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created with free version for non-commercial use. Ven ahora, sobre este lugar, y sobre cada vida. Llegarán contra ti, pero no te vencerán, porque yo soy Jehová su Dios. En este momento, en tu presencia, Señor, aquí estamos tus hijos, aquí estamos tu madre, para presentarte esta ofrenda de adoración, de alabanza. Gracias, Jesús. Gracias, Jesús. Gracias, Señor. Dale toda la gloria, toda la gloria, toda la gloria. Señor, te damos gracias por la presencia de tu Espíritu que está en este lugar. Gracias por la presencia de tu Espíritu que gobierna nuestras vidas, que nos acompaña, que nos consuela, que nos levanta, Señor. Gracias. Toda la adoración. Señor, nos presentamos en este lugar, en tu casa, con esta actitud de adoración, dejando toda carga, Señor, dejando todo aquello que es pesado para llevar, lo dejamos en tu mano, porque queremos adorarte en libertad. Señor, y oramos por todos los que están viniendo desde sus hogares, llegando hasta este lugar. Oramos, Señor, por todos aquellos que están en camino para recibir tu bendición. Señor, aquellos que quizás por primera vez van a buscar de tu presencia. Oramos para que tu Espíritu los traiga hasta este lugar, para que reciban tu palabra, para que reciban tu bendición. Señor, te damos toda la gloria, toda la gloria. Amén y amén. Gloria a Dios. Gloria a Dios. Sí, Señor. Gloria a Dios. Estamos en su presencia. Amén. El Señor está aquí, ¿lo creen? Él está en medio de su pueblo, Él se mueve en tu vida. Su Espíritu está en este lugar. Su Espíritu está aquí, y Dios, cuando está su Espíritu, algo va a ser en tu vida. No solamente en la iglesia, en tu vida, estamos aquí para recibir del Señor. Lo primero que el Espíritu Santo hace es afirmar nuestras vidas, darnos paz, llenarnos, que puedas sentirte pleno. Y si hay alguna carga, si hay algo que está llevando y te está angustiando, estás cansado, cansada, bueno, la obra del Espíritu Santo en nosotros actúa de tal forma que recibimos libertad y esas cargas son quitadas. Amén. Dios dice, esa carga no es tuya. Permití que el Señor tome el control de esa situación y deja tu carga en las manos de Dios. Deja tu problema en las manos de Dios, y eso te va a dar descanso. Que es tan necesario el descanso, el reposo en el Señor, que Dios te pueda dar descanso. No tengas ninguna clase de ansiedad, sino todas esas preocupaciones, deshácelas al Señor. Y cuando estamos en momentos como estamos ahora en la presencia de Dios, es un buen momento para dejar esas cargas en las manos del Señor. Hoy vamos a compartir el mensaje, vamos a hablar de la guía del Espíritu Santo para todos sus hijos, para toda la iglesia. Amén. Es una promesa de Dios, Dios nos quiere guiar. Así que no estamos solos para tomar decisiones, sino contamos con la guía del Señor para ayudarnos. Así que Dios nos ha prometido que vamos a tener consuelo por medio del Espíritu Santo, que íbamos a ser renovados, que el Espíritu Santo iba a hablar en todos nosotros, obra en todos nosotros. Él dejó esta promesa. Es más, dijo, es mejor que yo me vaya, le dijo a los discípulos, para que venga el Espíritu Santo. Y es el que está en este lugar y es el que nos guía a toda verdad. También es el que hace milagros. ¿Cuántos necesitan un milagro? Bueno, el Señor hace milagros por medio de su Espíritu. Amén. Seguramente nos están acompañando en este momento desde sus hogares muchos hermanos y hermanas de diferentes partes, no solamente de Demar del Plata, de diferentes partes del mundo, y están recibiendo esta bendición. Y soltamos esta palabra. Es tiempo de que el Espíritu Santo hace milagros. Donde estás, Dios te acompaña. Por eso tenemos esta confianza. Y si hay alguien que físicamente está aquí en esta mañana, pero tiene también a un familiar, amigo, en algún lugar y necesita un milagro, vamos a soltar esta palabra. Lo vamos a bendecir. ¿Cuántos están preparados para eso? Vamos a soltar bendición. Por eso, Señor, reunidos en el nombre de Jesús. Nombre sobre todo nombre, Señor, intercedemos, oramos para que se desaten grandes y poderosos milagros. Señor, para aquel que lo necesita, donde esté, Señor, en su casa, si hay alguien enfermo, internado, atravesando una prueba, una enfermedad, algo que le está produciendo dolor, Señor, oramos para que tengas misericordia de esa vida y ahora lo levantes. Que en este momento reciba sanidad. Señor, en el nombre de Jesús. En el nombre de Dios, en esta palabra, que no hay nada imposible, nada, nada. Por lo tanto, Señor, declaramos que ahora es sanado por medio de un milagro. Ahora cambia el diagnóstico, cambia por medio de un milagro, no por mano humana, sino por un milagro poderoso. Señor, soltamos bendición sobre aquellos que están atados, atormentados, Señor, sufriendo. Señor, los bendecimos y soltamos la palabra que en tu nombre reciben libertad. Que las cadenas se cortan ahora en el nombre de Jesús. Ahora, Señor, son libres, son libres. Soltamos la palabra, Señor, por aquellos que están perdidos, que no le encuentran sentido a sus vidas. Señor, atormentados por diferentes razones, pero en el nombre de Jesús, soltamos la palabra y declaramos que tu Espíritu Santo los va a guiar a toda verdad. Ahora, Señor, intercedemos por esas vidas para que sean transformados por el poder del Espíritu Santo. Y, Señor, como iglesia, tomamos las bendiciones. Tomamos las bendiciones. Cada regalo del cielo, cada regalo celestial para tus hijos, para sus familias, para sus hogares, lo recibimos en esta mañana. Sí, Señor, las promesas que preparaste de antemano para tus hijos, para tu pueblo, las recibimos ahora. Recibimos bendiciones del cielo en el nombre poderoso de Jesús. Amén y Amén. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Sí, Señor! Recibimos del cielo sus bendiciones. Recibimos del cielo las bendiciones del Señor. Amén. Qué bueno es estar en la presencia de Dios. Les invito a tomar asiento. Saludamos a todos los que nos acompañan en las redes. Que Dios les bendiga. También están compartiendo esta reunión. Ellos también son iglesia. Amén. La iglesia, la iglesia. Y es maravilloso, es maravilloso poder compartir una reunión, no solamente con los que estamos aquí sentados, sino con los que en diferentes partes, desde sus hogares, partes de la ciudad y del mundo, nos están acompañando, compartiendo la reunión. También haciendo los pedidos de oración en las redes para que el grupo de intercesores esté orando. Hay un equipo de intercesión. Amén. No se sabía. Hay hermanos y hermanas que oran antes de la reunión y durante la reunión. Para que la bendición del Señor sea poderosa. Por eso también cuando después de la reunión bendecimos a los hermanos y hermanas que anhelan esa bendición, también lo hacemos con este respaldo. Sabemos que Dios lo quiere hacer. Amén. Dios te quiere bendecir. Amén. Te quiere bendecir. Dios te quiere sanar. Dios quiere que seas libre. Este mismo dilema tenía un leproso que se presentó delante del Señor y dice la Escritura que se arrodilló delante de Jesús. Y le dijo, Señor, si quieres, sáname. ¿Y sabe qué le dijo Jesús? Sí quiero. Sí quiero. Y lo sanó. Lo sanó. Dios te quiere bendecir. Hay personas que creen que la bendición de Dios no es posible para ellos. Pero en este tiempo de la gracia Dios derrama a favor, aunque no lo merezcamos. Porque si no nos ponemos bajo la gracia de Dios, nos perdemos esta bendición. ¿Qué hace la religión? La religión nos hace pensar de que primero tenemos que cambiar y después vamos a ser bendecidos. La bendición de Dios es permanente sobre sus hijos y Dios quiere que todos sean bendecidos. Está en nosotros en tomar la bendición y decir, sí, la quiero. Es increíble, pero hay personas que rechazan la bendición de Dios. Por incredulidad o simplemente por una cuestión de no querer estar bajo la bendición de Dios. Pero si sos un cristiano, Dios te bendice. Contás con su bendición. Si necesitas un milagro, Dios lo quiere hacer. Dios lo quiere hacer. Es lo primero que tienes que entender, que Dios quiere bendecirte. Y si hay alguna situación que tiene que cambiar, Dios puede hacerlo y quiere hacerlo. Y lo que vamos a compartir en esta mañana tiene que ver también con lo que Dios quiere. Porque vamos a hablar de la guía del Espíritu Santo. Dios nos quiere guiar por medio de su Espíritu. Dios ha prometido que los cristianos no vamos a estar solos, sino que el Espíritu Santo va a estar sobre nuestras vidas y nos va a guiar. Nos va a guiar, te va a guiar, te va a llevar a lugares seguros. Te va a llevar a lugares de bendición. Te va a librar de que te metas en lugares complicados. El Señor nos quiere guiar. ¿Cuántos necesitan la guía de Dios? Bueno, Dios lo puede hacer por medio del Espíritu Santo. Los que quieran servir a Dios, dice que el Espíritu Santo imparte dones también. Dones, herramientas para servir a Dios. No solamente vamos a estar solos, no vamos a estar solos sino que contamos con su compañía, sino que él te va a dar las herramientas, dones, talentos, diferentes capacidades para que puedas servir a Dios. Si estás en este lugar y cuando ibas a la escuela, cuando estudiabas, cuando ibas a la escuela, cuando estudiabas, eras muy cabeza dura, te iba mal. Uno escucha muchas veces, yo no sé, apenas sé leer, no sé ni cómo fui pasando de grado. ¿Te puedo haber pasado eso? Yo para el estudio, mi mamá me tenía que llevar a la rastra. Bueno, te costaba y pasabas de lástima. Pasabas de lástima. En el Señor, cuando te acercás a su Palabra o cuando te comenzás a preparar para servirle, ya no lo haces más con esa capacidad humana, lo vas a hacer con la ayuda del Señor. Así que esa fortaleza se conste... ¡Qué bueno! ¡Qué bueno! ¡Qué bueno! Porque esa fortaleza se rompe. En Cristo todas las cosas son hechas nuevas, todas. Y el Espíritu Santo te va a dar el don de sabiduría, de inteligencia, de ciencia, y se va a abrir tu entendimiento. Y aunque quizás antes no entendías nada, no tenías ni siquiera... al libro lo llevabas debajo del brazo. No leías un libro nunca. ¿Por qué? Porque no te interesaba ahora con la Palabra. Vas a tener hambre de la Palabra, la vas a leer, la vas a entender y la vas a estudiar, inclusive. ¿Y qué te dice Dios? Te voy a usar de tal forma que la vas a enseñar. ¿Por qué? Porque son dones que te va a dar el Espíritu Santo, que nos da la experiencia. Y eso es maravilloso. A tal punto es la sabiduría que Dios nos da, que inclusive gente que sin Dios, intelectuales, entendidos, sabios, que no tienen a Cristo en sus vidas, cuando leen la Biblia no la entienden. No la entienden. ¿Por qué? Porque hay un mensaje espiritual que solamente lo entienden aquellos que tienen el Espíritu Santo. Dios te da esta bendición, que inclusive personas que son muy capaces en la vida, muy inteligentes, pero no tienen el respaldo y la ayuda del Espíritu Santo y no van a entender nada de Dios. Es más, la Biblia dice que es locura para ellos. Cuando leen la Biblia dicen, ¿qué dice todo esto? No lo entiendo. Hasta se pueden llegar a burlar. Pero un cristiano, un hijo de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo, entiende y recibe su Palabra. Es una de esas palabras que se pueden leer para que entendamos con nuestra mente, sino que nuestro Espíritu recibe esa Palabra. Nuestro Espíritu recibe la Palabra y es ahí donde crecemos. ¿Por qué? Porque la fe es por el oír y ahí es donde nuestra fe aumenta. Y ahí es donde proclamamos el nombre de Dios con autoridad. ¿Por qué? Porque recibimos del Espíritu Santo esa capacidad. Amén. Por eso la obra del Espíritu Santo sobre la Iglesia es tan importante. Es muy importante. Si hay algo que un cristiano tiene que orar es, Señor, que tu Espíritu obre en mí. Que tu Espíritu trabaje en mí. Si tiene algo para cambiar en mi vida, que lo haga. Me rindo a la obra de tu Espíritu. Me rindo para que Él haga como quiera. Y el Espíritu Santo va a actuar en tu vida. Va a actuar. Va a cambiar tu vida. No pretendas primero cambiar y después llenarte de su Espíritu. Algunos tienen esa idea. Primero tengo que cambiar para que el Espíritu Santo venga sobre mí. Yo recuerdo en mi vida, en mis primeros pasos en el Señor, quería recibir el bautismo del Espíritu Santo y me costó muchísimo. Todos lo recibían y yo no lo recibía. Todos hablaban en lenguas y yo nada. Y me empecé a cuestionar. Y decía, no, no lo recibo porque tengo que cambiar en esto, no lo recibo porque pasa esto. Y empecé y pretendía yo cambiar sin la ayuda del Espíritu Santo. Y tuve que entender que lo iba a recibir con fe, no por obras. Tenía que tener fe para recibirlo. No era cuestión de cambiar yo para que el Espíritu Santo viniera, sino que Él tenía que venir a mi vida para yo poder cambiar. ¿Amén? Por eso, si tenés ese mismo argumento, quiero decirte que te despojes de esa idea, porque no te vas a recibir por fe. Créele a Dios. Créele a Dios. Él dice que Él envía su Espíritu sobre aquellos que abren el corazón al Señor. ¿Amén? Él envía el Espíritu y ese Espíritu te va a transformar. Te va a dar las fuerzas, la capacidad, el poder para que puedas salir adelante y vencer. El Espíritu Santo viene a nuestras vidas. Pero no solamente te transforma, sino que te va a guiar, te va a guiar a toda verdad. ¿Amén? En alguna decisión importante que tengas que tomar, te va a guiar. Te va a ir mostrando. Te va a llevar a lugares seguros. Es más, te va hasta inclusive a guiar en su palabra. Te va a hablar. El Espíritu Santo guía a la Iglesia. Y vamos a ver cómo lo hizo en el Nuevo Testamento, cuando la Iglesia comenzó. Pero cómo lo hace ahora. Él te quiere guiar. Y yo también te quiero guiar. Más que nunca necesitamos la guía del Espíritu Santo para tomar decisiones. El Señor nos va a guiar. ¿Amén? Vamos a darle un aplauso a su Espíritu que está en este lugar. Y vamos a la Palabra. ¿Qué nos dice la Palabra de Dios en esta mañana? Jesús les dijo a los discípulos, el Espíritu Santo los guiará a toda verdad. Palabra de Dios en San Juan, capítulo 16, versículo 13 dice, pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad. Porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que os lleve, y os hará saber las cosas que habrá que venir. ¿Amén? ¡Qué gran bendición! ¡Qué gran bendición! Él nos va a guiar a toda verdad. A toda verdad. O sea que nos va a librar de toda mentira. Este es un tiempo de mucha mentira. Mucha mentira. Es el tiempo en donde Jesús, hablando de este tiempo, dijo, y se van, ve allí la Biblia en Mateo, capítulo 24, dice, y se van a levantar muchos que aún a cristianos van a engañar. Se van a levantar muchas clases de personas, falsos maestros, falsos predicadores, que en el nombre del Señor, falsos cristos, que en el nombre del Señor van a engañar a muchos. Y dice, muchos cristianos, muchos hijos de Dios, por no contar con la guía del Espíritu Santo, muchos hijos de Jesús en ese pasaje, pero por no buscar la guía del Espíritu Santo van a ser engañados. Por eso necesitamos que Dios nos ayude y nos guíe a toda verdad. Nos guíe. ¿Y qué dice este pasaje bíblico que hemos compartido? Que el Espíritu Santo no habla por cuenta suya, sino habla lo que el Padre, lo que Dios le va a decir. Él va a transmitir lo que Dios quiere decir, lo que el Padre Celestial quiere decir a la Iglesia. Él nos guía a toda verdad. Estamos en un tiempo en que la gente necesita y busca la verdad. Busca la verdad. Más que nunca está lleno de tarotistas, gente que lea las cartas, adivinos, adivinos. En las iglesias se está llenando de personas que andan ahí como son, como profetas itinerantes, y la gente tiene mucha necesidad, es más, hay una dependencia de la gente, de los hermanos de la Iglesia, de que los líderes, los pastores tengan un consejo, el consejo ideal para todo. O sea, la gente a veces se te acerca y te pregunta, mañana ¿qué tengo que hacer? ¿A dónde voy a trabajar? ¿Qué hago, compro el auto o compro una moto? No. Y vos a veces te empezás a complicar, y compras el auto, y compras la moto, y después uno se pone a pensar, ¿es necesario dar esta clase de consejos? ¿No sería mejor que la Iglesia, el pueblo de Dios, empiece a buscar la guía del Espíritu Santo? ¿Amén? La guía, por gloria a Dios. ¿Qué carrera voy a llevar adelante? ¿Voy a ser abogado, médico o contador? Y vos decís, chao, este consejo... Y uno puede dar un... A veces tenés la guía del Espíritu Santo, pero apoyar tu vida en mi consejo, ¿es sabio eso? ¿Es sabio? ¿Es sabio ese consejo? ¿Es sabio eso? ¿Con quién me caso? ¿Con quién me caso? ¿Vas a apoyar tu vida en un consejo de una persona? ¿Vas a vivir todos los días de tu vida con el consejo, por el consejo de alguien? ¿Y si se equivoca? ¿Y si veinte años después te dice, no estaba tan seguro si era un consejo del Espíritu? ¿Ahora me venís a decir esto? ¿Vos sabés que no estaba tan seguro? Ahora que te veo, no tendrías que haber estudiado abogacía, tendrías que haber estudiado medicina. ¿Ahora me venís a decir esto? ¿Por qué me están estudiando? Por eso no me iba bien. Bueno, esa dependencia es porque muchos hijos de Dios no crean realmente en esta promesa de ser guiados por el Espíritu Santo. Y esto no es una promesa que solamente es para algunos escogidos o para alguien selecto de la Iglesia del Pueblo de Dios, sino es una promesa para todos. Para todos. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Y no digo que no busques el consejo de algún hermano mayor, alguna hermana mayor en Cristo que tiene sabiduría, que está llena del Espíritu Santo y te puede dar un buen consejo. Pero ese consejo se tiene que sumar a tu experiencia personal y a la guía del Espíritu Santo en tu vida. Más allá del consejo que recibas, tenés que ir en tu comunión con Dios, en tu relación con Dios y te tenés que decir, Señor Espíritu Santo, confirmame, hablame a mí, mostrame y guíame qué decisión debo tomar. Amén. Y estoy seguro que el Espíritu Santo lo va a hacer. Te va a guiar a toda verdad. Te va a guiar, te va a mostrar, te va a hablar. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo nos ha prometido, el Señor nos ha prometido que el Espíritu Santo nos va a guiar. No estamos solos y no estamos errantes en este mundo viviendo el camino en Cristo Jesús, sino que contamos con su guía. ¡Contás con su guía! ¡Aleluya! ¡Sí, Señor! Así que, si en algún momento te dio un consejo, casate nomás, bueno, espero que hayas orado. Si en algún momento alguien te dio un consejo o puso sus manos en tu cabeza y te soltó una bendición, te profetizó, bueno, pudo haber sido una gran bendición, una experiencia sobrenatural intuida, algo maravilloso. Pero busca confirmación, el que te tiene que guiar es el Espíritu Santo. ¡Aleluya! Y si tomaste la decisión que en donde alguien te dio un consejo te soltó una palabra y saliste corriendo y tomaste una decisión, pedirle perdón al Señor. Decir, Espíritu Santo, perdoname porque no busqué tu guía, no busqué tu guía, me equivoqué, me olvidé de esta promesa. Y ahora voy a buscar que tu Espíritu me guíe, que tu Espíritu me guíe. ¿Por qué? Porque si hay algo que tengo que vivir como hijo de Dios es mi relación con Dios, mi comunión con Dios. Después vendrá la comunión con la iglesia, con los hermanos, pero primero mi comunión con Dios. Tengo que vivir en comunión con Él y Él me va a guiar. Él me va a guiar. Y ni hablar, ni hablar si fuiste, te hiciste leer las cartas, fuiste algún adivino, porque también hay adivinos, hay agoreros que en nombre del Señor, algunos te dicen hasta Dios te bendiga, pero en realidad no lo hacen, no lo hacen porque están sirviendo al Señor, lo hacen quizás hasta por un tema económico, por plata, porque seguro que te leyeron las cartas y después te cobraron. Es más, la primera carta que leyó te dijo, me tenés que pagar tanto. Hay gente que tiene ese interés. Allí en la Palabra de Dios, en hechos hay un mago, un mago que se convierte, se llamaba Simón, recibe al Señor, se bautiza y estaba con la iglesia, pero por ahí vio cuando vinieron los discípulos que empezaron a hacer milagros y cómo el Espíritu Santo empezó a caer y Simón vio y volvió a la vida. Volvió a la vieja vida y dijo, este es un buen negocio, esto es un negocio. Entonces dijo, si yo empiezo a orar y a moverme con el poder que se mueve en esto, me hago rico. Y entonces, ¿qué hizo? Fue a los discípulos y le dijo, ¿cuánto hay que pagar por esto? Se pensó que se arreglaba con plata el asunto. Entonces le dijo, ¿cuánto hay que pagar? Yo necesito este poder, quiero esto. Y lo agarró Pedro que andaba con toda la unción y le dijo, tu plata, tu plata no sirve para nada, va a perecer. Como vos vas a perecer si no te arrepientes de la moradura. Así que Simón, más vale que se haya arrepentido. Esto no lo vamos a lograr con fuerza humana, con recursos, con capacidades humanas, sino con fe. Con fe, todo aquel que cree y cree en la obra del Espíritu Santo, la recibe. Amén. La vas a recibir, la vas a recibir. ¡Gloria a Dios! Así que la guía del Espíritu Santo, la experiencia de experimentar el Espíritu Santo sobre nuestras vidas, no depende tanto de nosotros, de ser buenos cristianos, de tener recursos, de entender mucho la Biblia, de orar mucho. No, simplemente creer en la promesa, tomarla y decir, yo creo en que me vas a guiar. Yo tengo esta confianza. Y cuando tenemos esa certeza, queridos hermanos, no tenemos inclusive la necesidad de siempre buscar el consejo de alguien, de siempre buscar alguien que nos diga algo con respecto a lo que va a pasar o lo que tenemos que hacer, sino primero contamos y sabemos que la promesa dice que Él nos va a guiar. Amén. Él te va a guiar. Él nos guía. Él nos guía. En cualquier momento va a venir a la iglesia a buscarme la convención de profetas y me va a hacer un lío bárbaro. Pero, queridos hermanos, hay un hambre. La gente en el Señor necesita guía. Y la guía la tenemos que buscar en forma personal en el Señor. Porque contamos con esta promesa, Su Espíritu. Y si hay alguien que te trajo a este lugar, si hay alguien que te llevó a Cristo, es el Espíritu Santo. El que te hace entender la Palabra es el Espíritu Santo. Y el que te va a guiar a toda verdad es el Espíritu Santo. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Vamos a otra palabra. ¿Qué más nos dice? Los hijos de Dios son guiados por el Espíritu Santo. Romanos 8.14 dice, Porque todos los que son guiados por el Espíritu Santo de Dios, estos son hijos de Dios. Acá está una reunión de hijos de Dios e hijas de Dios. Por lo tanto, tomamos esta promesa. Y aquel hermano y hermana que está recibiendo esta palabra, seguro que sos un hijo o una hija de Dios, tomate de esta promesa. Y vamos a ser guiados por el Espíritu Santo. ¿Qué más nos dice la Biblia? Otro pasaje bíblico. Ministrando en el poder del Espíritu Santo. Porque también todos, la Iglesia, todos nosotros somos Iglesia. Todos, todos somos Iglesia. Por lo tanto, contamos con el respaldo del Espíritu Santo. ¿Qué nos dice la Biblia? Nosotros somos Jesús. Pero si yo, por el Espíritu de Dios, echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! Por el Espíritu de Dios, la obra la vamos a llevar a cabo con el respaldo del Espíritu Santo. Por el respaldo del Espíritu Santo. Esa tiene que ser nuestra fe y esa tiene que ser nuestra confianza. Si tenés anhelo de servir a Dios, pedile al Espíritu Santo que te dé las herramientas y Él te va a respaldar. Si tenés que emprender una tarea para el servicio a Dios, no te compliques tanto en que si sos capaz. No te compliques tanto en pensar si tenés la capacidad para hacerlo, porque Dios no necesita tu capacidad. Tan solo decirle, Señor, hacedme competente. Quiero que tu Espíritu me dé la competencia. Que me haga competente. El Espíritu Santo va a actuar de tal forma que vas a tener la capacidad para hacerlo. Pero no por tu capacidad, sino por la capacidad del Espíritu Santo. Amén. Él lo va a hacer. Él lo va a hacer. Por lo tanto, si se acerca en tu vida un desafío, como ahora vamos a ver el desafío que recibió Felipe, un hombre de Dios, para predicar el Evangelio, acéptalo. Porque el primer pensamiento es, no estoy capacitado. No estoy. Yo no puedo. ¿Alguna vez se te cruzó un no puedo? No puedo. No puedo hacerlo. ¿Compartí una palabra? No puedo. Porque no estudié, no tengo la capacidad. No puedo. Lo primero que uno piensa es, no puedo, no estoy capacitado. Y el Señor nos dice, ese no es el problema. Hacer la obra con mi espíritu. Tenemos que hacer la obra, llevar adelante el desafío de ser un instrumento de Dios con el Espíritu Santo. Porque en realidad, servir a Dios nadie podría. Nadie. ¿Por qué? Porque no es en nuestra fuerza, sino es con su espíritu. Nadie podría. Mire, yo estoy en este lugar con la ayuda del Espíritu Santo. En mis fuerzas no me animaría ni a pasar, ni a saludarlos. Porque por la obra del Espíritu Santo, y cuando un líder está dando la palabra en una célula, o cuando alguien está predicando el Evangelio en algún lugar, es muy importante que lo haga con el respaldo del Espíritu Santo. Y usted va a ver gente que es muy capaz en la vida, mucha capacidad para hablar, políticos, personas intelectuales, hombres que quizás, y mujeres que son muy capaces para hablar delante de personas, pero intentan hablar de Dios y hablar de su palabra, pero sin la ayuda del Espíritu Santo, mire, no van a poder lograr orar por los enfermos y sanar, echar demonios, liberar personas, cortar cadenas. No lo van a hacer porque no cuentan con este respaldo divino que cuenta la Iglesia, que contamos todos nosotros. Como a Simón, el mago Simón, en donde él pretendía hacer milagros, pretendía hacer la obra con dinero, por dinero. ¿Por qué? Porque lo seguía mucha gente. Dice que en esa ciudad, en Samaria, lo seguían personas. Simón, antes de llegar a Samaria, era la persona donde todos le consultaban y tenía muchos seguidores, pero no en el nombre del Señor. Intentó hacer lo que hacían los discípulos y fue terrible. ¿Por qué? Porque la obra se hace con el respaldo del Espíritu Santo. Por lo tanto, inclusive puede ser que alguien quiera servir a Dios y es alguien que le ha ido bien en la vida y tiene muchas capacidades sin el Espíritu, y con esa capacidad va a pretender servir a Dios. Lo hemos visto muchas veces. Gente que tiene hasta liderazgo en su vida, en su trabajo, pero cuando intentan servir a Dios con esas herramientas, quedan agotados, se quedan como sin gasta, sin combustible. ¿Por qué? Porque falta poder, falta poder. Necesitas para servir a Dios el respaldo del Espíritu Santo. La obra se hace con la ayuda del Espíritu Santo. Quizás en el mundo, sin Dios, no tenías ninguna capacidad. Capaz que cuando tenías que dar una lección, cuando estudiabas, no te podías ni acercar, veías las caras de tus compañeros y te desmayabas del susto. ¿A alguien le pasó esto alguna vez? Una timidez que vos decís, sabías todo, te presentabas ahí adelante y se te caía el sistema. Te olvidabas de todo. No podías ni saludar en un cumpleaños porque no te animabas. Y ahora que estás acá en el Señor decís, ¿cómo voy a hacer para servir a Dios si no me animo a hablar delante de la gente? Bueno, el Espíritu Santo te va a dar esa capacidad, te va a dar el don aún para presidir, para hablar, para hablar delante de personas. ¡Gloria a Dios! Y en eso te puedo dar mi testimonio, que no me animaba a decir buen día delante de la gente. Pero el Espíritu Santo te da la capacidad para hacerlo. Así que no es en tus fuerzas, no es con tu capacidad humana, es con la ayuda de su Espíritu. ¡Amén! Para todos los tímidos, Dios te va a usar, te va a levantar y te va a poner delante de muchas personas y vas a hablar del Reino de Dios. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! Otra promesa, la demostración del Espíritu y de poder. ¡Amén! No es con fuerza humana, dice 1 Corintios 2,4, y ni mi palabra, ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y del poder. ¡Amén! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! El apóstol Pablo tenía bien en claro que el Evangelio se predicaba con el respaldo del Espíritu Santo. Por eso es increíble cómo uno ve, cómo obra el Espíritu Santo en aquel que suelta la palabra y en aquel que la recibe cuando la obra es del Espíritu, cuando la obra es del Espíritu. Estamos en tiempos muy difíciles. Vuelvo de nuevo a Mateo capítulo 24, cuando Jesús dijo y se van a levantar muchos falsos cristos, muchos. Hay muchas personas que apelan a lo emocional para hablar del reino de Dios. Muchas personas que apelan a la emoción y tratan de llegar con el Evangelio tocando la emoción de las personas. Y uno nota que muchos se acercan a Cristo, pero es algo emocional. Por eso, por supuesto, hay que tener cuidado de aquel que apela a las emociones o por dinero habla, pero solamente es un Evangelio muy barato. Es Evangelio que ofrece cosas buenas nada más. Vení a Cristo y te vas a hacer multimillonario. ¿Quién no va a venir a Cristo así? Mirá cómo está tu alma, lo que está solo, sola y lo que necesitas es, bueno, apelar a eso emocional. No tenemos ninguna necesidad. Lo que el Señor necesita es que prediquemos Su Palabra, el Evangelio, el Evangelio de poder, amén, que transforma vidas, que cambia corazones, que parece que lo que es imposible, aún para profesionales como psiquiatras, psicólogos, puede hacer que por medio del Espíritu Santo esa vida es transformada. Te puede sacar aún de la locura, de la esquizofrenia, de la depresión. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! Por eso es ahí donde uno tiene que saber, como el apóstol Pablo, que cuando predicamos el Evangelio, predicamos un Evangelio de poder. Por lo tanto, aunque cuando estés hablando del Reino de Dios, cuando estés hablando de Dios, estás delante de alguien que es muy sabio, entendido de la vida, que tiene muchos recursos, que es una persona importante, inclusive vos delante de esas personas decir, ¿qué hago yo acá hablando? No tenés que tener ningún temor, porque Jesús aún en esas situaciones, les habló a sus discípulos, y este mensaje es para toda la Iglesia, les dijo, en momentos en que estés delante de gobernantes, personas importantes, personas de poder, le dijo, no tengas miedo que tengas miedo. La misma presión que sentiríamos cualquiera de nosotros. No tengas miedo, porque el Espíritu va a poner palabras en tu boca, para que hables de mí, para que hables del Reino. Por lo tanto, no tengas ningún temor cuando hablas del Señor. No tengas ningún temor cuando hablas de Cristo, porque el Espíritu Santo te va a dar esa capacidad. ¡Aleluya! Él pone palabras. No vas a predicar y no vas a servir a Dios con humana sabiduría, con palabras persuasivas. Es más, no te metas en ese terreno de querer convencer a alguien con tus palabras. Vos habla de lo que el Señor hizo en tu vida, de lo que Cristo tiene la capacidad de hacer por su poder. Habla del poder de Dios. No es cuestión de convencer a nadie, ni hablar con palabras persuasivas sino simplemente hablar del Reino de los Cielos. Palabras simples, pero muy poderosas, porque cuentan con el respaldo de Dios. El Señor hace mirarnos. El Señor hace mirarnos. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Vamos, otra palabra, otra promesa. Vivir en el Espíritu y ser guiados por Él. ¿Cuántos quieren esta promesa para sus vidas? Toda la iglesia. Queremos vivir de esta manera. Y esto es para todos. Esto es para todos. Es una promesa de Dios. Gálatas, capítulo 5, versículo 25, dice Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida. ¿Amén? ¡Gloria a Dios! ¡Sí, Señor! Creado con la versión gratuita para la juventud no comercial. Esto es lo que quiere el Espíritu Santo hacer en nosotros. Que en cada aspecto de nuestra vida contemos con su guía. Por eso, si cada mañana que salís al ruedo a afrontar ese desafío de vivir, esas luchas que tengas en la vida, decisiones que tienes que tomar, decir, Espíritu Santo, no tienes que estar orando tres horas a la mañana, no te pongas de esa carga. Si podés hacerlo, ¡gloria a Dios! Si podés levantarte a las tres de la mañana para orar hasta las siete y salir. Pero también, si simplemente, cuando te sentás a tomar un mate, un café, decir, Espíritu Santo, guíame en este día. Guíame, guíame. Si tenés que tomar alguna decisión muy importante, firmar un contrato, hacer un recorrido por el mundo, una decisión que determina muchas cosas y eso te causa cierta carga, no te olvides de decirle al Espíritu Santo, Espíritu Santo, guíame. Guíame antes de firmar. Mostrame si hay algo que no está bien, mostrame, mostrame. Guíame. Guíame antes de decir alguna palabra, de comprometer mi palabra, de hacer alguna alianza en algún contrato con algo o con alguien que quizás no está dentro de tu voluntad, guíame. ¿Y saben qué va a hacer el Espíritu Santo? Te va a guiar, te va a guiar, porque es una promesa del Señor. En cada aspecto de nuestras vidas el Espíritu Santo te quiere guiar, te quiere guiar. No es solamente que el Espíritu Santo nos guía en temas eclesiásticos, acá en la iglesia, y nos guía a cantar una canción, nos guía a hablar algo de una palabra, no. El Espíritu Santo, ¿qué nos dice esta palabra? Que nos guía a evitar esto de nuestras vidas. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Él te quiere guiar para que cuando das una palabra y hablas del reino, Él te va a guiar y Él te va a ayudar a que prediques y hables de su reino, porque es algo que le interesa. Pero también, fíjese este detalle, Él te va a guiar cuando tenés que comprarte un auto. Él te va a guiar cuando tenés que hacer un trámite. Él te quiere guiar en ese aspecto de tu vida. Él ahí es donde es nuestra guía también. No solamente en temas en que le estamos sirviendo, sino también Él entiende que necesitamos su guía en cada aspecto de nuestras vidas. Si mañana necesitas la guía para algo, El Espíritu Santo lo quiere hacer. En cada aspecto de tu vida. ¡Gloria a Dios! Tomate el tiempo de decirle, Señor, te doy lugar. Sos como mi socio, porque en cada aspecto de mi vida cuento con tu ayuda. Otra palabra, ¡Gloria a Dios! ¡Sí, Señor! Guiados a una vida en lo sobrenatural. ¡Amén! Romanos 15.19 dice, Los gentiles se convencieron por el poder de señales milagrosas y maravillas, y por el poder del Espíritu de Dios. ¡Amén! Así vamos a hablar del reino de los cielos. Por eso el apóstol Pablo dijo, No me avergüenzo del Evangelio que predico, porque el Evangelio es poder de Dios. El Evangelio es poder de Dios. Si no tenés palabras para hablarle a alguien de Cristo, solamente decirle, acercate al Señor y vas a experimentar un milagro. Vas a experimentar, porque el Evangelio es poder. El Evangelio es poder. Cuando ves que tenés alguna limitación personal, solamente habla de lo que Dios puede hacer. No es tu problema. Dios se va a encargar de la manifestación de su poder. ¡Amén! El Evangelio es poder. ¿Y quién se va a encargar de esto? ¡El Espíritu Santo! ¡El Espíritu Santo! Vamos a otra palabra. Felipe. Felipe es guiado por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo. Este hombre de Dios, el capítulo 8 de Hechos, les invito a que lo puedan leer con más tiempo en una forma completa, van a ver cómo Dios se manifiesta en este hombre. ¿Quién era Felipe? Era un hombre común, como cualquiera de nosotros. Era un hombre que cuando los discípulos empezó la iglesia a crecer, empezaron a tener problemas para inclusive ayudar a los pobres, para servir los alimentos, hacían todo. Entonces eligieron siete diáconos. Ahí comenzaron los diáconos en las congregaciones. Siete diáconos. Dentro de los siete estaba Felipe. También estaba Esteban, que fue el primer mártir. Así que Esteban muere apedreado. ¿Ya? Un diácono pobre usado por Dios. Bueno, fue el primer mártir de la iglesia. Y después, Felipe se lo ve no solamente sirviendo las mesas, sino que el Espíritu Santo había caído sobre él predicando el Evangelio. Y como cuando Esteban fue martirizado, vino una gran persecución sobre la iglesia, que todos los cristianos se dispersaron, y Felipe se fue a la ciudad de Samaria a predicar. Y hubo un gran ayudamiento. Felipe estaba lleno del poder del Espíritu Santo y comenzó a ser usado en su vida en una forma sobrenatural, como cualquiera de nosotros. No solamente este llamado era para los discípulos, sino ahí comenzó a notarse que Dios iba a usar a toda la iglesia. A toda. ¿Por qué? Porque hay una corriente que dice que hubo milagros hasta los discípulos. Hubo predicación hasta los discípulos. La iglesia fue respaldada hasta los discípulos, pero la gran comisión se terminó ahí. Pero lo que vemos aquí es que Dios comenzó a levantar otros hombres que no habían tenido la experiencia de estar con el Señor, de caminar con el Señor, pero Dios los comenzaba a levantar. Como Felipe. Y Felipe comenzó a hacer milagros y trajo un ayudamiento sobre la ciudad. A tal punto que sí tuvieron que venir los discípulos a ayudarle, a afirmar esa cantidad de almas que se estaban convirtiendo, pero Felipe estaba con el poder del Espíritu Santo. Contaba con la guía para servirle en todas las áreas, como va a pasar en tu vida, como pasa ahora en tu vida. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¿Por qué esta promesa es para hoy? El Espíritu Santo quiere guiarte hoy, no en el futuro, no en lo que está por venir. Seguramente el futuro es glorioso en Cristo siempre, pero la bendición de su Espíritu es hoy, como le pasó a Felipe. Hoy, en el presente, lo empezó a usar. En el presente, en el andar como cristiano, Dios lo empezó a levantar. Y que sí, él estaba predicando, la historia dice que estaba predicando en Samaria, y vino un ángel y le habló, y le dijo, anda el camino, anda a caminar. Así lo empezó a guiar Dios. Entonces, dejó de predicar en toda la ciudad y se fue al camino. Y cuando iba por el camino, se encontró con un hombre muy importante, era el tesorero de una reina. ¿Ven? Un eunuco. Un eunuco, seguramente sabe lo que era un eunuco en esos tiempos. Bueno, un eunuco que estaba preparado para ser tesorero de la reina de Etiopía, allí a África. Seguramente era una persona muy importante, los tesoreros de una reina eran como mucho más que un ministro de economía hoy de un país. Iría con un carro, seguramente tenía sus guardias. Iba por el camino y era un hombre que venía de adorar a Dios, buscaba a Dios en el templo de Jerusalén. Tenía una necesidad de saber de Dios, como en este momento hay mucha gente en este mundo que está buscando de Dios, está buscando. Por ahí busca en un lugar, en otro, no sabe cuál es la verdad, pero busca. Y a esas personas te va a usar el Espíritu Santo, te va a guiar, como Felipe lo hizo con este hombre, con el etíope, para hablar del reino de los cielos. ¿Ven? ¡Gloria a Dios! El Espíritu Santo le dice a Felipe, a Felipe, acércate y camina junto al carruaje. Así nos guía a Dios. Eso que vas a sentir en tu corazón, acércate y hablale de Dios. Así que Felipe se acerca al carro, el carro iba andando, y mientras andaba el carro, Felipe se acerca, se pone al lado y le habrá dicho, hola, ¿qué tal? ¿Qué está diciendo? Está leyendo el libro de Isaías. Y ahí es donde el Espíritu Santo le dio la sabiduría. ¿Entendés algo de lo que lees? Y el tesorero le dice, una persona preparada, por eso le hablo que necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para entender la palabra, porque el tesorero de un reino no era una persona no preparada, era una persona que tenía conocimiento. ¿Entendés algo? Y le dice el etíope, ¿cómo voy a entender si nadie me explica? Necesitaba la ayuda del Espíritu Santo. Y Felipe se subió al carro y le explicó, estaba leyendo el pasaje de Isaías, donde es una palabra profética, donde habla de lo que Cristo iba a sufrir, la injusticia que iba a sufrir. Y por eso iba a ir a la cruz, pero eso tenía una causa. Entonces, Felipe aprovecha y le habla de Cristo, de Cristo. Hechos capítulo 8, versículo 30, 38, dice, Felipe se acercó corriendo y oyó que el hombre leía el profeta Isaías. Y Felipe le pregunta, ¿entiendes lo que estás leyendo? El hombre contestó, ¿y cómo puedo entenderlo a menos que alguien me explique? Y le rogó a Felipe que subiera al carraje y se sentara junto a él. Esto, hermanos, lo hace sólo el Espíritu Santo. El Espíritu Santo. Preparate, preparate, preparate porque este es el tiempo, esta es la obra que estamos viviendo del Espíritu Santo, de la Iglesia, Dios quiere hacer esta obra. Más de una vez te van a decir, vení, explícame, explícame. Vení, súbite a mi auto, vení a mi casa, tomate un café y explícame esto. Y vamos a tener que tener la confianza que el Espíritu Santo te va a guiar. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¿O qué vas a decir? No, pará, le voy a avisar a mi pastor, le voy a avisar a mi líder de célula, le voy a avisar a alguien que me vea. No, el Espíritu Santo te va a usar. Gente común, gente común, pero en las manos de Dios va a ser una persona poderosa. Entonces, otro pasaje, ¿qué sucede? Dice, entonces, comenzando con esa misma porción de la Escritura, Felipe le habló de la buena noticia acerca de Jesús. Sólo eso, hablale de la obra de Cristo, la obra de Cristo, sólo de Jesús. Para eso estamos, para hablar de Cristo. En Cristo tenemos todas las cosas. Si recibes a alguien a Cristo con la ayuda del Espíritu Santo, con el respaldo del Espíritu Santo, a esa persona le estás dando todo. En Cristo está todo. Si recibe a Cristo lo tiene todo. ¿Tenés a Cristo? ¡Lo tenés todo! ¡Lo tenés todo! ¡Gloria a Dios! Teniendo a Cristo lo tenemos todo. Por eso, buscá primero su reino, lo tenés todo. Buscá a Cristo, compartí a Cristo y le das todo. Al que necesita algo, dándole a Cristo va a tener todo. Su vida va a ser plena y va a estar completa. Desgraciadamente en el Evangelio le hemos agregado tantos accesorios al Evangelio que la gente piensa que tiene que recibir a Cristo y después viene todo lo demás. Pero si tiene a Cristo, si ofrecés a Cristo, le ofrecés toda esa persona, toda la bendición, toda. Su vida va a ser transformada por tener a Cristo. Y es lo que hizo Felipe delante del Etíope, para el Etíope. Otra palabra. Entonces dice, yendo por el camino, llegaron a cierta agua, a un lugar, seguramente sería un lago o algo, y dijo Leonuco, aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo, si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo dijo, creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó a parar el carro y descendieron ambos al agua, Felipe y Leonuco, y le bautizó. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Imaginate! Dios te va a usar, y muchos se van a bautizar por medio de tu palabra. Muchos van a recibir a Jesús por medio de tu mensaje. ¿Por qué? Porque no es mérito tuyo, sino es mérito y obra del Espíritu Santo. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Otra palabra. Y el Espíritu de Dios, porque no termina ahí, fíjate, dice, y cuando salieron, el Espíritu de Dios arrebató a Felipe y lo siguió a predicar a otras ciudades, dice, y cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. Ya es fuerte lo que Dios puede hacer en tu vida. El Leonuco, el Leonuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría. Este hombre fue transformado, plenitud total, plenitud total, se encontró más al norte de la ciudad de Azoto, predicó la buena noticia así en cada pueblo, a lo largo del camino, hasta que llegó a Cesarea. ¡Lo hizo desaparecer! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! Así que con el Espíritu Santo, si dejas que el Espíritu Santo te guíe y te use, ni auto necesitas, ni auto. Por ahí, tu problema es, Señor, dame un auto, necesito arreglarme el auto. Y por ahí orás más por tu auto que por el Espíritu Santo en tu vida. Por ahí es tu problema, se te rompió el auto, necesitas... Con el Espíritu Santo sufres todas las necesidades, no te preocupes tanto. Tené tu auto, cómprate el mejor auto que tengas, de tal forma que tengas lo mejor en todo. Pero la prioridad, la prioridad es que estés lleno de su Espíritu. ¡Gloria a Dios! Esa es la prioridad, llenate de su Espíritu. Este mundo nos lleva a hacer creer que necesitamos estar llenos de cosas materiales, aún en la obra de Dios. Y es verdad que muchas cosas materiales son necesarias y funcionales, pero no es la prioridad. No es la prioridad. Porque uno consiguió en el carro, pero Felipe estaba full, lleno del Espíritu Santo, y lo transportó el Señor y lo llevó a otro lado y se encontró en el norte, de sur al norte, predicando. Predicando en varias ciudades del reino de los cielos. La prioridad de todos nosotros, hermanos, es llenarnos de su Espíritu. ¡Llenarnos! ¡Llenarnos! ¡Llenarnos! ¡Llenarnos! ¡Llenarnos! ¿Qué tenés que hacer? ¿Qué tenés que hacer? Solo creer, creer. Y pero tengo que ayunar mucho, ayuná todo lo que quieras, pero primero cree. Y pero tengo que cambiar mi vida, cambia, pero primero cree. Y pero tengo tal cosa, hasta que no cambie esto, el Espíritu Santo no va a venir, no sé si es así. Cree, creele a la promesa y Él te va a ayudar a que cambies, a que tengas, a que vayas, pero primero llenate de su Espíritu. ¡Llenate de su Espíritu! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! Pero ¿quién llena? ¡Llena a Dios! Y si no te llena, depende de Él, porque le tenés que creer. ¡Creele! ¡Creele! Si tan solo le llenas a todo lo que puede ser ungida con su poder, que puede tener el Espíritu Santo en su vida, lo recibe, lo recibe. Muchos no lo tienen porque no le creen, no tienen fe en esa área. Y ¿por qué no tienen fe? Porque tienen un montón de incertidumbres, de dudas de que ¿por qué no lo tienen? Y tan solo hay que creer, porque no es con fuerza humana, no es con capacidad humana, es solamente creerle a Dios a esta promesa. ¡Aleluya! ¡Creele! ¡Gloria a Dios! Vamos a soltar una palabra en esta mañana, una palabra. Vamos a declarar que en este día abrimos nuestro corazón, nuestra mente y espíritu para oír la voz del Espíritu Santo y ser guiados en todo lo que emprendamos. ¿Cuántos se toman de esta declaración? ¿Cuántos creen? En todo lo que emprendas, tenés que decir, yo declaro que voy a ser guiado por el Espíritu Santo. El Señor me va a guiar. Andar y vivir con esta confianza. No te dejes llevar por la incertidumbre de este mundo, sino cree que el Espíritu Santo te va a guiar. Amén. Soltamos esta palabra todos juntos, en el nombre de Jesús declaramos que en este día abrimos nuestro corazón, nuestra mente y espíritu para oír la voz del Espíritu Santo y ser guiados por Él en todo lo que emprendamos. Lo recibimos. Amén. Así será. Así es. Así será. Así es. ¡Gloria a Dios! ¡Sí, Señor! Siempre con fe, con la guía del Señor. Vamos a levantar nuestras manos, vamos a adorar a Dios y agradecemos a todos los que nos han acompañado en las redes. Nos vemos en la próxima reunión.