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The speaker shares their personal journey of struggling with suicidal thoughts and depression. They describe feeling disconnected from themselves and their loved ones, and the fear of burdening others with their pain. After seeking help from a university psychologist and opening up to their family, they receive support and take a break from their studies. During this time, they focus on self-reflection and rebuilding their life. They learn to embrace their emotions and find a kinder and more understanding way of living. The speaker concludes with a sense of hope and gratitude for their journey. Hola, muchas gracias a todos por estar de nuevo conectados, leyendo o escuchando una nueva entrada del blog, sé que hace algún tiempo no publicaba nada, y tomé algunas semanas para escribir de nuevo desde la intimidad, la sensibilidad y la vulnerabilidad de mi vida, así que bueno, vengo a compartirles este escrito que de hecho es el más extenso hasta ahora, pero pues nada, ojalá puedan quedarse hasta el final. Ya salí y apagué las luces, siempre celebraré las pequeñas cosas de la vida porque hubo un tiempo en el que ni siquiera quería despertar, así estaba escrita una frase que leí hace unos días, al leerla recordé el tiempo más difícil que he tenido cuando creía que la única solución era abandonar este plano, porque juraba que en otro encontraría alivio, en cual no lo sé, pero encontraría alivio. Antes de empezar, mamá, hermana, perdón si esto llega a herirlas de algún modo, perdón si esto llega a herir a alguien, solo llevo semanas escribiendo y tal vez este mensaje pueda ser algo bueno por alguien, lo importante es llegar hasta el final. Aquí voy. Hace 7 años tuve por primera vez pensamientos suicidas, eran más recurrentes, pero pensé que se trataba de una etapa de desconsuelo en mi cabeza, algo que tal vez era solo un pensamiento pasajero y que quizás me estaba dejando llevar por las emociones y situaciones que viví en ese tiempo, la guerra constante con mi cuerpo, el descontento con mi forma de pensar, la constante necesidad de aprobación, la extrema inseguridad de cualquier cosa que hacía, la forma perjudicial de querer y relacionarme con otros, el desprecio hacia mí mismo, una suma de aflicciones y dolores que podría seguir escribiendo, sin embargo, durante todo este año minimice esa realidad, invalidé mis sentimientos y al final solo permití que todo esto avanzara más, todo un año cargando con el miedo de esos pensamientos porque creía que no era suficiente para el mundo, que en realidad ni siquiera yo era suficiente para mí mismo. El siguiente año fue aún más difícil, escribí mi primera carta despidiéndome, la recuerdo por partes pero no olvido el título, ya salí y apagué las luces, solo le escribí algo a mi mamá y a mi hermana y al final les pedía perdón por todo, la guardé mucho tiempo, la llevaba conmigo a todas partes, fueron días, semanas y meses llenos de miedo e incertidumbre, no iba a la universidad, le dije muchas veces a mi mamá que habían cancelado clases para quedarme más tiempo en la cama e igual cuando iba a clase no entraba y me iba a la biblioteca o a una sala de lectura a dormir o a leer algún libro, vivir se sentía demasiado agotador y violento, ese mismo año en medio del caos mental empecé a automedicarme con antidepresivos, hice todo por conseguirlos en mi afán por solucionar o acomodar lo que estaba sintiendo, solo tuve esa opción porque empecé a sentir que tal vez no quería irme porque hacerlo implicaba que mi mamá sufriera mucho, pensar en el posible sufrimiento de mi mamá me mantuvo viva, los antidepresivos empezaron a ser lo suyo, la somnolencia y problemas gastrointestinales aparecían con más frecuencia, no sabía que hacer o con quien hablarlo, me sentía mal porque sabía que siempre en casa alguien me esperaba, mi mamá me esperaba, mi hermana me esperaba, sentía un miedo mezclado con culpa porque sabía que me amaban mucho, que el amor podía sentirlo cada día de mil formas, entonces fue ahí cuando descubrí que no quería irme por falta de amor de otros sino por falta de amor hacia mí, no sé en qué momento me desconecté tanto de mí, no sé cuándo ni qué lo detonó, no entendía cómo había llegado hasta ahí, cómo el mundo se veía tan diferente de un momento a otro como yo me veía tan distinta cuando me miraba al espejo, por esos días recordaba una y otra vez esa frase que dice la vida son altos y bajos todo el tiempo pero qué bajo podemos llegar a estar ¿no? es como si tocar fondo no fuera suficiente y se necesitara ir más allá, estando en ese fondo un día le escribí una carta a mi mamá no para despedirme sino para decirle que me quería quedar pero sin que supiera que me quería ir, le escribí que quería dejar la universidad por un tiempo que no sabía si esa carrera me haría feliz, que me sentía agotada de lidiar con tanto alrededor que quería intentar algo nuevo, tal vez escribía algo más que por ahora no recuerdo, dejé eso en su mesa de noche y me fui a la universidad, en el camino sólo podía pensar en los posibles escenarios de cómo mi mamá podría recibir esas palabras, por supuesto en la imaginación hubo unos escenarios más positivos que otros, ese mismo día envío un correo al área de bienestar de la universidad y pedí ayuda por primera vez, siento que haberle escrito esa carta a mi mamá hizo que me llenara de algún tipo de valentía y esperanza para que todo pudiera mejorar, cuando me pidieron en el correo que describiera la situación con más detalle seguramente entendieron que podría tratarse de algo grave, así que esa misma tarde le dieron prioridad a mi solicitud y tuve la primera sesión presencial, estaba ahí por primera vez contándole a alguien cómo me sentía, nunca lloré tanto como esa vez, nunca sentí tanto afán por querer decirlo todo, nunca olvidaré esa tarde, nunca olvidaré la sensación en mi cuerpo antes y después de entrar a ese lugar, pero tampoco nunca podré describirlo o encontrarle una analogía para explicarlo, el camino de vuelta a casa fue otro, se sintió todo distinto, un poco más liviano, sí, no podía creer que después de un año y medio o más le había contado a alguien todo, sin miedo, sin omitir detalles, ahora solo quedaba la conversación con mi mamá, esa noche fue rara y confusa, mi mamá no habló mucho, no hizo muchas preguntas, algo que era muy común en ella, lo único que me dijo fue, vamos a tener una conversación todos, tu papá, tu hermana y yo en unos días, mis papás ya llevaban algunos años separados y nunca tuve conversaciones con mi papá diciéndole cómo me sentía o algo similar, esa relación de confianza solo la tuve y tengo con mi hermana y mi mamá, tuve un par de sesiones presenciales con la psicóloga de la universidad, tal vez cinco o seis más, no recuerdo con exactitud, pero en la tercera o cuarta sesión le dije que era el día de tener la conversación familiar y que quería aprovechar ese espacio y contarles la verdadera razón por la que no quería continuar con la carrera, tuve mucho miedo de sus reacciones, no iba a ser una conversación fácil, recuerdo ese momento como si hubiera sido ayer, todos sentados alrededor del mesón de la cocina de la casa de mi mamá, la que también era mi casa en ese momento, recuerdo los gestos de angustia de todos, las manos de mi papá entrelazándose y apretándose fuerte una a la otra, los ojos de compasión de mi hermana como si le supiera todo, los movimientos afanados en las piernas de mi mamá y mi corazón a punto de salir corriendo de mi cuerpo, hasta cuando escuché la voz de mi mamá, bueno cuéntanos que pasa, quedé paralizada y empecé a llorar desconsolada y lo único que salió de mi boca en ese momento fue, estoy tomando antidepresivos junto a no me he sentido bien, mi mamá se enojó mucho, luego lloró, mi hermana también empezó a llorar, mi papá me miró comprensivo y me dijo cuéntanos si estamos aquí para eso, mi mamá me tomó la mano y solo pude decirles lo que le había escrito a mi mamá en esa carta, nunca mencioné o insinué nada alrededor de los pensamientos suicidas, sabía que eso los haría sufrir o que iban a tomar medidas diferentes, así que preferí lidiar con eso a mi manera, ya que alguien lo sabía y me estaba ayudando, ellos al final me apoyaron para pausar la universidad por un semestre, para que pudiera sentirme mejor, para no sentir la presión de vivir algo que no quisiera, pero sobre todo para que ese tiempo se convirtiera en una oportunidad de retomar o decidir algo nuevo con certeza y con más seguridad, fue un semestre tranquilo entre lo bueno y lo no tan bueno, todo se empezó a sentir diferente, de nuevo empecé a escribir mucho, levantarme de la cama no se sentía un sacrificio, no tener el entorno de la universidad tan cerca me hizo sentir mejor, empecé a hacer más ejercicio y a valorar muchas cosas alrededor, me di cuenta en ese tiempo de que no se trataba de mi carrera porque jamás llueve de ella, dudaba de mí y ese era el problema, que no era algo allá afuera que tuviera que convencerme para sentirme mejor, que no era como otros me hacían sentir, se trataba de la relación conmigo misma, de lo que había sembrado en los últimos años, la información que mi inconsciente ya llevaba a todas partes, continué la terapia, me comprometí a hacerlo, unos días eran más fáciles, otros todo lo contrario, la vida se sentía diferente aunque todo parecía un poco más liviano, los días eran raros, ya no estaba esa imposición en mi cuerpo, no sentía el peso de los pensamientos dando vueltas en mi cabeza, entonces empecé a preguntarme, ¿eso estaba siendo normal en mi cabeza? ¿mi cuerpo buscó refugio todo este tiempo en todas esas sensaciones? ¿por qué? me pareció absurdo, sí, lloré, sí, porque sentí el antes y el después, en esos días como un tsunami, pero no cuando está sucediendo, sino cuando ya se ha llevado todo, era muy raro, a veces pienso que ese momento me permitía ver hacia adentro, muy dentro de mí y que como se trataba de un desastre natural que había arrasado todo tan fuerte, pues todo eso debía reconstruirse de nuevo, sabía que tomaría tiempo pero estaba dispuesta a empezar de cero, ahí entendí que esa rareza con la que vienen algunas experiencias son solo un comienzo o una oportunidad para hacerlo de nuevo, para hacerlo mejor, las sensaciones en el cuerpo no mienten, nos guían, entre la sensibilidad en los días de reconstrucción aprendí a llorar muy fuerte, sin culpa, sin miedo, probablemente porque el miedo que me había perseguido por tantos meses se iba desvaneciendo y solo podía encontrarme con otra forma de vivir, una que por supuesto resultaba siendo mucho más amable y comprensiva. No sé cómo, pero ha sido el único tiempo de mi vida en el que sentí que no iba rápido, sentí que por fin tenía tiempo para hacer más por mí y por mi cabeza, así que en ese tiempo y alejada de mil escenarios volví a mí, lo sentí, regresé a mí, no tenía duda de eso, volví a tener sentido del humor, me preocupaban otras cosas, conversaba diferente con mi hermano, reía con mi mamá, nos escuchábamos más, los recuerdo, retomé mi carrera, volví a la universidad, aunque sentía un poco la aflicción por los recuerdos de unos meses atrás, sabía que todo sería diferente, que hasta la gente que me rodeaba también lo era, así que el último tiempo lo recuerdo distinto y mejor hasta mí ahora, mi presente. Todas esas semanas escribiendo, borrando y reescribiendo todo esto lo he confirmado, han pasado mil cosas más en estos últimos seis años, unas increíbles, otras buenas y otras no tan buenas, me gradué, tuve mi primer trabajo, adopte arena, viví fuera del país, amé muchísimo a alguien por primera vez, casi me caso, creí haberlo perdido todo, tuve una tusa que me mató y revivió dos veces, viví con dos roomies desconocidos que hoy son mis mejores amigos, vivo sola hace más de un año y medio, mi mamá está orgullosa de mí, trabajo en algo que me encanta y nació mi sobrina Alma. Aunque pueda ser un resumen muy superficial, solo puedo decirles que el fondo de muchas de esas situaciones marcaron un antes y un después en mi vida, una vida que hoy agradezco y honro más que nunca y a las personas que la rodean también. Vivir sola y llegar a este lugar en el que estoy ha sido más que una vida con comodidades o una en la que pueda pagar todas las cosas, ha sido en realidad entender que esta vida que hoy me rodea la soñé algún día, justo cuando decidí quedarme, cuando supe que amarme me llevaría por un camino diferente y jamás imaginé que ese camino diferente fuera como este, el más increíble de todos. Hay un valor impresionante en quienes nos acompañan cuando todo se pone difícil, quienes no desisten ante la adversidad de la vida y quienes aún sin saberlo nos la salvan un poco, así que gracias mamá y hermana por abrirme siempre sus corazones para sentir más alivio y amor, gracias amigues mi cuñado por escucharme por horas, por la comida increíble que me ha llenado no solo el estómago sino el corazón y ver en mi todo lo que a veces ni yo puedo, gracias a mi mejor amiga Ari y a Tuto porque a pesar de no vivir juntos continúan siendo hogar y un lugar seguro cada día, a mis mejores amigos Santi, Mate y Jorge gracias por la lealtad y complicidad durante todo este tiempo, gracias a Ale y a Juan el editor de este blog por hacer con su compañía y existencia la universidad un lugar más liviano cuando todo era caos, todos sin excepción y a su manera me han mantenido a salvo gracias, gracias mamá porque a pesar del miedo me soltaste y me has permitido ser en esencia y expansión todo lo que he deseado, sé que no fue un tiempo fácil, gracias por haberte quedado conmigo, no solo me diste la libertad para crear la vida de mis sueños sino que también me diste alas y viento para volar alto, muy alto, puede sonar raro pero le quiero dar mucho uso a mi vida, no quiero pensar en finales porque aunque son inevitables quiero vivir en todos los nuevos comienzos y primeras veces que aún tengo pendientes, quiero una vida de muchos y una donde las posibilidades sobren y las ganas de intentarlo una vez más nunca me falten, mamá y hermana ya salí y apague las luces, ahora tiene esta connotación, esta historia y no otra, jamás tendrá otra porque solo tengo unas inmensas ganas de vivir cada día, gracias por la valentía de llegar hasta el final de este texto, las amo con todo mi ser. A quienes han sentido algo similar, a quienes han tocado fondo, los abrazo con este texto y les digo con total certeza que vale la pena quedarse, que el mundo en medio de la locura y la inmediatez nos abre puertas de alivio y tranquilidad, nos encuentra con personas que lo hacen todo un poco mejor y más fácil. Este blog tiene un chat y un espacio de correo electrónico, si algún día sienten que colapsan estamos a un mensaje de distancia, escribir y hablar a solas o con alguien también nos puede salvar. Gracias por ver el video, espero que lo hayan disfrutado, y nos vemos en el próximo. Un saludo.