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Iris

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In this podcast, Iris interviews her mother, Paula, about her experience with grief after the sudden death of her husband. Paula talks about their relationship and how they met, as well as the shock and denial she felt upon receiving the news. She discusses the physical and psychological effects of grief, including losing weight and feeling emotionally affected. Paula emphasizes the importance of mental health and finding support from professionals and loved ones. She also shares her preference for sudden death over a prolonged illness, as it allows for memories of the person as they were. Paula concludes by expressing her love for her children and hopes that her story can help others going through similar experiences. Hola a todos y a todas, soy Iris, y bienvenidas al primer y último día de este podcast. Hoy estoy con una invitada especial, que es mi madre. Saluda mamá. Hola a todos, buenos días. ¿Cómo te llamas? Cuéntanos. Pues mira, yo me llamo Paula, tengo 53 años, todavía, pero bueno. Y nada, estoy con mi hija, que quiere hacerme una entrevista de una situación que he pasado. Y bueno, espero que os ayude en algo a todos. Y bueno, no me voy a estallar. Bueno, pues como os comentábamos, estamos aquí, vamos a hablar hoy lo que es el proceso del duelo. Si es una persona joven, todo lo que puede traspasar, que ya de por sí el perdón a la persona afecta bastante, si a eso le sumamos ser una persona joven, pues es como más tedioso todo. Pues vamos allá mamá. Empezamos con la primera pregunta. ¿Qué tipo de relación teníais tú y la persona que falleció? A ver, vamos a ver. Yo me fui a Alicante, a Javia. Yo lo conocí en el gimnasio, trabajaba en gimnasio. Lo conocí allí. Bueno, pues al poco tiempo de conocernos nos hemos ido a vivir juntos. Y bueno, después hemos vuelto para aquí, para Vigo, donde yo nací. Y al final nos hemos casado. Y hemos tenido una relación como pareja muy buena. ¿Con cuántos años te casaste? Pues me casé con 23 años. O sea, mi edad. Y empecé a vivir con él con casi 18 o 19 años. Estaba trabajando y bueno, hemos decidido, que yo siempre lo dije, que antes de casarme yo quería convivir con una persona, porque no es lo mismo verla, a ver, llevarla de tu casa y de la mía, que eres un bonito todo, que convivir con esa persona. Pero antes de tomar un artesún, pues ahí, siempre he vivido con ella. De ti fuera aceptada. Vale. Después de casaros, ¿qué pasó? Pues nada. Yo tenía, pues eso, 24 años. Yo estaba trabajando en la calle en el banco. Y bueno, pues ese día yo estaba muy alegre, porque me habían llamado, diciéndome que me renovaran un mes más. Estaba, bueno, pues eso, con unas renovaciones, que me mandaban para Villagracía. Y bueno, pero no podía decir nada, pues que, porque si no mis compañeros, pues claro, no quería que me pasen ahí. Y bueno, pues serían sobre las, no sé, sobre las 1 o a las 2 de la tarde, más o menos, un poco antes, apareció, pues eso, una amiga de mi madre con mi marido. Yo le dije hola, y pensando que a lo mejor tenía un contacto. Fue a hablar con el director, y de repente, bueno, pues me dice que me tengo que casar con ellos. Entonces yo lo primero que le digo es, pues voy a coger el coche. Y me dice, no, no, el coche no. Bueno, pues bien, que era mi marido, tuvo un accidente, y bueno, no te preocupes, el coche está ahí, y me quedo con vosotros. O sea, yo no sé cómo me quedo, pues me imaginé que no me iba a encontrar. Claro, y nada, y me fui para, me llevaron a Bogotá. Entonces, pues nada, al llegar allí, pues me encontré a mi madre llorando, yo preguntando, nadie me decía nada. Mi tía que trabajaba en aquella empobriza, también, tampoco me decían nada. Entonces me dijeron que tenían que esperar a que, bueno, eso, que fuera el médico. Y yo, bueno, en un principio, era tranquila, porque yo lo que me imaginaba, pues eso, que yo, bueno, tengo un accidente, y bueno, a lo mejor se ha roto una pierna, o se ha roto algo, y se acabó. Y nada, pues cuando vino el médico, que me metía en su despacho, poco a poco me dijo que, bueno, que también tenía un accidente muy grave, y que había fallecido. Y yo, en ese momento, pues no me creí. Decía que no, que no podía ser, que no podía ser, que no podía ser. ¿El accidente cómo fue? Pues mira, el accidente, venía carcelado, a la altura donde está, bueno, ahora no sé si sigue existiendo, eran las palmeras y la cafetería. Y bueno, pues había coches entre tres filas, la moto, por supuesto, se desfuegó, no sé si frenó delante, bueno, un día me lo mismo, no me acuerdo. Pues y al final se metió debajo de uno de los coches, y al final lo que le produjo, lo que es el fallecimiento, fue casco. De lo mismo. Lo que me quedó tranquila, lo que me quedé tranquila, después de eso, de buscar, sin que sentara a mis padres y demás, porque no querían, fui a buscar lo que es la autopsia de él, porque quería saber todo, si ya había muerto la serpiente, si no, bueno, todas esas dudas que tienes. Y bueno, pues eso, fue que se murió de repente a por culpa del casco, que fue lo que le desmujó, ya veis que contradicción, que dicen que el casco te protege, en este caso no, pues sí, pero bueno, también fue malo su caso. Bueno, comentabas ahí, entre medias, que cuando te dieron la noticia, entraste como en proceso de negación. Quería preguntarte, ¿cómo fue el proceso? Y si te sentiste acompañada, pues, por tu familia, por los profesionales, ¿cómo fue ese momento? Vamos a ver, yo, eso me quedé en shock, con muchísimas dudas de cabeza. A mí me tuvieron que poner, pues en la cabeza, pañas, la cocía, con hielo, y decirme, bueno, que le dijeron a mi madre, bueno, a mi abuela, que en el caso de que no me bajase, que me tenían que quedar urgentemente otra vez al hospital, que no era un síntoma. Si me sentía acompañada, sí, claro que me sentía acompañada, tanto por médicos de asociación y por privados que he ido. En caso de familia, yo creo que fue protegida, vamos a ver. Yo también tengo que ir a mi joven. A mí no me quisieron dejar sola en mi casa cuando yo vivía en mi 13, justo encima de mi madre, mi madre en clase, yo vivía en mi 13. Y bueno, y aparte, estuve como 4 o 5 días sin trabajar, y después ya me tuvieron que mandar a Villa García de Rosa. Es decir, que me prenden siempre. Pues no quería trabajar, no tenía que levantar a las 4 de la mañana, pues eso me hizo pelado. Yo, el mismo día que falleció, que ya en el caso de que me metí en la cama, pues justo en el de tu salón, en el centro de tu abuela, hay un espejo en el medio entre los manchos. Bueno, pues yo ahí vi como una luz. Y claro, a mí no se lo dio porque ese día estaba lloviendo y no había sol ni había día tal. Y bueno, en cierto modo dije, pues mira, pues a lo mejor es él, no sé, es lo que yo pensé, ¿no? Más que nada. Y físicamente, pues mira, físicamente te puedo decir que bajé 40 kilos. Le quedan 40 kilos, perdón. Y bueno, y aparte, pues esos, cansada, solamente no quería ni comer, solamente fumaba, fumaba, fumaba la tella. Así me quedé con 40 kilos. Y psicológicamente, pues muy afectada. Es decir, en shock totalmente, no me lo creía. Hoy en día, en su momento me dijeron de ir a verlo. Yo no sé por qué dije que no, que no quería verlo. No sé si por miedo a... no lo sé. Y hoy en día, pues me arrepiento de no haberlo hecho, de no haberlo visto. Pero bueno, una niña, aunque bueno, una niña, pero una niña con mucha vida, ¿no? Por eso era un aseo, así, no me pegué más narices. Sobreviví y tuve que madurar, pues eso, pues antes que, por ejemplo, que tú. O gente de tu edad, o gente mayor que tú. Porque bueno, yo iba a hacer cargo en una casa con 18 años y yo eso, pues no podía salir. Y bueno, eso que te puedo decir psicológicamente, pues eso, cómo me sentí. Bueno, pues ojalá poder seguir hablando contigo sobre este tema, porque seguramente nos hayas preguntado muchísimas cosas más. Gracias por estar aquí, por haberte de esta manera a nosotras. Y nada, quería destacar la importancia de lo que es la salud mental, los cuidados en este tipo de ocasiones. Y también cómo es importante los cuidados, pero también es importante lo que dices tú, el no sobreproteger, porque al final el descuidar y el sobrecuidar termina siendo bella. Sí, claro, vamos a ver. Yo decidí irme para mi casa cuando fue, porque yo necesitaba mi espacio. Necesitaba yo, porque yo no quería que las estén desayunando. O sea, tenía que desayunar de alguna forma, me desayuné a ese. Y con ropa de él, yo lo que utilizaba, y la colena de él, es lo que me hacía sentirme. Y yo en casa, ahí, olida por casa. Y la cama me olía a él, aunque tal. Y para mí eso era como tenerlo a mi lado. Y profesionalmente, pues sí, encontrar y buscar buenos médicos, eso sí. Bueno, yo intentaba buscar los máximos posibles, es decir, tenía que ir a dos privados y a la Ciudad Social. Y bueno, y a mí lo que me queda es alerta. Es alerta de cuando vosotros llegáis tarde, o papá llega tarde, pues entonces digo, por favor llamadme. Porque, claro, yo tengo la alerta de que lo primero que he hecho es que pasó algo. Y todavía la tengo ahí. Eso, bueno, pues no me lo han... En su día no me lo supieron, pues, ayudarme a quitarla. Y hoy en día todavía la tengo. Y bueno, hoy en día estoy feliz. Tengo a mis dos hijos, que para mí es lo mejor que tengo. Los quiero un montón. Siempre estoy aquí para lo que haga falta, vosotros lo sabéis. Y bueno, yo espero que te haya ayudado. Y bueno, y a la gente que escuche esto, que le haya ayudado en algo. O que, por lo menos, que se haga un clave todo esto. Y te hagas una situación que no sabes que va a pasar. Es más, prefiero una... También os digo, ¿eh? Yo he vivido dos situaciones. Esta, que es una muerte, pues, de repente. Y también he vivido una muerte en un hospital, de tiempo. Y también os digo que prefiero la muerte de repente que la de un hospital. ¿Por qué? Porque, vale, tú te quedas en el recuerdo de una persona tal y como era. En un hospital tú ves que tu ser querido se está, cada día, se está mejorando. Y tú te ves con una impotencia tan grande de no poder hacer nada. Es decir, entonces, como el caso de, bueno, de tu abuelo, de mis padres. Donde hemos empezado. Y bueno, que al final no se puede hacer nada. Y la impotencia tan grande que tienes de decir Dios. O Dios o, bueno, que haya ahí, que haya alguien, claro. Poder decir eso. Esta en una mano y la impotencia es decirte que no, que no. Y la otra es, bueno, se fue, se fue, ya está. Pero bueno. No es una situación que, de verdad, os lo vuelvo a repetir. Y, aparte, tan joven como era. No se la deseo a nadie. Ojalá no paséis ninguna por esta situación. Bueno, entonces, gracias. Pues muchas gracias, mamá. Nada, a ti. Y bueno, espero que os haya gustado. Vale, a ti también. Te quiero, mamá. Yo a ti también, hija. Mucho, mucho, ya lo sabes. Hasta nunca, chicos.

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