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El mago D

El mago D

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This is a story about a boy named Cascarrabia who didn't like going to school and doing his chores. He goes on a strike and refuses to do anything his parents ask. His parents seek help from a magician who shows Cascarrabia a world where nobody has any responsibilities. However, Cascarrabia realizes that this world is chaotic and boring. He decides to go back to his normal life and appreciate the love and care his parents give him. ¡Bienvenido a este nuevo programa! Teatro en la Onda, grabado por alumno e alumna de 1° ESOA de Guia de la Serra, Uber. ¡Buenos días de nuevo! La literatura nos ofrece unha nova lección de vida. ¡É verdad, Nadia! Hoy Castelrabia nos enseñará muchas cosas. ¡Que empiece la función! Cascarrabia Cascarrabia era un niño de 8 años a quien no le gustaba ir al colegio. Toda la mañana su mamá o papá, a los dos juntos, tenían que ponerse pesados. Primero para que se levantara, luego para que se lavara, después para que se desayunara y por último para que fuera a la escuela. A cada cosa que le mandaban sus padres, Cascarrabia respondía, Sus papás se enforzaban por varias razones. Porque si vas al colegio, aprenderás cosas y no serás un burro. Porque si no te lavas los dientes, se te caerán a pedazos. Porque si no desayunas, te vas a quedar enano. Y cosas así. Cascarrabia no se daba por vencido. Y seguía preguntando, ¿Por qué no voy a ser un burro? ¿Por qué no voy a tener los dientes mellados? ¿Y por qué no voy a ser un enano? Al final, los padres, agotados por el interminable interrogatorio, terminaban diciendo, ¡Se acabó! ¡No se hable más! Tienes que ir al colegio porque ha estudiado. Cascarrabia llegó a la conclusión de que el deber era el culpable de todos sus males. Porque siempre que lo mencionaban, sus padres eran para obligarle a hacer algo desagradable. Así que una mañana, decidió declararse en huelga de deberes. Yo no quiero caer a deberes. No pienso hacerlo nunca. Y así siguió un día y otro sin que sus padres supieran qué hacer para convencerle. Y así, Cascarrabia era muy cerco, se enfuruñaba y no hacía lo que le decían. Ni amenaza, ni castigo, ni regalo, parecían conmoverle. Como última solución, sus padres decidieron pedir ayuda al mago D, de quien habrían oído hablar a otros padres en apuro. Una tarde dijeron a Cascarrabia, ¿No te gustaría ir a ver un espectáculo de magia? Como aquello no era un deber, Cascarrabia decidió ir. El mago vivía en una casa muy alta y muy rara, mitad de piedra y mitad de árbol. La casa no tenía ni asalzar ni escaleras, sino un mecanismo con muchas ruedas, palanca y poleas, que se ponían en funcionamiento cuando se descifraba alguna adivinanza que estaba escrita en una pantalla como de un ordenador. La correspondiente de aquel día decía, Una señora muy enseñorada que siempre va en coche y siempre va mojada. Afortunadamente, Cascarrabia sabía la solución y pudo escribirla en una pantallita. Todo aquel raro tío vivo se puso en movimiento y les condujo al último piso de la casa, pasando por ramas de árbol, arcos y túneles. El mago le decepcionó al principio. Era un hombre muy delgado y muy alto con unas gafas muy grandes. Mientras sus padres curioseaban, Cascarrabia y el mago se sentaron en un columpio que había en un rincón. Así que, jovencito, ¿Te gustaría vivir en un mundo donde no hubiera ningún deber que hacer? Cascarrabia firmó con la cabeza. Tiene que ser estupendo vivir sin tener ninguna obligación, continuó el mago. Hacer siempre lo que a uno le apetece, sin que nadie venga a decirte. Debes estudiar, debes lavarte, debes irte a dormir, debes levantarte, debes dar las gracias. Tienes que ser guay. La sesión de magia de hoy consiste en darse un paseito por ese mundo. ¿Te gustaría ver cómo es? ¡Sí! Pues cierra los ojos. Cascarrabia se encontró de repente en un gran salón, lleno de niños y de juguetes. Estaban pasándole estupendamente cuando uno dijo. Huele a quemado. En efecto, había mucho humo. Se asomaron al balcón y vieron que el piso bajo de la casa estaba ardiendo. Abrieron la puerta y se encontraron con que la escalera también estaba en llamas. Afortunadamente, oyeron la sirena del coche del bombero y respiraron tranquilos. Estaban salvados. Los bomberos se detuvieron con un frenazo muy rudoso, pero en vez de empezar a echar agua con la manguera, sacaron un balón y se pusieron a jugar al fútbol. Los niños veían que las llamas iban subiendo por los muros y comenzaron a gritar a los bomberos pidiendo ayuda. ¡Socorro! ¡Fuego! ¡Vamos a morir! Por fin, uno de ellos le oyó y se acercó. ¿Qué queréis? Tenéis que apagar el fuego porque nos vamos a quemar. ¿Qué pensamos vosotros? ¿No veis que estamos jugando? Tenemos la potencia de ir a pasar calor contra las llamas. Pero sois bomberos y vuestro deber es apagar los incendios. Ese será nuestro país. Aquí nadie tiene ningún deber. Por eso vivimos tan contentos. Nos pasamos la vida jugando o durmiendo o sin hacer nada. ¡Nos vamos a quitar la casa! Menos mal que en ese momento apareció el mago D. Y con un movimiento de sus maravillosas manos consiguió que por arte de magia las mangueras se desenrollaran como si fueran grandes serpientes y empezaron a luchar contra el fuego con sus potentes cerros de agua. Una vez apagado el incendio, Cascarrabia salió corriendo deseando llegar a su casa y estar a salvo. Por suerte, estaba cerca. Entró y vio a su padre y a su madre que estaban viendo la televisión. Menos mal que estoy aquí. Con tanta agitación tengo un hambre. ¿Queréis cenar? Nosotros ya hemos cenado. No tengo ganas de ir otra vez a la cocina. Así que hazte tú la cena o vete a dormir sin cenar. A Cascarrabia le extrañó mucho aquella respuesta de su madre que siempre estaba mareándole con que tenía que comer. Cenó lo que encontró en la nevera y se fue a dormir. A la mañana siguiente su madre lo despertó. ¿Quieres ir al colegio o prefieres quedarte durmiendo? A Cascarrabia le extrañó la pregunta de su madre. ¿Entonces no te voy al colegio? No, en ese mundo donde me ha traído el mago nadie tiene ningún deber. Tú no tienes por qué ir al colegio, ni yo tengo que hacerte desayuno, ni la comida, ni la cama. ¡Qué bien vamos a vivir todos! Cascarrabia se dio la media vuelta en la cama, pero no se pudo dormir. Se levantó, cogió de la nevera un paquete de galletas y se sentó en la cocina a comer todo. Mientras veía a su madre leer tranquilamente un libro, sentada en el sillón. Por fin voy a poder estar toda la mañana leyendo un libro tranquila, sin planchar, sin guisar, ni limpiar la casa. A media mañana Cascarrabia estaba tan aburrido que decidió irse al colegio. A media mañana Cascarrabia estaba tan aburrido que decidió irse al colegio. Muchos días iba solo porque tenía que cruzar la calle y había siempre un guardia de tráfico que cortaba la circulación para permitirse pasar. Pero ese día la calle estaba muy rara. Los coches iban por la acera. El guardia de tráfico se dedicaba a vender globos y los tránsites pasaban por los coches. Les subían a las ramas de los árboles, pero venían las cosas en los bancos. Cascarrabia volvió a su casa. Esperó pacientemente la llegada del mediodía y se empezó a preocupar cuando su madre dejó de leer y le dijo Me voy a comer fuera. Tengo muchas ganas de ir a las rebajas de las grandes mazones. Mamá, es que nunca me vas a hacer la comida. Sí, mi cielo, claro que te la haré, pero solo cuando tengas ganas de hacerla. Tenés razón, es estupendo declararse en huelga de deberes y hacer solo lo que a uno le haga gana. Su madre se fue y Cascarrabia se quedó solo. Al poco rato vino su padre. Como estaba tan aburrido, le pidió que jugara con él a un juego en el ordenador. Comenzaron a jugar, pero comprobó con sorpresa que su padre hacía trampas. Papá, está haciendo trampas, eso no se hace. ¿Por qué? Me estoy divirtiendo mucho. ¿Por qué? No suelen hacer trampas. ¿Por qué? Porque entonces no hay juego, y cada uno hace lo que quiera. ¿Por qué? Porque entonces no hay juego, y cada uno hace lo que quiera. Entonces no se puede jugar. Hay que respetar las reglas. Juan, Cascar no juega. En este mundo al que un atleta es mago por tu culpa, no hay ni reglas, ni obligaciones, ni deberes, ni nada. Y su padre se quedó jugando solo al ordenador. Cascarrabia se pasó toda la tarde en su habitación, pensando en lo que sucedía. Cuando vino su madre, entró a la habitación muy alegre. No sabes cuánto me he divertido logrando emociones. ¿Te ha pasado bien? ¿Qué piensas de mañana? Cascarrabia no sabía qué contestarle. Yo hubiera gustado decirle que le gustaría volver al desayuno calentito, y al colegio a jugar con los amigos, y a las comiditas cuidadosamente preparadas. Pero una tenía preocupación más urgente, que la había almorzado toda la tarde. Mamá, ¿es que ya no me quieres? Sí, mi vida. ¿Cómo no voy a querer a mis príncipes? Entonces, ¿por qué no me haces las cosas que me hacías antes? Mira, querido mío, aunque quieras mucho a la persona, hay cosas que te cuesta trabajo hacer. Yo te quiero mucho, pero cuando vengo de trabajo cansada, preferiría irme a descansar en un sillón, en vez de ocuparme de tu merienda. Pero lo hago porque el cariño también tiene sus deberes. Si tú me quieres, a mí también debes hacer esas cosas que sabes que me gustan, como estudiar y ser obediente. Yo nunca había pensado vivir en otro mundo, donde no tuviera que ocuparme de ti. Fuiste tú quien lo elegiste. Yo vivía muy feliz haciendo tu desayuno, la comidita, y ayudándote a hacer los deberes del colegio. Y ahora me voy porque ponen un programa en televisión que nunca tengo tiempo de ver. Cascarrabia se quedó solo en su cuarto con muchas ganas de llorar. Quería volver al mundo de siempre, pero no sabía cómo. Estaba tumbado en su cama, mirando a la pared. Cuando vio que aparecía una mancha, se abombaba, tumbando, la forma de unas manos, y luego la de los brazos, y una cara. Y de repente el mago D estaba dentro de su habitación. ¿Estás disfrutando mucho con las sesiones de mafia? Cascarrabia, lloriqueando, negó con la cabeza. ¡Quiero volver a mi casa de siempre! ¿Cómo? ¿No te gusta hacer siempre lo que te dé la gana? No, mago, porque los demás también hacen lo que les da la gana, y todas las cosas funcionan muy mal. ¡Ay! ¿Entonces qué hacemos? ¿Crees que vas a preferir volver al colegio a lavarte los dientes y toda esa manía que tienen tus padres? Cascarrabia firmó con la cabeza. ¿Seguro? ¿Seguro? Cascarrabia volvió a firmar en silencio. Entonces, cierra los ojos. Cuando abrió los ojos, Cascarrabia se encontró en el luminoso taller del mago. Sus padres, cogidos de la mano, estaban mirando una extraña enredadera llena de flores de naranja que entraba del jardín y salía por el techo. Cascarrabia se fue corriendo hacia ellos y les separó la mano y se colocó entre ellos. ¿Te ha gustado? Él no supo qué decir. La experiencia había sido emocionante, pero muy triste. Sí, pero me gustaría ir a casa porque tengo que hacer los deberes del héroe. ¿No prefieres que no vaya al cine? Tengo muchas ganas de ver la película de dibujo animal. Cascarrabia sintió un escalofrío y dijo apresuradamente. No, no, prefiero ir a casa. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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