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The intelligent rabbit outsmarted hunters by pretending to be dead and hiding. He then heard fierce dogs approaching and jumped far away, eventually landing on top of a tree. The rabbit now believes that trees can move and help save lives, and he tells this story to others. It is a tale by Balmus Razab. Saltos que salvan o árboles que caminan. El conejo dejó de correr justo en el momento en que los disparos cesaron. Su conejo inteligente sabía que al detenerse y agacharse lo que más pudiera detrás de algunos matorrales y doblar sus orejas lo más que pudiera para que éstas no sobresalieran de entre las amas, induciría a sus perseguidores, cazadores furtivos, a pensar que le habían dado muerte con un certero disparo a distancia. El conejo era demasiado inteligente, pero no conocía todas las tretas de los cazadores para lograr sus malvados fines. Apenas estuvo agazapado detrás de los matorrales, escuchó el ladrido de los feroces martines que, desde lejos y corriendo muy rápidos, comenzaban a seguirle el rastro. Muy asustado pero concentrado en salvar su vida, Conejo dio un gran salto y fue a caer varios metros más allá, un poco más lejos de su escondite. Luego, después de un segundo salto con mucha más fuerza, fue a parar justo en lo más alto de un árbol que por ahí se encontraba. Jamás nadie le creería que de un salto había salvado su vida, y menos que por un árbol que casualmente por ahí pasaba, había podido herir a los más feroces perros cazadores. Conejo cuenta desde entonces esta historia, y no son pocos los que le creen, en especial aquella parte que con énfasis relata y en la cual afirma que, gracias a un árbol que por ahí tuvo la fortuna de pasar, salvó su vida de manera extraordinaria. Los árboles no se mueven, ni caminan, ni cambian de lugar, pero Conejo jamás pudo entender eso. Para él, como su vida no dependía de los árboles hasta entonces, jamás se preocupó de ellos, y desde entonces vive pendiente a que estos caminen o se cambien de lugar para demostrar a los demás Conejos que su historia sí es cierta, y más aún, que los árboles sí se mueven y caminan, en especial cuando de ayudar a los Conejos se trata. Este fue un cuento de Balmus Razab.