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Entrevista Laura

Entrevista Laura

Marina Sicilia

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Laura talks about her experience of starting a hotel in a small town. She studied marketing and commercial management and had the opportunity to pursue her dream project with the support of her partner. They faced challenges in getting funding during the economic crisis and even considered other projects before settling on the idea of a hotel. She chose a small town because she grew up there and wanted to return to her roots. The local community embraced them and offered support, treating them like family. The construction process was difficult and required a lot of sacrifice, but they persevered. Laura emphasizes the importance of supporting women in rural areas who struggle to balance work and family responsibilities due to a lack of services. She calls for better opportunities for women to pursue their careers while still caring for their families. E agora, vamos a presentar a Laura, que nos va a falar de como é ser unha molle montando un hotel. Boas dias, Laura. Boas dias, reporteros. É un placer estar aquí con vosotros. O que faríais para me informar? Como chegaste a pensar que montarías un hotel? Bueno, é unha historia bastante grasa, non? E llena igual un pouco de casualidades. Pero tive a sorte de que a miña familia me dió a oportunidade de estudiar o que eu fiz. Estudié a miña carrera de marketing, gestión comercial. E, bueno, en un máster que realicé unha vez que empecé a mi vida laboral, en outro sector que nada tiene que ver con o turismo, pues me animé a aprender, me animé a diseñar este proxecto e finalmente tive a enorme fortuna de poderlo llevar a cabo. Como te sentiste ao comprar un palacio? Bueno, é que sempre tamén teño que dizer que este proxecto que llevo a cabo vale a mano de José Ángel, que é mi pareja, mi marido, mi compañero de fatigas. Sempre digo que, bueno, hoy en día, eu non concibo tampouco o papel da mulher, o papel feminino aislado do que é a sociedade e o acompanhamento por outras mulheres, por outros fondos, etc. Entón, en este caso, en mi caso, o proxecto que junto con José Ángel vale a mano. Á veces incluso me sinto orgullosa, como ele dice que me ha seguido, a mi é que eu a ele, cosa que non pode dizer mi madre ou non pode dizer mi abuela ou outras generaciones. E neste caso, máis dunha vez, me dixo, eu realmente te estou seguindo a ti. Isto é para sentirse moi orgullosa, non? E, bueno, comprar un palacio como me sentí, que era a pregunta, pois, bueno, é un privilegio. Eu, cando a primeira vez que estive nesa porta, nunca pude imaginar que ese maravilhoso edifico podría ser o meu, e, neste caso, como digo, de José Ángel, mi compañero. E, bueno, pois é todo un privilegio, e, sobre todo, el poderlo agora compartir con todas as persoas que vienen a visitarnos, non? ¿Cuanto esfuerzo te costou conseguir o dinero? Bueno, pois, muchísimo, muchísimo esfuerzo. Nosotros emprendimos este proxecto en plena crisis en España, crisis económica, aquel boom inmobiliario que explotou. Eu iba con mi proxecto debajo del brazo ao banco, nos sentábamos con o director, explicaba o meu proxecto e se reía, se reía mucho. En plena crisis, non tens nada que ver con o sector turístico, vienes aquí a pedirnos que están vendendo hoteles e tú queres construir un hotel. Bueno, siguiente, por favor. Entonces, foi unha dura etapa. De hecho, comenzamos o proxecto sen tener financiación, solamente concedida unha ayuda de fondos europeos, pero que sim, simos aquí en externa, con os recursos tan limitados que nos costeníamos, podíamos construir un proxecto. Con lo que hubo unha etapa en que, antes de pensar que o nosso palacete podía ser un hotel, pensamos en outros proxectos, incluso porque é unha casa-museu, etc., porque non teníamos este capital para emprender. ¿Por qué decidiste montar un hotel en un pollo e non en unha ciudad? Eso lo teníamo claro, eso lo teníamo claro. Yo había crecido en un pollo, aunque sempre he vivido en Logroño, pero mis momentos de felicidad absoluta han transcurrido en un pollo. E llegou un momento en que dije, ¿y por qué non volver a estas raíces? ¿y por qué non volver a este ambiente, a esta atmósfera? En la que yo he sido tan feliz, en la que quizás prevalecen valores que en a ciudad están desapareciendo, ou ya han desaparecido. Cando viví en Logroño, tenía esa percepción de que ya habían desaparecido. E mi proxecto de vida contemplaba tener unos niños preciosísimos, que agora teño, e que creciesen en ese entorno rural. Entonces poder ubicar mi centro de trabajo en ese entorno para mi era un sueño, era un objetivo. E nunca dudé que si algo entendía e algo podía hacer por mi misma, iba a ser en un pollo. Y La Rioja Alta, porque yo estaba enamorada de La Rioja Alta, me parece un lugar paradisíaco, con un potencia enorme, y bueno, fue algo que ni siquiera fue estudiado, sino algo de corazón. ¿Te trataron bien cuando llegaste al pueblo a montar un hotel? ¿Cómo te trataron? Bueno, pues aquí yo no tenía familia, José Ángel y yo no teníamos familia, ni la tenemos de hecho, pero pronto formamos una gran familia. No esta familia de sangre, que ahí está en Logroño, está en Aruba, en Alberiz, en otros pueblos, pero sí una familia del corazón, que lo sorprendente fue que cuando empezamos las obras, antes de empezar, yo había una vecina que un día me dijo Laura, aquí tienes las llaves de mi casa para que podáis ducharos, podáis dormir, podáis descansar, lo que queráis. Ella es Angéline, yo Julián, y aquello fue para mí como apabullante, nos adoptaron como nietos, hijos, sobrinos, no sé cómo denominarlos, Julián ya no está con nosotros, Angéline sí, y ellos son nuestros abuelos, tíos, le llamamos tíos efectivamente, y luego una gran familia de amigos, en cuanto Marcelo, mi hijo mayor, comienza el colegio, bueno, fuimos conociendo a papás, a otras familias, que lo mismo, sus puertas abiertas, su amistad, y bueno, que hoy en día yo puedo decir que tenemos una pequeña familia muy escurrida, claro que sí. ¿Qué sentiste cuando empezaron las obras? ¡Qué vértigo, qué vértigo! Había momentos en los que yo me levantaba por la mañana y decía, esto es un sueño, no es verdad, yo quiero retroceder a mi vida de antes, fue muy duro, fue muy duro. Las obras fueron dos años ahí muy duros, pero a la vez había una fuerza dentro que muchas veces digo, ¿dónde está? No sé, que salía de dentro, y que fueron años en los que no comíamos, no dormíamos, nuestro hijo mayor tenía una abuela de casa de una abuela a otra, apenas no teníamos vida, era todo obras, obras, trabajo. Cuando comenzamos el proyecto, las obras de rehabilitación en el palacete donde ahora está el hotel, José Ángel conservaba su trabajo de ingeniero y yo mi trabajo en el tema comercial y marketing de una empresa. Compartibilizábamos nuestros trabajos con la gestión de las obras, nosotros nos hicimos constructores, gestionamos cada uno de los gremios, compramos cada uno de los pomos de las puertas de la pantalla. Y a la vez teníamos a Marcelo, a nuestro hijo con nosotros, y fue muy difícil, fue muy difícil. Pero como digo, hubo momentos en los que quería parar y decir, o sea, a lo mejor ya estoy aquí. Pero a la vez esa pasión, esas ganas de, ¿qué estoy haciendo? Algo muy grande y tengo que seguir. Pues bueno, me hizo salir adelante, ¿no? ¿Cómo te trataron los obreros? ¿Los obreros? Uf, la verdad es que los momentos más difíciles, claro. Los momentos más difíciles, claro. Nosotros abrimos el hotel hace ocho años y desde el comienzo de las obras hasta hace diez. Y lo he morado, lo he morado. La verdad que casi todos los gremios que pasaron por allí, aparte de por una motivación económica, muchos de ellos eran conocidos y amigos y también pusieron mucho del corazón en el proyecto. Entonces ha quedado mucho de ellos ahí. Los que no lo hicieron con el corazón y los que, bueno, ya está. Pues yo los he borrado, como digo, no hubo momentos ahí malos. Pero electricistas, albañiles, alicatadores, carpinteros, hubo muchos gremios que ya eran conocidos o amigos y que se creó un vínculo aún mucho más especial, ¿no? ¿Había chicas en las obras? ¿Había chicas en las obras? ¡Qué buena pregunta! Creo que nadie, nadie, nadie, nadie femenino con las obras. Pintoras, no. Ninguno de los gremios contemplaba, en nuestro caso, a ninguna mujer. ¿Qué sentiste al tener un hotel y a la vez un niño pequeño? Bueno, pues eso fue muy difícil de contagiar y sigue siendo, ¿no? No lo vamos a hablar del pasado. Yo quizás es la faceta en la que más reivindicativa soy, en esa conjunción entre vida laboral, vida en un entorno rural y ese intento de conciliar que se hace tan justa arriba. Es normal que en todos los pueblos pequeños no pueda existir esa multiplicidad de servicios que necesitamos, ¿no? Una guardería, un polideportivo para todos los pueblos, una guardería para todos los pueblos, un centro de día para todos nuestros ancianos. Es imposible que en todos los pueblos pueda existir, ¿no? Pero sí que yo reivindico, no sé, una forma malcomunada de ofrecernos estos servicios, sí que debería de revisarse todo eso porque se hace muy duro, ¿no? ¿Cómo viviste de un niño pequeño? No hablo en mi nombre, hablo en el nombre de otras familias que están en la misma situación o mujeres en este caso, hoy que es el Día de la Mujer, ¿no? Seguimos lamentablemente teniendo más peso en la faceta hogar, en la faceta maternidad y no hay facilidades para poder compatibilizar con lo cual yo sí que lo estoy encontrando en el centro rural, pues que hay muchas mujeres que deciden abandonar pues trabajos que quizás no puedan ser tan valorados por ellas como deberían, ¿no? Y prefieren abandonar esas carreras para cuidar de la familia, de sus mayores o de los niños porque no tenemos esos servicios para seguir adelante con esta multiplicidad de facetas, ¿no? Eso es lo que yo sí que me gustaría reivindicar.

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