algunas situaciones que pudiéramos quizás estar haciendo por desconocimiento, y Dios quiere no solamente abrir nuestros ojos para que veamos esta realidad, sino también extendernos su perdón y en su Espíritu Santo, ayudarnos para ser transformados y dar gloria a lo que Él nos ha llamado. Así que, dice ahí, en la parte de hoy solo veremos esto de no provocar a ir a nuestros hijos. Ya vimos versículos 1 y 2, que instruyó a los hijos a obedecer y honrar a los padres. Ambos padres deben ocuparse de la crianza de los hijos, eso es inevitable, ambos tienen la misma autoridad. Sin embargo, esta palabra padres, que aparece en versículo 4, no es la misma palabra padres que apareció en los primeros versículos, como en versículo 1 y versículo 2. Esta palabra padres es distinta. Esta palabra literalmente está señalando a los hombres. Aquí se está hablando a los padres, a diferencia del versículo 1 y 2, que era la palabra progenitores, el versículo 1 y 2 alusiona a aquellos... Pues sí, a papá y a mamá. Aquí está hablando literalmente a los hombres. Así que, padres, tenemos un llamado serio. Ahora, esto no quiere decir que las mujeres o las esposas no puedan también pecar o contribuir en lo que vamos a estar viendo. Pero el llamado primordial a esto es a los papás, a nosotros como hombres. Ahora, ¿por qué es que señala este mandato primariamente a los hombres? Primero, ¿por qué responsabilidad? Ya vimos que el esposo es cabeza del hogar, así como Cristo de la Iglesia. Pero en segundo lugar, varios coincidían, me gustan varios pastores y teólogos más maduros, mucho más maduros, que yo decían, mira, es que la realidad es que como hombres pues somos más dados a olvidar estas cosas. Somos muy distraídos en el tema de la crianza con nuestros hijos. Y por eso es que Pablo quizá también se enfoca en remarcar esto a los papás. Pero debo decir que tanto el padre como la madre podemos provocar a ir a nuestros hijos. Así que, ¿qué es esto de provocar? ¿Qué se refiere esta palabra de no provocarlos a ir a? Bueno, la palabra provocar que Pablo utiliza aquí, lo puse ahí en pantalla, significa irritar, hacer enojar, enfurecer. Y puede referirse a una franca rebeldía como a una furia interna. ¿Qué quiere decir aquí? Bueno, la ira no siempre se manifiesta de una manera externa. Algunas veces se puede manifestar llorando, pataleando, gritando, ya en edades adolescentes, jóvenes, quizá con palabras ofensivas, menospreciando su autoridad, gritándote, tronando los dientes, volteando los ojos, arrancándose y azotando la puerta. Esa es una manera externa. No pasa, ¿verdad? Y la otra podría ser guardando eso en su interior, una ira implosiva, no explosiva, pero una ira implosiva, guardando eso en su interior. Bueno, Pablo está refiriéndose a que cualquier clase de ira, si un hijo se ira con sus padres, ya sea abiertamente o encubiertamente, ese hijo está pecando gravemente contra Dios, porque es una violación del quinto mandamiento, lo que veíamos la semana pasada, que los hijos deben honrar y respetar a sus papás. Entonces, si el hijo ha sido provocado a ira por uno de sus padres, aunque eso no justifique el pecado del hijo, eso de alguna manera también reparte cierta responsabilidad al papá por el pecado del hijo. Muchas veces ese pecado puede ocurrir por ignorancia, por eso ahorita vamos a ver algunos elementos, pero muchas veces también ocurre por causa de nuestros propios pecados como papás. Hay veces... Y mi hermano, digo esto de verdad, yo no estoy hablando como ah, me imagino, o ah, si pudiera pasar. Ha sido un tema que también Dios me ha confrontado mucho, y no te quiero hablar desde una experiencia ajena, sino desde una experiencia propia, que también lo he visto, y al estudiar esto es como wow, cuánta razón tiene Dios. Muchas veces nuestro pecado repercute en el trato con nuestros hijos, con nuestras hijas, y tendemos a desquitarnos con ellos, o con ellas. Y entonces, utilizamos a nuestros hijos como una especie de bote de basura en las cuales podemos depositar todo nuestro pecado, nuestras frustraciones, nuestras tristezas, y terminamos airándolos. Ahora, te repito como oraba, es algo que a mí me sorprende, pero me entristece también, y es que muchas veces, no sé si te ha pasado, pero nos encontramos ahí con nuestros hijos repitiendo patrones que prometíamos que no íbamos a hacer, y decían, cuando sea yo no voy a hacer como mis papás, o etc. Y nos encontramos ahí, de repente me encuentro ahí teniendo las mismas reacciones, y eso es parte también del pecado que aún mora en nosotros. Y cuando dejamos que ese pecado nos controle, y lo descargamos con nuestros hijos, eso los provoca a ira. Definitivamente, ellos tienen su responsabilidad, ellos deben guardarse de pecar contra Dios, pero nosotros debemos cuidarnos de no provocarlos, de no moverlos a pecar. Ahora, tú puedes decir, bueno, yo no los hago enojar, bueno, no sé si estemos pecando ya y con la mentira, ¿verdad? Pero este tema de provocarlos, la palabra de Dios va más allá, y no solamente habla de un tema de hacerlos enojar, o enfurecer, sino que da otro aspecto de esta palabra, y aparece en Colosenses 3.21, repite la misma advertencia, pero da una variación, que dice, padres, no exasperen a sus hijos para que no se desalienten. Es decir, no solamente no los irrites, sino tampoco los desalientes. ¿Qué significa desalentar? Bueno, esta palabra significa sacar el aire, más de, ah, señal esas actitudes y palabras de los padres que quitan a los hijos toda motivación y todo incentivo. Mis hermanos, hay momentos en los que somos padres que hacemos sentir a nuestros hijos como unos fracasados, como unos inútiles, como unos buenos para nada. Y se va el aliento, se va la motivación. La Biblia nos llama a tener cuidado para no hacer tal cosa con nuestros hijos, tanto de no provocarlos a ira como no desalentarlos. Ahora, ¿cuáles son esas formas en las cuales podríamos estar haciendo esto? Es el tercer elemento del sermón. Y aquí voy a ver varios, y te repito mi hermano, yo no conozco mucho el contexto de la mayoría de aquí y honestamente procuré yo guardarme, dije, esta semana yo no quiero saber mucho cómo están en su creencia, porque yo no quiero que ellos se utilicen de, ah, está diciéndolo por mí o por otra persona. Yo no sé, mis hermanos, pero te hablo desde mi experiencia personal. Eh, no en estos elementos, pero sí en que lamentablemente ha habido momentos en mi vida en los cuales digo, guau, cuánta razón tenía mi Señor, y es mi anhelo de verdad que podamos ser humildes y podamos decirle, Señor, enséñame, guíame, capacítame. Dicen, es que nadie nos enseña a ser padres. No, la Palabra de Dios sí nos enseña. Él creó la familia. Él es el Padre perfecto. Entonces, ¿cuál es el primer elemento que podría estar provocando a ir o desalentando a nuestros hijos? Bueno, provocamos a nuestros hijos cuando exigimos cosas de ellos que son irrazonables. Cosas que no tomamos en cuenta su madurez o su inexperiencia. Algunas veces cometemos este error con la mejor intención pero termina siendo un error. Por ejemplo, si tú tienes un hijo de seis años y uno de tres, yo me recordaba de esto. Te lo platico porque para que veas qué ha sucedido. Cuando mi hija Ruth tenía como unos cuatro años y mi hija Ana tenía un año, tenía esta expectativa de ellas. Dije, voy a hacer un servicio aquí en la casa. Chiquito, pero pues un servicio. Le pedí a mi esposa que más o menos toca la guitarra, que pudiera tocar un alabanza. Yo preparé un salmo. Yo estaba totalmente emocionado. Dije, guau, voy a ser el sacerdote que Dios me llamó a hacer aquí con mis hijas. Una hija de un año y la otra de cuatro años. Y el papá con la idea de guau, aquí va a ser súper espiritual, se va a sentir la presencia del Señor, va a ser un momento glorioso. Mis hermanos no habían pasado ni media alabanza y mi hija Anita no podía estar sentada. Ella se levantó, empezó a moverse, no sabía hablar, estaba aprendiendo a caminar, se tropezó con una silla, comenzó a llorar. Mi hija Ruth también se espantó. Yo era por dentro como, seguramente esto es una batalla, pero persevera y sigue. Y yo quería seguir cantando, mis hermanos. Y fue algo en ese momento que a mí me causó primeramente enojo, si te soy sincero. En ese momento fue como, ¿cómo es posible que ellas estén reaccionando a ti? ¿Qué no toman en serio la palabra? ¿Qué no están viendo que quiero ejercer mi rol como papá? Mis hermanos, terminé actuando de una manera áspera, indiferente hacia ellas y fue un punto que estoy seguro generó ira en ellas. Yo estaba poniendo en ellas o exigiendo en ellas cosas que eran irrazonables, que yo no estaba tomando en cuenta ni su edad, ni su capacidad. Ahora, si somos honestos, yo no me quiero ver llegando de adolescente, pero hay un caso también muy común que nos sucede cuando somos adolescentes. Como papá, no sé si en algún momento te tocó que te mandaban por una herramienta y ahí está tu papá diciéndote ve por una llave de media, ¿no? Ni siquiera me sé bien las llaves. Ve por una llave de media. Y tú es como pues, ¿ok? ¿Y cuál es esa llave de media? Y volteaba tu papá y te decía, ¿cómo que no sabes cuál es esa llave de media? ¿Y qué vas a hacer? ¿Y cuándo vivas solo? ¿Y cuándo estés con tu esposo? Y de repente era como, oye, pues nunca me habían enseñado. Y genera no solamente ira, sino también desaliento, desmotivación. Hacemos sentir a nuestros hijos por expectativas irrazonables que no valen nada, que son unos tontos. Ponía esto en pantalla, a la hora de demandar algo de nuestros hijos, debemos estar seguros de que ellos son capaces de hacer lo que les estamos pidiendo. Definitivamente todos deben obedecer a sus padres, de hacer lo que ellos digan, ya lo veíamos. Pero mis hermanos, también debemos instruirlos, ser pacientes y exigir de ellos cosas que sean razonables, conforme a su edad, a su madurez. Ora por mí, hermanos. Esto que te compartía. Y entonces, el tema que sucede es, bueno, entonces ya no lo voy a hacer, ¿no? Con las expectativas correctas y he tenido que modificar. Son pequeñas, ok, vamos a orar. Yo no espero que puedan orar más de un minuto, que puedan escuchar un versículo y Dios ha tenido que trabajar también en mí. Entonces, debemos cuidar eso, porque eso provoca ira, no solamente en enojo, sino también en un desaliento. Otra cosa que provoca grandemente a nuestros hijos es la disciplina humillante. La disciplina humillante. Algunos padres, lamentablemente, no saben corregir. O en algún momento, como papás, llegamos a ese punto. Llegamos a ese punto que, por lo que sea, si tú estuvo en mal día, fue algo que tú no sabes, fue algo que tú no sabes, pero en el momento de corregir a nuestros hijos, lo hacemos gritando, lo hacemos exhibiéndolos, lo hacemos con ironía, con aspereza, con sarcasmo, con burlas. Y muchas veces lo peor de todo es que lo hacemos delante de más personas. Y eso es terrible para un niño. Eso es algo que los aira y que los desalienta. Y mucho más para un joven también, evidentemente. Pensaba en esto y muchas veces, cuando como papás vamos a recoger a nuestros niños a la escuela, aquí mismo, deberíamos tener cuidado, mis hermanos. Muchas veces preguntamos delante de más niños o delante de más papás, oye, ¿y cómo va mi hijo? Y el maestro, así como, y los niños voltean, y los papás de los otros niños voltean, y el niño a lo mejor cometió una situación que tiene que ser corregida, y sale ahí frente a todos los demás papás. ¿Y el niño es humillado? ¿El niño es avergonzado ahí? ¿Es provocado a ira? ¿Es desalentado? Mis hermanos, tengamos cuidado también de no humillar. Ya veremos también después, la semana que entra, elementos puntuales de cómo disciplinar. Pero mis hermanos, debemos cuidarnos de hacerlo de una manera que los humille. Puse esto en pantalla. Padres, nunca disciplinen a un niño estando ustedes controlados por la ira. No lo hagan. La Biblia dice que la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Veremos dentro de ocho días el hecho de que la palabra de Dios nos instruya como papás a disciplinar. El peor momento para disciplinar es ese momento que estamos enojados, que dices, ahora sí, vas a ver, ese es un pésimo momento. Debemos esperar a que pase este hervor, por decirlo así, y entonces poder acercarnos de una manera a la cual no sea en ira, no sea lastimando, no sea buscando obrar nuestra justicia, sino busquemos la santidad de Dios y la instrucción también en su palabra. ¿Cuál es otra cosa que puede provocar a nuestros hijos a ira? La disciplina inconsistente. Fíjate, este es un tema súper, súper interesante. Aquí me refiero básicamente a dos cosas. Ahora, hay muchas cosas más, mi hermano. Probablemente vas a decir, yo sé aún muchas más cosas. Hay muchísimas cosas más. Pero mira, la disciplina inconsistente provoca ira o desalienta a nuestros hijos. ¿A qué me refiero con la disciplina inconsistente? Primero, en demandar de nuestros hijos cosas que nosotros mismos no estamos cumpliendo. Este tema de la hipocresía. ¿Y cuántas veces nos encontramos enseñando a nuestros hijos, por ejemplo, del perdón? Tengo dos hijitas que se aman con todo el alma pero tienen pecado y también quieren, buscan lo suyo. Y a veces somos expertos en decir pídele perdón porque le gritaste, porque le hablaste en un mal tono, porque no consideraste su bien y solamente viste para tu beneficio. Pero mis hermanos, ¿qué sucede cuando nosotros pecamos? ¿Cuándo como matrimonio? ¿Cuándo con nuestra familia? ¿En el trabajo? ¿En la sociedad? Nos ven reaccionando mal. Nos ven faltando el respeto a alguien. Nos ven haciendo algo que no es indebido. Reaccionamos y decimos, bueno, yo no tengo por qué pedir perdón. Mis hermanos, pedimos que ellos ejerciten, es un ejemplo, en este caso en el perdón, pero nosotros no lo hacemos. Ahora, leía en esta semana un artículo acerca de lo glorioso que es como familia y como papás también modelar el perdón a nuestros hijos. Dios no está esperando de nosotros que tengamos una paternidad o un matrimonio perfecto el cual nunca se equivoca. Eso, al final del día, merecería el Evangelio, porque el Evangelio no vino a salvar a personas perfectas, a padres perfectos, pero es precisamente cuando cometemos estas caídas, cuando hay ese pecado que nosotros podemos modelar el pedir perdón a la persona con la cual afectamos, pero también modelar la humildad de venir delante de ellos, ante Dios, pidiendo perdón y modelando que nosotros seguimos aquel que sí es perfecto, aquel padre que nunca falla, un padre que nunca pide perdón definitivamente no es porque sea perfecto. Un padre que no pide perdón es porque es obervio, es orgulloso y está dando mal ejemplo a sus hijos. Hay que saber pedir perdón. De hecho, pocas cosas irritan más a un hijo que tener un padre que es hipócrita. Ahora, yo no te voy a preguntar cómo fueron sus papás, porque yo creo que como hijos traemos muy desarrollado eso, el detectar la hipocresía en los demás. Aquí mi tema es examinarnos cada uno de nosotros y el llamado es que en esta disciplina inconsistente nosotros podamos realmente ser la misma persona en todos los lugares. Es triste de verdad. Y ha habido un montón de situaciones de personas famosas, de cantantes famosos que dicen, mira, mis papás eran líderes en la iglesia, eran hasta pastores, por ahí andan algunos cantantes muy famosos, pero en nuestra casa eran otras personas. Yo quisiera que mis papás hubieran sido siempre esos mismos que estaban el domingo ahí en la iglesia. Es una hipocresía. Y de repente estamos con nuestros hijos esperando que ellos vivan, actúen y se comporten de una manera y nosotros somos hipócritas. Y eso también Jesús advierte. Mira lo que dice Lucas 11, 46. Hablando a un grupo de religiosos, son intérpretes de la ley, dice Jesús, hay también de ustedes intérpretes de la ley, porque cargan a los hombres con cargas difíciles de llevar y ustedes ni siquiera tocan las cargas con uno de sus dedos. Entonces piensen esto. Esa actitud provocó a ira santa a Jesús. Estos maestros exigían e imponían cargas a los demás que ellos mismos no hacían. Y él está airado contra ellos. Ahora, si Cristo, que es santo, se airaba con esa actitud hipócrita, ¿cuánto más nuestros hijos no se van a irar cuando nosotros demandamos cosas de ellos que ellos no ven en nosotros? Y esa ira no va a ser como la ira de Cristo, que es una ira santa. Muy probablemente va a ser una ira pecaminosa que los llevará a pecar contra Dios. Padres, de repente, ¿cuántas veces nos hemos, con mucha vergüenza lo digo, estos momentos que estamos ahí frustrados? Y entonces, nuestras hijas a lo mejor están gritando, hablando muy fuerte y les gritamos, ¡ya te dije que seas gentil y educada! Y es como, ¿me estás pidiendo eso, pero con ese tono? Y de repente, terminamos siendo totalmente incongruentes. Mis hermanos, ¿qué efecto puede tener eso, la hipocresía en nuestras vidas? Mis hermanos, nuestros hijos son personas creadas a la imagen de Dios. Nuestros hijos merecen nuestro amor, nuestro respeto, sin quitar la disciplina como lo veremos, pero sí una vida congruente, no perfecta, pero aún en momentos cuando aún venga el pecado, cuando vengan esas situaciones, poder tener la humildad de pedir perdón y modelar el Evangelio. Otro elemento que provoca ira o a desaliento, también en el tema de la disciplina inconsistente, es cuando corregimos una cosa hoy, pero la pasamos por alto mañana. Entonces, hay momentos en los que como papás, hoy disciplinamos algo y mañana ya no. O disciplinas al hermanito, pero cuando lo hace el otro hermanito, ahí ya no, ya no es lo mismo, entonces se están haciendo como cosas distintas. Hay momentos en los que pareciera, como papás, que disciplinamos según nuestro temperamento, entonces si nos levantamos de buenas, no pasa nada, mira, no ha recogido pero no pasa nada, es todo gracias, pero al otro día tuviste una mala noche, o estás enfermo, o hay problemas, y te levantas y ves el mismo tiradero que había hace un día, y ese día, pues como te levantaste de malas, ¿qué te he dicho? Hay una inconsistencia, porque nuestros hijos pues están en una, oye, esto es, o sea, eso no es, mi papá está siendo inconsistente. Hay momentos en los que una mentirita es algo chistoso, ah, mira que chistoso, ya va aprendiendo, pero hay momentos en los cuales estamos de malas, pareciera, y es lo más terrible, y hay una inconsistencia, y eso provoca ira o desalienta a nuestros hijos. Otra forma de provocar ira o desalientar a nuestros hijos, va ligado con el punto anterior, es prometer y no cumplir. Prometer y no cumplir. Alguien me decía, alguna vez, mi hijo, sé fiel en lo poco. Un consejo como papá, me decía, mira, yo sé que tú vas a amar a tus hijas, te vas a querer dar por ellas, dar lo mejor, pero sé fiel en lo poco. No te enlaces con tus palabras, no peques con cosas que no vas a cumplir, y esto puede ser de dos maneras, tanto la positiva como la negativa, cuando tú le adviertes algo a tu hijo que habrá una consecuencia si él no hace cierta cosa, mira, si tú no cumples esto, viene esta consecuencia, o habrá esta limitante, y tú no lo haces, de alguna manera estás prometiendo algo que no lo estás cumpliendo. Pero también cuando tú prometes, mira, ahora sí voy a llegar temprano y vamos a ir a jugar, te voy a enseñar a tocar el piano, vamos a pasar tiempo, te voy a llevar al cine, te voy a regalar, y creamos ese tipo de promesas, y no las cumplimos mis hermanos, eso es algo no solamente que irrita a nuestros hijos, sino que es algo pecaminoso delante de Dios, al final del día estamos mintiendo, y la palabra nos llama que nuestro sí sea un sí, y nuestro no sea un no. Hasta aquí cómo vamos, hermanos, han notado algunas situaciones que puede decir, wow, a lo mejor no había considerado esto. Siguiente elemento que puede provocar ira o estar desalentando a nuestros hijos, bueno, el mostrar favoritismo en la casa, el mostrar favoritismo a nuestros hijos. Y hay una escena muy gráfica en el Antiguo Testamento, ¿recuerdas a José? Y cómo Jacob lo admiraba tanto, mostraba claramente su favoritismo hacia José, y entonces los hermanos pues irritados terminan vendiéndolo, y esto no significa que los hermanos de José no fueron culpables de su pecado, pero evidentemente la foto de un hombre que mostró favoritismo a un hijo, y entonces sus hermanos reaccionaron en ira. Ahora, hay muchas veces también que como hijos, o como papás, perdón, no mostramos intencionalmente ese favoritismo. Yo no estoy diciendo que a lo mejor lo hacemos intencionalmente, pero hay momentos en los cuales sin darnos cuenta, estamos haciendo sentir a nuestros hijos así. Por ejemplo, algo que sucede muy común y que sin darnos cuenta tendemos a mostrar favoritismo a un hijo, sin darnos cuenta, es cuando hay un hijo problemático en la casa, por ejemplo. Y entonces, toda la atención se centra en ese hijo. No es que este hijo necesite, tiene que tener cuidado, este no necesita tanto porque él está bien, él no da problema, él va a la escuela, él me respete, y si tendemos, sin una mala intención, porque reitero, no es que se esté haciendo de una manera intencional, se termina mostrando un favoritismo. Y definitivamente, también por el contrario, cuando tendemos a mirar al hijo, en este caso, ¿cómo decirlo? Diría al bueno, pero ya estaría mostrando favoritismo al otro, ¿verdad? Cuando intentas siempre tomar como referente a alguien, y nos la pasamos comparando a los hijos, es que ¿por qué no eres como? Y es que no ves que... Y eso irrita, eso provoca a nuestros hijos, y los desalienta, cada uno de nuestros hijos necesita atención particular, necesita el cuidado intencional e individual, evitar las comparaciones, evitar también este tipo de favoritismo, muchas veces sin intención, pero eso genera... Y ahí me anhelo, mi hermano, yo tengo también que checar esto, y dije, wow, si hubo cosas que el Señor no me ha dado cuenta, creo que con mis hijas de repente he tenido estas actitudes, que las amo a las dos, pero creo que esto podría manejarlo de una manera que tuvieran y percibieran el mismo amor. Otra cosa que provoca a nuestros hijos a ira o a desaliento, es el exceso de indulgencia. ¿Qué quiero decir con esto? Este es un tema muy interesante. Hay también momentos, o ciertos padres que tienden a decir esto. Ah, pues al final del día, pues Dios es el que lo va a salvar, ¿no? Dios cuida de él. Y ven al hijo con malas actitudes, en rebeldía, o desde pequeñitos, habitando y viviendo, haciendo cosas definitivamente que manifiestan su pecado. ¿Y qué dicen los papás? No pasa nada. Ah, está chiquito. Está chiquito, pero está mintiendo, está faltando al respeto, está siendo grotero, está teniendo actitudes que no honran a Dios, y entonces dice, mira, no pasa nada. Hay una liviandad por la disciplina. Padres que todo lo permiten, que todo lo justifican, y que muy pocas veces estorban la conducta pecaminosa de sus hijos. No solamente ellos, sino aun cuando viene disciplina desde otras áreas, y sucede. Creo que esto lo he percibido ahora que soy papá. Y hay algo natural, o sea, nuestros hijos no queremos que nadie nos los toque. Ha habido momentos en los que mi hija ha tenido algunos detallitos en la escuela, ¿no? Y oye, Ruto se dio esto. Y lo primero que se levanta en nosotros cuando recibe en corrección de alguna autoridad de algún maestro es, no es posible, seguramente lo estás viendo mal. Y de repente tendemos a menospreciar no solamente lo que hacen en nuestras casas, sino a veces lo que las otras autoridades pudieran estar advirtiéndonos que debemos corregir y en lugar de honrar y trabajar en equipo, tendemos a tener este exceso de indulgencia con nuestros niños. ¿Sabes cuáles son las consecuencias que eso produce? Poní en pantalla. Cuando tus hijos no son corregidos y disciplinados, primero la rebeldía natural se va a acrecentar evidentemente, pero chécate esto, inconscientemente tú le estás enviando a tu hijo la señal de que en realidad a ti no te importa, que no te importa lo que él haga o deje de hacer, y muy pronto tu hijo comenzará a sospechar legítimamente que tú no lo amas. ¡Guau! Muy pronto tu hijo comenzará a sospechar legítimamente que tú no lo amas. Es indiferencia. De hecho, dice proverbios 13-24, El que evita la vara, odia a su hijo. Pero el que lo ama, lo disciplina con diligencia. ¡Ay, no es que yo no lo disciplino! ¡No! Eso de la varita ya, yo no. Yo no lo castigo. Yo limitarle cosas, no, pues él tiene que ir descubriendo su propio camino. Yo lo amo, lo voy a dejar que vaya guiándose solo. Mis hermanos, el corazón va a guiar hacia un camino decaminoso, incorrecto. Cuando nosotros no disciplinamos a nuestros hijos, es muchas veces porque es más cómodo para nosotros. Honestamente, muchas veces cuando no lo queremos disciplinar es porque es más cómodo para nosotros y no los estamos amando de una manera bíblica. Mira lo que dice en la Reina Valera, este mismo proverbio. El que detiene el castigo, a su hijo aborrece. Más el que lo ama, desde temprano lo corrige. Eso lo dice Dios. Dios, el creador de la familia, dice si tú estás deteniendo, fíjate que aquí ya no habla de una vara, habla de un castigo. A medida que crecen, ya lo veremos también dentro de ocho días, otra vez te repito, mi hermano. Yo no te lo estoy diciendo como yo lo hago todo perfectamente, aprendan. Estamos aprendiendo, mi hermano. Estamos en esta lucha. Aquí habla ya de un castigo. A medida que crecen, obviamente no puede ser vara siempre. Un niño ya entra a una edad en la que honestamente ya es hasta risorio que tú intentes, a menos que pierdas el control, y eso sería ya un delito, que utilizaras una violencia severa. Pero ya hay momentos en los que una disciplina bíblica con la vara, ya eso no es suficiente. Entonces la disciplina empieza a transformarse en ser más bien con limitaciones, con castigos, con privaciones de ciertas cosas, y entonces dice la palabra de Dios que aun el de tener esos castigos estamos aborreciendo a nuestros hijos. El que detiene el castigo a su hijo aborrece. Mis hermanos, un padre que no castiga o que no disciplina odia a su hijo. Eso es lo que dice la escritura. Un padre que no castiga, que no disciplina, odia a su hijo. Eso es lo que dice la escritura. Hebreos 12.6 dice que el Señor al que ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo. Es parte del amor de Dios. Es parte del amor de Dios y en ocho días estaremos explicando detenidamente este tema de la disciplina. Quiero que quitemos de nuestra cabeza este tema tan equivocado. Hablamos de disciplina y se nos viene a la mente algo como violencia en el hogar, violencia desmedida, abuso, y eso no es lo que la palabra de Dios nos muestra. Yo lo estaremos explicando también el próximo sermón, pero ponen pantalla esto. Un padre que no disciplina y corrige a su hijo no lo ama realmente y esa falta de amor va a provocarlo a ira o desaliento tarde o temprano. Ahora, ¿qué tiene implícito la disciplina, la corrección? Que hay que estar presentes, mis hermanos. Padre, se está hablando primeramente aquí. Padre, se está hablando de la prioridad como papás de estar presentes con nuestros hijos. Lamentablemente una cosmovisión fallida o una paternidad también fallida media nos ha creado esta idea de que el papá cumple con solamente proveer lo material. Entonces, aunque no falte nada, y mira, no te faltó nada y tuviste más de lo que yo tuve y te di carrera, ropa, alimento, gloria a Dios, no dejes de hacer eso. También llama ser ese proveedor, pero primordialmente habla de un tema de corrección y de disciplina, y eso va a involucrar, mis hermanos, que como hombres, también como papás, tengamos que ajustar y ser padres presentes. Ahora, nota que en versículo 4 lo que Pablo contrapone a no provocar en ira es disciplinarlos e instruirlos. No provoquen a ira, sino, o en vez de eso, instruirlos en la disciplina e instrucción del Señor. Esa es la contraparte. Ahora, yo creo que estamos, bueno, por lo menos pues sí, por lo menos desde que yo soy joven, ya tiene te hablo de los 15 años, hace unos 22 años, hemos vivido en una época, por lo menos a mí me ha tocado vivir en una época donde es sumamente permisiva, o sea, yo platico con tíos, con mis papás platicaban, y tenían muchas limitaciones, restricciones, permisos para salir, permisos para hacer ciertas cosas, y por lo menos desde que yo tengo 15 años, los permisos, los límites, pareciera que no hay dentro de la sociedad, los hijos pueden andar con quien quieran, a cualquier edad, pueden salir y llegar a cualquier hora, si no es tu caso, gloria a Dios, pero estoy hablando de manera general de que en esta generación estamos en un tema que es sumamente permisivo el comportamiento de los jóvenes, hay poca disciplina. Ahora, ¿qué ha producido la poca disciplina? Pues cada vez personas más airadas, más inconformes, más frustrados, más llenos de ira y descontentos, y de hecho mis hermanos, la falta de disciplina, te decía que muestra una parte de falta de amor, yo recordaba a mis hermanos, ahorita que te platico esto cuando era joven, yo recuerdo que había compañeros que me decían, te lo digo esto, y estábamos haciendo cosas vergonzosas, no daré detalles, pero ellos decían, mira, yo quisiera que mis papás me castigaran, hasta mi papá ni me voltea a ver, yo puedo hacer eso, no le importa la hora a la que llegue, con quien ande, con quien salgo, a él no le importa, y todo esto que hago lo hago para que él también voltea a verme. Joven, no es una excusa, pero lo cierto es que la falta de disciplina, la falta de corrección, genera ira, genera desaliento, tengamos cuidado, dice Proverios 29.15, la avar y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre, y Dios, mis hermanos, sabe más que todos los psicólogos, sabe más que cualquier corriente filosófica, Dios es el creador de todas las cosas, y en su palabra, dice que el avar y la reprensión dan sabiduría, cuando un hijo se revela contra sus padres, mis hermanos, debe haber disciplina. Ahora, estoy hablando de los padres porque es el primer círculo, pero si dejamos que esa rebeldía crezca, eso terminará repercutiendo en falta de respeto y desobediencia a las demás autoridades. Por otro lado, y voy a poner adelante aquí porque, vamos a salir a disciplinar con todo. Otra cosa que provoca ira o desalienta, es precisamente el exceso de disciplina. El exceso de disciplina. Hay momentos o hay papás que continuamente castigan a sus hijos. Es una situación de amenaza, y aun cuando es una torpeza, ellos disciplinan con toda la fuerza que son capaces. Mis hermanos, así como la falta de disciplina es dañina, también el exceso de ella es disciplina. Mis hermanos, como papás, de verdad, hay momentos, y no puede ser posible que cada vez que abrimos nuestra boca para dirigirnos a nuestros hijos, sean nada más para corregirlos. Hay momentos en que solo, o hay papás que ya su patrón de relación con sus hijos es solamente estarlos amonestando, estarlos corrigiendo, estar señalando sus defectos. Mis hermanos, somos llamados a estar presentes, amarlos. El llamado de la palabra de Dios es también a pasar tiempo con ellos. Y a lo mejor creciste así. Mi papá sí me educó. Y me dijo que era para formarme, que no podía decirme algo bueno, porque tenía que forjar carácter, porque la vida es muy difícil, y yo no quiero que mis hijos se la crean. Y entonces, estamos solamente amonestando, corrigiendo, señalando, disciplinando. Mi hermano, interésate en las cosas de tus hijos. Si tienes hijos pequeños, escucha sus historias. Deja el celular a un lado. No se va a acabar el mundo por minutos que tú le dediques tiempo a tus hijos. Si tienes hijos pequeños, yo sé esas historias que agarran su juguete y te empiezan a contar y imaginar personajes, historias que no tienen ningún sentido, no tienen ningún propósito, no van hacia ningún lugar, pero para ellas es importante. Tómate tu tiempo, siéntate, escúchalos, ámalos, trátalos con cariño, con ternura. Dice aquí, ¿sabes qué es lo que sucede cuando nosotros estamos ahí, los escuchamos, somos tiernos, atentos, amorosos? Ponía en pantalla esto, cuando un padre es tierno con sus hijos y les muestra su amor de diversas maneras, ellos van a recibir más fácilmente la amonestación y corrección después, porque ellos no van a dudar del amor de su padre. Hay que ser constantes y presentes en amar y en afirmar. Algunos padres están tan secuestrados por el trabajo, aún por el ministerio, y eso provoca a ira también. Hay gente que dice, mira, mis papás, pues yo no tuve, sí, nunca me faltó nada, fui a grandes escuelas, pero mi papá nunca estuvo en esto, ni en esto, ni en esto. No, pues sí, mi papá era un gran hombre, se la pasaba en iglesia, sirviendo, visitando familias, estaba, pero pues no, nunca pasamos tiempo juntos como familia, nunca se interesó realmente lo que yo pensaba, simplemente pues yo le decía porque es lo que a mí me tocaba, pero nunca, nunca tuve su corazón, su oído dispuesto. Y Dios nos llama a amarlos, Dios nos llama a ser padres amorosos, me encanta porque la palabra de Dios pudo habernos dicho solamente una vez que Dios nos ama, y ya, sería suficiente. Pero Dios una y otra vez nos habla de que Él nos ama, de que Él tiene misericordia, de hecho comenzó hablando esta porción en Efesios 5.1 que somos hijos amados. Otra forma en la cual desalentamos o provocamos a nuestros hijos es más o menos lo que decías, cuando criticamos continuamente por lo que hacen mal y nunca les damos palabras de aliento. No, es que no se la vaya a creer. No tiene que ser fuerte. Y recuerdo con mucha tristeza esto, tenía un amigo, como a los 12, 15 años, era increíble jugando fútbol, increíble jugando, desde muy joven se fue a jugar a las fuerzas básicas del Atlas, muy joven estuvo segunda división, primera división A, y su papá siempre estaba detrás de él y su papá era un hombre serio, que lo único que hacía cuando terminaba de jugar era señalarle lo que le había faltado hacer en el campo. Y entonces mi amigo era era una figura para nosotros, era nuestro capitán, era darle la pelota a él y él va a hacer magia, pero su papá era una persona que estaba inconforme siempre. Pasaron aproximadamente 6 años, 8 años, teníamos 20 años, él estaba jugando y a punto de subir en ya los extintos jaguares de Chiapas por allá. Estaba ahí ya a punto de botar a primera división, tuvo una lesión, la típica lesión. Bueno y sí le pasó, se lesionó y ya no pudo seguir con su carrera de fútbol profesional, y en aquel momento yo le dije ¿Y qué vas a hacer? Pues vuelve con tu familia. Y dijo mi papá, para mi papá como no llegué a primera división estoy muerto, yo ya no tengo familia. Y él a día de hoy tiene esa relación con su papá, es nula. Él creció con tal carga, con tal presión, con tal expectativa que tenía el papá de cumplir su sueño frustrado en él, que jamás recibió palabras de aliento. Él se sentía como un fracasado, un fracasado visitaste varios lugares del mundo, pudo hacerse de algo de dinero, en el ámbito deportivo, futbolístico, de alguna manera logró algo y él se sentía como un fracasado, porque había crecido en un entorno donde solamente había desaliento, solamente había crítica, solamente había señalamientos. Y mis hermanos, somos llamados a dar también palabras de aliento. Algunos crecimos, o probablemente creciste, o probablemente caemos también en este error de criticar y señalar y debemos diferenciar cuando no es un pecado, sino es una torpeza. Como decíamos en el primer punto, a veces son cosas que nuestros hijos todavía no están preparados y por alguna torpeza cometen un error. Un ejemplo muy práctico con hijos pequeños, los hijos pequeños son muy dados a tirar el vaso del agua a la leche. Ahora, muchas veces o generalmente bueno, yo nunca he visto de hecho a mis hijas agarrar y decir mira, voy a tirar el vaso. Son pequeñas, todavía no tienen totalmente desarrollada su psicomotricidad, de tal manera que algunos movimientos pues tienden a tirar. Algunos papás ven estos elementos como algo digno de criticar y de señalar, es que eres un tonto, ¿cómo es posible que tiraste eso? ¿Cómo es posible que te caíste? Termina yéndose cuando no fue un tema de pecado, fue un tema de torpeza muchas veces. Mis hermanos tristemente como papás muchas veces rara vez escuchan palabras de alabanza, palabras de afecto, de afirmación. Todos nos vamos en crítica, en queja, en acusaciones, pretendiendo que sean mejores y probablemente los estamos exasperando o desalentando. Ahora, ¿sabes? Quiero poner un paréntesis aquí. Porque es evidente que nuestros hijos no son perfectos. No solamente carecen de algunas habilidades en una edad temprana, sino que también evidentemente tendrán fallas a lo largo de su caminar. Pero eso no debería cambiar el que ellos sepan que son nuestros hijos amados. Que nosotros los amamos sin importar su rendimiento, que nosotros los amamos igual, sin importar el momento que estén atravesando porque son nuestros hijos. ¿Sabes en qué pensaba? Y me da mucha enseñanza como padre, pensando en nuestro Señor Jesús. Muchas veces me pongo a pensar que lo mejor que yo puedo hacer, o sea, en mis obras, en mis propias fuerzas, lo mejor que yo puedo hacer es un disparate para Él. O sea, mis obras son limitadas. Es más, lo decíamos en la oración, algo les comentaba, aun cuando queremos hacer algo bueno, muchas veces nuestras motivaciones no son tan correctas. ¿Sí me explico? Hay momentos que, mira, yo esto quiero hacerlo porque quiero agradar a Dios. Y ahí estás queriendo, y a lo mejor, no sé, un ejemplo, te toca servir aquí en la iglesia y dices, lo voy a hacer para el Señor. Y en el momento estás ahí, y algo sucede en tu corazón, no sé, algún hermano no te saludó de la manera que querías, y entonces tú venías con una buena intención, pero ya tu motivación no fue tan correcta. O sea, ¿sabes qué es lo que sucede con nuestro Padre, a pesar de nuestras obras que son imperfectas? Él nos va a decir cuando estemos con Él, bien buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor. Y yo me pregunto, ¿bien buen siervo y fiel? O sea, Él me está diciendo que yo lo he hecho bien, que lo he hecho correctamente todo, y no es así. Yo he venido por gracia a través de Jesús, y a través de Jesús Él nos ve y nos dice, hijo, eres buen siervo y fiel. Mis hermanos, de esa manera debemos mirar a nuestros hijos con gracia, darles palabras de gracia. Mis hermanos, ¿qué tan común es en tu lenguaje con tus hijos que les digas que los amas, que les des gracia? Veremos la siguiente semana, aún después de disciplinar, un momento para reafirmar tu amor, hijo, ok, esto es consecuencia de esto, pero yo te amo. No levantar estas barreras de hielo que pueden durar horas, días, semanas, o hasta destruir relaciones que nunca hubo esta palabra de afirmación y de gracia. Y el hijo está desalentado, está irado, porque entiende que el concepto que su papá tiene de él es de un fracasado, de alguien que lo decepcionó, y por lo tanto no quiere saber más de él. Finalmente, la última parte o el último elemento que puede estar creando desaliento, provocando ir a nuestros hijos es poner delante de ellos metas irrealizables. Bueno, es de lo que les hablaba ahorita un poquito, y a veces como papás, en este afán, y quiero decir esto también, ahorita lo vamos a ver al final, como papás, por supuesto que estamos llamados a instruirlos, a buscar estirarlos en la gracia, en la sabiduría, en las áreas también de la vida, de la sociedad, de la educación, en la escuela, estamos llamados también evidentemente a siempre estarlos impulsando, eso es claro, pero hay veces que como papás solamente los empujamos y los empujamos y les exigimos más y más y más y más y van a terminar rotos, van a terminar rotos mis hermanos, como te platicaba ahorita de mi amigo. Mira lo que puse aquí en pantalla. Nuestra meta es amar y criar a nuestros hijos para que sean sabios y piadosos para gloria de Dios, no para que lleguen a ser nuestros clones, sueños frustrados o departamento de publicidad. Debemos criarlos de tal manera que puedan ser instruidos en la palabra de Dios, conocerlos y entender que ellos son diferentes a nosotros. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase o hemos dicho es que yo a tu edad yo ya tú eres diferente mi hermano, mi hermana, tú eres diferente a tus hijos, a tus hijas. Debemos ser conscientes, debemos criarlos de tal manera que ciertamente puedan desarrollar sus dones y habilidades al máximo, pero no para nuestra satisfacción, no para que nos den buena publicidad y que soy un gran padre, sino para gloria de Dios, para gloria de Dios. A modo de conclusión mis hermanos, y es mi anhelo de verdad, mirar a este buen padre y recordar Efesios 5.1 somos hijos amados y como hijos amados Dios quiere guiarnos en sabiduría y quiere guiarnos también como papás. Entonces quiero terminar hablando primeramente a los padres, como poniendo aquí el balance. Ponía esto padres, la contraparte del mandato negativo aquí de no provocar a ir a sus hijos no es dejar que sus hijos hagan lo que quieran. Ahorita termine hablando como mira, dar palabras de afecto, afirmar, amar. Pero aquí no dice que para que no provoquemos a ir o no los desanimemos entonces ni te metas en su vida. Entonces déjalo que se haga lo que ellos quieran, dale todos los permisos para que no se enoje tu hijo. Puede suceder de hecho mis hermanos, si somos honestos que muchas veces cuando nosotros hagamos lo correcto y disciplinemos a nuestros hijos ¿qué va a suceder? Va a haber enojo, va a haber ira, aun cuando nosotros lo hagamos de una manera correcta. Y yo te pregunto ¿a quién de nosotros nos gusta que nos digan que no? En algo que queremos. Oye, ¿cómo ves? No. Oye, ¿qué te parece si vamos con nuestra familia? No. Wow, gracias, eres un gran hombre, un gran esposo. No nos gusta que nos digan que no. Y hay ese momento de ¡ay! Pero la contraparte no es dejar de hacerlo, es hacerlo correctamente y lo veremos dentro de ocho días, cómo ir desmenuzando esta parte. Para evitar provocar a nuestros hijos ira y desalentarlos, debemos criarlos y disciplinarlos adecuadamente. Ahora, siendo honestos, para mí fue una porción que me instruyó, me recordó, aprendí cosas nuevas y muchas de las cuales si somos honestos y nos miramos con el espejo de la palabra de Dios debemos pedir perdón a Dios. Debemos arrepentirnos y probablemente no solamente pedir perdón a Dios, sino también a nuestros hijos, a nuestras familias y recordar que este llamado que Dios nos ha dado no es un llamado en nuestras propias fuerzas y nuestras capacidades. Hombres, padres, madres también, la gracia de nuestro Señor está disponible para nosotros cada día y eso que Dios nos ha llamado, tenemos la certeza y la confianza que lo podemos hacer o somos llamados a hacerlo en su poder, en su gracia, imitándole a Él como hijos amados, llenándonos cada día y recordar, Señor, cómo es posible. Yo leía esto, mi hermano, y de verdad digo, wow, he tenido momentos en los que he sido un terrible padre. Ahora, también he tenido momentos en los que he sido un terrible hijo. ¿Sabes una cosa? El único padre perfecto y el único hijo perfecto sí recibió la ira que tú y yo merecíamos. Él tomó forma de hombre. Él vivió la vida perfecta de obediencia, mis hermanos. La vida que ni tú ni yo podemos vivir perfectamente, ni como papá, ni como hijo, Él sí la vivió y Él recibió el castigo en nuestro lugar. Él que sí fue justo, recibió ese castigo por los injustos que somos nosotros para llevarnos a Dios. Así que, padres, ahorita, en el tiempo de la oración, a lo mejor, tómate un tiempo y no solamente abrace su perdón, sino también confía en su Espíritu Santo. Finalmente, para los jóvenes, sé que todo lo que hemos dicho aquí puede ser como, ah, por eso yo puedo entonces comportarme así, y al final mi papá, eso que dijo el pastor, lo ha hecho, lo ha hecho, lo ha hecho, lo ha hecho, es como un permiso y por eso yo reacciono así. No. Puse esto en pantalla. Estas cosas no han sido dichas para que ahora ustedes se sienten a juzgar a sus padres como jueces y mucho menos para que tengan una excusa para no obedecer. Ya vimos el llamado a obedecer, a honrar, y no hay momento en el que hay una excusa para no obedecer excepto cuando sea algo que sea contrario a la palabra de Dios. Hijos, yo no sé cómo haya sido tu crianza, a lo mejor no tienes hijos, pero déjame decirte, yo no sé cómo haya sido tu crianza, y a lo mejor tú, ahorita al escuchar estos elementos, también pensaste en tu papá o en tus papás, y es muy fácil decir, mira, yo la verdad, yo no creo en Cristo totalmente, yo no me puedo rendir porque mis papás decían ser cristianos, y se comportaron así, y ahorita que dices eso, no, pues menos, joven, tú que eres hijo, todo eso que hicieron tus papás, tampoco será un pretexto delante de Dios, cada uno dará cuentas delante de Dios, y quizá Dios hoy te ha traído para que rindas tu vida a Cristo, y así como Jesús le dijo a Pedro, cuando Pedro venía renegando al final del evangelio de Juan, y le decía, este señor, pues qué onda con Juan, y qué le dice Jesús, bueno, si yo quiero que él quede, así que, tú sígueme, y a lo mejor Dios te está diciendo el día de hoy, bueno, mira, si tu papá cometió ese tipo de errores, así que, tú sígueme, mi relación es contigo, por los méritos de Jesús, y quiere salvarte a ti, él dio su vida por ti en la cruz, y quiere ser tu padre celestial, tu salvador, y tu rey. Ahora, pensaba en esto, y quiero terminar dando un poco de aliento también a los papás, lo que Dios nos ha hablado, mis hermanos, sé que muestra nuestras debilidades, nuestras carencias, pero escucha bien esto a Cristo, no le sorprenden, contrario a eso, Cristo quiere que la reconozcamos, y en su gracia, ayudarnos, como dice Hebreos 4, 15 y 16, porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado, por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia, para que recibamos misericordia y hallemos gracia para la ayuda oportuna. Mis hermanos, padres, a Cristo no le sorprenden tus flaquezas, tus debilidades, y Él te ha hablado, te ha redarguido, no es para avergonzarte y despreciarte, es para decirte, mira, yo te conozco, es más, si alguien ha sido tentado para actuar pecaminosamente e iradamente contra sus hijos, es Él, porque si alguien ha tenido hijos complicados, dignos de toda su ira y su desprecio, somos nosotros mis hermanos. Pero Él nos dio gracia, nos dio amor, y hoy nos dice, mira, ante tus debilidades, no dejes que eso te avergüence y huyas, ven y acércate al trono de la gracia, yo conozco esa debilidad y estoy dispuesto, en mi gracia, a darte ayuda oportuna. Así que vamos a hacer eso, vamos a tomar un tiempo para orar, y al final vamos a orar a nuestro Señor. Padre, gracias por tu palabra, gracias porque ¡Ah! Esto que hablaba ahorita, si ha habido hijos difíciles, como dice el apóstol Pablo, yo soy el primero Señor. Gracias porque no te has cansado de mí, de nosotros Señor, y no solamente eso Señor, sino merecíamos tu ira total, de tu justicia Señor. Merecíamos seguir enemistados y alejados de ti, pero Padre, en tu amor decidiste absorber esa ira en la cruz que nosotros merecíamos, para entonces, hoy Padre, ser instruidos con tu palabra, y recordando tu salvación, también ver lo que tú nos has llamado a ser como papás, y Señores, si somos bien honestos, nos espejeamos con esto, y vemos nuestras debilidades, nuestras carencias Señor, y gracias porque no eres un Padre que te burlas de nosotros, gracias porque eres un Padre que tú si tenías las expectativas correctas de nosotros, y sabías que íbamos a fallar Señor, gracias porque sabías Señor que te necesitábamos, y gracias porque diste en Cristo la solución a eso Padre, gracias porque hoy también nos extiendes como le llamamos ahorita en Hebreo Señor. Esta invitación nuevamente, ante el conocimiento que tienes de nuestras debilidades y nuestra necesidad de ti, poder acercarnos confiadamente al trono de tu gracia Señor, y recibir de ti misericordia y ayuda oportuna. Así que Padre, estamos delante de ti como papás, reconociendo nuestra debilidad, pidiendo perdón, y te ruego que nos guíes también en nuestras casas y nuestras familias, y buscando tu gloria Señor, ser humildes, poder modelar perdón, pero también ser valientes Señor, y poder vivir amparados en tu gracia Señor, conforme a lo que hemos hablado Señor. Padre, guarda también los corazones, y como hablamos ahorita al final, como hijo Señor, al final del día, tú sí eres perfecto, tú fuiste el que derramaste tu sangre por ellos Señor, y a lo mejor hay jóvenes aquí, o hijos como decía, que precisamente, los papás no dieron un testimonio, pero Señor, eso delante de ti no será una excusa, y hoy Padre, tú les has traído para extender tu perdón, y para extender esta salvación, y no salgan más de aquí como ajenos, sino como hijos tuyos Señor, y que puedan ver Señor, que al final del día, más allá de la vida de las demás personas, tú haces este llamado, a ti qué, tú sígueme. Padre, gracias por tu palabra Señor, gracias porque nos redargulles, nos limpias, nos examinas, pero también nos das juntamente la ayuda y la salida en Cristo Padre, ayúdanos como familias, como papás, poder dar gloria a tu nombre, en la manera como vivimos, no solamente en la iglesia, sino en nuestras casas, y todo esto Señor, te lo pedimos porque anhelamos glorificar tu nombre Señor, así que gracias, gracias porque sé que tú nos has hablado Padre, gracias porque sabemos que contamos con tu Espíritu Santo, y gracias Padre porque contamos sobre todas las cosas, con la identidad de hijos amados Señor. Gracias Padre por este tiempo, en el nombre de Jesús, Amén. Horizonte Tequisquiapan Somos una iglesia que confía camina y comunica a Cristo Acompáñanos Domingo a Domingo Te esperamos

Listen Next

Other Creators