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Te conoce el enemigo

Te conoce el enemigo

LA IGLESIA PRIMTIVALA IGLESIA PRIMTIVA

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“Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” Ezequiel Capitulo 28:12;15.

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¿Te conoce el enemigo? Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. Ezequiel capítulo 28 versículos 12 al 15. Alguna vez Satanás fue un ángel de luz, bello entre los demás, su naturaleza era buena, servía a Dios porque ciertamente por él fue creado. Sin embargo, su transgresión le llevó a ser expulsado de la misma presencia del Señor. A partir de aquel momento la naturaleza de ese ser cambió y se hizo opuesta a la del Creador, el mal encontró a su máxima representación en el diablo. Desde entonces Satanás se ha dedicado a destruir almas, llevándolas a la perdición eterna, que es el lugar en donde él sabe que terminará después del gran día del Señor. A partir de este saber podemos mencionar algunas diferencias muy marcadas entre Dios y el diablo, por ejemplo. Dios es bueno, el diablo es malo. Dios es justo, el diablo injusto. Dios es misericordioso, el diablo egoísta. Dios es amor, el diablo es maligno. Dios es leal y fiel, el diablo es traidor. Dios es verdad, el diablo es falsedad y engaño. Dios es todopoderoso y soberano, el diablo sólo tiene poder en este mundo. En Hechos capítulo 19 versículos 13 al 17 encontramos el siguiente pasaje, pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo, «Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo». Había siete hijos de un tal Eseba, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo, «A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?». Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos, y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. De este pasaje analizaremos dos aspectos. Primero, resalta que existen personas que utilizan el nombre de Dios para hacer milagros, personas que no viven conforme la voluntad del Señor, pero que sin embargo están conscientes de su gran poder e invocan el nombre de Jesús para llevar a cabo este tipo de actos. A aquellos que conocen acerca de Dios pero que no viven conforme a su voluntad poniendo en práctica el sabio consejo divino, a estos se les llama religiosos. La religiosidad es muy común en este mundo, muchos se hacen llamar cristianos sin siquiera saber cuál es el significado de realmente serlo. Pero en tiempos del emperador Constantino, cuando se legalizó el cristianismo, hoy en día el llamarse cristiano es bien visto por los demás, es algo que da estatus, y muchos conocen de la palabra verdadera, saben muchas cosas acerca de las enseñanzas de Cristo, incluso memorizan pasajes bíblicos que les parecen bonitos. Pero todo es conocimiento, no hay práctica, no se está viviendo todo el consejo de Dios. El mensaje que se predica en las iglesias modernas toma sólo las promesas de Cristo y se olvida totalmente de las condiciones establecidas para que se cumplan esas promesas. Segundo, en el pasaje en cuestión encontramos también que existe otra gran diferencia entre Dios y el diablo, claramente se muestra que el espíritu malo conoce a su opuesto cuando se le es mencionado, ubica rápidamente a sus enemigos que son, el Señor Jesús, Dios mismo, y el apóstol Pablo, siervo del Señor. Sin embargo, el espíritu malo hace la pregunta a los religiosos pero ustedes quienes son, se nos muestra que Satanás no reconoce a los suyos, no puede darse cuenta de quienes están de su lado utilizando el nombre de Dios en vano y haciendo iniquidad, no puede reconocer al mismo mal. En cambio Dios reconoce quienes están de su lado y quienes no, por ejemplo en Juan capítulo 15 versículo 14 el Señor dice, vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando son los que obedecen todas las sencillas enseñanzas de Jesús y que predican entero el consejo de Dios los que están de su lado. Dios conoce a sus amigos. De la misma manera la palabra nos muestra quienes son los enemigos de Dios, en Santiago capítulo 4 versículo 4 dice, cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Entonces quienes son los enemigos de Dios? Aquellos que han decidido entablar amistad con el mundo, y por ende se han hecho aliados de aquel que rige en este siglo corrupto, que por cierto ni siquiera les conoce. Dios conoce a sus enemigos. El religioso y el mundo. El mundo cada día se corrompe más, son notables los síntomas de una generación que ha decidido andar por el camino de la perdición, como en los días de Noé y de Lot la gente come, bebe, se caza, compra, vende, planta y edifican, Lucas capítulo 17 versículos 26 al 30. La sociedad se ocupa cada vez más de las cosas que este mundo le ofrece, las personas aman las cosas que tienden a perecer, perdieron de vista las cosas eternas y rechazan a diario la oportunidad de arrepentirse y dejar sus malos caminos. La vida del religioso no es muy distinta a la del mundano, la única diferencia es que el religioso conoce acerca de Dios, lleva una vida moralista preocupándose por lo que los demás dicen y enalteciéndose porque no es tan impío como los otros. El religioso se asemeja al intelectual del mundo, saben mucho, pero no hacen nada para cambiar. El que vive religiosamente se la pasa criticando a los demás con actitud jactanciosa, sin tomar en cuenta que de nada le sirve saber quién es Dios, si no ha puesto su vida al servicio de él en plenitud. Por lo demás no hay diferencia, el mundano y el religioso comparten los mismos deseos carnales, participan de igual manera en las cosas de este mundo, no rechazan las ofertas que Satanás maquila día tras día. Por decir un ejemplo, el mundano escucha música impía que habla del mundo y el religioso quiere escuchar el mismo tipo de música pero que hable de Dios. El mundano asiste a grandes conciertos de rock y el religioso asiste también a grandes conciertos pero de rock cristiano, es decir, el religioso no quiere dejar las cosas de este mundo completamente, y para que su conciencia no le esté reprochando tanto, decide maquillar las cosas de este mundo para que no parezcan tan malas. Al final, todas estas cosas son planeadas por el maligno y ya ha atrapado a muchos con semejante engaño, a algunos no les es tan difícil engañar, estos son los que se han vendido a los placeres vanos. Pero a los que no puede engañar tan fácilmente les presenta un evangelio distorsionado y agradable a la carne y ésta se ha convertido en una de las armas más peligrosas del diablo, tal engaño está llevando muchos a la perdición eterna, mueren pensando que agradaban a Dios con su vida religiosa. Pero nunca se dieron cuenta de que era necesario renunciar a las cosas de este mundo para poder hallar a Cristo. El cristiano y el mundo. El cristiano verdadero ha renunciado a las cosas que este mundo le ofrece, no es nada fácil, pero a diario decide tomar su cruz y darle la espalda a este sistema y a sus placeres. No busca la comodidad, porque sabe que si encuentra esa comodidad bajará la guardia, tampoco busca seguridad, porque sabe que el que se siente seguro en este mundo se ha olvidado que este no es su hogar. El cristiano no pretende maquillar las cosas de este mundo para que no se vean tan malas, porque está consciente de que al hacer eso después no podrá discernir entre el bien y el mal, se guarda de poner la mirada en los bienes materiales y en cambio tiene su mirada bien puesta en las cosas eternas, está totalmente convencido de que todo en este mundo perecerá. Hay un himno que contiene un verso que dice «El mundo no es mi hogar soy peregrino aquí», y el verdadero cristiano se toma muy en serio esto, sabe que en este mundo está de paso, por lo tanto no puede perder el tiempo en deleites carnales que le distraigan de su objetivo principal que es servir a Dios. El cristiano está en guerra, una guerra espiritual, contra el mundo y su principal dirigente. Y esa batalla incluye, tener amor por las almas que van en decadencia, tratar de ganarlas lo antes posible para evitar su perdición, y aunque no es trabajo del cristiano convencer nadie, aún así va y avisa acerca de las maquinaciones del maligno, dando testimonio de la verdad del Evangelio puro y santo, siendo luz para los que se pierden, sabiendo muy bien que muchos han sido engañados. El apóstol Pablo fue un cristiano verdadero, y por esa razón el espíritu maligno le conocía bien, Pablo fue enemigo de Satanás y en este mundo caminó por la senda angosta, estuvo en situaciones muy difíciles, enfrentó muchas pruebas, dio la espalda al mundo pero se mantuvo firme. Renunció a una vida basada en el conocimiento para dedicarse a predicar el Evangelio del reino poniendo en práctica las enseñanzas de Cristo, por las cuales sufrió muchas adversidades. Pablo se diferenciaba radicalmente del mundo y del religioso, caminó en contra del sistema y por eso el enemigo le conocía bien, Cristo también era muy conocido por el maligno, ver Marcos capítulo 1 versículo 34. Conclusión. El enemigo no conoce a los que por medio de sus acciones le sirven, tampoco a los que viven reteniendo conocimiento teológico, no reconoce a los que están de su lado, aunque éstos lo sepan o no. ¿Nos conoce el enemigo? Es importante hacernos esta pregunta a diario, sabiendo que si queremos servir al Señor, de antemano le hemos declarado enemistad al príncipe de este mundo y por lo tanto viviremos en contra de lo que él nos ofrece. Hay sólo dos opciones, ¿servimos a Dios con todo nuestro corazón o servimos a Satanás? Pensar que podemos estar en medio, es decir en la tibieza, y que así estaremos bien, es autoengañarse. No se trata de hablar y saber acerca de la Palabra, no se trata de invocar el nombre del Señor y pensar que con eso tengo asegurado un lugar en el cielo, eso es transgiversar la Palabra de Dios, el diablo hizo esto desde un principio, él cuestionó la Palabra verdadera, puso en duda la voluntad de Dios, él no acató la autoridad del Señor. Y tú puedes caer en el mismo error. O cambias tu vida por los mandatos de Dios, acatándolos y llevándolos a la práctica diaria, o cambias sus palabras para acoplarlas a tu vida y a tu conveniencia. Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses, mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, enemigos del maligno, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Gálatas capítulo 4 versículos 8 y 9. Cuando conocimos la verdad, fuimos libertados de la esclavitud del pecado, Juan capítulo 8 versículo 32. Cristo por su gracia nos mostró el error en el que vivíamos y nos reveló el camino a seguir después de quitarnos esa venda de los ojos. Esa libertad que Dios nos ha dado no nos asegura la salvación. Si en un momento dado por descuido bajamos la guardia, podemos desviarnos del camino. Después de ser libertados depende de nosotros seguir adelante con diligencia y guardándonos del mal. La gracia de Dios no incluye inmunidad con respecto al pecado, Dios no acepta ningún pecado. Si le has dado la espalda a Satanás, él va a hacer todo lo posible por hacerte claudicar, como león rugiente va a estar buscando devorar a su adversario. Primera de Pedro capítulo 5 versículo 8. Sin embargo ese es el camino verdadero. Que Satanás nos conozca es bueno, porque le hemos declarado que no seguiremos más en sus caminos de perdición, y esa es la manera en que el enemigo no tiene poder sobre nosotros, siendo bien conocidos por él. Pero si Satanás no nos conoce, entonces encontraremos paz, estabilidad, deleite, prosperidad, tranquilidad y todas las cosas nos van a salir bien, porque esas son las cosas que él ofrece en este mundo, y son las cosas que la mayoría busca en este siglo. Cada uno decide si ser bien conocido por el maligno, su adversario, o ser su aliado desconocido.

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