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Isabel, a teacher, wants to share a special story that reminds her of her childhood. The story is about a pirate named Bruce Lee looking for his treasure. He searches everywhere but finds different things instead. Eventually, he meets a parrot who challenges him to find a huge chest. When he opens it, he realizes it's not his treasure. To find out what happens next, you have to keep reading. Buenos días a la comunidad salmosuela. Aquí está Isabel, profesora de apoyo del Colegio Obispo Ezequiel Moreno de Alfaro. En esta ocasión pretendemos contar un cuento para que desarrolle en sus mundos de imaginación y despierte la ilusión y las ganas de leer. Un cuento muy especial que me retorna a mi infancia en el que mi madre me lo colgaba cada vez que nos iniciaba. Y espero que os guste tanto como y hasta a mí. Empezamos. ¿Dónde está mi tesoro? De Gabriela, que es el man. Un día el piratado Bruce Lee se despertó de la fiesta. ¡Tengo ganas de jugar con mi tesoro! Una de las niñas que se puso el sombrero al revés y saltó de la cama. ¿Dónde está mi tesoro? Pero no lo encontró. No estaba ni acá, ni allá, ni mucho menos en alguna parte. Así que, ¡plop!, se preocupó sin parar hasta que llegó al polvo. Subió al barco pirata y navegó alrededor de la isla. Por fin, se acercó a un orillo cualquiera y se bajó. Justo ahí, medio escondido en la arena, había un cofre chipitipi. Lo abrió y un sonrío se le encontró un montón de caracoles y tiendas, y unas monedas de chocolate, y una cateja de pastas doraditas. ¡Esta no es mi tesoro! protestó Brutus. Y siguió caminando con pocos pesados. Dio a la lorca una palmera y le dio por un lado el cofre de la lorca. Entonces, de las ramadas altas cayó un cofre bastante grande. Brutus lo ayudó comiendo sus gritos de pirata. ¡Tarán lo que sea! Le dio la mano y sacó pocos de hoja, ananas y placa, y una entrada tremenda, lleno de tiendas, colgó las hojas de la lorca. ¡Tampoco es mi tesoro que busco! le dijo la lorca. Y eso era fanático de las hojas. Así que Brutus emprendió de aquí nuevamente. Cruzó la selva varias veces porque se perdió. Brutus quedó muy orgulloso y no lo quiso reconocer. Hasta que de repente, se acercó con un duro parlanchín que le arrestó. ¡Qué es una cosa que empiezo con usted y rimo contigo! El pirata no podía percibir que era una amenaza. Por eso, acertó a la primera, y el lorón le pidió que entregara de prensa un cofre enorme. Y también, se les acabó fiesta, porque si se calienta enseguida, ¡no vale! Brutus se llevó a su tesoro con un cabezazo. Y dentro de él, se estrelló la loroca, y un cubito de hilo para el pichón. ¡A este tesoro no lo conozco! Sin paciento. Si queréis brillar y descubrir cuál es el tesoro que buscaba Brutus, solo tenéis que seguir leyendo este maravilloso cuento. ¡Hasta pronto chicos! ¡Un beso!