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VIERNES 22 DIC  FERIA MAYOR DE ADVIENTO

VIERNES 22 DIC FERIA MAYOR DE ADVIENTO

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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Today's word of life focuses on the importance of motherhood and the sacredness of life. In our society, being a mother is often penalized, with challenges in balancing career and family. However, children are a great blessing and hope for society. In Israel, motherhood was seen as crucial for personal fulfillment and contributing to the nation's hope for the Messiah. The readings highlight the joy and devotion of mothers like Hannah and Mary, who dedicated themselves to raising their children as an act of worship to God. This perception of motherhood as sacred emphasizes the importance of recognizing the sanctity of human life and the family. In a time where the family and unborn children face many challenges and attacks, it is crucial to reject a culture of death and instead show devotion and gratitude towards mothers, families, and children. By upholding the sacredness of life and family, we can create a hopeful and joyful future for all. Palabra de vida hoy, viernes veintidĂ³s, feria mayor de adviento. Al pan por la palabra. Del cantar de los cantares, levĂ¡ntate amada mĂ­a, hermosa mĂ­a, ven a mĂ­. Paloma mĂ­a, que han idose en los huecos de la peña en las grietas del barranco, dĂ©jame ver tu figura, dĂ©jame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz y es hermosa tu figura. Del Evangelio segĂºn San Lucas, bendita tĂº entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, ¿quiĂ©n soy yo para que me visite la madre de mi Señor? MarĂ­a dijo, proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espĂ­ritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillaciĂ³n de su esclava. Hoy, en nuestra sociedad, ser madre estĂ¡ penalizado. AdemĂ¡s de las dificultades laborales que encuentra ella y su familia para conciliar el desarrollo profesional de la mujer con el deseo de la pareja de hacer fecundo su vĂ­nculo de amor a travĂ©s de los hijos, la propaganda oficial condiciona notablemente la conciencia de que los hijos son un bien social que aunque no vengan con un pan debajo del brazo, siempre son lo mĂ¡s grande y mejor con que el amor de quienes han hecho de dos vidas una sola, pueden ofrecer esperanza a toda la sociedad. La maternidad era tenida en Israel no solamente como un importante elemento para la realizaciĂ³n personal de la mujer, sino como su contribuciĂ³n para mantener la fortaleza y la esperanza mesiĂ¡nica del pueblo, ya que su hijo podĂ­a jugar un importante papel en el cumplimiento de las promesas de Dios o incluso llegar a ser el MesĂ­as. La mujer casada sin hijos planteaba preguntas a sus vecinos, asĂ­ como la mujer estĂ©ril, aparecĂ­a casi como una maldita, humillada ante sus paisanos por su infecundidad. En este contexto podemos comprender el gozo religioso de Ana, la madre de Samuel en la primera lectura, asĂ­ como las emociones que rodeaban la proclamaciĂ³n del MagnĂ­fico tanto por parte de la anciana Isabel, en avanzado estado de gestaciĂ³n a pesar de su edad, como de su joven y virginal prima, MarĂ­a, con el Redentor de los hombres ya palpitando en su sed. QuizĂ¡ el mensaje mĂ¡s importante de las lecturas de hoy consiste en percibir el sentido de pertenencia a Dios de las madres respecto de sĂ­ mismas tanto como respecto de sus hijos. En el caso de Ana y de MarĂ­a, asĂ­ como en otras muchas mujeres del Antiguo Testamento, vemos como esa pertenencia configuraba la dedicaciĂ³n al Hijo y la educaciĂ³n con que se le ayudaba a crecer, pues ambas cosas eran un acto religioso, una ofrenda de culto al Dios del Cielo, que habĂ­a hecho aparecer en su vientre esa nueva vida que le pertenecĂ­a primero siente a Él. Esta percepciĂ³n de la fuente de la vida ponĂ­a de manifiesto la sacralidad de la maternidad, asĂ­ como la de ese niño, que desde el vientre materno ya apuntaba a Dios como patria y destino. Celebrar la Nochebuena, la Navidad y el Domingo de la Sagrada Familia con tanta proximidad es todo un mensaje que nos da la liturgia, para que reconozcamos cuĂ¡n importante es reconocer la sacralidad de la vida humana y la de la familia, en la que Dios, no la ciencia en sus laboratorios, crea toda nueva vida, para una Ă©poca como la nuestra en la que la familia, la maternidad y la vida misma de los aĂºn no nacidos sufren tantos ataques y formas de penalizaciĂ³n. Que al menos en nuestra conciencia y militancia cristianas no haya lugar para la cultura de la muerte y del descarte, sino para la devociĂ³n y la gratitud hacia las madres, hacia las familias y los hijos con que se alimenta la esperanza y la alegrĂ­a, para bien de todo bien nacido y de la entera sociedad, que gracias a la familia, tal y como Dios la concibe, puede tener un futuro. Paz y bien para todos, para que asĂ­ podamos tener y propiciar para otros, una feliz y fecunda Navidad.

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