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The speaker starts by greeting the audience and expressing gratitude to God. They talk about the importance of understanding the supremacy of the Son of God and how it is difficult to explain the gospel to someone with a natural mind. They mention that Jesus' miracles were temporary, but when he is revealed to us, it is eternal. The speaker emphasizes the importance of having a personal revelation of Jesus and how he is the bread of life. They encourage the audience to feed on the word of God to stimulate their faith and gain spiritual wisdom and understanding. The speaker uses the example of how the stomach can only work with the food we provide it to emphasize the importance of feeding on the word of God. They end by mentioning the importance of leaving a spiritual inheritance for future generations. ¿Cómo están ustedes? ¿Cuántos tienen razones para darle gracias a Dios? Vamos a darle un aplauso al señor y vamos a levantar nuestras manos vamos a decirle señor en esta tierra de nuestro corazón para que la siembres con tu palabra señor yo sé que mi mente natural le cuesta creerse pero tu espíritu me ayuda ayúdame a oír desde el espíritu y no desde mis orejas solamente para que tu espíritu le dé vida a todo lo que yo oigo en el nombre de Cristo ¿Qué es lo que la iglesia dice? Amén. Amén. Gloria a Dios. ¿Hay alguien nuevo que nos visite por primera vez hoy aquí? Aquí allá hay una persona. Oh, qué bueno. Tres Minerva. Minerva es de la casa también. Extendemos nuestras manos hacia ellos y le decimos que sean bienvenidos en siempre, siempre, siempre. Dele un aplauso a Dios. en esta mañana, en esta hermosa mañana Bueno, ya estamos transmitiendo también, no, aún en esta hermosa y oportuna mañana quiero compartir una supremacía del hijo, la supremacía del hijo de Dios. Ah, cuando uno escucha la palabra supremacía estamos hablando de una idea que es el más alto, el más poderoso, el más importante superior y estar en la posición más elevada. Por eso hoy quiero que conozcamos la supremacía del hijo de Dios. Póngale cuidado. Míreme, míreme a mí, y los hermanos están trabajando, pero usted présteme atención aquí, mire. ¿Cómo le explicaría a usted a un ciego de nacimiento? ¿Cómo le explicarías a un ciego de nacimiento cómo es el color rojo? Piense, piense un poquito. ¿Cómo usted le explicaría a un ciego de nacimiento cómo es el color rojo? Si él nunca ha visto colores, si él no tiene en su mente registrado ningún color. ¿Verdad o alguien tiene solución? Si alguien tiene una solución, me dice y nos sacamos un selfie con él. Pero es que es difícil explicarle a un ciego, una persona que nunca ha visto cómo es el color rojo. Eres impotente, no importa cómo te esfuerces, no puedes, porque esa persona nunca ha visto y no tiene ni la más mínima idea de qué es un color. Amados, así es explicar el evangelio a la mente natural del hombre. No tiene sentido, por mucho que te esfuerces, la mente racional no tiene la capacidad de entender las cosas de Dios. Dios dice en su palabra que el hombre natural llega a una conclusión, esto es una locura. La Biblia dice que las cosas del espíritu es locura para el hombre natural, porque se tiene que discernir espiritualmente. Por eso yo te digo, no te puedes sentar a escuchar lo que Dios te va a hablar hoy desde la mente natural, sino que levantemos nuestras manos y digamos, el Espíritu Santo, ayúdame a entender lo que vas a hablarme, porque no tengo la capacidad de entenderte, solo tú puedes darme esa capacidad. Amén. Amén, amén. Gloria a Dios. Quiero que en multimedia me ayuden con Éxodo capítulo tres, versículo once. Cuando quiero hablar de la supremacía del Hijo de Dios, es que la Biblia dice que Dios todo lo encerró en su Hijo, todo lo encerró en el Hijo, ¿ok? No dejó fuera nada fuera de él. O sea, redujo toda su sabiduría, cuando dijo redujo, es depositó toda su sabiduría, su gloria, su gracia, su poder en su Hijo, ¿ok? El apóstol Juan dice, él es el verdadero Dios y la vida eterna. Ahora, ¿qué ocurre? Que cuando Dios fue a sacar al pueblo de Egipto, cuando eran esclavos, ¿verdad? Dios se le apareció a un hombre llamado Moisés y a Moisés le dijo irás y le dirás a los hijos de Israel y al faraón que yo te envío a ser los libres, a que salgan. Y Moisés le pregunta, ah, pero si ellos me preguntan, porque todos los dioses tienen un nombre, ¿no? Está el dios del mar, el dios de la luna, el dios de las estrellas, el de la fertilidad, y si me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué les digo? Y él les dijo, dile que yo soy te envía, que yo soy es quien te envía. Ya, pero eso de yo soy, o sea, que tú eres quién, no, no, así, dile solo eso, yo soy. Entonces, es ahí donde la mente natural se bloquea, yo soy. Ajá, entonces él le dice, o sea, me presento ahí, digo yo soy, me envío a vosotros. Sí, así como te estoy diciendo. Tú vas ahí y le vas a decir, mira, yo soy, me han enviado a ustedes. Y entonces, la mente de Moisés empieza a tener un conflicto. Pues tú no vas a decir, bueno, yo soy quién, yo soy el presidente, yo soy algo más, porque entre los hombres, pero para Dios, la palabra yo soy, habla de una existencia en sí mismo. Yo soy significa que no, nadie lo creó, que nadie lo sustenta, que él no necesita de nada para existir, que él es, que él es intrínsecamente, él es, esa es la preexistencia de Dios. Y eso es lo que hoy quiero que podamos comprender, amados, cuando se nos revela a nosotros el Hijo de Dios, nuestras vidas nunca van a cambiar por un acto de conciencia. Cuando digo cambiar es para agradar a Dios, no podemos agradar a Dios por la voluntad de nosotros. Agradamos a Dios cuando su Hijo es revelado en nosotros. ¿Cuántos dicen amén? Miren, Jesús sanó a muchos enfermos y al final se volvieron a enfermar y se murieron. Jesús resucitó a Lázaro, pero al final, ¿qué pasó con Lázaro? Se volvió a morir. Jesús multiplicó panes y peces. Jesús sanó paralíticos, perdonó pecados, sanó, pero al final la gente moría al final del todo. Pero después que él pasó por la cruz, comenzó a revelarse a los hombres. Y no es igual que él te sane un pie, te enderece un pie o te sane a tu hijo, a que él se revele a ti. Porque tu hijo él te lo sana, pero al final de algo se tendrá que morir, aunque sea de 110 años se tendrá que morir, ¿no? Pero cuando él se revela a nosotros, hermanos, estamos hablando de algo eterno. Eterno. ¿Amén? Eterno es que el tiempo nunca lo podrá afectar. Y usted dice, bueno, pastor, pero yo me muero. Pero queda una descendencia para tus hijos. Queda una herencia espiritual para tus hijos, para tus nietos. Ellos heredaron, nosotros, ¿cuántos heredaron el pecado de Adán? Todo el que nace, por eso los bebés uno no les tiene que enseñar a no morder. Ellos muerden ya pequeñitos y de tres meses manipulan ya. ¿Claro? El llora de mentira para que se lo carguen. Esa es la naturaleza del engaño que hay en nosotros. Nosotros lo que tenemos que entrenar a los hijos es en la verdad. ¿Alguien dice amén? Y eso es lo que hoy quiero compartir con ustedes, amados. Cuando esta vida se revela a nosotros, la vida, ya usted no tiene una verdad en su vida, la verdad lo tiene usted. ¿Cuántos quieren llegar a ese punto? Cuando tú tienes una verdad, tú puedes dudar, pero cuando la verdad te tiene a ti, es imposible, ya no puedes volver atrás. Aunque quieras, aunque quieras renunciar, no puedes. Y eso es lo que hoy quiero compartir con ustedes, amados. Que esta vida se nos revele en el nombre de Jesucristo. ¡Jaleluya! Éxodo 3.11, ¿lo tenemos? Vamos a leer. Éxodo 3.11, vamos a leer. Entonces Moisés respondió a Dios, ¿quién soy yo para que vaya Faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y Él respondió, ve, porque yo estaré contigo y esto te será por señal de que yo te he enviado. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Dijo Moisés, adiós, sea aquí que llego yo a los hijos de Israel y les digo, ajá, el Dios de vuestros padres me envió a vosotros. Y si ellos me preguntarán cuál es su nombre, ¿qué les respondo? Pues Dios dijo, yo soy el que soy. Y dijo, así dirás a los hijos de Israel, yo soy, me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés, así dirás a los hijos de Israel, Jehová el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob me han enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre. Con él se me recordará por todos los siglos. ¿Cuál es su nombre? Y los que no participaron, ¿cuál es su nombre? Aleluya. Y uno dice, ajá, pastor, pero yo soy ¿qué más? Yo soy Ramón, yo soy Pedro. No, no, yo soy. Yo soy es que existe en sí mismo. Yo soy es que no necesita nada para ser. Él es quien es. Jesús siempre que hacía un milagro le decía a los discípulos, por favor no vayan a decir que yo hice esto, por favor. Parecía una cosa un poco confuso porque se supone que se quería dar a conocer, pero es que él no quería que le conocieran por información, sino por revelación. No era que le dijeran allá está el Cristo, ¿por dónde? ¿Cómo es? ¿Dónde está? ¿Cómo se viste? No, sino que tuvieran revelación. Amados, Juan capítulo 5, Juan, el evangelio de Juan, capítulo 6, versículo 35, Jesús dijo yo soy el pan de vida. A veces, sigue llamando, Jesús dijo siete veces yo soy. Siete significa perfección, siete significa plenitud. Y él dijo yo soy el pan de vida. ¿Sabe qué significa eso? Yo soy el que alimento tu realidad en Cristo. Yo soy el pan del que van a comer tus hijos. Yo soy el pan que va a saciar y que va a fortalecer la fe. Cuando uno come arepa o come bandeja paisa, por cierto, íbamos a comer sancocho colombiano, ¿verdad? ¡Wow! Uno se alegra, ¡wow! ¡Bien! Y el cuerpo se fortalece, pero cuando el Señor dice yo soy el pan de vida y tú comes la palabra de Dios, se alimenta tu fe, creces en sabiduría, creces en efectividad, tu vida es más efectiva cuando comes a Cristo. Hermanos, cuando, pongan atención, cuando uno come de la mente humana, de la mente, de la lógica solamente, el hombre natural se siente invencible en el ámbito de la razón, pero el hombre espiritual fluye en la sabiduría espiritual, en la ciencia, en el discernimiento, en la revelación. ¿Cuántos quieren que sus hijos reciban revelación? ¿Cuántos hijos, cuántos quieren que sus hijos tengan inteligencia espiritual? ¿Cuántos quieren dejar que sus hijos y sus descendencias tengan iluminados el entendimiento? Para eso nosotros tenemos que comer la palabra, para que se estimule nuestra fe. Pónganle cuidado a esto, ayer lo hablábamos en la escuela de liderazgo. Hermanos, el estómago de usted no tiene la capacidad de producir nada, él sólo trabaja con lo que tú le provees. Si usted le mete unos brócolis con aceite de oliva y algunos vegetales y un pescadito con ajo a la plancha, le va a dar hambre. Entonces el estómago trabaja siempre lo que tú le provees. Entonces él te recompensa y te da salud, vitalidad, una piel más bonita, te ves más guapa, porque él lo que hace es trabajar con lo que tú le provees. ¿Sí o no? Él no puede darte, como él sólo procesa, no puede hacer, le das comida correcta. Ahora, la mente, diga conmigo, la comida de la mente es la información. Lo que tú le metas a la mente, lo que tú oigas, lo que tú lees, lo que tú escuchas, lo que tú te informas, esa es la comida de la mente y la mente con la comida que tú le das, ella saca conclusiones, ella estimula tu fe, ella te da seguridad, ella provee paz. Cuando tú comes la palabra, cuando tú te expones en estos escenarios, le estás dando comida a tu mente y ella te da seguridad y el temor se debilita. Ella te da paz y la ansiedad se va. Ella te da seguridad, firmeza, fortalece tu identidad por medio de la comida, de la información, de lo que tú oyes. ¿Usted es consciente que está en un banquete? Por eso el Señor dijo, yo soy el pan de vida. Aplauda esa verdad, yo soy el pan de vida. ¡Aleluya! Yo puedo. ¿De dónde salen los pensamientos? Porque no he cotizado los años de... ¿De dónde sale? Porque usted ve las noticias. Las pensiones. Cada vez hay que trabajar más, cobraremos menos. No se sabe qué va a pasar de la generación y tal. Y uno se pone a escuchar eso, esa es la comida de la mente y después la mente trabaja con esa información, produciendo temor, ansiedad y nos comemos las uñas. ¿Por qué nos comemos las uñas? Por lo que comemos, en la información. Cuando el hombre se escucha a sí mismo, siempre tiene placer. Escuche esto, cuando el hombre se escucha a sí mismo, siempre tiene placer, porque todos los caminos del hombre son rectos, cuando los juzga él mismo. Dice, guau, soy una máquina. Este tipo de máquinas nace cada 500 años y mi familia tiene la suerte que coincidió conmigo en la historia. Así llegamos a las conclusiones. Pero cuando uno escucha la sabiduría de Dios, dice, guau, cuánto me falta a mí. Guau, Dios es sabio. Amados, lo que oímos es con lo que va a trabajar nuestra mente. Si a nosotros nos dan un diagnóstico y esa palabra se suma a mi interior, empiezo a verme cada vez más débil, cada vez peor. Pero si yo escucho, yo soy tu sanador. Yo envié a mi hijo a la cruz para sanarte. Yo soy el que te cuida. Tu seguridad proviene de mí. Entonces esa comida, ¿qué produce en nosotros? Cuando uno escucha, hermano, los sentidos de los hombres son muy extraños. Si uno va a darle algo a alguien, es evidente que si tú tienes 100 y das 50, tienes menos. La mente dice, tienes menos. 50 es menos que 100. Pero el Señor dice, has sembrado. Y cuando tú siembras, hay una cosecha. ¿A quién vamos a oír? Por eso Él dijo, yo soy el pan de vida. Dígale al que está a su lado, Dios está estimulando tu fe por medio de la palabra. ¡Aleluya! Juan 8, 12. Juan 8, 12. Otro yo soy. Aquí Jesús dijo, yo soy la luz del mundo. Diga conmigo, si Él es la luz, el que anda fuera de Él está en tinieblas. Claro, yo soy la luz del mundo. La luz, hermano, refleja al entendimiento, al conocimiento, al que pase en nosotros, la luz. Imagínate cómo sería este salón si se apagaran todas las luces y no hay nada, no hay nada, que tú no veas nada. Póngale cuidado a esto. Yo lo he explicado en otras oportunidades a la iglesia. Hermano, los ojos de nosotros, póngale cuidado, los ojos tuyos no tienen la capacidad de ver por sí solos. Los ojos son un órgano pero que no tienen la capacidad de ver por sí solos. Por eso cuando todo se apaga tú tienes los ojos pero no ves. Esa luz se refleja en el iris y te da una imagen. Pero si apagamos todas las luces tú sigues teniendo los ojos pero no ves porque falta, ¿qué falta? La luz. La luna, la luna es una roca grande, una piedra, no tiene luz, no tiene luz propia. El reflejo del sol cuando está de este lado se proyecta en la roca y hace un efecto espejo. Entonces la luz del sol pega en la roca para alumbrar la otra parte del mundo donde no puede, donde es de noche. Así somos nosotros como la luna que brillamos pero no es una luz propia, es la luz de Cristo en nosotros. ¡Jaleluya! Ahora, ahora, la luna regula, regula las mareas del mar, regula las cosechas, regula, ¿qué más? Los tiempos donde se poda un árbol por medio de esa luz tiene influencia y afecta el comportamiento de las personas, ¿se acuerda de esa palabra los lunáticos? ¿O no ha escuchado usted, no le vayas a cortar el pelo a la niña que la luna está? Hay una, un tiempo donde la luna favorece. Entonces cuando Jesús dice yo soy la luz del mundo, hermano, es yo soy el que alumbra tus ojos para que veas. Si yo soy la luz del mundo, ¿verdad? Y yo no estoy en ti, tú eres ciego, crees que ves, pero no ves. Y siempre nos dijeron un refrán, ¿no hay peor ciego? El que no quiere ver, pero yo le voy a enseñar uno mejor que ese. No hay peor ciego que el que cree que ve. Ese es peor todavía, porque él cree que ve. Y uno corrige un problema es cuando reconoce que hay un problema, si no reconoce, ¿cómo vas a corregir si no tienes ningún problema? Entonces, Él dijo yo soy luz del mundo, el que en mí anda, no anda en tiniebla, jamás. Nosotros como papás o futuros papás o abuelos, tenemos que trabajar para que nuestros hijos anden en la luz. ¿Cuántos son hijos de luz? Usted sabe que Dios, diga conmigo, Dios es el padre de las luces. Hermano, el que no está en Cristo es como un ciego, tiene ojos, pero no ve. ¿Se siente privilegiado de estar aquí oyendo esta palabra hoy? Apláudale al Señor y diga, gracias Señor por lo que Tú me hablas. Juan 10. Aleluya. Juan capítulo 10, Jesús dijo, en el versículo 7, dijo, yo soy la puerta de las ovejas. ¿Cuántos van, cuántos yo soy van? Número uno, se gana un pollo, un sancocho, a ver, número uno, yo soy el pan de vida, yo soy la luz del mundo, yo soy la puerta de las ovejas. Luego paga y le retira el sancocho. Ok, yo soy la puerta de las ovejas. Volvió pues Jesús a decirle, de cierto, de cierto, de cierto es, no hay duda, no hay margen de discusión, yo soy la puerta de las ovejas. El ocho, todos los que antes de mí vinieron, ¿qué es todos? ¿Alguien sabe qué significa todos? Todos, todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores, pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta, el que por mí entraré serás salvo. Entrará y saldrá y hallará pastos. Yo soy la puerta, ¿sabes qué? Cuando Noé hizo el arca, el arca tenía, ¿cuántas puertas tenía? Una. Y eso era una simbología, era un símbolo de Cristo. Había un juicio sobre toda la tierra y había una sola puerta. El que entre por esa puerta no morirá. Por eso cuando Jesús vino dijo, yo soy la puerta, hermano. El que entra no morirá. Hay un juicio sobre el mundo y el que entra por esa puerta no morirá. Yo soy la puerta significa que el que no entra por él se queda fuera, está fuera. Yo soy el buen pastor, dice el once. Juan 10, 11. Yo soy el buen pastor. ¿Se da cuenta que no dice el pastor bueno, sino el buen pastor? No es lo mismo me río en el baño que me vaya en el río. Claro, yo soy el buen pastor. Cuando un papá, el papá cree que es bueno, le da todo al hijo. Pero el buen padre lo enseña a cuidar y a valorar las cosas. No es lo mismo ser un papá bueno que un buen padre. El papá bueno le da dulces a la hora que quiere para ganárselo. El buen padre le dice, hasta ahora no puedes comer, pues después te pones como una moto en la noche o te van a dañar los dientes. A veces la gente, por eso Jesús dijo, yo soy el buen pastor. El buen pastor corrige. Él tiene la vara y el callado. El callado, el callado es cuando las ovejas se van saliendo, él tiene un callado y se los va poniendo aquí y los vuelve a reconducir. Y si no hace canso, la vara, pum, y vuelve a coger para allá. Tu vara y tu callado me infundirán aliento. Aderezas mesas delante de mí. Cuando dice yo soy el buen pastor, hermano, piensa en esto. Yo sé que tú has escuchado el Salmo 23 muchas veces. Hasta los borrachitos se lo saben. Todo el mundo se lo sabe. Pero una cosa es la escritura y otra cosa es la palabra revelada. Cuando tú ves que él dice, aderezas mesas, ¿cómo hace usted cuando una ensalada está, picó todas las verduras, tú la aderezas? La adereza es la inmersa. Y él, como el buen pastor, adereza mesas para ti delante de tus adversarios, delante de tus enemigos, de tus angustiadores. Él adereza mesas. Cuando tú lo recibes a él como el pastor, él prepara mesas para ti. Punge tu cabeza con aceite. Yo le voy a explicar. Mire, en el monte las ovejas había mucho, en ese tiempo no había para fumigar los bichos que crecen en el monte, ¿verdad? Y entonces el aceite de oliva era como un repelente. A la oveja en todos los orificios de cuerpo, todos es todos, se le untaba aceite de oliva para que hiciera común. Voy a tomar el ejemplo para no ser tan explícito, ¿no? Entonces en la nariz le ungían con aceite de oliva, le ponían hisopo para que los bichos no se metieran. En las orejas le echaban aceite de oliva para que los bichos no se metieran porque hay bichitos en el monte y si se mete, o no sé si alguna persona aquí se le habrá metido algún en el oído, los dolores son horribles, los dolores de oído. Entonces les untaban aceite de oliva, era un trabajo para que fuera de repelente y los animales no se murieran. Y en el espíritu, ¿qué tiene que ver eso? El Señor, la unción, la representa el aceite de oliva, el aceite siempre fue un símbolo de la unción. Y cuando tú estás aquí, Dios está trabajando, ¿verdad? Él unge tus oídos para que no escuches ni al mundo, ni te escuches a ti mismo, ni escuches las fuentes ajenas. Él es el buen pastor, Él es el buen pastor y unge tus oídos. Los hombres y las mujeres, nosotros, las personas, tomamos decisiones en base de lo que oímos. Una persona, una mujer seduce a un hombre o un hombre seduce a una mujer. Pero un día escuché esto y me pareció sabio. A las mujeres, normalmente, les gusta, se les seduce más por lo que se les dice. Por eso los hombres mienten. Como les gusta oír, yo les voy a decir lo que quiere oír. Y la mujer se maquilla porque al hombre le entra todo por los ojos. Entonces los hombres mienten y las mujeres se maquillan. Dios, ¿qué es lo que hace? Unge nuestros oídos. Y unge nuestros ojos con colirio para guardarnos. Porque la Biblia dice que la mujer ajena, cuando uno está con el ajenjo, es dulce. Pero al final es como el ajenjo amargo, te destruye. El buen pastor. Yo soy el buen pastor. Hermanos, qué hermoso es ser pastoreado. Qué hermoso es ser pastoreado. Aleluya. Jehová es mi pastor. Diga conmigo, Jehová es mi pastor. Nada me faltará. En lugares de delicados pastos. No me lleva a comer cualquier cosa. Delicados pastos. Me hará descansar. Confortará mi alma. Me guiará por sendas de justicia, por amor a su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temo. ¿Por qué no temo? Porque él es mi pastor. No temeré. Su vara, acuérdate, su vara es la dirección, perdón, su callado. Su vara y su callado me infunden aliento. Por aquí no. Claro, el callado, pero si no, la vara. Eso es infalible, no falla. Adere esas mesas delante de mí en presencia de mis angustiadores. Unge mi cabeza con aceite. Mi copa, diga conmigo, hay plenitud en Cristo. Sabe que, sabe que es la plenitud. Usted meta un bajo, un vaso debajo del grifo y deje lo que borbollee agua, eso es rebosar. Es borbante. Mi copa está rebosando. Ciertamente es, estoy seguro, que el bien y la misericordia me seguirán todos los días. Diga conmigo y a mis hijos y a mis nietos y a toda mi descendencia será poderosa sobre esta tierra. No tendrán, levanta su mano, levanta su mano. Hermano, levanta tu mano y profetiza sobre tu generación. Diga, no tendrán falta de ningún bien. Caminarán a la luz de Cristo. Él es su Pastor. Él es el pan del que comerán. Él es la luz bajo la que caminarán. Ellos entrarán todos por la puerta, aleluya, y Él será su Pastor. En el nombre de Cristo Jesús. Amén. No podemos decir, bueno, Pastor, para lo que me queda a mí, como dicen aquí, dos telediarios. No, no pensemos solo en nosotros. Eso es miopía. Somos miopes cuando nos vemos a nosotros mismos. Nosotros tenemos que ver. Nancy tiene que ver los nietos de Anastasia. Y dice, Pastor, se pasó. Sí. Los nietos de Anastasia. Pastor, es que tiene trece años, catorce años. Sí, ora por ellos. Ora por ellos porque Abraham, Abraham estuvo con rectitud delante de los ojos de Dios. Y cuando Jacob andaba en sus tramoyas, se los conté el domingo, Dios se le apareció y le dijo, yo soy el Dios de tus padres. Cuántos quieren que Dios se le aparezca a sus nietos y le diga, escúchame, yo soy el Dios de tus padres. Tú todavía no te has enterado, pero por amor a tus padres, por la rectitud que ellos cultivaron, por la justicia en que caminaron, te preservo la vida. Gloria a Dios. Juan once veinticinco dice, yo soy la resurrección y la vida. Otro yo soy. Yo soy la resurrección. ¿Para qué la resurrección? Porque Lázaro resucitó. El ciervo que cayó en los huesos del Liceo resucitó, ¿pero qué? Volvieron a morir, pero Cristo dijo, yo soy la resurrección. O sea, que el que está en él, vive para vida eterna. Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, el que cree en mí, aunque esté muerto. Pastor, ¿qué significa eso? La muerte, la palabra muerte, significa la separación de Dios. Eso es significa muerte. No, no salirte de este estuche de carne y hueso. Hermano, diga conmigo, la ciudadanía mía es celestial, como decía Felicita, buenísimo, una buena alumna. Dios me ha hecho a mí un embajador de su reino en esta tierra y mi carrera durará setenta o ochenta años o noventa o ciento diez, hasta que mastiquemos el agua. Pero eso es fugaz. Mira, si tú pones una cuerda, hago un ejemplo, si tú pones una cuerdita desde aquí hasta Alicante, doscientos kilómetros, solo estos son setenta años, el resto es la vida eterna. Y esa es una forma de ilustrarlo, porque si es eterno no es hasta Alicante. Pablo lo explicó así, le explicó a un romano, le dijo, ¿has navegado alguna vez? Y el hombre militar le dijo, hombre, claro. Si tú vas al mar y coges, porque el militar le decía, pero yo te veo, tú estás en mis manos, yo te puedo bajar la cabeza ahora si quiero. Mira, mírate la ropa, mírate el olor que tiene. Y comes si yo quiero, si no quieres no comes. ¿De qué reino me hablas? Y Pablo le dijo, ¿has navegado alguna vez? Sí, sí. Ok. Cuando tú coges agua en tu mano y la sacas del océano, desde que la sacas se está escurriendo. Esa es la vida del hombre. Desde que nace empieza la cuenta regresiva, se empieza a escurrir. En esta vida es que tú tienes gloria. Yo te estoy hablando del resto del océano. El reino del que yo te hablo es el resto del mar. Tú eres grande aquí con el puñado de agua ese y el reloj está tic-tac, tic-tac. Cuenta regresiva. Eso de que cumplimos un año más, no, tenemos uno menos. Porque tenemos los años contados. Esa es la realidad, al menos la realidad de que nosotros hicimos un año más para celebrar un poquito, para venirnos arriba. Realmente tenemos un tiempo señalado de estar en esta tierra. Ahora yo les hago una pregunta. ¿Cuántos son del cielo? Diga, yo soy de allá. La Biblia dice que mi ciudadanía es celestial. Yo no soy un ser terrenal viviendo una experiencia espiritual. Yo soy un ser espiritual viviendo una experiencia terrenal. Diga, yo soy de arriba. Usted no viene a estos lugares a ganarse un puestecito en el cielo. Esa es la religión la que enseña eso y te amenaza. Si me haces caso te mando para el cielo y si no para el infierno. Pero el reino de Dios no tiene que ver con eso. El reino de Dios viene a afirmar que tu identidad es celestial, que tú estás en esta tierra por una misión como un embajador y que cuando tú cumplas la misión, vuelves a casa. ¡Aleluya! O sea, tú no puedes estar aquí bajo presión. Uy, voy a dar 100 euros porque si no Dios me va a castigar. No, hermano, de por amor, de por convicción, de por compromiso con la obra, pero no por miedo. A Dios no le hace falta que hacemos nada por miedo. Billy Graham, ¿cuántos conocen a Billy Graham? Murió casi de 100 años, un evangelista espectacular, un hombre de Dios que afectó las naciones. Y cuando ya estaba viejito, les dijo escucharéis dentro de poco que Billy Graham ha muerto. No hagáis caso, solo he vuelto a casa. ¿Por qué él sabe que es de allá? Entonces el Señor dijo, yo soy la resurrección y la vida. Hermano, la vida eterna ya la estás viviendo. Gracias por los dos que les cayó el 20. La vida eterna ya la estás viviendo. Cristo es la vida eterna. ¡Gloria a Dios! Pablo dijo, la palabra muerte es separación de Dios. Todo el que no está en Cristo para Dios está muerto. Así es, si él es la vida, la única vida que Dios reconoce es la vida zoé, que es la vida del espíritu. Está tu vida curricular. Mira, yo estudié bachillerato en tal colegio, me gradué, hice tal. Esa es la vida biográfica tuya. Nací en una provincia de Colombia, de España o de Venezuela. A los tantos años hice un doctorado. Esa es tu vida bio, de biografía, ¿verdad? Pero también está tu vida genética. Yo desciendo de esto, esto, esto y le hace un ADN, sí. Pero está la vida espiritual que tú recibiste, se llama zoé. Es la vida de Dios en ti. Y eso es lo único que Dios reconoce como vida. Tu currículum no lo reconoce. ¿Dónde naciste? No lo reconoce. Porque Dios no reconoce las fronteras de los hombres, Dios no las reconoce. Él conoce la tierra, ya. Él no dice a los gringos, americanos, colombianos, ecuatorianos, todo eso son cosas de nosotros, no de Dios. Ahora, cuando uno comprende eso, entonces Dios dice, mía es la tierra. Ahora, Dios, para Dios, el mundo, el mundo es un cementerio grandísimo. Cuando usted va caminando por la plaza del ayuntamiento, para Dios realmente estás caminando entre un cementerio. Y sólo ve vida a lo que tiene su espíritu. Por eso él dijo, yo soy la vida. Porque muerte es separación. Y el hombre separado de Dios está muerto. Pero cuando Pablo entendió la vida, dijo, ¿quién nos separará del amor de Dios? ¿Tribulación? ¿Hambre? ¿Principados? ¿Potestades? ¿Legiones? ¿La vida? ¿La muerte? Estoy seguro que ni lo alto, ni lo profundo, ni principados, ni potestades, ni lo pasado, ni lo porvenir, ni ninguna cosa creada me podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús. ¡Aleluya! Diga, ¡estoy seguro! No, pero, no sea tímido, diga, ¡estoy seguro que nada, ni nadie, podrá separarme del amor de Dios que es en Cristo Jesús! ¡Aleluya! Voy culminando. Juan 14, 6. Él dice, yo soy el camino. No soy, eh, mire, hermano, ahí no dice, yo soy un camino. Antes, ahí no dice, yo soy un camino. Soy el camino. O sea, si él es el camino, el que no está fuera de él está perdido. Yo soy una verdad. ¿Dice yo soy una verdad? ¿Qué dice? La es que no hay otra. Él es la verdad. El que no está en él está bajo el engaño de su percepción, de su sentido. Yo no sé si usted ha visto un cuadro de ilusión óptica. ¿Cuántos han visto? ¿Saben qué es la ilusión óptica? O cuando usted estaba más, bueno, me voy a mentir con el DNI de ustedes, ¿no? Los que estaban más jóvenes, que había unos que venían en los pepitos, que tenían tridimensional, le hacía así, cambiaba la percepción, ¿no? Nancy dice, es verdad, pastor. Es de mi club. Entonces, la vida es cambiante, uno va cambiando, va mirando. Pero él es la verdad. Él es la verdad, él no es una verdad. Si yo le digo a usted, nos vamos a ver el sábado en una casa blanca. Usted dice, pastor, ¿pero adónde? Porque en Altea todas son blancas. Pero si yo le digo a usted, nos vemos en la Casa Blanca. ¿Dónde es? En Washington. Porque le estoy diciendo la Casa Blanca, no una Casa Blanca. Él dijo, yo soy la verdad. No es que hay varias verdades. Como yo le dije a usted, nos vemos en la Casa Blanca. Ya usted sabe que tiene que sacar visa o ir para Washington. Yo soy la verdad y la vida. O sea, yo soy la vida. Es que no está en mí, ¿está acuerdo? Es una cuestión de venir aquí. Por eso, amados, ¿qué vinimos aquí? Bueno, para que Dios me ayude, porque él es la vida, hermano. El que tiene al hijo tiene la vida y el que no tiene al hijo no tiene la vida. Es sencillo. El Señor lo resumió así. El que tiene al hijo tiene la vida. El que no tiene al hijo no tiene la vida. Pónganse sobre sus pies, por favor. Estamos terminando. ¿Se dan cuenta la supremacía del hijo? Ahora vamos a cantar con la hermana Carmen. Cuán grande es él, porque realmente él es el único grande. ¿Todos los demás? Juan 15-1, y concluyo. Juan 15-1, présteme atención. Hermano, ahorita vas a comer espectacular, pero estás comiendo el pan de vida, que es la palabra. Acostúmbrese siempre, como decía la pastora Eyn, que una vez al mes comemos entre la familia de la fe. Usted normalmente come con sus tíos, con su abuela, pero una vez al mes comamos juntos aquí. Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos y en armonía. En la cena familiar uno dice juntos, pero no revueltos. Pero aquí juntos y en armonía. Culmino. Jesús dijo, yo soy la vid verdadera. La vid es la planta de uvas. Yo soy la vid verdadera. Y mi padre es el que la poda, el que la corta. Avanzamos, por favor. Toda rama, pampano, rama, toda rama que en mí no lleva fruto, la quitará. Y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará para que lleve más fruto. Vamos a leer todos juntos esta palabra. Dos, tres. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Póngale cuidado a esto. Dios limpia a la iglesia hablándole. ¿Qué dice ahí? Ya vosotros estáis limpios por la palabra. Anteriormente los que son más tradicionales, cuando la gente se iba de la iglesia, decían Dios está limpiando la iglesia. Se fueron los carnales. Pero no es verdad, hermanos. La iglesia somos nosotros. Si Dios limpia es a las personas por la palabra. Dios no saca a nadie de este lugar, hermano. Dios quiere que tú oigas la palabra. Siempre pongo el ejemplo. Imagínate que Dios se esté limpiando a la iglesia y dice tengo que sacar el orgullo. Y Dios empieza a sacar el orgullo. Y si yo no suelto el orgullo, me voy con él. Dios está sacando el orgullo. Y como está sacando y yo no lo suelto, me voy con él. Pero Dios no me sacó a mí. ¿Vio el ejemplo? Si Dios está sacando la soberbia de entre nosotros, porque nos está limpiando con la palabra, y si yo no la suelto, me voy con ella. Pero es que Dios no me está sacando a mí. Está sacando la soberbia que yo no quiero sueltar. Pero nosotros estamos limpios por las palabras. Hermano, cada vez que tú vienes a este lugar, Dios te limpia. Una cosa que nos enseñaron a nosotros, mi oración es genuina y está bien, pero si no es por la sangre de su Hijo, no nos limpia. ¿Se da cuenta cómo se llamaba la prédica? La supremacía del Hijo de Dios. ¿Se da cuenta? Él es la vida, Él es la resurrección, Él es el buen pastor, Él es el camino, Él es la verdad, Él es la vida. Dios Abraham se le apareció, Dios Abraham se le apareció y le dijo, no temas Abraham, yo soy tu escudo, yo soy tu escudo y tu galardón será en sobremanera grande. Levante sus manos, diga, el Señor es mi galardón, Él es el premio de mis hijos, de mis generaciones. Aleluya. Génesis 26 dice, se le apareció Jehová aquella noche y le dijo, yo soy el Dios de Abraham, tu padre. No temas, yo estoy contigo y te bendeciré y te multiplicaré tu descendencia por amor, Abraham mi siervo. Escúcheme, le dijo a su hijo Isaac, le dijo, yo soy el Dios de tu padre, ya Isaac viejito, y Dios le dijo, yo soy el Dios de tu padre y les vuelvo a decir, ¿cuántos quieren que Dios se le aparezca a tus nietos? Levante su mano, levante su mano y diga, yo soy el Dios de Darwin, a los nietos de Juan David, yo soy el Dios de tu papá, Darwin, y por amor a Él te bendeciré y te abro puertas y te prospero y te guardo y te preservo por la rectitud en que Él anduvo, creé una plataforma que hoy te preserva a ti. Yo soy el Dios. Mario, a tus hijas que tienes en la mano, los nietos, generaciones, tú ya estás en casa, volviste a casa, pero Él se le aparece a tus nietos. Bueno, pastor, después que yo me vaya a vivir, pero igual no, no porque yo quiero que mis hijos sean poderosos en esta tierra, que Dios los pastoree, que entren por la puerta, que reciban la resurrección y la vida, que anden en la verdad, aleluya. ¿Cuántos se alegran por eso? Esteban, a tus nietos, se le aparece. Guau, que Dios se le aparezca a los nietos de Anastasia, a los nietos, a los nietos de cualquiera de los que estamos aquí, y Dios lo bendiga, le abra puertas por cómo caminó su abuelo. Hermanos, muchas personas tienen un carácter amargo, parece que los hubieran bautizado en limón, y eso es porque su abuelito era violento, su papá era violento, y uno cuando crece en estos ambientes es violento, hijo de gato caza ratones. Pero cuando uno camina y abraza esta palabra, también estás dejando una plataforma espiritual sobre la que van a vivir tus hijos. Y eso es glorioso. Y por último, Dios se le apareció a Jacob y le dijo, yo soy el Dios omnipotente, crece y multiplícate, una nación y conjuntos de naciones procederán, reyes saldrán de ti. Levante su mano y declara, en mis generaciones habrán hombres y mujeres poderosas sobre esta tierra, influyentes sobre esta tierra, gente que gobernará y no serán gobernados, gente que prestarán a muchos y no pedirán prestados, gente que le abrirá puertas, que será de bendición para muchos, mi generación, diga mi generación, no tendrá falta de ningún bien, mi generación no heredará enfermedades, no heredarán deformaciones genéticas, mi generación será sana y poderosa sobre la tierra, porque en Cristo hay una nueva realidad, las cosas viejas pasaron, no serán idólatras, no se arrodillarán bajo ídolos, mi generación será poderosa sobre esta tierra, declaramos en el nombre de Cristo Jesús. ¡Aleluya! ¡No hay otro fuera de Él! ¿Se da cuenta la supremacía de Cristo? ¿Se da cuenta que no hay otro? ¡Aleluya! ¡Vamos a declarar esa canción que cantamos al principio! ¡Cuán grande es Él! Pero yo te voy a pedir algo, que la cantemos completa.