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Palabra de vida hoy, lunes de la decimotercera semana, fiesta de santo Tomás apóstol, al pan por la palabra. Aunque por una mirada mundana muchas veces se conciba así, la iglesia no se puede parecer en lo más mínimo a la pirámide social feudal o al organigrama de una empresa, salvo que esa pirámide se ponga del cabez. De la Carta a los Efesios Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado y se va levantando. Por cómo se ha posicionado el Hijo de Dios entre nosotros, desde su encarnación y hasta su muerte, en la Iglesia de Cristo los que son tenidos por más importantes deben estar más abajo, pues están en función de todos y han de servir a todos. En el punto más bajo se encuentra Aquel que por todos más se abajó, hasta la muerte y una muerte de Cuth, empobreciéndose hasta el extremo para enriquecernos con su pobreza, y así darnos ejemplo a todos de cómo y desde dónde se vive el lavatorio de los pies, icono y logotipo de la vida desde la Eucaristía, ejemplo para que vivamos el mandamiento del amor. Aquí arranca la dinámica evangelizadora que debe impulsar a la Iglesia entera desde cada bautizado. El Salmo responsorial, ida al mundo entero y proclamad el Evangelio. Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. Quien tiene una buena noticia busca el mejor modo de expresarla para poderla compartir, porque dándola a conocer se multiplica la alegría. Quien conoce a Jesucristo y su Evangelio debe tratar de celebrar esa vida nueva que le confiere tal conocimiento y compartir esa celebración y su misma vida del modo más conforme posible con el mensaje. Cuando nos dejamos contaminar por arribismo, afán de protagonismo o de poder, así como de un cierto e incomprensible sentido de superioridad, estamos haciendo estéril el Evangelio del Señor y mucho más nuestro anuncio y nuestra vida cristiana. Señor mío y Dios mío, como santo Tomás atrevámonos a reconocer nuestra cerrazón de conciencia, dureza de corazón o actitudes mundanas para poder corregir nuestro desvarío y prestar a Dios la adoración y el servicio que espera de nosotros para gloria Suya y bien de la entera humanidad, empezando por cada prójimo concreto en el que buscar para aclamar como santo Tomás la presencia viva y ciertísima más misteriosa del Resucitado. Paz y bien os saludan vuestros hermanos franciscanos desde Toledo. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org ¡Gracias por ver el vídeo!