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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
Today's Word of Life is about St. Maximilian Maria Kolbe, a Franciscan who was devoted to the Immaculate Conception. He was captured by the Nazis and offered his life in exchange for another prisoner's. We may not have to make such extreme sacrifices, but we are called to save the lives of those closest to us. This can be done through fraternal correction, which is rooted in forgiveness and love for God. We must intervene for the good of others, not because we think we are better, but because they are important to God and to us. However, it can be difficult to accept or give correction due to our own self-love and fear of rejection. We must overcome these resistances for the sake of God's love. The Franciscans from Toledo send their love and peace. Palabra de vida hoy, lunes décimo noveno del tiempo ordinario, fiesta de San Maximiliano María Colbe, franciscano. Al pan por la palabra. Maximiliano María Colbe fue un franciscano conventual, apóstol infatigable de la devoción a la Inmaculada en Europa Central y Japón. Apresado por los nazis en Auschwitz, cuando iban a ser ejecutados diez presos por causa de una fuga, Maximiliano María se cambió por uno de los condenados para morir en lugar de aquel esposo y padre de familia. El amor a Cristo y a su Madre bendita humanizó a Maximiliano hasta el punto de llegar a ser hombre como lo fue el Hijo de Dios en la entrega de sí por otro hasta la muerte. Seguramente nosotros no tengamos que llegar a una imitación de Cristo tan extrema, ni podremos salvar de la muerte a un semejante, pero quizás sí estamos llamados a salvar la vida de algunos de los más cercanos. Hemos escuchado recientemente los evangelios de la corrección fraterna y del mandato de perdonarlo todo a todos y siempre. Y es esa corrección fraterna levantada sobre el pilar del perdón, el fin y la consecuencia del amor a Dios dirigido hacia el hermano, a quien debemos dañarse por una actitud o por un comportamiento negativo, pecaminoso o por unas compañías que le inducen a ello. Por amor a ese hermano hemos de intervenir por su bien, no porque nos creemos mejores o más inteligentes sino porque esa persona es importante para Dios y para nosotros mismos. Por eso le lanzamos el salvavidas de una corrección hecha desde la oración, la prudencia y la reflexión. Nos cuesta tanto aceptar una corrección cuando la relación previa no es profunda ni auténtica, cuando la otra persona no se ha ganado un lugar en nuestro corazón ni tenemos demasiado claro que siempre viene por nuestro bien. Nos cuesta tanto corregir a otros porque el amor a uno mismo es mayor que el amor a ellos y arriesgarnos al rechazo y a la crítica nos sale demasiado caro. No nos da cuenta corregir a alguien por su bien si nos cuesta algo del nuestro por exponernos al rechazo o quedar expuesta a nuestra propia reprochabilidad. Si somos capaces de identificar nuestras resistencias a la hora de corregir o aceptar la corrección, seremos capaces de superar dichas resistencias por amor de Dios y de Su Madre Inmaculada. Con afecto de hermanos, vuestros franciscanos desde Toledo, os abrazan con la paz y el bien.