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Sab 25 Noviembre 2023 Persistiendo en la Palabra aprendida

Sab 25 Noviembre 2023 Persistiendo en la Palabra aprendida

OLIVO VERDE COSTA RICAOLIVO VERDE COSTA RICA

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The speaker is discussing the importance of persisting in the word of God and having a genuine faith. They emphasize that being a true believer means having authentic faith, constant obedience, humble service, sound doctrine, and courageous conviction. They also mention the need to have a clear understanding of God's purpose for our lives and not be misled by false teachings or material possessions. The speaker refers to the example of Timothy, who was a faithful disciple of Paul and had a strong foundation in the Scriptures. They encourage listeners to strive for a genuine faith and to be a true reflection of Christ in their actions and beliefs. La siguiente es una producción de la comunidad Olivo Verde, Costa Rica. La unción está obrando en mí. La unción está obrando en mí. Levanta tus manos y di conmigo. La unción está obrando en mí. Haciéndome libre. Haciéndome libre. Pero bueno, vamos a compartir la palabra de Dios en esta noche. A compartir lo que Dios ha puesto en mi corazón. Yo quiero que vayamos a 2 Timoteo 3, verso 10. El título de esta enseñanza es Persistiendo en la Palabra Aprendida. Dice la palabra de Dios, dice, pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra, persecuciones que he sufrido y de todas me ha liberado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución. Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido. Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Hermanos, yo creo que muchas veces no tenemos claros cuál es el propósito de nuestro llamamiento. Yo tengo ya cuarenta y cuatro años de que el Señor en su misericordia me llamó y desde siempre he escuchado algo y es venga a los pies del Señor y el Señor le va a quitar la carga, el Señor le va a solucionar los problemas, el Señor le va a solucionar la vida. Nos han pintado siempre la vida cristiana como un lecho de rosas. Venir al Señor como la fórmula mágica para que nuestra vida se solucione, que nuestros problemas se disipen, que todas las circunstancias adversas que tenemos desaparezcan de nuestra vida. Ahora, hermanos, ¿será que Dios nos ha llamado para que, como dicen hoy día, podamos testificar a través de las cosas que tenemos? Yo creo que todos somos testigos de cómo se ha tergiversado la Palabra de Dios, de cómo hoy mucha gente dice que testifica de la gracia de Dios sobre su vida porque tiene muchas cosas, porque no tenía carro y ahora tiene carro, porque no tenía casa y ahora tiene casa. ¿Será que eso es símbolo de la presencia de Dios en medio nuestro? ¿Será que eso es señal de que Dios está con nosotros? ¿Será ese el propósito para el cual Dios nos llamó a cada uno de nosotros? Hoy la gente lo que persigue, o muchos que se llaman creyentes, lo que persiguen es sentirse bien, sentirse bien, sentirse satisfecho, sentirse realizado por las cosas que tiene, porque se está enseñando de que eso es señal de que la presencia de Dios está con nosotros. Yo recuerdo que hace unos años me conté a un hermano que tenía mucho tiempo de que no lo veía y ya le pregunté por la familia y me dice, ah, muy bien, dice. Mi hija está llena de señores, está sintiéndole al Señor. Imagínese que está en carro, le dice al Señor. Entonces, ¿creemos que eso es señal de la presencia de Dios? ¿Creemos que el propósito de Dios para nuestra vida es que tengamos chunches, que tengamos cosas? ¿Será eso lo que Dios quiere? ¿Será ese el propósito para el cual Dios nos ha llamado? Pablo le escribe a Timoteo. Timoteo era discípulo de Pablo, era un discípulo fiel, un discípulo que estaba siempre a la par de Pablo. Timoteo era uno de los, en esa época en la que Pablo le escribe las cartas a Timoteo, Pablo era uno de los líderes de la iglesia de Éfeso. Y resulta que si usted se pone a leer las dos cartas de Timoteo, Pablo le da instrucciones sobre situaciones que son trascendentales en el buen funcionamiento de la obra del Señor. Cosas que son importantes en cuanto al servicio y a una serie de situaciones que se dan dentro del pueblo. Pero en este pasaje hay un verso que especialmente me llama la atención, y es ese verso 14. Le dice Pablo a Timoteo, pero persiste tú. Pablo le habla de una manera directa, le habla de una manera personal a Timoteo, le dice persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste. Cuando hablamos de persuadirse es convencerse por uno mismo o por las palabras de otro de cierta situación. De cierto tema. Entonces le dice persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido. Dice que Timoteo tenía un buen fundamento, tenía una buena base. Dice que Timoteo había sido enseñado en las Escrituras por su madre y por su abuela. Ya a ella le habían puesto el fundamento. Y resulta que Timoteo se convierte en discípulo de Pablo. Pablo es quien enseña a Timoteo acerca de las cosas de la palabra de Dios, de las cosas más profundas de la palabra de Dios. Hermanos, tenemos que tener algo muy claro. Lo que aprendamos de la palabra de Dios marcará el rumbo de nuestra vida cristiana. Lo que usted y yo sepamos de la palabra de Dios es lo que va a trazar el camino por el cual hemos de caminar. De ahí la importancia de aprender y aprender bien. De aprender lo que Dios tiene, no lo que se nos ocurra a nosotros. No doctrina ni mandamiento de hombres. Por eso es que mucha gente persiste en hacer las cosas mal. Por eso es que mucha gente persiste en hacer las cosas a su manera. Por eso es que mucha gente persiste en hacer las cosas mal. Por eso es que mucha gente persiste en hacer las cosas a su manera. Porque hoy hay mucho tipo de enseñanza. Hoy hay gente enseñando por conveniencia, enseñando por negocio. Hay una serie de doctrinas que lo que están es perdiendo a aquellos que quieren buscar de Dios. Enmarañándoles el camino. Dice, persiste tú en lo que has aprendido y te has persuadido. Vamos a hablar un poquito de Timoteo. Timoteo. Timoteo significa el que honra a Dios. Dice en primera de Timoteo, en el verso 1 y 2, dice Pablo, apóstol de Jesucristo, por mandato de Dios nuestro Salvador y del Señor Jesucristo nuestra esperanza. A Timoteo, verdadero hijo en la fe. Gracias, misericordia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. Aquí hay una frase que tiene que llamar nuestra atención. Dice que Pablo llama a Timoteo verdadero hijo en la fe. Esta frase no es cualquier cosa. Estamos hablando de algo serio. Pablo dice, Timoteo es un verdadero hijo en la fe. ¿Y qué es un verdadero hijo en la fe? Timoteo no era alguien que simplemente se sentaba a escuchar la palabra y se iba para su casa y se le olvidaba todo lo que había escuchado. Timoteo no era alguien que se congregaba porque no tenía otra cosa que hacer. Dice que Timoteo era un verdadero hijo en la fe. Como decimos popularmente, Timoteo era de verdad. Timoteo era un verdadero hijo de Dios. Era alguien que amaba al Señor. Alguien que servía al Señor. Alguien que se preocupaba por la obra del Señor. Esa expresión verdadero hijo en la fe tiene una gran connotación. Leyendo a un gran predicador de nuestros tiempos, ya un hombre poco entrado en años, decía que que en esa expresión encontramos cinco cualidades de Timoteo. Vamos a repasarlas un poquito por encima. Dice que significa que Timoteo tenía una fe auténtica. Tenía una obediencia constante, servicio humilde, sana doctrina y una convicción valiente. Hermanos, estas son cualidades que debe tener un creyente. Un creyente que sabe a qué ha sido llamado y en qué está enfocado. Cuando nosotros sabemos a qué hemos sido llamados, cuál es el propósito de nuestro llamamiento, es muy probable que sepamos en qué estamos enfocados. Que sepamos qué es lo que Dios quiere, hacia dónde vamos. Porque hermanos, si no sabemos para qué fuimos llamados, como decimos popularmente que no sabe para dónde va y ya llegó. O sea, si no sabemos para qué fuimos llamados, por supuesto que tenemos una confusión, no sabemos para qué fuimos llamados. O sea, si no sabemos para qué fuimos llamados, por supuesto que tenemos una confusión, no sabemos nada, no tenemos un norte, no tenemos un rumbo definido en nuestra vida. Entonces, no vamos a pasar de un ser. Entonces, estas cualidades son cualidades que debemos de tener ustedes y yo. De repente ustedes dicen, bueno, es que de estas cualidades, de ahí tengo una. Pero bueno, el propósito de Dios es que las tengamos todas. Si tengo una o tengo dos, que le digamos al Señor, Señor, yo quiero tenerlas todas. Yo quiero ser un verdadero hijo en la fe. Quiero ser un verdadero creyente, alguien que sea un espejo, alguien que le sirva de ejemplo a los que están a su alrededor. No alguien que la gente diga, mire y ese que dice que es cristiano. Yo he escuchado esa frase. Dice que Timoteo era un verdadero hijo en la fe. Entonces, cuando hablamos de fe auténtica, hermanos, la fe auténtica se manifiesta cuando somos llevados a los hechos más allá de las palabras. Porque hablar no cuesta. Hablar es muy fácil, hablar es muy sencillo. Pero dice la Palabra de Dios que el fundamento está puesto. El fundamento es Cristo y cada uno de nosotros sobre edifica sobre ese fundamento. Pero dice que la obra de cada uno va a ser probada. Así como por fuego. Entonces, la fe auténtica se manifiesta cuando somos llevados a los hechos más allá de las palabras. Bueno, usted puede dudar, usted puede venir y pedir oración. Pero usted no puede dudar. Porque la fe auténtica se manifiesta cuando somos llevados a los hechos más allá de las palabras. Bueno, usted puede dudar, usted puede venir y pedir oración. Porque está enfermo, porque tiene crisis de situación, porque necesita un trabajo. Y mientras oren por usted, usted puede dudar y decir, de repente estoy perdiendo el tiempo aquí. Esta oración no me va a servir de nada. Bueno, no pasa nada. Usted no se va a condenar por eso. Lo peor que puede pasar es que no se sanó, o que no le dieron el trabajo, o que no se le solucionó el problema. Usted puede dudar de muchas cosas. Pero usted no puede dudar de su condición de Hijo de Dios. Podemos dudar de cualquier cosa, pero no podemos dudar de nuestra condición de Hijo de Dios. ¿Por qué? Porque si dudamos, si hay duda de si somos o no somos, es muy probable que no seamos. Necesitamos una fe auténtica. Hermanos, la primera señal de fe auténtica se da en el momento en que usted y yo somos capaces de aceptar la salvación como un regalo gratuito de parte de Dios. Y cualquiera dice, bueno, es que es muy fácil decir, sí, el Señor me dio la salvación y punto. Pero hermano, usted ha estado en una situación en la que usted diga, seré o no seré. ¿Será que de verdad, si en este momento el Señor me llama a cuentas, qué va a pasar conmigo? Porque todos pensamos y todos decimos, hoy en la tarde estaba meditando en esta palabra de Dios, bueno. Todos pensamos en que nos vamos a morir. En algún momento de nuestra vida nos va a tocar. Pero, ¿qué pasa cuando usted le dice al Doctor, bueno, le dice? Posiblemente usted se muera. Posiblemente no va a salir de aquí. Hermanos, en ese momento es cuando usted se termina de convencer de que realmente el Señor lo hizo por usted. De que el Señor de verdad lo hizo. Y usted puede decir, bueno, Señor, aquí pase lo que pase, estoy en tus manos. Aquí pase lo que pase, estoy en tus manos. Cuando realmente estamos ya contra la pared, es cuando verdaderamente nuestra fe es puesta a prueba, es cuando nuestra convicción es puesta a prueba. Hermanos, necesitamos una fe capaz de reconocer la obra de Jesucristo en nuestras vidas a pesar de. Porque eso no se trata, la fe auténtica no se trata de lo que usted haga, de lo que usted diga, de lo que usted pueda hacer o de lo que usted deje de hacer. Se trata de creer en que Jesucristo lo hizo por usted y lo hizo por mí, a pesar de nosotros mismos. Eso es fe auténtica. La fe auténtica nos hace permanecer enfocados en lo que somos, hijos de Dios. Cuando realmente reconocemos la obra de Jesucristo nos damos cuenta que somos hijos de Dios. Y nos permite permanecer enfocados en lo que seremos, a la imagen de Cristo, dice la palabra de Dios. El segundo punto es, dice que obediencia constante. Hermanos, la obediencia es la respuesta positiva a una enseñanza o mandato que hemos recibido. Cuando usted y yo somos enseñados de la palabra de Dios, somos enseñados de la palabra de Dios, cuando el Señor nos quiere enseñar algo nuevo, a partir de ahí es cuando el Señor demanda de nosotros obediencia a ese mandato, a esa palabra que estamos recibiendo. De ahí que Pablo, Pablo persiste en lo que, dice, persiste en lo que has aprendido. Sé constante, sé obediente, que tu obediencia sea constante en lo que has aprendido, porque ¿de qué nos sirve decir que hemos aprendido algo si no estamos dispuestos a obedecerlo? ¿De qué nos vale decir, sí, fue muy clara la enseñanza, fue muy clara la palabra, es algo nuevo para mí? Pero no somos capaces de obedecer esa palabra. O de repente la obedecimos hoy, pero ya mañana se nos olvidó. No hay constancia en la obediencia. Cuando Pablo le dice verdadero hijo en la fe a Timoteo, le está diciendo que él es constante en la obediencia, que él persiste en lo que ha aprendido. El creyente debe ser obediente en todo tiempo. La obediencia no se da como algo ocasional. La obediencia a la palabra debe ser en todo tiempo, en todo momento y bajo cualquier circunstancia. El punto número tres dice servicio humilde. Hermanos, servicio en la obra de Dios es estar dispuestos para hacer la obra del Señor. Donde, cuando y como el Señor quiera. Debemos estar presos a servir en la obra de Dios. Muchas veces pensamos solamente en nuestro beneficio, pensamos en ocupar el tiempo solamente en nosotros. Pero si somos hijos de Dios debemos de estar presos a servir en su obra. No es un asunto de que si quiero, no es un asunto de que si me queda tiempo, no es un asunto de conveniencia mía, es un asunto de que hemos sido llamados a servir en la obra de Dios. Dice que Timoteo sirvió al Señor desde joven. De hecho Pablo le dice a Timoteo, ninguno tenga en poco tu juventud, ninguno tenga en poco tu juventud si no sea ejemplo del creyente en conducta, espíritu, amor, fe, pureza. Hermanos, el servicio no es para un sector de la congregación, el servicio no es para los más viejos de conocer al Señor, el servicio es para los hijos de Dios. Y si usted es hijo de Dios no importa que tenga una semana, no importa que tenga un mes, no importa que tenga diez años, no importa que tenga veinte años. Somos llamados a servir. Y como dice, no podemos agacharnos para que le caiga al que está detrás. Usted y yo debemos de estar dispuestos a servir en la obra de Dios. Y servir, hay muchas áreas en las cuales podemos servir, muchas veces creemos que servir es en ciertas cosas en específico. Entonces hermanos, un verdadero hijo en la fe está dispuesto a servir y de una manera humilde en la obra del Señor. Dice el cuarto punto, dice una sana doctrina. Hermanos, un verdadero hijo de Dios, una verdadera hija de Dios debe tener el discernimiento, debe tener la capacidad de discriminar entre lo que es de Dios y lo que no es de Dios. Debe tener la capacidad de decir, eso no es de Dios. Ahora usted me dice, bueno pero ¿cómo logro yo eso? Posiblemente al principio cuando usted está empezando a caminar con el Señor se le va a hacer difícil. Pero para eso hay gente a la par suya que puede enseñarle, que puede instruirle, que puede responder a una duda, responder a una inquietud que usted tenga acerca de la palabra de Dios. Pero llegará el tiempo, llegará el momento en que usted y yo tenemos que tener la capacidad de discriminar y decir, no, eso no le agrada a Dios, eso no es lo que Dios quiere que aprendamos nosotros, eso no es lo que Dios dejó para sus hijos. Por eso es que hoy hay mucha gente que está siendo engañada, que está siendo embaucada, porque no podemos decirlo de otra manera, porque se le están enseñando cosas que no están en la palabra de Dios, que son simple y sencillamente doctrinas de hombres. No hay discernimiento, muchas veces el pecado va más allá del que lo está diciendo, está pecando también el que está sentado, porque no se preocupa por aprender de la palabra, no se preocupa por buscar aprender lo que Dios realmente quiere para su vida. Entonces está expuesto a seguir, como dice la palabra, tomando leche toda la vida, nunca va a tener capacidad para poder comer carne, como dice la palabra. Entonces, necesitamos para ser hijos de Dios, ser capaces de discriminar entre lo que es una sana doctrina y lo que no lo es. Y el punto número 5 es de una convicción valiente, el creyente, el verdadero hijo en la fe tiene una convicción valiente. Hermanos, ¿de qué estamos convencidos? ¿De qué estamos convencidos nosotros? Dice que el convencimiento se da como resultado de la certeza y seguridad que tengamos en relación a lo que dicen las escrituras. ¿Qué certeza, qué seguridad tenemos de lo que dice la palabra de Dios? Un ejemplo de convicción valiente muy claro es Pablo. Dice que Pablo, cuando iba camino a Damasco a perseguir a los cristianos, el Señor se le apareció y el Señor le habló y lo convenció por su Espíritu Santo. Dice que Pablo, después de ser un perseguidor de la iglesia y misericordia, dice que fue convencido por el Espíritu Santo y Pablo se levantó y fue a testificar a sus mismos hermanos. De una manera valiente porque él sabía que estaba exponiendo su vida a pesar de los riesgos que significaban. Él se paró y dijo la palabra de Dios dice así. Yo estaba equivocado, yo estaba haciendo lo que no era conforme a la voluntad de Dios. Hermanos, tenemos que tener una convicción valiente a partir del momento en que nosotros nos convenzamos. A partir del momento en que aprendemos de la palabra de Dios tenemos que tener la valentía de enfrentar lo que se diga, lo que se haga, lo que sucede alrededor nuestro. Dice que Timoteo tenía todas esas características, dice que por eso Pablo le dice a Timoteo que es un verdadero hijo en la fe. Entonces hermanos necesitamos a partir de lo que nosotros conocemos de la palabra de Dios, necesitamos empezar a caminar. Volvemos a segunda de Timoteo 3.14. Le dice Pablo a Timoteo, pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste sabiendo de quién has aprendido. Hermanos, hay tres verdades, hay muchas verdades, pero hay tres verdades que tenemos que saber nosotros y que deben estar guardadas en nuestros corazones y son trascendentales en nuestra vida cristiana. Como le digo, podríamos hablar de muchas, pero hay tres verdades que tenemos que saber nosotros y que deben estar guardadas en nuestros corazones y son trascendentales en nuestra vida cristiana. Como le digo, podríamos hablar de muchas, pero hay tres verdades que tenemos que saber nosotros y que deben estar guardadas en nuestros corazones y son trascendentales en nuestra vida cristiana. La número uno es, somos salvos por gracia. Hermanos, ¿está usted seguro, está convencido de que es salvo? ¿Está usted convencida de que es salvo por gracia? Si hay algo que nos deja claro todo este estudio que hemos hecho del Libro de Romanos es la salvación por gracia. Yo no sé cuántos de ustedes se les aclaró el panorama. Somos salvos por gracia, dice la Palabra de Dios, no importa lo que usted haga o lo que usted deje de hacer, usted no es salvo por eso. Usted es salvo por la obra de Jesucristo, porque Cristo vino y pagó el precio por usted. Ahora, ¿qué genera esto? ¿Qué genera el hecho de saber que somos salvos por gracia? Hermanos, genera paz, genera tranquilidad. No es lo mismo vivir atormentado diciendo, ¿será que lo que hice hoy me voy a condenar por eso? ¿Será que lo que hice vengo arrastrando eso y será que soy salvo? ¿Será que si en este momento el Señor me llama, qué va a pasar conmigo? Cuando entendemos que somos salvos por gracia, como un regalo de Dios, hermanos, eso genera paz, eso genera tranquilidad, eso genera que podamos vivir la vida como Dios quiere. Sabiendo que lo que hacemos, lo hacemos por gratitud, no por obligación. Es muy distinto hacer las cosas para tratar de agradar a Dios, para obtener algo, a hacerlas por gratitud por lo que Él hizo. Es muy difícil batallar y luchar tratando de hacer algo para agradar a Dios, porque siempre vamos a fallar. De una u otra manera vamos a hacer algo que a Dios no le agrada y entonces vamos a empezar a arrastrar culpa en nuestras vidas. De que qué tirada, que no lo estoy logrando, que no lo estoy logrando hacer como tiene que ser. Hermanos, cuando nosotros entendemos que nuestra salvación es por gracia, muchas cosas cambian en nuestras vidas. Entonces, hermanos, una verdad elemental es que tenemos que entender que somos salvos por gracia. Persiste, dice Pablo, le dice Temoteo, en lo que has aprendido. Cuando tenemos claridad en cuanto a eso, hermanos, el panorama cambia completamente. El segundo aspecto, la segunda verdad, dice somos miembros de su cuerpo. ¿Cuántos creen que son miembros del cuerpo? ¿Cuántos creen que son iglesia aquí? Hermanos, no se trata solamente de decir que somos miembros del cuerpo, esto tiene implicaciones. O sea, si usted es miembro del cuerpo, si este es parte de mi cuerpo porque está aquí, porque se mueve, porque es parte de él. Si alguien llega y me lo corta, por más que era, ya no es. ¿Cuáles son las implicaciones que tiene ser miembro del cuerpo de Cristo? Hermanos, dice la palabra de Dios que debemos de amarnos unos a otros. Entonces, si usted dice que usted es miembro del cuerpo de Cristo, dice la palabra de Dios que tenemos que amarnos unos a otros. Y cuando los amamos los unos a los otros, nos gozamos con el que se goza. Y cuando los amamos los unos a los otros, nos gozamos con el que se goza. Y sufrimos con el que sufre. Hermanos, eso implica ser miembro del cuerpo de Cristo. Amarnos, sufrir, apoyarnos, alentarnos, estar a la par de nuestros hermanos. Otro aspecto, otra implicación, dice que nos soportamos unos a otros. Soportándonos unos a otros, dice la palabra de Dios en Colosenses 3, 13. Y perdonándonos unos a otros, si alguno se viene y queda contra otro, de la manera que en Cristo los perdonó así también hacerlo vosotros. Soportándonos unos a otros. ¿Cuántas veces decimos, es que yo no me soporto a fulano, no me soporto a fulana? Y lo decimos de corazón. Eso es lo peor de todo, que no lo decimos de los labios para afuera. Dice la palabra de Dios que tenemos que soportarnos. Tenemos que aprender a convivir con el que está a nuestro lado. A veces no nos gusta, a veces nos molesta, pero tenemos que aprenderlo. Tenemos que dar ese paso, tenemos que saltarnos esa barrera para que la obra de Dios se cumpla verdaderamente en nuestras vidas. La tercera implicación, dice, no nos juzgamos. No juzguéis para que no os seáis juzgados, dice la palabra de Dios. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados. Y con la medida con que medís, seréis medidos. Este asunto de juzgarnos unos a otros, es algo que está implícito en el ser humano. Díganme, ¿cuántos de ustedes no han juzgado a alguien? ¿Le han contado a alguien? ¿Le ha pasado a usted? Por supuesto, fulano ahí, fulano ahí, tenía que pasar. Pero bueno, eso es emitir juicio. Eso es juzgar a nuestros hermanos, a nuestra hermana. Dice la palabra de Dios, dice, hermano, si alguno fuere sorprendido en alguna falsa, dice, vosotros que sois espirituales, oiga bien, vosotros que sois espirituales, vea a la chinita que nos están tirando. Si usted se cree tan espiritual y se considera usted ese mismo, no sea que usted también sea tentado. Si usted se cree tan espiritual y se considera usted ese mismo, no sea que usted también sea tentado. ¿Quién está exento? ¿Quién puede decirle a aquel, hey, era de esperarse? ¿Quién asegura usted que mañana no va a ser usted? El que esté en el blanco, el que esté en la mira, por lo que hizo. De ahí, la palabra dice no juzguéis unos a otros. Hermanos, si somos miembros del Cuerpo de Cristo, nos amamos, nos apoyamos, nos soportamos, no nos juzgamos. Y hermanos, hay un punto muy interesante que habla de lo que implica ser iglesia, ser Cuerpo de Cristo. Y es algo que muy poco se habla aquí. Hermanos, si usted es parte del Cuerpo, si usted es parte de la Iglesia, usted tiene responsabilidad, tanto en lo espiritual como en lo material. ¿Cuántas veces, como decimos, apamos el bulto? Y estoy hablando de ahí sigue Plata. ¿De qué otra cosa podemos decir? Lo material dentro del Cuerpo de Cristo requiere Plata. Entonces, hermanos, muchas veces creemos que la familia pastoral vive del aire. Creemos que el ICE nos tiene exentos de pago, que el AIA también. O que de aquí lo que hay que hacer es ya de solo. Bueno, esta es nuestra responsabilidad. Como miembro, aquí a nadie se te obliga a nada. Lo que pasa es que, hermanos, yo creo que no hace falta. Como dice Richard, voy a entender pocas palabras. Yo creo que usted y yo, si somos conscientes, nos damos cuenta, nosotros venimos a un lugar donde ¿qué tal que no pagamos la luz? ¿Qué tal que no pagamos la luz? Aquí estaríamos con candelas y iba a gritar tú, pelado, porque no se pagó la luz. Bueno, yo creo que es parte de la obligación que tenemos como Iglesia, como Cuerpo de Cristo. Entonces, yo creo que es algo que debemos de entenderlo, debemos de ponerlo en práctica también. Entonces tenemos, la primera verdad que tenemos que tener claro es que somos salvos por gracia. Somos miembros de su Cuerpo y eso tiene implicaciones. Y ahora sí, la tercera, tenemos que tener claro que Dios tiene un propósito para nuestras vidas. Al principio, cuando iniciamos, hablamos acerca de que muchas veces, o que hay muchos conceptos alrededor de lo que significa el propósito de Cristo para nuestras vidas. Hablamos de que muchas veces creemos de que el Señor nos trae a una cama de rosas, a un camino de rosas. De que el Señor, por arte de magia, quitó todos nuestros problemas, quitó todas nuestras aflicciones, todas nuestras luchas y de aquí en adelante, todo va a ser muy bonito. Dice la palabra de Dios que eso no es cierto. Dice la palabra de Dios que el cristiano tiene que ser pasado por prueba. Dice que el Señor le dijo a Pedro, Pedro, Satanás te ha pedido para zarandearte. ¿Y qué dijo el Señor? Yo voy a orar para que eso no suceda. El Señor le dijo a Pedro, yo hoy voy a orar para que tu fe no falte. Qué interesante, ¿verdad? De ahí que el salmista dice, aunque ande en valles de sombras y de muerte no temeré. Porque tú estarás conmigo, tu vara y tu callado me infundirán aliento. Hermanos, el Señor le dijo a Pedro, hoy voy a orar para que tu fe no falte. Entonces, esto significa que el propósito de Dios no es que los problemas se terminen. El propósito de Dios no es que estemos a piernas sueltas en una pura pachanga. El propósito de Dios para su vida y para mi vida es que nosotros seamos formados a la imagen de Cristo. Dice que eso va a culminar cuando estemos delante de la presencia de Dios. En tanto llegamos allá, la obra de Dios tiene que irse realizando en la vida suya y en la mía. El Señor tiene que ir paso a paso logrando que nuestra vida sea transformada. Entonces, hermanos, tenemos que tener claro que el propósito de Dios para nuestras vidas es que nosotros seamos conformes a la imagen de Cristo. Y eso no va a ocurrir así con un chastido de dedos. Ese es el proceso que la Palabra de Dios hace en cada uno de nosotros. Entonces, hermanos, para concluir, quien se llame creyente y no tenga conocimiento de la Palabra de Dios está expuesto o está expuesta a perder el rumbo. Está expuesto a extraviarse, está expuesto y a expensas de cualquier doctrina, de cualquier cosa que escuche, porque no tiene el verdadero conocimiento de lo que la Palabra de Dios dice realmente para cada una de nuestras vidas. Entonces, hermanos, para terminar, ¿qué es lo que hemos aprendido? ¿Qué tanto hemos aprendido desde que llegamos a los caminos del Señor hasta hoy? Alguien dirá, yo he aprendido mucho, pero si no persiste en lo mucho que he aprendido, está igual que nada. De repente alguien dice, bueno, es que yo he aprendido muy poquito. Hermano, ponga en práctica eso poquito, persista en lo poco que el Señor nos va a poner en lo mucho. Dice la Palabra de Dios que el que es fiel en lo poco, dice en lo mucho le pondré. El llamado hoy es, hermanos, volvámonos a la Palabra de Dios, lo hemos escuchado muchas veces, pero por algo el Señor insiste, volvámonos a la Palabra de Dios, creyamos, creamos, perdón, a la Palabra de Dios, a lo que nos dice y persistamos en esa Palabra, porque esa va a ser la única manera de que podamos crecer y podamos permanecer y podamos estar enfocados en lo que Dios tiene para cada una de nuestras vidas. Vamos a estar sobre nuestros pies y vamos a darle gracias al Señor por esta noche. Señor, te damos gracias por tu infinita misericordia, porque por ella estamos aquí. Santa Rica

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